jueves, diciembre 22, 2011

Un casi cuento de Navidad


Una voz lo despertó. “¿Quién eres?”, preguntó alterado. “Soy el fantasma de tu pasado”, le contestó. Él rio. “Ese cuento ya me lo sé compañerito. ¿Quién te envió acá? ¿Mi ñaño? ¿La prensa corrupta? ¿La CIDH?”, reclamó. “No perdamos tiempo, tenemos mucho por recorrer”, dijo el espectro.

Lo llevó a su escuela. “¿Te acuerdas de este lugar? Ahí estás estudiando, siempre tan aplicado”. Luego se vio con su uniforme y pañuelo anudado al cuello liderando un grupo de boy scouts. “Esos chicos sí te admiraban, te respetaban”.

Viajaron a través de tiempos y espacios. Universidades, clases de economía, pequeños pueblos y grandes ciudades. Y se vio a sí mismo hablando de desarrollo, justicia, respeto a los derechos humanos y democracia. “Mírate protestando junto a los forajidos. ¿Imaginas cómo reaccionarías hoy ante protestas similares?”, lo increpó el fantasma. “Era otra situación. Teníamos derecho a reclamar contra quien controlaba a los jueces y pretendía controlar todos los poderes”, se defendió. “Parece que hablaras de ti mismo”, ironizó el fantasma. Entraron a un estudio de televisión. “Mírate sonriendo. ¿Recuerdas esa entrevista al día siguiente de ganar las elecciones? Escúchate refiriéndote al entrevistador como una buena persona de manos limpias. ¿En qué momento cambiaste? ¿Acaso los periodistas solo eran buenos mientras te apoyaban?”.

De repente todo oscureció. “¿Quién eres tú? ¿Quién te envía? ¿La izquierda infantil, los banqueros?” preguntó alterado al verse nuevamente en su cama frente al segundo fantasma. “Vengo a mostrarte tu presente”, le contestó. Aparecieron en una habitación con miles de televisores y radios, con su imagen y su voz repitiéndose al infinito frente a millones de espectadores obligados a verlo y escucharlo atados a sus sillas. Y aparecieron abogados y jueces callando a quienes interrumpían. Luego entraron a una casa vacía. “Es la casa de tu primer perseguido. Pasará esta Navidad lejos de su familia y amigos”, le dijo el fantasma.

Cuando llegó el tercer fantasma a su habitación, pidió a su guardia que lo arrestara. Pero fue imposible colocarle las esposas. “No pierdas el tiempo. Conmigo tu poder no funciona”, le dijo mientras tomaba su mano para llevarlo al futuro. “Seguro te ha enviado la oposición”, le gritó furioso. Pero su malestar se detuvo de inmediato. Llegaron a un lugar donde se respiraba un ambiente de libertad, progreso y bienestar, con gente feliz y niños disfrutando la Navidad. “Gracias por traerme aquí, compañero fantasma. Este sí es el país del futuro por el que estoy trabajando. Con esta evidencia de mi éxito le tapo la boca a la oposición y a la prensa”, dijo orgulloso. El fantasma rio. “Se nota que no has aprendido nada”, le dijo. “Este no es el futuro de tu país. Esto es Bélgica, donde vives ahora. En tu país no quieren saber de ti”.

Despertó enfurecido. Pidió a sus abogados que enjuicien a esos fantasmas por injurias. Y ordenó transmitir cadenas nacionales que prueben la incuestionable relación de la prensa con estas visitas fantasmales. Sus órdenes se ejecutaron de inmediato. Sonrió sabiendo que su poder seguía intacto. Que solo en los cuentos la gente reflexiona y cambia. Que aquí él manda y no tiene por qué escuchar a nadie.

jueves, diciembre 15, 2011

Prohibido olvidar ®


Antes de que el Gobierno se apropie de la frase “prohibido olvidar”, me adelanto y la utilizo aquí como título para que no olvidemos lo que estamos viviendo. No pasa de ser otra anécdota absurda esto de querer registrar la frase “prohibido olvidar” y términos como “30S”, como quien registra el nombre de su restaurante o un eslogan publicitario. Cosas que solo se dan en este gobierno de la propaganda en el que la imagen manda.

Pero esta anécdota que ha dejado en ridículo a los funcionarios de la propaganda, es un paso más en la construcción de un Gobierno producido para la televisión. Y preocupa el legado que deja para futuros gobiernos y políticos.

El enorme gasto en publicidad, cadenas y campaña permanente le ha servido al Gobierno para callar y desprestigiar a opositores y mantener su popularidad. Ha marcado lo que muchos ven como un nuevo estándar en la comunicación política si se pretende conservar altos índices de popularidad. Y ahí está el problema: que futuros políticos recurran a la misma medida de propaganda abusiva y despilfarradora como herramienta para conservar su poder. Es cierto que este Gobierno ha hecho un buen trabajo en la comunicación al unificar mensajes e imagen de ministerios e instituciones públicas, presentándonos una sola voz. Pero este acierto se pierde frente al ruido de ataques y gritos pautados en horario estelar.

Parece que existe una relación directa entre la presencia de propaganda de un Gobierno y el control (abusivo muchas veces) que este ejerce sobre la sociedad. Basta darse una vuelta por países civilizados. Difícil imaginar una valla junto a una carretera que diga que esta fue construida por Obama o Sarkozy. O encender la televisión en Inglaterra y encontrarnos con publicidad que nos repita mil veces las obras del Gobierno, o lo maravilloso que es su primer ministro, o lo malvada que es la oposición. Simplemente no sucede. El gobierno respeta los espacios privados de los ciudadanos.

Pero acá, en estos y otros barrios caudillistas, no pasan unos minutos sin que uno se cruce con algún mensaje oficial. Hemos pasado del letrero que nos decía que esta es otra obra de tal político, a la saturación de cada espacio en nuestras vidas con campañas publicitarias del Gobierno, que en muchos casos manipulan la verdad o se dedican a atacar a quien piensa distinto.

Los próximos gobiernos tendrán que luchar contra la tentación de repetir esta mala práctica instalada por el actual Gobierno. Ese éxito en comunicación del que tanto se habla, ha tenido un costo demasiado alto para nuestra libertad y nuestro elemental derecho a vivir sin que el Gobierno invada nuestro tiempo y nuestro espacio.

La manipulación mediática del 30 de septiembre, esa fecha de violencia y muerte que han querido transformar en una falsa gesta heroica del presidente, y cuyo nombre hasta pretenden registrar, es uno de los ejemplos más claros de lo bajo que se puede caer por producir y vender una historia oficial que les haga ganar puntos de popularidad.

El legado de abuso mediático que deja el correísmo es todo menos un ejemplo a imitar por futuros gobiernos.

jueves, diciembre 08, 2011

Cacerolazos en Caracas



Estuve en Caracas mientras los presidentes del continente, excepto gringos y canadienses, se reunían llenos de propuestas y promesas, en la primera cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).

Al bajarme del avión, me recibe en el aeropuerto un afiche que dice: “Nuestras aduanas garantizan el desarrollo Económico, Soberano y Socialista”, con el cierre “Patria, Socialismo o Muerte”. Frases patrioteras que acá el Gobierno imita, aunque por ahora evitan sonar tan socialistas.

Al salir del aeropuerto, un tipo ofrece cambiarme dinero como quien vende droga. Yo iba bien advertido de no cambiar plata en bancos, ni usar cajeros automáticos o la tarjeta de crédito, donde aplican el ficticio cambio oficial impuesto por Chávez. En el mercado negro se consigue, al verdadero tipo de cambio, el doble de bolívares por cada dólar.

Me puse a pensar en la suerte que tenemos los ecuatorianos de tener al dólar como moneda. ¿Imaginan a Correa con moneda propia? ¿Lo imaginan controlando la maquinita para imprimir billetes? Al despilfarro que vivimos se añadiría una terrible devaluación o controles absurdos como los de su maestro venezolano.

La carretera que lleva del aeropuerto a Caracas recibe a los visitantes presidenciales con vallas publicitarias llenas de alegres mensajes revolucionarios, muy al estilo de los nuestros. La imagen de Chávez se repetía en vallas, paredes y grafitis. Cualquier turista que ignore la actualidad política de Venezuela descubre de inmediato que está en tierras donde un caudillo lo decide todo. Algo similar sucede acá. Basta recorrer nuestras carreteras para encontrarse en la entrada de cada pueblo la imagen de Correa. El caudillo por encima de las instituciones.

Caracas parece una típica capital latinoamericana. Los carros avanzan entre el terrible tráfico (eso sí, avanzan casi gratis. Con una gasolina ultrasubsidiada, más barata que el agua, los venezolanos llenan su tanques con apenas un par de dólares). Está siempre presente la amenaza de robos y violencia. Y en los restaurantes no falta dinero para buen vino y platos caros. Pero si vemos más de cerca, descubrimos que en tiendas y supermercados faltan artículos tan básicos y necesarios como leche o carne, cortesía de los controles chavistas.

La noche del viernes, mientras se instalaba la cumbre de la Celac, la ciudad se llenó del ruido de ollas y cacerolas sonando desde balcones y ventanas de casas y edificios, acompañadas por los pitos de los carros en las calles. Era el sonido de la esperanza y la demostración pública, frente a los presidentes de la región, del descontento y la desesperación de un país que se ahoga entre abusos y corrupción, en un mar de dinero malgastado.

Los discursos de los presidentes en la cumbre poco lograrán para traer el cambio en la región. Son muchos de ellos, empezando por el anfitrión y sus amigos anticorbatas, los que nos tienen en el atraso. La posibilidad del cambio no está en estos caudillos con aires de grandeza. Está en las calles, en la gente, en los cacerolazos. Después de tantos años, la gente en Caracas vuelve a creer que ese cambio es posible. Que los días de los caudillos están contados.

jueves, diciembre 01, 2011

La juma del poder


Si quieres ganar un juicio en este país, no gastes en abogados caros. Mejor pídele a Rafael Correa que te acompañe a la corte y listo. Triunfo asegurado.

