lunes, septiembre 19, 2016

Honestos por decreto

Sebastián Piñera, expresidente de Chile, en su reciente visita a Guayaquil citó una frase muy válida hoy en nuestro país: “Cuando el Gobierno le teme a las personas, eso es democracia. Cuando las personas le temen al Gobierno, eso es dictadura”. Los juicios, amenazas e intentos de intimidación que vivimos nos dejan bastante claro el tipo de régimen que nos quieren imponer.

A nuestros funcionarios se les ha subido el poder a la cabeza. Se creen intocables. Ante cualquier acusación o crítica, salen a defender su “honor”, dan un ultimátum y recurren a las cortes para que los jueces, sus jueces, determinen que su buen nombre ha sido afectado y se castigue con millonarias multas o cárcel al acusador.

Conocemos bien a esos que se las dan de muy rectos. Suelen ser todo lo contrario. La persona honorable no necesita convencernos de sus valores y su ética, simplemente lo demuestra. No hace falta presumir la honestidad y menos que la certifique un juez.

“¡Me han ofendido!, ¡han atacado mi honra!, ¡me han causado un grave daño moral!”, gritan descontrolados nuestros políticos. Y nuestros jueces, siempre tan independientes e ilustrados, no pierden tiempo en darles la razón y dictar la sentencia que prueba su intachable honorabilidad.

En esto Correa es el campeón. Tiene la honra más cara y rentable del país. Seiscientos mil dólares tuvo que pagarle el Banco Pichincha por el gravísimo daño moral que le significó estar injustamente en la central de riesgo. Y ni hablar de los 40 millones de dólares que nuestros jueces decidieron que Diario El Universo debía pagar al honorable presidente de la República por haber ofendido gravemente su honra con un artículo de opinión.

Ahora vuelven al ataque. Esta vez no piden plata. Ahora piden cárcel para sus críticos, en especial si estos son políticos de oposición. Eduardo Del Pozo, vicealcalde de Quito, recibió una sentencia de 15 días de prisión tras una demanda planteada por Correa por atentar contra la honra y buen nombre del presidente en una entrevista radial. ¿Qué dijo Del Pozo? ¿Qué pudo ser tan ofensivo como para ir a la cárcel? Nada que no opinemos miles de ecuatorianos. Cuestionó que nos hablen de ética “quienes a través de determinadas presiones han conseguido ganar juicios y sacar esos recursos sin pagar impuestos, con sentencias a dedo…”.

Por su lado René Ramírez, de la Senescyt, demandó a Guillermo Lasso por mencionar lo reportado en un portal periodístico. “Le doy 48 horas para que se retracte por sus acusaciones contra mi esposa o iniciaré acciones legales. ¡Con la honra no se juega!”, amenazó el honorable Ramírez. Que Lasso sea el principal opositor del correísmo es solo coincidencia.

No entienden, o se hacen los que no entienden, que los funcionarios públicos no son ciudadanos comunes. Que deben tener un mayor grado de apertura y tolerancia ante críticas y acusaciones por ser figuras públicas y sus acciones de interés público. Se han inventado el cuento al revés: porque son figuras públicas te intimidan pretendiendo que los trates con mayor respeto y cuidado.


Quieren imponer la dictadura del temor al Gobierno. Pero en el fondo se mueren de miedo.


lunes, septiembre 05, 2016

El legado que no será

Se lo nota más desesperado. Más prepotente. Más encerrado. Su fin en el poder se acerca y se da cuenta de que su legado no será el que esperaba.

Hace pocos años, cuando la realidad era todavía verde dólar y olía a petróleo, seguro imaginaba emocionado lo que los libros de historia escribirían sobre sus diez años en el poder. Capítulos enteros en los que los estudiantes del futuro conocerían sobre el constructor de carreteras, hospitales, centrales hidroeléctricas, aeropuertos, escuelas, universidades. Imaginaba parques, plazas, escuelas con su nombre. Estatuas con su rostro serio, mirando al horizonte como tantas veces lo hizo en la publicidad, con un puño en alto, vistiendo su camisa blanca con diseños autóctonos.

Pero la bonanza terminó. Los miles de millones de dólares de petróleo se le escurrieron de sus manos. Y como en el cuento, el emperador que caminaba orgulloso con ese traje invisible que antes todos alababan, hoy avanza entre las risas y las burlas de quienes lo ven tal y como está, desnudo. Ya no tiene con qué esconder su incompetencia, sus abusos, su despilfarro. Esas montañas de dinero que servían para contentar a las mayorías, ya no están.

Ese legado que soñó es solo eso. Un sueño. Ahora, lo atormenta la pesadilla de saber que la historia lo recordará como el presidente que despilfarró la mayor bonanza petrolera de la historia, sumergiendo al país en una profunda crisis. Y que toda la corrupción, sobreprecios, abusos de poder, ataques a la libertad de expresión, juicios a periodistas, metida de mano en la justicia y control de los poderes del Estado serán estudiados y criticados por las próximas generaciones.

Por eso hoy lo vemos más arrogante y autoritario de lo normal. Intenta convencernos desesperado de una realidad que solo aguanta su Power Point de los sábados. Nos insiste que estamos bien. Que lo que llaman despilfarro, es en realidad inversión. Que no hay crisis. Que quienes salen del país a comprar más barato al otro lado de la frontera son unos desleales. Que el desempleo no es el que reportan los medios. Acusa de traidores a empresarios, militares, periodistas y cualquiera que le haga oposición. Y exige respeto, obediencia, que a nadie se le ocurra cuestionarlo. Que yo mando aquí. Que yo soy el jefe.

Y nosotros nos retorcemos de vergüenza ajena. No importa cuántas veces nos haya avergonzado en el pasado. Se sigue superando a sí mismo en su vanidad, su prepotencia, su ceguera ante la realidad, su sordera ante consejos o críticas. Se niega a aceptar que su proyecto ha fracasado. Que hoy estamos peor. Que deja un país ahogado en deudas, con instituciones frágiles, con menos libertad, menos trabajo, menos inversiones, lleno de restricciones y con un Gobierno abusivo y obeso.


La historia lo recordará. Eso es seguro. Los estudiantes leerán sobre estos años de Socialismo del Siglo XXI como una de las peores etapas políticas del país y América Latina. Su foto aparecerá junto a la de Chávez, Maduro, los Kirchner y el resto para que aprendamos de su triste legado, de sus abusos, de sus errores. Para que no vuelvan a repetirse.