jueves, abril 24, 2008

La huida de los ‘apátridas’

A veces da la impresión de que el país ideal para este Gobierno y su Asamblea es un país sin empresas privadas. Un país en el que el Estado se encargue de todo. Donde todos seamos empleados públicos, con trabajos dignos, relajados y bien pagados, como los de los asambleístas.

Solo así se explica esta antipatía hacia las empresas privadas y la creación de riqueza. El Gobierno cree que las empresas deben pedir permiso y perdón para trabajar, invertir y hacer dinero en el país. Como si fuera un privilegio, y no un derecho, el emprender un nuevo negocio en suelo ecuatoriano. El Gobierno disfruta teniendo de rodillas a las empresas, sobre todo a las más grandes. Su objetivo es inmediato y de corto plazo: exprimir todo lo que se pueda de ellas. Para ello recurre a arbitrarios mandatos, como el minero; o negociaciones de concesiones que castigan el éxito en lugar de incentivarlo, como con las operadoras celulares. Por conseguir plata rápida para financiar los planes inmediatos del Gobierno, se ahuyenta a inversionistas que prefieren gobiernos con reglas más claras.

En este ambiente, el Presidente acaba de lanzar una nueva perla antiempresa: “Váyanse nomás a Perú mercaderes apátridas sin alma, en lugar de alma tienen un gran bolsillo”. Lo dijo refiriéndose al empresario Mauricio Pinto, quien ha decidido mover parte de su negocio textil al Perú, atraído al igual que otras empresas por la estabilidad y crecimiento económico de ese país.

Correa dijo aquello de “apátridas” y “gran bolsillo” como un insulto. Pero se trata de una realidad. Las empresas no son fundaciones de caridad. No pierden tiempo y dinero en nacionalismos o patrioterismos que tanto gustan a nuestros políticos. Buscan competir y ganar. Para ello van donde las reciban mejor, donde las dejen trabajar y generar riqueza.

Pero aquí no necesitamos más empresas. O eso piensan los asambleístas y el Gobierno. Ellos, en su emoción por convertir a este país en un paraíso socialista a base de decretos, sueñan con empresas imaginarias que no busquen utilidades sino compartirlo todo con el Estado.

No quieren ver que en un país sin trabajo lo primero es tenerlo. Nuestro país no es el más atractivo para invertir. Está muy lejos de serlo. Lo primero es que vengan los inversionistas. O al menos que se queden los que ya están aquí. Que inviertan y generen empleo en un ambiente justo y con reglas claras. La Asamblea y el Gobierno están tan concentrados en regular, controlar y dirigir el comportamiento de las empresas, antes que en incentivar y motivar su inversión, que se quedará sin empresas ni empleos a las cuales aplicar sus decretos.

Sería bueno que vengan todos esos “mercaderes apátridas” con grandes bolsillos. Esas empresas que prefieren ir a Perú. Que huyen de la incertidumbre de un país con una Asamblea dedicada a aprobar al apuro mandatos con visión de corto plazo, en lugar de escribir una Constitución para 100 años.

Hoy el Gobierno tiene plata. Se da el lujo de ahuyentar a la empresa privada. Pero pronto extrañarán la inversión de esas empresas a las que hoy atormentan. Rogarán que regresen. Por no entender que con reglas claras, justas y buen trato, hasta esos “apátridas sin alma” podrían sentirse como en casa.

jueves, abril 17, 2008

Solo la verdad

Se va a estrenar en la tele el programa ‘El momento de la verdad’, un concurso en el que se somete a un participante a una serie de preguntas personales. Solo puede contestar “sí” o “no”. El reto es decir la verdad y nada más que la verdad. Cualquier mentira será detectada automáticamente, pues los datos sobre la vida, gustos y disgustos del participante ya han sido previamente investigados. El mentiroso pierde. Solo con la verdad se gana.

Qué lindo sería tener a nuestros políticos en la silla del concursante. Poder preguntarles de todo y que respondan sin poder darle vueltas al asunto. Sobre todo, sería bueno tenerlos a Rafael Correa y Álvaro Uribe en ese programa, para acabar, de una vez por todas, este ping-pong de acusaciones que tanto mal hacen a nuestra región y a cualquier deseo de integración.