Su récord perfecto lo garantiza. Sus visitas a la corte para clavarle su poderosa mirada al juez en tres juicios distintos han terminado en tres triunfos y más de 40 millones de dólares en indemnizaciones: seiscientos mil contra el Banco Pichincha, 40 millones contra EL UNIVERSO, y ahora 100 mil en el juicio de Vinicio Alvarado contra Mónica Chuji. Los supuestos juicios privados vienen acompañados de una poderosa comitiva presidencial que siempre se da un tiempito para intimidar al juez con su presencia.

La demanda contra Mónica Chuji es otro vergonzoso capítulo en los abusos contra nuestra libertad para expresarnos. La intención es clara: crear un clima de miedo y autocensura para que nadie se atreva a criticar a los funcionarios del Gobierno. Correa lo acaba de decir clarito: “De hoy en adelante persona que nos calumnie tendrá su respuesta legal”. Pero ya sabemos que en estos tiempos la definición de “calumnia” la decide el ánimo del Gobierno. Y la palabra “legal” significa lo que ellos quieran que signifique. Eso de legal, en un régimen que tiene a la justicia rendida a sus pies, es un decir.

Están borrachos de poder. En lugar de haber madurado y entendido que su posición pública les exige ser más tolerantes y civilizados, los funcionarios de este Gobierno, liderados por el mal ejemplo de Correa, están obsesionados con controlar las críticas. Disfrutan su estatus todopoderoso. Saben que basta presentar una demanda, por absurda, abusiva o disparatada que sea, para que el juez de turno tiemble ante su presencia y les dé la razón. No importa que el fallo contradiga la ley, la justicia o el más elemental sentido común; ellos se convencen y tratan de convencernos de que aquí no hay abuso ni atropello del Gobierno, sino una simple defensa de sus derechos.

Quieren que la gente se arrodille ante ellos. Que les pidan perdón. Si se disculpan les quito el juicio y se acaba todo, les dice Correa a los autores del libro El Gran Hermano, demandados por revelar aquello que el mismo hermano del presidente y una veeduría formada por el mismo Gobierno han afirmado. ¡Cuánta magnanimidad! Les da la oportunidad de continuar libres y sin más gastos legales si solo se agachan y dicen pegue patrón.

¿Y ellos, cuándo nos piden perdón? ¿Cuándo piden disculpas por la manipulación, las mentiras y los ataques con los que inundan los canales de televisión malgastando nuestra plata? ¿Cuándo nos piden perdón por utilizar sus puestos y sueldos públicos para intimidar y dividir, en lugar de gobernar? ¿Cuándo se disculpan por enlodar la reputación de ciudadanos con millonarias cadenas y propaganda que todos pagamos? ¿Cuándo muestran un mínimo remordimiento, un gesto o deseo de cambiar?

No, ellos no se disculpan. No entienden de democracia o libertad. Aquí la ley no protege a los individuos del poder del Estado, sino lo contrario. La juma del poder los hace creerse invencibles, infalibles, dueños de la verdad. Ni imaginan el chuchaqui que les espera.

jueves, noviembre 24, 2011

Hacer algo


“Hay que hacer algo por este país, no podemos quedarnos cruzados de brazos”, dice con un vaso de whisky en la mano. “Sí, no podemos seguir así”, aprueban todos. Luego termina la reunión, cada uno vuelve a su casa, a su trabajo, a su familia, a sus preocupaciones y proyectos cotidianos, a vivir y disfrutar la vida como mejor se pueda a pesar de la situación política que pide a gritos que se haga algo. Ese “hay que hacer algo” ha quedado tantas veces en el aire, entre el humo de cigarrillo y los vasos vacíos de otro encuentro en el que sobran buenas ideas e intenciones, pero siempre faltan tiempo, dinero y acciones.

Pero algo está cambiando. El abuso y atentado contra nuestras libertades elementales de este Gobierno ha servido para despertar a algunas personas. Esas promesas de hacer algo, que tantas veces habían quedado abandonadas, se vuelven más ciertas, más concretas.

Desde que escribo en este Diario, me han invitado los últimos años a varias reuniones en las que siempre se planean los grandes cambios del país a través de algún nuevo partido o movimiento político. He perdido la cuenta de todas esas ocasiones en las que se planean mil acciones y al final nada sucede. Cada quien regresa a casa y a su vida, para volver meses más tarde a una nueva reunión con nuevos planes y promesas.

Pero ahora es diferente. La amenaza se volvió demasiado grande. Los planes empiezan a concretarse. Las ideas y promesas se escriben sobre papel, se vuelven tangibles. Las billeteras se abren para financiar esas acciones necesarias para avanzar y lograr ese cambio postergado en el país.

No es fácil. Conocemos bien los fraudes electorales y abusos sufridos tantas veces, sabemos de lo que los políticos en el poder son capaces de hacer por mantener ese poder. Basta encender la televisión para ver el descarado despilfarro de nuestro dinero en propaganda manipuladora. Basta abrir el diario y leer que el Gobierno planea gastar cinco veces más en publicidad en el 2012, pasando de los 54 millones de dólares asignados este año en el presupuesto, a casi 300 millones de dólares presupuestados para el próximo. Basta conocer las limitaciones que pone el Consejo Nacional Electoral, tan afín a Carondelet, al gasto en las campañas (menos las del Gobierno con nuestra plata), para entender cómo se complicará el panorama de aquellos grupos que entrarán en la contienda electoral.

Pero a pesar de tantas dificultades a la vista, existe optimismo de que se puede frenar en las urnas a este Gobierno y sus abusos. Que todo el dinero que despilfarren en campañas, ataques y populismo de tarima no les alcanzaría para ganar los votos que necesitan para dominar todas las instituciones del Estado como lo hacen hoy. Que una segunda vuelta en las próximas elecciones es posible. Que en la próxima Asamblea el Gobierno perdería la mayoría, para dar paso a un nuevo y mejor escenario político.

Falta todavía mucho más por hacer. Falta más gente que se involucre. Faltan más recursos que apoyen. Pero esta vez, ante el escenario extremo que vivimos, el “hay que hacer algo” está cambiando por “esto estamos haciendo”.

jueves, noviembre 17, 2011

Chavidad ecuatoriana



Mientras la burocracia venezolana celebra su “chavidad” gracias a la bonificación navideña que Hugo Chávez repartirá a sus funcionarios con plata de todos los venezolanos, por acá no nos quedamos atrás. Nuestro director del SRI se ha disfrazado de Papá Noel con gorrito de Robin Hood para tomar nuestro dinero con nuevos impuestos y meterlo en el saco sin fondo de este pobre Gobierno. Así, Correa y compañía podrán crear más puestos públicos, realizar más obras que ganen votos y seguir derrochando nuestra plata; por ejemplo, engañando y atacando en infinitas cadenas nacionales.

Este Gobierno es muy exitoso en su política de desempleo cero para los amigos del poder. Si es necesario, hasta se inventan el cargo y el Ministerio. Nuestro exministro de Economía y Finanzas, exministro del fugaz Ministerio del Litoral, exministro de Coordinación Política y futuro exministro de Relaciones Exteriores sirve de ejemplo.

La posesión de los “nuevos” y reciclados ministros de Correa nos recordó la cantidad de redundantes ministerios y oficinas en los que se derrocha nuestra plata. Ministerios Coordinadores, Secretarías como las del Agua y el Migrante, y una cuyo nombre hubiera envidiado el mismísimo Cantinflas, la Comisión Técnica Presidencial de la Nueva Arquitectura Financiera Internacional. No sabemos con qué se come eso. Lo que sí sabemos es que cada día nuestra burocracia come más y mejor, y con esa barriga llena y satisfecha ¡cómo no votar por la continuidad de esta falsa revolución!

Pero si uno va a ocupar un puesto por encargo del Gobierno, lo mejor es estar en una de las empresas incautadas o “empresas privadas comerciales en manos del Estado”. Ahí sí los sueldos y bonificaciones se ponen buenos.

Para el 2012, el Gobierno planea gastar más de 7.500 millones de dólares en los sueldos de nuestros cerca de 500 mil funcionarios públicos; o sea, mil millones más que lo presupuestado este año. Según diario Hoy, solo en viáticos se han presupuestado más de 126 millones para el 2012, más del triple que los 40 millones del 2011.

Necesitamos empleados públicos. Necesitamos invertir en ellos. De hecho, este Gobierno ha generado un cambio positivo en la atención al usuario en varias instituciones públicas. El perfil del funcionario público ha cambiado positivamente con la contratación de jóvenes profesionales. Pero estos cambios no justifican el desproporcionado gasto público y aumento de funcionarios e instituciones que hoy soportamos.

Carlos Marx dijo en una reciente entrevista que deberíamos comparar nuestra carga tributaria en Ecuador “con la presión fiscal de los países de Europa del norte que llegan al 40%”. Pero Marx sabe que antes deberíamos comparar las abismales diferencias en calidad y eficiencia del gasto público y los servicios en salud, educación, seguridad y más entre esos países y el nuestro.

Se trata de ser eficientes. No de llenarnos de instituciones y cargos que no necesitamos. El éxito del Estado no se mide por su presencia en cada espacio de nuestras vidas o por las campañas publicitarias de sus ministerios y secretarías. Todo lo contrario. Mientras menos tengamos que lidiar con trámites y oficinas públicas, mejor.

