lunes, julio 18, 2016

Molestémoslo

Correa, en su habitual arrogancia, dijo hace poco: “Que ni me busquen mucho, porque me les presento en el 2021. Y si no aprueba la transitoria la Corte Constitucional, me les presento en octubre. Depende del nivel de bravuconería y de cobardía de los mismos de siempre”.

No es la primera vez que lanza la amenaza. Ya ha dicho antes: “…si siguen molestando estos mediocres de la partidocracia y de los medios de comunicación, me les lanzo a la reelección, para que sufran los sufridores”. O también: “Que no molesten mucho los mediocres de siempre y los cobardes de siempre, porque me les presento”.

Yo digo que lo molestemos nomás. Que lo molestemos todos los días y no dejemos de molestarlo. A ver si de verdad se lanza. A ver si se atreve a enfrentar en las urnas el rechazo de millones de ecuatorianos que dejaron de creerle, que han perdido su trabajo, que saben que Correa y su gobierno son responsables de la durísima situación que vivimos.

La ley no será impedimento para que se lance, si Correa así lo quiere. Pame no tendrá que mover montañas. Los jueces de la Corte Constitucional se encargarían de eso, negando la transitoria como si aquí no pasó nada.

Correa muestra su desesperación con estas amenazas de lanzarse. Como buen caudillo, evitó con su omnipresencia que otros en su movimiento destacaran. Y ahora no tiene candidatos fuertes. Incluso a un Lenin Moreno, con toda su popularidad, le será difícil mantener su intención de voto cuando deba explicarle al país cómo piensa generar empleo o poner en orden el desastre económico del correísmo, del que él ha sido un participante importante.

Esa desesperación lo lleva ahora a Correa al abuso de pretender imponer una consulta popular con el claro propósito de perjudicar a Lasso, su principal contrincante. Correa hace público su miedo, en cadena nacional. Con esta consulta anuncia el comienzo de una nueva serie de abusos para inclinar a su favor la cancha electoral.

Pero al final, incluso con cancha inclinada, es poco probable que Correa se lance. Pesará más su pragmatismo ante las encuestas que muestran que la mayoría de ecuatorianos ya no le cree. Que saben y entienden que la crisis que vivimos no es resultado de la caída del precio del petróleo o el terremoto, sino de la mala administración del Gobierno. Pesarán más las deudas, el desempleo, la desconfianza de empresarios e inversionistas que no se moverán mientras él siga en Carondelet. Y, sobre todo, pesará más en su decisión de no lanzarse la desastrosa situación económica que su gobierno deja y que él es incapaz de resolver.

Por eso, para que no se quede en simples amenazas que no cumplirá, debemos molestar a Correa. Para que se lance de verdad. Molestémoslo haciendo las preguntas que no quiere contestar. Molestémoslo con más investigaciones que saquen a la luz la corrupción, el despilfarro, los abusos, las mentiras.


Molestémoslo con confianza. Él lo está pidiendo. A ver si cumple su palabra. A ver si se atreve a quedarse a debatir con los otros candidatos, a responder de frente a sus votantes, a rendir cuentas al país. A dar la cara.


lunes, julio 04, 2016

Socialistas profesionales

¿Por qué tantos de nuestros socialistas correístas continúan defendiendo lo indefendible? Continúan respaldando a un gobierno evidentemente fracasado, abusivo y corrupto como el de Maduro en Venezuela. A pesar de toda la evidencia de corrupción y del desastre que dejaron en Argentina, siguen defendiendo a los Kirchner. De Cuba ni hablar. La isla de los hermanos Castro sigue siendo ese paraíso que alaban en discursos, pero en el que jamás se les ocurriría vivir.

Hace ya veinte años se publicó el Manual del perfecto idiota latinoamericano, libro que describía esta atracción en nuestros países hacia caudillos populistas, nacionalistas y socialistas. Tristemente la fascinación populista sigue vigente en nuestro continente y ahora hasta cruza océanos llegando a España en la figura de Pablo Iglesias. La buena noticia es que ante el evidente fracaso de estos gobiernos, aumenta el rechazo al populismo en las urnas.

La gente está reaccionando. El rechazo popular a este caudillismo del siglo XXI se fortalece. Pero nuestros socialistas en el poder parecen vivir en una realidad paralela. No ven, o se hacen los que no ven, las alarmantes consecuencias del modelo de gobierno por ellos promovido.
En el club de los socialistas del siglo XXI nadie se critica. Si uno de sus miembros, Maduro por ejemplo, tiene a su país hundido en el caos, violencia, escasez, hambre, saqueos, inflación incontrolable, inseguridad y corrupción, los miembros del club miran a otro lado y dicen que todo es mentira, que Venezuela funciona de maravilla. Que Maduro es víctima de la CIA, de la prensa mercantilista y cualquier fantasma del momento.

Nuestros socialistas del siglo XXI son pragmáticos y no se distraen de su misión. Son socialistas profesionales. De la defensa y permanencia del socialismo en el poder dependen su cargo, sus ingresos, sus privilegios.

Al final quieren lo mismo que todos. Vivir bien, un trabajo estable, darle lo mejor a sus familias. Buscan, como cualquier capitalista, su bienestar personal. La diferencia es que el capitalista debe producir, competir, hacer negocios, inventar, crear valor para ganar su dinero. El socialista profesional, en cambio, sabe que eso de competir y producir no son su fuerte. Nuestro socialista es un maestro en el arte de aferrarse como garrapata al Estado, para sacarle plata, viajes y buen vivir.

Para ello estarán dispuestos a defender lo indefendible, a mirar para el otro lado ante los abusos, a cumplir órdenes del caudillo aunque contradigan sus principios. En foros locales e internacionales, sin sonrojarse, repiten sus mentiras hasta creérselas. Todo con tal de conservar su tajada de presupuesto, su programa gubernamental que justifique su cargo, su espacio de poder, sus viajes en primera clase a países con sistemas capitalistas que tanto critican, pero donde siempre viene bien ir de shopping.


En Venezuela todo está bien y Maduro es un gran demócrata. En Ecuador vivimos un cambio de época con total libertad de expresión y buen vivir. En Argentina, la pobre Cristina y sus amigos son unos perseguidos. La prensa internacional al servicio del imperio solo busca desprestigiar nuestros gobiernos soberanos y progresistas. Como buenos profesionales, nuestros socialistas en el poder saben bien qué decir y qué callar. Lo que realmente piensen es secundario.