Este conflicto entre ambos presidentes, cada día se parece más a las discusiones entre dos fanáticos de fútbol, de equipos contrarios, sobre la validez o no de ese foul en el área que pitó el árbitro. No importa lo que se vea en la repetición. Cada uno verá lo que le conviene. Según eso se verá clarito cómo le meten la pata al jugador en plena área. O cómo el jugador muy lamparoso se lanza solito. Las pruebas estarán de más. Cada uno se mantendrá fiel a su equipo y no podrá ver la realidad.

En eso se ha transformado el problema entre Ecuador y Colombia. Y lastimosamente muchos caen en el juego. Las acusaciones sobran. Las pruebas de nada servirán. La posición del gobierno ecuatoriano es una sola: “Uribe es un mentiroso”. Asunto cerrado.

El video en el que Raúl Reyes envía sus felicitaciones al presidente Correa por su victoria en la Asamblea Constituyente y expresa su “disposición política de consolidar las relaciones de hermandad, amistad y de buena vecindad en la frontera con el hermano pueblo del Ecuador” no significará nada para Carondelet. Las declaraciones del mismo Hugo Chávez, afirmando que la presencia de Reyes en Ecuador se debía a las negociaciones que se estaban realizando para la liberación de secuestrados, tampoco indican nada. Mentiras colombianas. Entre el gobierno ecuatoriano y las FARC no existe relación o colaboración alguna y punto.



Y para que no queden dudas que el gobierno ecuatoriano no nos aclarará ninguna acusación y nos dejará en la oscuridad sobre todo esto, la decisión es no volver a contestar ningún nuevo pronunciamiento del gobierno de Uribe. Así, el gobierno ecuatoriano le hace el quite por adelantado a cualquier futura acusación o prueba en su contra.

Queremos creer que el gobierno ecuatoriano no es cómplice de las FARC. Que no recibió fondos de las FARC para su campaña electoral. Pero mientras su argumento de defensa se limite a “Uribe es un mentiroso” no nos quedamos tranquilos. Por su lado, si el gobierno colombiano quiere demostrar que sí hubo foul en el área, deberá presentar todas las pruebas que no dejen dudas ni a los más fanáticos del equipo contrario.

No pedimos nada especial. Solo la verdad. Sin amagues, ni engaños. Que nos respondan “sí” o “no”, como en el programa de televisión. Tarde o temprano, la verdad gana.

jueves, abril 10, 2008

¿Jeff, presidente?

A estas alturas del partido, si algo tenemos claro, es que hay Correa para largo. O al menos para el siguiente período presidencial que iniciaría con las elecciones que convoque la Asamblea.

Este Gobierno ha demostrado una gran habilidad para hacerle el quite a los escándalos, mantener viva la idea de que representa el cambio, y así sostener un buen nivel de popularidad. Si a esto le sumamos los fondos petroleros con los que cuenta para sus programas y campañas, y la ausencia de una oposición fuerte, resulta casi imposible imaginar un cambio de inquilino en Carondelet.

He escuchado a gente de oposición al Gobierno decir que a buena hora que Álvaro Noboa no ganó. Con un Noboa presidente se podía pronosticar un destino similar al de Mahuad y Gutiérrez. Esto en el trayecto hubiese ridiculizado y sepultado, más de lo que ya está, a la derecha ecuatoriana –o lo que la gente percibe como derecha–. Hoy en cambio, el previsible fracaso a mediano plazo de las políticas estatistas y el socialismo anticuado de este Gobierno, brindan la oportunidad para que nuevas voces y grupos de oposición puedan surgir.

Lastimosamente, salvo excepciones, la oposición de hoy se hace daño a sí misma. No vemos una oposición que despierte interés en la gente. Estos últimos días han surgido voces de una derecha más preocupada con imponer ideas religiosas que promover un Estado pequeño con todas las libertades (individual, de mercado, de expresión, de prensa, etcétera). Ese énfasis en temas como Dios en la Constitución, aborto y homosexuales, podrá ganar aplausos en iglesias y templos, pero para un país que lucha por sobrevivir sin trabajo e inundado son temas secundarios.

Esa derecha conservadora nos recuerda demasiado a Noboa de rodillas con Biblia en mano. Su protagonismo no le hace un favor a la causa de la oposición. Necesitamos una oposición dinámica y moderna que sea reconocida por su defensa de nuestras libertades y su generación de progreso, no por sus discursos bíblicos. Una oposición que se centre en lo importante, explicando por qué el trabajo llega con más libertad de empresa y no con una burocrática planificación estatal.