La chavidad no se quedó en Venezuela. Llegó a Ecuador con otro empaque.

jueves, noviembre 10, 2011

Candidatos invisibles


Nos gustan las caras nuevas. El factor sorpresa. Una y otra vez el país pide un cambio, para luego pasar al cambio del cambio.

En los últimos años hemos sufrido de esa fiebre por lo nuevo y lo distinto a la hora de escoger candidatos. Por eso tenemos a Rafael Correa. Por eso, antes de él, Lucio Gutiérrez también ocupó Carondelet. Voces nuevas. Apostarle a ese cambio imaginado.

Veo CNN o leo el New York Times y me encuentro con la campaña presidencial de Estados Unidos a toda máquina. Las elecciones en ese país serán a fines del próximo año, casi al mismo tiempo que las nuestras. Mientras acá solo hay sospechas, especulaciones y chismes sobre quiénes podrían ser los candidatos, allá ya hay diez candidatos republicanos recorriendo el país, debatiendo, dando discursos y haciendo campaña por las primarias de su partido. Aunque no se puede comparar una democracia madura como la gringa con una que no llega ni a la adolescencia como la nuestra, el contraste del proceso electoral y sus consecuencias deberían servirnos de alerta. Mientras un proceso electoral como el gringo implica iniciar temprano las campañas y conocer a fondo a los candidatos y sus planes de gobierno, acá vamos al otro extremo. Todo está diseñado para que los candidatos tengan que aparecer a último momento. Solo así pueden aspirar a patear el tablero y ganarse nuestro voto, aunque nunca lleguemos a conocerlos a fondo.

Los candidatos republicanos habrán pasado por un largo y minucioso escrutinio público antes de aspirar a la candidatura de su partido. Medios y opositores los analizan y revisan con lupa. Uno de los candidatos ya enfrenta un escándalo al haber sido públicamente acusado de abuso sexual. Sus vidas públicas y privadas son parte de la discusión. Se trata de llegar hasta el fondo de las ideas, conductas y personalidades de quienes pretender liderar un país.

Esto no quiere decir que las caras nuevas no puedan ser buenos gobernantes. Tampoco quiere decir que una larga campaña presidencial como la de Estados Unidos garantice la llegada de los más brillantes. George Bush Jr. es prueba de ello. Pero poco podemos esperar de un sistema electoral que impide que conozcamos a los candidatos. Las posibilidades de equivocarnos en las urnas son mayores si no conocemos al candidato en la foto.

Nuestro sistema está diseñado para que los candidatos en campaña no puedan hacer campaña. Está armado para favorecer al presidente y autoridades en el poder e impedir que los candidatos se den a conocer. Hará que otra vez nos enteremos a última hora de quiénes aspirarán a ocupar cargos públicos. Obligará a que muchos de ellos sean famosos, periodistas y deportistas con la ventaja de ser más conocidos que el resto.

Nuevamente el país requiere un cambio de este mal cambio en el que nos hemos metido. No podemos caer nuevamente en candidaturas de última hora y discursos bonitos de candidatos sin experiencia. Debemos conocer con suficiente tiempo las credenciales, carácter, e ideas de quienes aspiren al poder.

Hoy vivimos las consecuencias de haber elegido a un improvisado que supo ganar votos desesperados. ¿Conoceremos con tiempo a los próximos candidatos?

jueves, noviembre 03, 2011

Un mundo para Danica


Danica Camacho nació hace pocos días en Filipinas. Es el ser humano 7 mil millones en esta tierra. O al menos lo simboliza.

Cuando yo nací éramos algo más de 4 mil millones (encontré una página web que calcula tu número dentro de esos 7 mil millones según tu fecha de nacimiento). Hace solo poco más de una década, en 1999, alcanzamos los 6 mil millones de personas. En los últimos 50 años, la población se ha más que duplicado.

Muchos se alarman. Dicen que no habrá espacio ni cama para tanta gente. Que son demasiadas bocas que alimentar y techos por construir. Temen por la excesiva demanda de energía del mundo moderno. O por los conflictos y guerras entre escasez y necesidades insatisfechas, desempleo, calentamiento global, sequías y ciudades sobrepobladas. Les preocupa ese mundo que Danica deberá enfrentar.

Pero esa visión negativa se estrella contra una realidad que nos muestra un mundo cada vez más civilizado y desarrollado, con una población que, a pesar de algunos gobiernos opresores que todavía quedan, avanza con mayor acceso a educación, salud, vivienda y seguridad. Danica nace en un mundo en el que a pesar de sus crisis, su violencia y sus conflictos, existe mayor respeto, tolerancia y libertades de lo que vivieron generaciones pasadas. Han caído la mayoría de totalitarismos, para dar paso a sociedades más abiertas, libres y democráticas. Vivimos más años, más sanos y con mayor acceso a una educación. Las mujeres, sobre todo, han logrado romper cadenas –y lo siguen haciendo– incluso en las sociedades más opresoras.

Danica tiene suerte. Nació famosa. Su fecha de nacimiento le ha asegurado una beca de estudios y dinero para que sus padres puedan abrir un negocio. ¿Pero qué mundo les espera a las otras Danicas anónimas?

Vi hace poco un video producido por Microsoft que imagina un futuro no muy lejano, cuando Danica sea quizás una adolescente. En ese mundo vivimos mejor comunicados y más conectados que hoy, con lo virtual y lo real confundiéndose, entre impresionantes dispositivos y tecnologías que facilitan la vida. Pero ese futuro de alta tecnología y comunicaciones avanzadas estará reservado para sociedades desarrolladas y libres y personas con educación. No todos serán parte de él. Sobre todo, quedarán excluidos millones de mujeres en sociedades que todavía les niegan sus derechos.

¿Y acá? ¿Qué mundo le espera a Danica ecuatoriana? ¿Qué sociedad le estamos construyendo? ¿Será parte de esos rápidos avances, cambios y oportunidades del mundo? ¿Crecerá en un ambiente libre, tolerante, que priorice su educación y desarrollo individual por encima de adoctrinamientos políticos y nuevos experimentos colectivistas? ¿O permanecerá aislada, restringida por el poder de un Gobierno que busca controlar su vida?

Entre los siete mil millones de vidas e historias personales son muy pocas las que nos traen malas noticias a los diarios, pocos nombres que se empeñan en generar violencia, pocos políticos pretendiendo limitar la libertad de Danica a cambio de más poder. Son pocos, pero hacen mucho daño. Quedan todavía gobiernos que se empeñan en retroceder y en reprimir al individuo. A pesar de ellos, Danica nace en un mundo más libre y con mejores oportunidades. Bienvenida.

jueves, octubre 27, 2011

Pero somos populares


Si soy popular y la gente me quiere, nada malo puedo estar haciendo. Mis actos están justificados en mi gran aceptación. Así se resume buena parte de la postura del Gobierno ecuatoriano estos días en la OEA.

Nuestro secretario de propaganda invasiva dijo en CNN que a pesar de que se ha señalado a Ecuador y Argentina como países donde está en riesgo la libertad de expresión, “los votantes han dicho totalmente lo contrario. El presidente Correa goza a nivel de América de la más alta popularidad y credibilidad… y eso significa que hay una gran respuesta del pueblo ecuatoriano frente a ciertos demandantes de una supuesta amenaza contra las libertades y la libertad de expresión en el Ecuador”.

Según nos cuentan entonces, como la mayoría de ecuatorianos apoya a Rafael Correa, cualquier atropello o abuso será ignorado o perdonado. La popularidad como escudo e inmunidad.

En su discurso en la OEA, de esos que provocan una terrible vergüenza ajena, Ricardo Patiño también se refirió a la popularidad de su jefe. El “canciller” evadió el tema central y repitió el discurso oficial, con sus acusaciones acostumbradas. Habló de créditos entregados, impuestos recaudados, educación, salud, vivienda y carreteras, y nos recordó la alta aprobación de la que goza Correa.

No importa lo que digan los organismos internacionales, ni los tratados, ni que todos los medios serios alrededor del mundo rechacen el abuso del presidente contra periodistas con juicios millonarios en cortes parcializadas. Mientras el presidente conserve su popularidad y su poder sobre todas las funciones del Estado, acá todo va bien. No aceptarán su atropello. Seguirán con sus demandas y sus millones, ciegos al ridículo que hacen afuera de las fronteras.

La popularidad de Correa no es coincidencia ni locura. Se la ha ganado. Patiño resumió en su discurso las razones: una gran inversión en distintos sectores claves que mejoran la vida de muchas personas. A ello hay que añadir un presidente en constante campaña recorriendo el país, y una poderosa maquinaria propagandística, que sabe vender y manipular información, crear enemigos convenientes según la situación y mantener un constante clima de campaña electoral.

Pero esa popularidad tiene un alto costo. La creciente burocracia y despilfarro representan un gasto cada vez más insostenible. El Gobierno ecuatoriano es ese padre irresponsable que gasta más de lo que tiene con las tarjetas de crédito sangrando por llenar a sus hijos de regalos. ¿Cómo no querer a un padre así? Si falta plata no importa. Carlos Marx se encarga de meter nuevos impuestos a las mismas personas y empresas que ya pagan la mayoría de impuestos. El cálculo político es sencillo: de todas formas gran parte de esos pagadores de impuestos ya son opositores del Gobierno. No hay problema en continuar exprimiendo a los mismos contribuyentes, aunque al final se afecte a todos los ecuatorianos.

