lunes, febrero 20, 2017

Veneno verde flex

Lenin habla de amor y humor, pero en su campaña prefirió difundir odio y división. Lo del humor es más bien su negocio, uno muy rentable.

Estos últimos días de campaña circularon varios videos leninistas que destilaban veneno verde flex. Escenas llenas de ese resentimiento que durante diez años ha cultivado este Gobierno.

En un video vemos a una pareja en el asiento trasero de su carro quejándose de no poder comprar un auto deportivo por los altos aranceles. El chofer que los conduce los mira por el retrovisor y piensa: “Es que ahora sí les toca cumplir con la ley y pagar lo que corresponde, porque si no…”. En otro video, un grupo de empresarios reclama por los altos impuestos y tener que pagar beneficios a sus empleados. Y en otro, dos señoras lamentan no poder comprar ni un buen queso extranjero. Dicen que a este paso tendrán que irse a vivir a Miami. Los empleados que los escuchan se alegran de que ahora “les toca pagar lo que corresponde”.

Estos videos van más allá de ser simples piezas que piden el voto por Lenin Moreno. Muestran un problema de fondo con el modelo correísta-leninista: su obsesión por fomentar la división y conflicto entre ecuatorianos, creer que los pobres están mejor cuando se hunde a los empresarios, pensar que los impuestos solo afectan a los que más ganan.

Lenin no entiende que los aranceles a los vehículos no afectan realmente a esa pareja que quiere un nuevo deportivo. Afecta al padre de familia de clase media que no puede comprar su primer auto. Afecta los puestos de trabajo que se perdieron en el sector automotor. No entiende que a quien más lastiman los altos impuestos, aranceles y trabas no es al empresario, sino a los empleados que pierden su trabajo cuando la empresa deja de ser rentable. No entiende que los más pobres solo saldrán adelante con un trabajo. Y ese trabajo no llegará espantando a inversionistas y empresarios. No ve que por culpa del modelo correísta hoy son más, muchísimos más, los que han pasado de un empleo formal, con sueldo fijo y beneficios, al desempleo y la informalidad.

El verdadero empresario está pensando en buscar nuevas formas de producir y vender, ser más competitivo, resolver problemas, contratar gente valiosa. Solo espera que el Gobierno le permita trabajar, con reglas claras y estabilidad. Nada más. Los personajes arrogantes y ofensivos de estos videos parecen más bien estar inspirados en ciertos funcionarios y nuevos ricos de este Gobierno.

Hoy es un día diferente para el país. Escribo esto sin conocer los resultados de la votación de ayer. Espero que estemos celebrando el inicio de la segunda vuelta y la posibilidad de dejar esta década perdida atrás. De lo que estoy seguro es de que ayer fueron más los que votaron contra este Gobierno. Que la mayoría quiere un cambio. Un cambio hacia un país donde todos trabajemos unidos para salir adelante. No este país envenenado de odios, divisiones y resentimientos.

Que no nos vengan a hablar de esperanza, amor y humor mientras fomentan lo contrario. Que quede atrás ese país dividido. Que venga sí o sí un cambio.


lunes, febrero 06, 2017

Este 19

Después de sufrir diez años de estatismo, insultos, abusos, corrupción, despilfarro y restricciones tenemos la oportunidad de ponerle fin al modelo correísta y su socialismo del siglo XXI. Por más intentos que haga el Gobierno de vendernos eslóganes que pinten de rosa estos años grises, la gente y la historia recordarán esta década como lo que fue. Recordaremos el ataque a las libertades, el aparato propagandístico, la corrupción, las nefastas consecuencias del proteccionismo, la falta de transparencia e independencia de poderes y el cinismo de una nueva clase política que no supo manejar el poder.

Depende de nosotros que aquí termine esta década perdida. Ni un día más.

Este 19 de febrero no es cualquier 19. Es un 19 trascendental. Un 19 que nos brinda una oportunidad de esas que no se repiten así nomás. La oportunidad de iniciar el cambio en este país. De desterrar este modelo político que nos tiene hundidos.

Queremos un cambio. Necesitamos un cambio. Tanto que hasta el candidato del continuismo ha tenido la osadía de ofrecer en su campaña el “cambio verdadero” para disfrazar sus planes alineados al gobierno actual. Necesitamos un cambio de modelo económico, un cambio de actitud en el manejo del poder, un cambio de gente, un cambio profundo hacia un país que defienda nuestra libertad. Pasar de la sinvergüencería a la decencia.

La falta de empleo y oportunidades, sumados al hartazgo hacia el correísmo llevarán a un gran porcentaje del país a votar por el cambio. El fracaso del modelo correísta ha logrado algo que antes era impensable: los más diversos sectores políticos están de acuerdo, en términos generales, en el camino a seguir para sacar a este país adelante. En el reciente debate organizado por la Cámara de Comercio de Guayaquil vimos cómo los candidatos, de izquierda, centro o derecha, coincidían en aquello que necesitamos: libertad de expresión, menos impuestos, menos intromisión del Estado, separación de poderes, justicia independiente, defensa de la dolarización, menos trabas al sector privado, un Estado más delgado y eficiente. En otras palabras, coincidían en que debemos hacer lo opuesto a lo que este Gobierno viene haciendo.

El país del correísmo está en cuidados intensivos. Este gobierno terminará sus días arañando hasta el último centavo que pueda sacarnos y escondiendo a como dé lugar la corrupción bajo la alfombra de una justicia servil. La amenaza del continuismo es demasiado grande, demasiado grave, como para no votar bien.

Hoy, todas las encuestas serias que buscan informar sobre la intención de voto –no impulsar alguna candidatura– dan ventaja a Guillermo Lasso sobre el resto de candidatos de oposición para encontrarse en segunda vuelta con Lenin Moreno.


El socialismo del siglo XXI ya ha hecho suficiente daño. Venezuela está a la vuelta de la esquina si votamos mal. Ni nulo, ni blanco. Tenemos un solo voto en nuestras manos. Una sola oportunidad para hacerlo bien. El continuismo o el cambio. No hay más.