Correa continúa en su luna de miel. Todavía puede echar la culpa a políticos del pasado por problemas del presente. Su cuento de la “larga y triste noche neoliberal” aún surge efecto. Pero en poco tiempo ya no tendrá esa excusa. Los problemas del país dejarán de ser culpa de otros. Serán responsabilidad de su gobierno. Cuando eso suceda, ¿existirá una oposición unida, inteligente y sintonizada con la gente? ¿Tendremos voces que nos saquen de la oscura y ojalá no tan larga noche socialista que se avecina?

Por ahora esa voz no existe. Esa cara no asoma. No emerge ese líder o movimiento de oposición que le apueste al individuo y nos hable de libertad, emprendimiento, iniciativa privada y progreso.

La oposición, cada día más invisible, sigue mirando incrédula cómo un movimiento tan nuevo con ideas tan viejas se volvió tan poderoso en tan poco tiempo. Mientras tanto, queda un puesto libre esperando por ese nuevo líder.

Hace poco Jefferson Pérez dijo que planea entrar en política. ¿Acaso un candidato para el puesto?

sábado, abril 05, 2008

Política instantánea

* Desde este mes escribiré una columna mensual en la revista Clubes. Aquí va la primera entrega.

Leí recientemente un artículo que contaba que el e-mail ha pasado a ser un medio de comunicación anticuado para las nuevas generaciones. Es impersonal, uno nunca sabe cuando te van a contestar, se demora mucho.

La llamada “generación instantánea”, a la que pertenecen los adolescentes de hoy pero en la que nos hemos colado también los no tan adolescentes, necesita todo al instante. Para eso están los mensajes de texto, el Blackberry, el messenger. Ya no podemos esperar todo un día para recibir las noticias en el diario o el noticiero. Necesitamos la información al momento. Y una vez que la recibimos pasamos a lo siguiente. Como diría Edison Méndez: “si es ya, es ya”.

Vivimos días cada vez más instantáneos. Y no solo eso, lo instantáneo se convierte también en lo múltiple. Son días en los que hacemos de todo un poco y poco de todo. Nos hemos vuelto expertos en el difícil arte del “multitasking”: hacer varias cosas a la vez, sin lograr hacer nada del todo bien.

Mientras vemos un programa en la tele, revisamos nuestros mails en la laptop, y escuchamos música, y hablamos y nos mensajeamos por celular, y nos comemos un sánduche, y nos bajamos la última canción de Shakira, y vemos ese video tan chistoso en YouTube, y hasta logramos dejar espacio para conversar con la persona a nuestro lado. Al final, apenas logramos disfrutar el programa en la tele, leemos a medias los mails, olvidamos al instante la canción que escuchábamos, el sánduche nos cae mal, y no tenemos idea de lo que estamos conversando con ese extraño en nuestro cuarto.

Lo más grave es que este problema de la vida moderna se ha contagiado a nuestra vida política. Tenemos un gobierno “multitasking” que practica una política instantánea.

Las promesas políticas de ayer ya son noticia antigua. Nadie las recuerda. Nadie las cumple. Todo cambia tan rápido. A base de un hábil “multitasking” político, el gobierno hace de todo un poco y poco de todo. Pretende hacer mucho, pero no se concentra en nada. Y el país termina mareado y sin saber lo que está pasando.

Basta revisar las noticias y eventos políticos de las últimas semanas. Lo de ayer ya es antiguo, lo de antes de ayer ya se nos olvidó. La noticia de hoy reemplaza todo. Y la de mañana borrará cualquier problema de hoy.

Así, los Pativideos son ya parte de nuestra prehistoria política. Nadie los recuerda. Quedaron en nada. La Asamblea Constituyente de la que se esperaba y habló tanto, repentinamente dejó de importar y la hemos ido olvidando. Los insultos del Presidente, que tanta división, titulares y discusiones generaron, quedaron atrás como si nunca hubieran ocurrido. Las inundaciones y el mal clima atraparon nuestra atención algunos días. Nos prometieron soluciones rápidas. Pero el conflicto con Colombia nos hizo olvidar que medio país naufraga.