Tranquilos. En Ecuador hay libertad de expresión porque Correa es popular y ha gastado mucho en mantener feliz a la gente. Mientras estemos contentos, los abusos pasan a segundo plano. El problema es de unos pocos periodistas y organismos internacionales que por gusto se quejan. A quien diga lo contrario, le dedicamos la próxima cadena.

jueves, octubre 20, 2011

“Tanques por jueces”


“La novedad entre dictadura abierta y sistema autoritario en democracia es que hemos pasado de los tanques y los soldados en la calle a la judicialización de la política que ha sustituido tanques por jueces y metralletas por fiscales”. Lo dijo Carlos Mesa, expresidente de Bolivia, en la reciente Asamblea de la SIP en Perú. Describió así la situación en países como Ecuador y Venezuela, donde se utiliza al sistema de justicia como arma contra nuestra libertad y derecho a expresarnos.

Como ya estamos acostumbrados, el Gobierno ecuatoriano fue la vergüenza en esa Asamblea que reúne a los diarios del continente. Los ataques del Gobierno a periodistas y medios, en particular las demandas de Correa contra EL UNIVERSO y los autores del libro El Gran Hermano, recibieron el rechazo esperado.

Mesa dijo también: “Se aplican modelos autoritarios con celofán democrático. Se caracterizan, sin excepción, por limitar la libertad de expresión. Los medios han sido acorralados y no tienen otra posibilidad que responder políticamente frente a la acción política de limitación de sus libertades”.

Algunos critican este papel de los medios. Dicen que los medios no deberían hacerle el juego al Gobierno asumiendo ese rol de opositor político. Pero, ¿puede un medio quedarse cruzado de brazos y no asumir una postura frente a estos ataques? También argumentan que en lugar de criticar a los gobiernos, la mejor forma como los medios pueden responder es con más y mejores investigaciones y reportajes de calidad ante los que el Gobierno no tenga argumentos.

De acuerdo. Pero ahí están los autores de El Gran Hermano defendiéndose ante un juicio millonario del presidente justamente por un trabajo de investigación. El ataque del Gobierno no hace diferencia entre artículos de opinión, críticas o periodismo investigativo. Su ataque es contra el periodismo en general y nuestra libertad para cuestionar al poder. Los medios no pueden ser indiferentes ante ese ataque.

Mientras en Lima se discutía sobre medios, periodismo y libertad, el gobierno de Venezuela multaba con más de dos millones de dólares a un canal de televisión por transmitir una cobertura que molestó al régimen chavista. Veo en la televisión al director del Conatel venezolano justificar esta millonaria multa diciendo que “se demostró el fomento [del reportaje] a la zozobra en la ciudadanía y se demostró el odio y la intolerancia por razones políticas”. Y no puedo evitar escuchar como un eco la voz del abogado de Correa, repitiendo que se ha demostrado hasta la saciedad que existió injuria, y que se ha demostrado quiénes son los culpables, y que se ha demostrado esto y lo otro. Pero lo único que realmente queda demostrado es el poder que tienen estos gobiernos para que sus jueces y autoridades “demuestren” cualquier disparate.

Hoy no vemos tanques ni metralletas en las calles. No hay periodistas torturados ni desaparecidos. Los tiempos han cambiado, somos más civilizados y esos abusos no serían tolerados. Ahora, nuestros regímenes autoritarios son más sofisticados. Callan a los medios recurriendo a la “justicia”, su propia justicia. Todo un show que legitime su abuso. Ha cambiado la envoltura. Pero en el fondo, usando tanques o jueces, son los mismos gobiernos.

jueves, octubre 13, 2011

¿Steve Jobs en tierras socialistas?


Hace algunos años, estuve en una conferencia del escritor de novelas de terror Stephen King. Quien lo presentó dijo que en la mayoría de hogares de Estados Unidos se podían encontrar dos cosas: una Biblia y un libro de Stephen King. Ahora, junto a esos libros, encontraremos con seguridad algún producto creado por Steve Jobs.

Ante la muerte de Steve Jobs, Yoani Sánchez, bloguera cubana y vecina de esta página, escribió: En Cuba hubieras sido un gran incomprendido, un apartado… Nací en una sociedad donde el talento y el deseo de innovar pueden ser penalizados políticamente. Pero tú me inspiraste.

La versión cubana de Steve Jobs hubiera escapado de la dictadura de los Castro en la primera balsa disponible, y seguramente hubiera tenido éxito como empresario en Miami. Pero en Cuba, como escribe Yoani, lo hubiesen visto como una amenaza. No hubiera resistido una vida bajo ese régimen totalitario enemigo del libre emprendimiento.

Las palabras “innovador” y “emprendedor” acompañan cualquier descripción que leemos sobre Steve Jobs. Empezó de cero. No tenía una familia con dinero ni un título universitario. Pero tenía ideas, ganas, inteligencia y un espíritu emprendedor. Y algo más: vivía en un país y una sociedad libres, donde la innovación, el emprendimiento individual y la generación de riqueza son admirados y respetados, no una razón para ser atacado.

¿Cómo le iría a un Jobs ecuatoriano en estos tiempos revolucionarios? ¿Lo tacharían de pelucón y oligarca por haberse convertido en millonario? ¿Intentarían frenar la producción de iPads o gravarlos con un impuesto especial por dominar el mercado? ¿Le habría metido juicios el SRI por algún supuesto incumplimiento de impuestos? ¿Recibiría la visita del Ministerio de Relaciones Laborales por tercerizar la producción de sus equipos con empresas chinas o el diseño de aplicaciones con desarrolladores independientes? ¿Tendría que hacerse amigo de las autoridades para evitarse trabas burocráticas?

Afortunadamente Steve Jobs estuvo en el lugar correcto. La creatividad, la innovación, el emprendimiento necesitan de un ambiente de libertad individual y reglas claras, donde uno pueda dedicarse a sacar adelante sus proyectos, sin tener que preocuparse por cambios repentinos en las leyes ni de un Estado metiche que sospecha del éxito individual.

Nuestro Gobierno tiene programas y campañas que apoyan la innovación y nuevos emprendimientos. Pero de poco sirven bajo un régimen ultraestatista con un ambiente adverso a la riqueza y al sector privado. Los jóvenes que salen de nuestras universidades, más que en nuevos negocios o empresas, encuentran hoy mejores oportunidades laborales como empleados del creciente sector público. Y ya sabemos que ahí la innovación y emprendimiento se aniquilan casi por definición.

Este Gobierno debe meditar bien la clase de sociedad que está formando. No es una sociedad de emprendedores, sino de nuevas generaciones que esperan que el papá Estado les dé de comer en la mano. La constante exaltación a lo estatal y colectivo y la satanización de lo privado e individual, de poco sirve al emprendimiento y generación de riqueza. Parece que para el Gobierno el emprendimiento pequeño, microempresarial, artesanal es bueno. Si crece mucho se vuelve malo.

Miles de Steve Jobs cubanos han emigrado y hoy generan riquezas en otras tierras. ¿Se quedarían acá?


jueves, octubre 06, 2011

Detalles irrelevantes


Dijo este sábado que la prensa se concentra en “detalles irrelevantes”. Que en lugar de reportar lo importante, se enfocan en pequeñeces. Por ejemplo, en su reacción frente a una señora mientras recorría el hospital Eugenio Espejo de Quito. “¡No me empuje señora, está hablando con el presidente de la República; usted me vuelve a empujar y la mando detenida!”, le advirtió enojado ese día.

Dijo también el sábado “yo no soy Rafael Correa, soy el Presidente de los ecuatorianos”. ¿Estará perdiendo esa capacidad de desdoblarse que tan útil le resultó en su juicio contra El Universo?

Yo no creo que sea un detalle irrelevante que Rafael Correa amenace con detener a una señora que se le acerca a reclamar la falta de medicinas. Demuestra su personalidad que tanto mal le hace a este país y ese convencimiento de estar por encima del resto. Lo vimos también en Nueva York. Luego de su discurso en la Universidad de Columbia, le salió el Hulk ante la primera pregunta que lo incomodó. “Usted es un mentiroso” fue su cultísima y muy académica respuesta.

No creo que exageraba Correa cuando en ese mismo discurso dijo que “nosotros somos la verdad”. Ese complejo de infalibilidad con el que pasea su inmenso poder este Gobierno, les hace creer que están por encima del bien y del mal, y con derecho a todo.

El problema no es lo que reporta la prensa. Los periodistas nos cuentan las historias que las figuras públicas generan. Si tanto hablamos de Correa es porque él así lo ha querido. Porque ha eliminado la línea entre Estado, Gobierno y presidente. Él es el Gobierno. Él es el Estado.

En un régimen caudillista todo gira alrededor de una persona. El caudillo ordena y sus funcionarios agachan la cabeza y dicen pegue patrón. Lo vimos justamente en esa visita al hospital. Correa llega al hospital a revisar que su emergencia en el sector de la salud esté avanzando. Se muestra ante las cámaras como el líder que personalmente atiende todos los problemas. Si algo falla, llama la atención en público a sus ministros. Lo importante es armar el show. Que el Cholito y Bonafont se encarguen de vendernos por televisión el maravilloso país donde todos tienen la atención que reclama la señora.

Hay que reconocer, eso sí, la gran habilidad del presidente para desligarse de cualquier culpa. Con más de cuatro años en el poder, más de lo que ha gobernado cualquiera de los últimos presidentes, los problemas del Gobierno nunca tienen que ver con él. Son de otros. De gobiernos pasados, de la prensa que reporta todo mal, de la oposición que no lo deja trabajar, de funcionarios ineficientes; o de cualquier nuevo enemigo que decidan vendernos en cadena nacional. Él solo gobierna con sabiduría y magnanimidad.

Mientras en este país todo se concentre en su caudillo, sin institucionalidad ni real división de poderes, la política seguirá girando en torno a él. La noticia es él. Y aquellos “detalles irrelevantes” se vuelven cada vez más relevantes. Nos cuentan un buen pedazo de la historia de fondo de lo que realmente está pasando.




jueves, septiembre 22, 2011

Nuestro Diario


Mis primeros recuerdos de EL UNIVERSO creo que son con el Paratodos, la sección que salía los domingos. Ahí me entretenía con los pasatiempos para niños. Y conocí a Olafo, Beto el Recluta, los Pequeños Traviesos y los Melaza.

Recuerdo luego, ya en mi época de colegio, sentarme a leer el periódico después de almorzar. La página de opinión siempre me llamó la atención. Los artículos de Xavier Benedetti, con ese ritmo musical en sus oraciones, eran mis favoritos. En esa época, los Flechazos de Robin, como el Bonil de hoy, desnudaban la realidad política de este país en un dibujo. Cuando me alejé del país en mis años universitarios, EL UNIVERSO fue mi conexión diaria a través de su sitio web que recién se estrenaba. Eluniverso.com era mi página de inicio en mi computadora, donde me enteré de la caída de Bucaram, la quiebra de los bancos, la dolarización, la caída de Mahuad, y todas las locuras, escándalos, tristezas y alegrías de ese país que veía de lejos.

En una de mis vacaciones de verano tuve mi primera experiencia de periodista amateur en la sala de redacción de EL UNIVERSO. Hice una corta pasantía en la que publiqué mi primer reportaje para un especial por la fundación de Guayaquil. Trataba sobre la ciudad vista a través de los ojos de sus residentes extranjeros. Armado con mi grabadora me fui a pescar las impresiones de gringos, europeos y otros habitantes del mundo que habían hecho de esta ciudad su casa. Recuerdo la emoción al ver mi nombre y mis palabras publicadas, por primera vez, en las páginas del Diario.

Pasaron los años y regresé a Guayaquil. Me propuse escribir y compartir mis opiniones sobre la política en el país. Recuerdo que me tomó varias semanas terminar mi primer artículo. Lo publicaron y luego vinieron otros más. Al poco tiempo me invitaron a escribir todas las semanas. Recuerdo mis nervios, mi expectativa y mi emoción el día que salió mi primer artículo como columnista. Desde ese día, me quedé los jueves en esta página.

Cuando pienso en un periódico pienso en EL UNIVERSO. Mi periódico. Las páginas de mi cultura, mi identidad, mi ciudad, mi día a día, mis noticias cada mañana. Así cumple 90 años de ser nuestro Diario. Con sus aciertos y errores, con sus virtudes y defectos, sus noticias y opiniones han acompañado los desayunos de miles de lectores durante varias generaciones.

Hasta que llegó Rafael Correa. Y con su escaso entendimiento de la libertad, su rechazo a la diversidad de opiniones, su intolerancia, su arrogancia, sus prejuicios, su descaro y su despotismo intenta destruir este Diario con un juicio abusivo y unas cortes que se rinden a sus pies.

El abuso de Correa ha llegado demasiado lejos. Pero confío que al final se hará justicia. Confío que este Diario seguirá a paso firme y celebrará su primer siglo. Que Correa, como tantos otros tiranos, pasará de largo y tendrá que responder por sus actos junto a varios de sus cómplices funcionarios.

Y quedará nuestro respeto hacia quienes no se someten. Quedará el periodismo libre. Quedará EL UNIVERSO, que es nuestro. Que lo seguirá siendo.

jueves, septiembre 15, 2011

El verdadero pulpo

En la página web de la Secretaría Nacional de Planificación (Senplades), la sección del proyecto de Ley de Control de Poder de Mercado, mejor conocido como Ley Antimonopolio, te recibe con el dibujo de un pulpo agarrando diferentes productos con sus tentáculos. Abajo dice “¡Basta! ¡No más monopolios abusivos!”.

Al ver ese pulpo pensé automáticamente en el Estado ecuatoriano.

La Asamblea está discutiendo ahora, de forma urgente, esta ley que en teoría pretende evitar, corregir y sancionar el abuso y prácticas desleales de ciertas empresas. Es una ley necesaria siempre que sea pensada en defender los intereses de nosotros, los consumidores, y que se aplique de igual forma a empresas públicas y privadas. Y siempre que busque promover la competencia, más que controlar o sancionar.

Si tuviéramos un gobierno que entiende y respeta lo que son las empresas y el mercado, estaría tranquilo ante esta ley. Pero viniendo de este Gobierno ultraestatista, amante de la burocracia y las empresas públicas, y lleno de prejuicios hacia el sector privado, no me queda otra que dudar.

René Ramírez, director de la Senplades, le dijo a Alfredo Pinoargote estar de acuerdo con una frase de Ayn Rand que dice “Es el mercado libre el que hace imposibles los monopolios”. Según Ramírez, “aquí en el Ecuador no ha habido esa libre competencia, ha sido una ley de la selva que ha llevado a que el Estado tenga una vinculación con los poderes económicos y eso ha llevado al peor de los mundos”.

Al escuchar esto de nada menos que el principal planificador del Gobierno tuve que revisar el calendario y asegurarme de que no era el día de los inocentes o algo así. Si así piensan tienen todo mi apoyo. Lastimosamente esas palabras contradicen las prácticas del Gobierno. Hoy, más que nunca, la gigante burocracia y enorme participación del Estado en la economía, se presta para favorecer a las empresas amigas y perjudicar el libre mercado. En lugar de competir para ganar clientes, el negocio está en acercarse al Gobierno para ganar un contrato.

Cuando pienso en monopolios abusivos no pienso en empresas privadas. Con todos sus defectos, a las empresas privadas las escojo yo. Si hay empresas líderes, más grandes y exitosas que otras, es justamente porque los consumidores preferimos sus productos o servicios.

Cuando pienso en monopolios abusivos sí pienso en el Estado. Pienso en un Seguro Social que me quita una porción de mi sueldo todos los meses sin que yo pueda escoger libremente dónde poner mi plata. Pienso en la telefonía pública que tuve que instalar ante la falta de alternativas. Pienso en el imperio de medios de comunicación del Gobierno. Pienso en los tentáculos estatales acaparándolo todo a su paso. Pero con este gobierno experto en buscar e inventarse abusos ajenos y no ver los propios, dudo mucho que controlen los monopolios estatales.

Tomo las palabras de Ramírez en Ecuavisa. Vamos por esa libre competencia sin un Estado metiche ni compinche de algunos. Con reglas claras. Con controles a los abusos. Con seguridad jurídica. Que seamos los consumidores, no unos cuantos políticos y burócratas de turno, los que tengamos el poder de escoger.

jueves, septiembre 08, 2011

Un año de cuentos

Si no hubiese ocurrido se lo hubieran inventado. De hecho se inventaron gran parte. Y un año más tarde continúan haciéndolo. Siguen vendiéndonos una ficción construida desde el primer día.

Desde las primeras horas de ese 30 de septiembre, cuando Rafael Correa ingresó al hospital, se empezó a redactar el guión que ayudaría a subir puntos de popularidad, afianzar el poder y dar nuevas razones para perseguir y callar a opositores.

Para ello, lo primero fue controlar a la prensa. Impedir que los periodistas cubran lo que estaba ocurriendo. Mantener al país en oscuridad informativa. ¡Cómo deben haberlo disfrutado en la Secretaría de Coerción y Manipulación! Tuvieron durante algunas horas todo el poder mediático en sus manos. Su sueño cubano hecho realidad. Por el estudio del canal público desfilaron ministros de Gobierno y autoridades afinando poco a poco el cuento oficial: que no está secuestrado, o mejor dicho que sí lo está, que esto es solo un levantamiento militar, o mejor dicho, ¡esto es un cobarde intento de golpe de Estado!

Llevan un año trabajando en reinventar el 30 de septiembre en ese intento de golpe de Estado que solo existió en las cadenas nacionales de televisión y radio, en la propaganda oficial, en los enlaces del sábado, y en las entrevistas de los canales oficiales.

Inventaron historias. Involucraron a políticos y opositores en falsos complots. Manipularon la realidad. Convirtieron un foro académico público en Miami en supuesta reunión de conspiradores. Editaron declaraciones según las necesidades del guión.

Un año después, el Gobierno quiere meter en la cárcel a un periodista por opinar sobre lo ocurrido ese día. Un año después, un Coronel de la Policía tuvo que permanecer en la cárcel casi siete meses por decirle a un reportero de CNN que el presidente no estuvo secuestrado. Y aunque la corte ha ratificado su inocencia ante la absurda acusación de magnicidio, el Gobierno se empeña en perseguirlo. Un año después, más que esclarecer las trágicas muertes y a sus responsables; quieren encerrar de ocho a doce años en la cárcel, como al peor de los criminales, a quienes ingresaron a la fuerza al canal público de televisión.

El origen de las balas asesinas es secundario. Lo importante es vender una versión y que nadie se meta con ella. Es seguir buscando conspiradores y razones para callar opositores. Este gobierno Kiko sigue exagerando su llanto y acusando con su mamá a falsos culpables.

Se trata de esconder la irresponsabilidad, improvisación, malas decisiones e incapacidad para enfrentar y resolver una crisis, que provocaron la escalada de lo que era solo una protesta, poniendo en riesgo la vida del presidente y de tanta gente inocente. Se trata de convertir una tragedia y un día triste para el país en fiesta patriotera.

Como todo en este Gobierno marquetero, hasta han diseñado un logo conmemorativo del 30-S con su eslogan “El día que triunfó la democracia”. Se viene la celebración.

Todo héroe necesita su gesta heroica. Aquí la encontraron. Y la corrigieron y aumentaron con historias de conspiraciones, videos y musiquita de fondo. Así nacen las leyendas. Pero tarde o temprano la historia aclara los mitos.

jueves, septiembre 01, 2011

Pagando la cuenta

Este término de “ciudadano presidente” simplemente no convence. Sí, todos somos ciudadanos y ejercemos alguna función o profesión al mismo tiempo. Pero de eso a pretender excluir por completo una condición de la otra, sobre todo tratándose de un presidente, existe un gran abismo.