Si analizamos la semana en la que se concentró el problema con Colombia, llegamos a la cúspide de la política instantánea. Cada día borraba al día anterior. Ayer Chávez insultaba a Uribe y le enviaba tanques a la frontera. Hoy Chávez es el gran conciliador de la región. Mañana ya se olvidará de todo lo que dijo. Ayer Correa estaba listo para “llegar hasta las últimas consecuencias”. Hoy el conflicto termina, con fuertes acusaciones de Colombia contra el gobierno ecuatoriano y la promesa de Correa de esclarecerlas. Mañana una nueva noticia le permitirá al gobierno hacerle el quite a las denuncias de Uribe, aunque medio mundo nos vea como aliados de la guerrilla.

La política instantánea y del multitasking hace rápidamente de todo a la vez y al final nada lo hace bien. En estos días de Blackberrys y noticias inmediatas, la política instantánea se nos burla en la cara. Solo importa que el show continúe. Sin importar lo malo que sea el show.

jueves, abril 03, 2008

La reputación como excusa

Rafael Correa subió al poder con una aureola de rectitud en la cabeza. Hoy se mantiene, en gran medida, esa percepción de que este es un gobierno honesto. Y el Presidente utiliza esa buena reputación para evadir su deber de aclarar los actuales escándalos y las fuertes acusaciones en su contra.

El argumento del Gobierno, y en particular del Presidente, ante cualquier acusación de corrupción, es siempre el mismo. Basta decir “somos gente honesta” para que todo quede supuestamente aclarado. Y si el acto de corrupción es evidente, entonces el argumento cambia a “eso es normal, no es corrupción”. Y listo, no se diga más.

Esto ocurrió con los Pativideos. Bastó con que el Presidente asegure que “Patiño es un hombre honesto” y que las conversaciones grabadas estaban fríamente calculadas para atrapar a los especuladores financieros (¿alguien los investigó, al menos?). Y listo. El país quedó convencido de la rectitud de su gobierno.

Ocurre hoy, cuando respetados medios de comunicación internacionales y funcionarios colombianos acusan al gobierno de Correa de haber recibido fondos de las FARC para su campaña electoral. Es una acusación gravísima que debe ser aclarada. Pero al Gobierno le basta decir que estas acusaciones son parte de una campaña de desprestigio a nivel internacional y una maquinaria propagandística en su contra. En lugar de esclarecer estas acusaciones con pruebas que borren cualquier duda sobre la procedencia de los fondos de la campaña electoral de Alianza PAIS, el Gobierno prefiere hacerse la víctima de un gran complot, repetir el eslogan de las “manos limpias” y desviar la atención.

Y ocurre con el escandaloso aporte mensual “voluntario” que varias instituciones del
Estado cobran a sus empleados para financiar al partido de Gobierno. En cualquier país que se respete, los funcionarios implicados ya hubieran presentado su renuncia. Pero aquí el Gobierno nos dice que se trata de una práctica común, que no tiene nada de malo. Además, el presidente Correa afirma que el Superintendente de Compañías, acusado de este abuso, fue su profesor en el colegio y es un hombre honesto. Caso cerrado. No hay por qué alarmarse.

Por lo visto, para este Gobierno nada es malo porque todo lo hacen con buenas intenciones e infinito amor por el país. ¿O será mejor decir por PAIS? Como que el partido se empieza a confundir con el Estado y el Estado con el partido. Se borra la línea entre el país y PAIS. Este “diezmo” cobrado a los empleados públicos condiciona el servicio público al servicio político.

La percepción de honestidad de Correa no borra las acusaciones en su contra y los actos deshonestos de su gobierno. Si este Gobierno no aclara las acusaciones de haber recibido dinero de las FARC para su campaña, podemos asumir que son ciertas. Si este Gobierno no devuelve la plata a los empleados públicos que “donaron” parte de su sueldo, destituye a los funcionarios responsables de este abuso y rectifica, otro acto de corrupción se habrá consumado a la vista de todos los ecuatorianos.

No basta que nos digan que el Gobierno está lleno de gente honesta e inocente para ignorar cualquier acusación. La buena reputación no es excusa. Y sin explicaciones la irán perdiendo.

miércoles, abril 02, 2008

Revista la U. - Abril 2008

Ya está circulando la U. de abril en tu universidad!!!




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