Es una contradicción pretender dárselas de ciudadano común como si se pudiera guardar en un cajón el poder de esa figura presidencial que pasea en jet y en carros blindados rodeados de guardaespaldas. Esta capacidad de desdoblarse nos está saliendo cara a todos con este gobierno metejuicios.

La oposición en la Asamblea, a pesar de ser casi la mitad, ha quedado relegada a casi nada. No hay mucho que puedan hacer, salvo que poco a poco más asambleístas gobiernistas abran los ojos y se alejen. En este escenario difícil para la oposición, ha surgido una iniciativa importante que busca controlar los excesos que acompañan esta mágica condición de ser un ciudadano cualquiera y un presidente todopoderoso a la vez. Los asambleístas Herrería, Viteri y Montúfar presentaron ante la Fiscalía General del Estado una demanda contra Fernando Alvarado, Secretario Nacional de Comunicación, por mal uso de fondos públicos al ordenar la emisión de cadenas nacionales sobre la demanda “personal” de Rafael Correa contra este Diario y Emilio Palacio.

El abuso de las cadenas nacionales ha sido una de las peores y más notorias características de este Gobierno. Nunca antes nos habían bombardeado como ahora con tanta propaganda oficial. Aquí el Gobierno gasta nuestra plata alegremente en cadenas para acusar y atacar a terceros, anunciar temas sin importancia, tergiversar hechos e impulsar causas personales.

Me acuerdo de épocas en las que una cadena nacional era algo raro y serio. Al interrumpirse la señal regular para dar paso a la cadena sabíamos que algo importante estaba por anunciarse. Poníamos atención. Ahora las cadenas son parte de la programación regular. Es más, hay momentos en los que la programación regular de un canal pasa a ser aquello que se transmite entre cadenas nacionales.

Se supone que las cadenas solo pueden usarse para informar sobre hechos de real importancia nacional o mensajes de emergencia. Así debería ser. Pero para este Gobierno de las eternas emergencias no hay vergüenza en pasar cadenas nacionales por temas triviales y para atacar en lugar de informar. Y esta vez se han superado a ellos mismos.

Veremos con qué historia sale el Fiscal –y exabogado personal de Correa– para defender este gasto de nuestro dinero por parte del Gobierno. No podemos esperar mucho, aunque esta es su gran oportunidad para demostrar la independencia que dice tener. Más allá de resultados, la demanda deja un precedente importante para alertar a los funcionarios del Gobierno que no pueden usar fondos públicos como si fueran personales.

De todas las vergüenzas de este Gobierno, el abuso y manipulación mediática dejará una de sus más tristes huellas. Esto se suma a los ataques a la prensa y juicios contra periodistas para armar el combo perfecto de abusos revolucionarios. Con una oposición que poco o nada puede hacer desde la Asamblea, esta causa vale la pena. No tenemos por qué pagar las cuentas de otros.

jueves, agosto 25, 2011

El que no debe ser nombrado

Esto que escribo aquí no es todo lo que quiero decir. Es la versión editada, corregida, autocensurada acorde a estos tiempos de la revolución de la propaganda mentirosa, el insulto público y los juicios.

Nos vamos acostumbrando a omitir nombres, eliminar adjetivos, impersonalizar. Decimos, a veces, la mitad de lo que queremos decir. Al escribir, por ejemplo, que alguien “falta a la verdad” en realidad quiero hablar de cinismo, mentiras, manipulación. Palabras como “sinvergüenza” quedan afuera, aunque sea la más precisa para describir a alguien, no vaya a ser que caiga una demanda. Otras ocasiones, toca usar la ironía. Si hablamos de ese maravilloso, democrático y tolerante funcionario que sí sabe hacer su trabajo, en realidad queremos decir todo lo contrario.

Lord Voldemort, antagonista principal de la serie de Harry Potter, es tan temido que se refieren a él como “tú ya sabes quién” o “el que no debe ser nombrado”. Aquí también, en artículos, entrevistas y redes sociales, muchos prefieren ni nombrar a tú ya sabes quién, o prefieren ponerle otros nombres. Es una forma de protegerse.

Ahora resulta que el término “fascista” te podría llevar tras las rejas. Emilio Palacio tiene que enfrentar otra demanda por injurias por utilizarlo contra el canal público Ecuador TV. Por lo visto, el abuso y absurdo jurídico iniciado por Correa y su abogado son contagiosos.

Un fascista, en términos generales, es alguien autoritario. Si queremos ir más allá, sería alguien que apoya el fascismo; es decir, un sistema totalitario, nacionalista, violento, respaldado por un poderoso aparato propagandístico, entre otras características. Es un término fuerte, pero demandar porque te lo digan es un disparate, sobre todo viniendo de una institución pública.

Si la multimillonaria demanda de Correa contra Palacio y este Diario por lo que decía un artículo de opinión ya era una demostración de lo lejos que puede llegar el abuso “legal” de este Gobierno, la demanda de Ecuador TV lleva el absurdo a nuevos y vergonzosos niveles. Como escribió alguien en Twitter: “Hay que ser muy fascista para demandar a alguien por decirte fascista”.

El ridículo y abuso no tiene límite en este Gobierno. Si un juez –de los veloces, de los panas de las farras o cualquiera de esos afines al Gobierno– acepta esta nueva demanda contra Palacio, propongo sincerar de una vez por todas la supuesta reforma a la justicia. Ir de frente y sin amagues, despidiendo a todos los jueces y cerrando todas las cortes para que los casos se resuelvan directamente en Carondelet.

Las vacaciones que nos dio Correa estas dos semanas nos vinieron muy bien. Descansamos de la insultadera, de las ironías, de las faltas a la verdad. Pero otros se encargaron de ocupar su lugar, con esta nueva demanda; o con cuentos de que no somos amigos, que casi ni nos conocemos; o con la defensa a tiranos como Gadafi.

El que no debe ser nombrado está presente aunque no esté. Su espíritu y sus prácticas se multiplican en otros. No lo hacen tan bien como él, pero lo intentan. Este maravilloso, brillante y tolerante presidente que nos gobierna con tanta sabiduría se ve reflejado en quienes caminan a su lado.

jueves, agosto 18, 2011

Buenos malos tiempos

“Te leí en el periódico, no sabía que escribías”, me dice un amigo que no veía hace siglos. “Sí, como desde hace seis años”, le contesto. “En realidad hace tiempos que no leía un periódico, pero con lo que está pasando ahora, he vuelto a hacerlo”, me confiesa.

Leí una frase que viene bien con esta época de caudillos autoritarios: “el peor de los tiempos para el periodismo es el mejor de los tiempos para el periodismo”.

Hagamos números. En promedio, un diario importante del país tiene unos doscientos mil lectores diarios. Poco más del 1% de la población. De esos, la mayoría ojea fotos y titulares o va directo a la sección deportiva. Exagerando, ni un 10% se detiene a leer estos artículos de opinión. Y la mayoría de ellos no pasará de los títulos y primeros párrafos. Si estás leyendo esto y llegas al punto final eres parte de una pequeñísima minoría del país.

Correa necesita crear enemigos. Con sus más de cuatro años de gestión, la partidocracia y los gobiernos anteriores le sirven cada vez menos de excusa. Los males de hoy no vienen de un pasado lejano o de políticos enterrados. Son responsabilidad de su gobierno.

¿A quién echarle el muerto de sus errores entonces? A la prensa. A esos malévolos artículos de opinión, reportajes y titulares con capacidad de desestabilizar un Gobierno que controla todo. Son tan poderosos que la reputación y futuros ingresos de un presidente se pueden ver afectados por lo que diga un párrafo de una columna, al punto de hacerle perder 80 millones de dólares que iba a ganar cobrando más que Bill Clinton por discurso expresidencial, vendiendo tantos libros como J.K. Rowling y dando clases universitarias a por lo menos diez mil dólares la hora. Así de poderosos pueden ser los dedos en un teclado según este Gobierno y sus abogados.

Cada vez que escucho a Correa insultar a los medios y decir tantas barbaridades, como las de su vergonzoso “informe” a la nación este 10 de agosto, intento imaginar a un presidente de un país desarrollado, o incluso de países vecinos latinoamericanos, diciendo algo similar. Y simplemente no puedo. No puedo imaginar a un presidente civilizado actuando como Correa. No puedo verlo perdiendo tiempo y malgastando fondos públicos para insultar y criticar todas las semanas lo que opina algún periodista. Un presidente civilizado simplemente sabe ignorar las críticas y dedicarse a gobernar. Acá es todo lo contrario.

Correa le hace un grave daño a la prensa. Pero al mismo tiempo le hace un gran favor. Su abuso contra este Diario ha generado una gran indignación y reacción. El que antes iba directo a la sección deportiva del Diario, ahora se detiene un poco más en las páginas de política y opinión, comparte artículos, sigue a periodistas en Twitter, opina, escribe, reclama, busca información.

Buenos malos tiempos para el periodismo. Tiempo de miedo e intimidación. Pero tiempo también de un despertar de la población, de nuevos lectores, de creatividad, de ideas, de oportunidades para un renovado periodismo.

Gracias a Correa hoy son más los que llegaron a este punto final.

jueves, agosto 11, 2011

El próximo

El próximo la tendrá difícil. Muy difícil. Le tocará manejar un país con grandes deudas, divisiones internas, violencia, una población acostumbrada a millonarios bonos y subsidios, y un gigantesco y obeso aparato burocrático.

Si yo fuera Correa no me lanzaría a la reelección. Me escaparía tranquilo del país y dejaría que otro se encargue de arreglar el desastre creado por este socialismo paternalista y derrochador.

Este es un gobierno que basa su éxito en su capacidad para gastar y regalar. La publicidad estatal nos repite hasta el cansancio las millonarias cifras que el Gobierno ha gastado en obras públicas, bonos, hospitales, escuelas, vivienda. No importa cómo se gastó esa plata, tantas veces a través de decretos de emergencias sin controles. Eso ni se pregunta. Todos felices mientras dure la fiesta. Lo importante es mostrar que este Gobierno ha gastado tres, cuatro, cinco veces más que los gobiernos anteriores, gracias a fondos que provienen no de una mayor producción, inversión extranjera o competitividad del país, sino de ingresos petroleros sin precedentes y más deudas.

Difícil imaginar que este Gobierno decida ahorrar, previendo malos tiempos y menos ingresos ante la actual desaceleración de la economía mundial y el precio del petróleo cayendo. Ahorrar significaría menos burocracia, menos regalos, menos jugosos contratos, menos despilfarro. Nuestros revolucionarios de generosas billeteras ajenas no saben de eso.

He escuchado a gente decir que el próximo periodo presidencial va a ser tan complicado que es mejor no poner candidato de oposición. Que es mejor que el mismo Correa gane las elecciones para que él mismo enfrente las consecuencias de su irresponsabilidad. Que si gana un candidato de oposición, su desgaste será tan grande al tener que tomar medidas responsables y poco populares, como reducir drásticamente el nivel de gasto público, achicar el gigantesco aparato estatal, disminuir la entrega de bonos y más, que en este país con tradición tumbapresidentes estaría en peligro su permanencia. Y luego Correa podría regresar triunfalmente, como si él nada tuviese que ver en el problema.

Pero debe ser lo contrario. Los malos pronósticos económicos hacen más importante que nunca el tener un próximo presidente responsable que esté dispuesto a tomar esas medidas poco populares pero necesarias para poner a este país en el camino del trabajo, producción, empresa y crecimiento. Un próximo gobierno que tome medidas contrarias al actual gasto irresponsable y absurda dependencia de la economía en el sector público.

A pesar del poder y capacidad de este Gobierno para comprar popularidad con nuestro dinero, en las próximas elecciones creo que sí puede vencer una propuesta única en línea con ese amplio sector que rechaza el actual autoritarismo, estatismo exagerado y que busca un gobierno responsable, que brinde seguridad y genere trabajo.

O quién sabe, tal vez la abundancia de fondos se acabe antes del 2013 y a Correa le toque enfrentar los frutos de su derroche y falta de previsión. Y tal vez decida hacerse a un lado en las elecciones escapándole a ese oscuro panorama de escasez y deudas que tendría que administrar en un siguiente periodo.

Le tocará duro al próximo gobierno. Mejor que se vaya preparando.

jueves, agosto 04, 2011

Avergonzados

Y me avergüenzo, como tantas veces, viendo a nuestros políticos hacer el ridículo. Nuestros asambleístas de hoy son los mismos diputados de ayer, solo que con nombre distinto, como todo en esta falsa revolución, que cree que el cambio se logra con nuevas etiquetas, nuevo eslogan y un comercial en la tele con gente sonriente.

Y me avergüenza ver que muchos de los falsos revolucionarios tienen más o menos mi edad. ¿No se suponía que los jóvenes seríamos distintos? Da igual. El Corcho ordenando que se anule la votación, alguna vez fue joven también. Correa abusando de su poder para callar a los medios fue joven hasta hace poco, antes de convertirse en otro viejo político. Y me avergüenzo escuchándolos, tan acostumbrados a vender sus mentiras gigantes por verdades, que ya ni se inmutan, ni nos inmutamos.

Enciendo la radio en mi carro. Quiero ejercer mi elemental derecho a escoger una estación que me guste. Pero no puedo. El Gobierno me lo impide malgastando nuestra plata en otra cadena. Suenan los ladridos de la Secretaría de Comunicación, la Secom, que debería sincerarse y llamarse por lo que es: la Secretaría de Coerción y Manipulación. Se meten en nuestras vidas para atacar y manipular.

El mundo entero condena el abuso de este Gobierno. “Autócrata” y “populista errático” lo llama a Correa el Washington Post. Si el tiempo que Correa dedica a escarbar opiniones en la prensa y criticar a coloraditas en noticieros se lo diera a temas importantes otra sería la situación. Olvida que su papel como presidente está por encima de las críticas que todo político recibe, aquí y en cualquier país.

Correa repitió este sábado que no ha usado su calidad de presidente para demandar. Que se puso al nivel de cualquier ciudadano. Y como cualquier ciudadano ordena cadenas nacionales que todos pagamos. Y como a cualquier ciudadano en pocas horas el juez le otorga 40 millones de dólares. Nunca ha sido tan rentable ser cualquier ciudadano.

Y prendo la tele y la apago al instante. Ver entrevistas políticas en este país se vuelve un acto masoquista. Quedan las opiniones sinceras en Twitter, ese espacio todavía libre que el Mashi Rafael y sus amigos no pueden controlar o interrumpir con amenazas y cadenas repetidas hasta el cansancio.

Y me avergüenza ver cómo nos acostumbramos. Nos adaptamos a los nuevos tiempos, a pesar de los abusos. Agachamos la cabeza. Que lo de EL UNIVERSO no es asunto nuestro. Es cosa de sus dueños. Que hay muchos contratos con el Gobierno por ganar. Que hay que estar de buenas con ellos, para ser parte del reparto. Mejor no escribas en el Diario, para qué complicarte la vida. Mejor quedarse callado. Mirar para otro lado. Esperar que no nos toque. Hacerse amigo de los poderosos de hoy. O al menos pasar desapercibidos hasta que todo esto haya terminado. ¿Podemos quejarnos actuando así?

Quien sabe cuánto tiempo tendrá que pasar. Cuántas nuevas vergüenzas y abusos tendremos que soportar. Pero toca ser necios y seguir creyendo. El país está tocando tan bajo, que hay más gente reaccionando, uniéndose, participando. Gente que se niega a que unos pocos nos sigan avergonzando.

jueves, julio 28, 2011

¿Qué diría?

¿Qué diría el boy scout de ayer si hoy pudiera verse con la banda presidencial? ¿Estaría orgulloso de la persona en la que se convirtió? ¿Apoyaría su actitud y sus acciones? ¿Saldría con banderas verdes a escuchar sus discursos? ¿O sentiría vergüenza, al verse insultando, humillando, abusando de su poder?

¿Qué diría el joven e idealista estudiante de economía, el dirigente universitario que daba sus primeros pasos políticos en Guayaquil? ¿Aplaudiría su gestión económica? ¿Se apuntaría para ser parte de su equipo? ¿O criticaría el despilfarro, el exagerado gasto público, el crecimiento de la burocracia y de ministerios inservibles, la falta de apertura al mundo, los decretos de emergencia, la dependencia en carísimos préstamos chinos, la ausencia de estímulos, estabilidad y garantías para atraer la inversión privada?

¿Qué diría el Rasca Bonito de Zumbahua, que convivió con los indígenas y sintió de cerca sus necesidades y su dolor, al verse rechazado por ese mismo movimiento indígena? ¿Se reconocería a sí mismo arremetiendo contra ellos?

¿Qué diría el estudiante que respiró aires libres gringos y europeos, que pudo vivir de cerca la libertad y desarrollo del Primer Mundo? ¿Se sentiría un mandatario democrático? ¿O criticaría su estilo caudillista, con un Gobierno donde todo empieza y termina en su poder personal, tan alejado del balance de poderes de países desarrollados? ¿Rechazaría el abuso de recursos públicos y la manipulación mediática con tantas tercermundistas cadenas nacionales?

¿Qué diría el académico, el profesor universitario, al verse dando clases públicas de economía, estancado en la teoría, mientras en cuatro años se han detenido las inversiones y ha aumentado la dependencia del país en el gasto público? ¿Se pondría de ejemplo a sus alumnos?

¿Qué diría el forajido que gritaba en las calles pidiendo la salida de Gutiérrez? ¿Aprobaría su actual control y poder sobre todos los poderes del Estado, la falta de fiscalización, el reciclaje de funcionarios cuestionados, la ausencia de división de poderes? ¿O saldría nuevamente a las calles a reclamar contra este Gobierno, contra los ataques a la libertad, contra la metida de manos en la justicia, contra los jueces que se arrodillan ante el poder, contra la intimidación como práctica cotidiana?

¿Qué diría el candidato que se paseó por los medios de comunicación recibiendo siempre un micrófono abierto y el apoyo de periodistas independientes para enviar su mensaje? ¿Apoyaría el control, la intimidación, los ataques y la censura a la prensa? ¿O se avergonzaría de la salida de tantos periodistas por su presión? ¿Rechazaría, al igual que todos los organismos internacionales, que todos los medios a nivel mundial, que todos los abogados que sí saben de leyes, y que toda la sociedad, el abusivo juicio contra este Diario? ¿Se avergonzaría del ridículo internacional?

¿Qué dirían todos ellos del precio puesto a su honra, de los 600 mil que guardó, de los 80 millones que pretende ahora? ¿Qué dirían de ese hombre que no tiene problema en meter en la cárcel a padres de familia, esposos, hermanos por unas palabras en un papel?

¿Y qué dirá el futuro expresidente desde alguna universidad europea? ¿Se sentirá orgulloso al mirar atrás? ¿O sentirá vergüenza y finalmente se arrepentirá?

jueves, julio 21, 2011

Huevazos a la libertad

El contraste no podía ser más claro. Emilio Palacio sale caminando del Juzgado. Los simpatizantes de Alianza PAIS lo reciben a huevazos. Por otro lado, Rafael Correa sale en su 4x4 protegido por guardaespaldas. El poder del Estado contra un ciudadano por escribir lo que piensa.

Según Correa, él actúa en este juicio como un ciudadano más. Dice que ser presidente no significa que no pueda defender su honor. ¿Cuántos ciudadanos comunes han recibido como él más de medio millón de dólares defendiendo su “honor”?

Correa dijo, luego de pasar gran parte del día en la audiencia de juzgamiento contra Emilio Palacio y este Diario, que “las cosas que estamos discutiendo, en otros países ya están de regreso y de ida de nuevo, vaya a ver en qué país del mundo se permite decir una mentira tan atroz…”.

Sí, los temas que ya han sido superados en otros países en materia de libertad de expresión, acá siguen discutiéndose justamente por culpa de este Gobierno. Mientras en otros países la figura del desacato está ya superada y se han despenalizado las calumnias e injurias, aquí Correa recurre a nuestras leyes anticuadas para pedir cárcel para periodistas o quien le muestra un dedo. No, en países civilizados, los presidentes no demandan a columnistas por millones de dólares y prisión por dar su opinión.

Dan vergüenza y rabia la actitud y abuso de Correa. Imagino a sus profesores y compañeros universitarios de Lovaina y Chicago retorciéndose también de vergüenza ajena al ver a su alumno y compañero jugando este triste papel. Al escuchar su repertorio de barbaridades y su desprecio hacia la libre expresión. Al verlo convertido en el típico caudillo autoritario latinoamericano, ese triste personaje que el mismo estudiante Correa seguro rechazaba.

Hay personas respetadas y admiradas por su forma de ser y actuar, más allá de sus posesiones o poder. A otras se las respeta –o se finge respetar– por el dinero que tienen o el cargo que ocupan. Estas, dejan de recibir halagos, llamadas y visitas cuando pierden poder o su billetera adelgaza. Sabemos bien cuál es el “respeto” que hoy tiene Correa. Se basa en el miedo o el interés de cierta gente. Ese respeto temporal hoy le permite imponerse.

Pero el tiempo pone las cosas y personas en su sitio. Correa será recordado, sobre todo, por sus ataques contra la libertad de expresión, los medios y cualquiera que no piense como él. Triste legado que cargará por los pasillos universitarios de su exilio académico en Bélgica.

Hace poco este Diario entrevistó al expresidente Sixto Durán-Ballén que cumple 90 años. ¡Cómo ha decaído la figura presidencial desde su gobierno! Sixto cuenta que “cuando era presidente alguien me insultó y me gritó: ‘muérete, abuelo’. Yo paré, me di la vuelta y le dije: perdone, una aclaración, bisabuelo”. Cuestión de educación, tolerancia y sentido del humor que hoy tanto escasean en Carondelet.

Correa avanza sin control en su carro blindado, derribando muros y al que se cruce en el camino. Nosotros vamos a pie, recibiendo huevazos. Tarde o temprano su carro se detendrá, abollado y sin gasolina. Nosotros seguiremos caminando.

jueves, julio 14, 2011

Tirar los muros abajo

“Tirar los muros abajo / hacerlos mil pedazos / poner de moda la libertad” cantaba Miguel Mateos. La canción da vueltas en mi cabeza mientras pienso en Guayaquil en este mes de su cumpleaños.

Guayaquil, ciudad de los muros. De rejas, bordillos, murallas. Ciudad del alambre de púas, vidrios sobre la cerca de cemento, rejas eléctricas, garitas, guardia privado, parque cerrado.

Una ciudad que ha avanzado en infraestructura, organización, transporte y servicios, camina para atrás en seguridad y libertad para recorrerla. De poco sirve la calle nueva o la acera remodelada, si evitamos caminar por ella ante la delincuencia. De poco sirve el parque verde si este grita mírame y no me toques, protegido por guardias y rejas.

Hace pocos años tenía la esperanza de que la ciudad sería más fuerte que cualquier mal gobierno central. Que los problemas políticos en Carondelet se quedarían por allá. Acá la ciudad avanzaría, a pesar de los políticos y males centrales.

Pero ahora veo cómo este Gobierno que lo acapara y controla todo, controla también a Guayaquil. Lo ahoga en su incapacidad para frenar la delincuencia. Lo vuelve dependiente del poder central. La maquinaria del Gobierno vuelve cada vez más invisibles las voces locales. Se callan por temor, cansancio o simple conveniencia. Cada día son más las empresas que dependen de contratos con el Estado. Las fundaciones sociales locales se van convirtiendo en proveedoras de servicios para ministerios y proyectos del Gobierno. Los hospitales locales llenan sus salas con pacientes enviados por el IESS y entidades centrales. La economía privada depende cada vez más de la billetera estatal. Y el que tiene la plata manda. Correa lo sabe bien.

Hoy el discurso del Municipio suena cada vez más gastado. No ha sabido renovarse, ponerse al día, sintonizar con la ciudadanía que ya se acostumbró y no le impresiona la calle regenerada o la nueva línea de Metrovía. ¿Dónde quedó la autonomía? ¿Se durmió la causa ante el aumento del poder –y billete– central? Ponerse bravo, pegar tres carajazos o llenar la 9 de Octubre de gente flameando banderas celeste y blanco sirve de poco, cuando todo el sistema y el poder están dirigidos y manipulados desde Carondelet.

Algo se está perdiendo en Guayaquil. Nos estamos contagiando de esa pasividad socialista que espera cruzada de brazos que el Gobierno haga algo. El aumento de la delincuencia, la falta de empleo, y el control cada vez mayor del Gobierno central sobre nuestras vidas no nos hace reaccionar. Seguimos esperando sentados. Nos estamos acostumbrando.

El Municipio, los líderes locales, las voces independientes se vuelven pequeñas y torpes frente a la omnipresencia e impacto de Correa. ¿Hay iniciativas locales? ¿Nuevas acciones? ¿Propuestas para generar los cambios que el Gobierno no logra? Nos las vemos. Nadie las presenta.

En cuatro años, el Gobierno ha sido incapaz de frenar la delincuencia o generar condiciones para crecer. Solo ha sabido aumentar su control y poder. En lugar de tirar los muros abajo, la ciudad los construye cada vez más altos. En lugar de lograr autonomía e independencia, el pulpo central nos atrapa con más fuerza.

Este julio, Guayaquil tiene poco que celebrar.

jueves, julio 07, 2011

Apachurrados


Cristina de Kirchner prohibió en Argentina la publicidad de oferta sexual en medios de comunicación. Fernando Alvarado, secretario de propaganda de este gobierno, envió por Twitter su felicitación.

Me equivoqué con los socialistas del siglo XXI. Sabía que sus políticas estatistas destruirían la economía. Pero pensé que al menos traerían cambios progresistas en lo social. Que vendrían con onda vanguardista, liberal y cosmopolita, alejada del clima conservador y moralista de la derecha. Pero no.

La derecha suele ser liberal en temas económicos (que el Estado no se meta en los negocios), pero estatista y conservadora en temas sociales (que el Estado imponga mi idea de lo “moral”). La izquierda suele ser lo contrario: estatista en lo económico (que el Estado controle y dirija la economía) y liberal o progresista en lo social (que cada quien viva su vida). En ambas tendencias hay una contradicción. La libertad no puede ser selectiva. Debe aplicarse a todo, lo económico y social.

Pero este Gobierno nos ha traído lo peor de los dos mundos: es estatista en lo económico y en lo social. “En el terreno moral soy muy conservador”, dijo Correa hace poco.

Correa tuvo la oportunidad –la sigue teniendo– de poner al Ecuador en el camino de las sociedades avanzadas y tolerantes en lo social. Pudo ser el presidente que impulsara el verdadero respeto a la diversidad y libertad individual, en lugar de esquivar temas claves de nuestra época, como legalización de las drogas, matrimonio homosexual, aborto, real laicismo y verdadera libertad para expresarnos y tomar decisiones sobre nuestras vidas. Quienes sí han encarado estos temas, como María Paula Romo, están ya fuera del Gobierno. Y Correa ha evadido el debate desacreditando sus ideas, tachándolas de “anticlericalismo absurdo”, ideas de “seudointelectuales posmodernistas” que “no las compartimos y sabemos que no las comparte el pueblo ecuatoriano”.

Lástima. La libertad merece apoyo a pesar de no ser popular o que una mayoría prefiera imponer su visión de moralidad a la minoría.

Fue Correa, aunque pareciera algún socialcristiano, quien quiso incorporar, a través de un veto a la Ley de Educación, horas de educación religiosa no obligatorias en las instituciones públicas. Al menos aquí sus asambleístas le dijeron que no al veto, haciendo respetar el laicismo en el Ecuador.

En lo que a comunicación y libertad de expresión se refiere, el correísmo resulta tan o más moralista que el Municipio de Guayaquil, que ha decidido impedir a nuestros artistas presentar obras “sexualmente explícitas” en el Salón de Julio. Mientras en el Museo Municipal atentan contra la libertad imponiendo “arte sin sexo”; Betty Carrillo, una de las responsables de la nueva Ley de Comunicación, nos dice que un programa de farándula como ‘Vamos con todo’ “no debe ser presentado en ningún horario”. Correa antes ya sacó del aire a “Laura en América”. El Gobierno como censor de chismografía.

Para rematar, el socialismo moralista del siglo XXI nos impide tomarnos un trago una tarde de domingo o apostar nuestra plata en un casino.

Estamos apachurrados entre moralismos de izquierdas y derechas instalados en el poder. La libertad reclama un cambio de ideas y liderazgo en nuestra política.