lunes, enero 15, 2018

#UnfollowMashi

Dicen que es común que el criminal vuelva a la escena del crimen. Regresa por diversos motivos: para asegurarse de no haber dejado alguna evidencia o cabo suelto, para saber cómo están reaccionando los familiares y amigos de la víctima, o incluso para revivir esa sensación de poder y control que experimentó al momento del crimen.

Rafael Correa ha vuelto al país. Tantas veces juró que se alejaría de la política, que se quedaría lejos una vez que dejara la presidencia, que él debía descansar del país y el país descansar de él. Otra de sus muchas mentiras. Políticos hambrientos de popularidad y aprobación como él necesitan revivir esa sensación de poder y control. Nunca se retiran.

Eso es Correa. Se entiende. Lo que no se entiende es ver a sus víctimas abrirle las puertas de par en par como si nada hubiera pasado en los últimos diez años. Los medios, por ejemplo. Correa se dedicó a denigrar, atacar, multar y enjuiciar a medios y periodistas ecuatorianos. Se negó a asistir a entrevistas y prohibió a sus ministros aceptarlas. Pero ahí lo vemos, dando entrevistas en radios y canales de televisión, difundiendo su cinismo muy campante.

Correa y sus compinches, los mismos que durante diez años abusaron de su poder y secuestraron todas las instituciones del Estado, ahora se las dan de protectores de la ley y la institucionalidad. Esos mismos que rompían periódicos, perseguían periodistas, ahora piden un espacio en los medios. Piden respeto. Denuncian supuestas violaciones a la ley. Y hasta se quejan ante las instancias internacionales que ellos tanto desprestigiaron. Cinismo puro y duro. No merecen ni un segundo de cobertura.

No faltan esos tuits que nos hacen frotar los ojos ante tanta hipocresía. Correa, Patiño, Alvarado y compañía ahora reclaman institucionalidad y libertad. Los mismos que hace muy poco controlaban todos los poderes, ganaban juicios con una mirada al juez, sembraban miedo en todos lados, ahora se las dan de muy demócratas. Pero ya no están en el poder. Sus opiniones no tienen importancia. Son personajes sin trascendencia. ¿Para qué seguir leyéndolos?

Correa parece una amenaza a medida que se acerca la consulta popular. Pero sin recursos públicos, sin el sánduche y la cola, sin la cobertura obligatoria de medios públicos e incautados, sin sus cadenas nacionales, casi nadie le hace caso. Correa existe en la medida que nosotros lo permitamos.

Tenemos el poder en nuestro dedo índice de callarlos. Basta presionar un botón y dejar de seguirlos. Basta darles unfollow. Decirles no más. Darles la importancia que merecen: ninguna.

Eso sí, ignorarlos no es olvidarlos y dejar que caminen libres por la vida como si nada ha pasado. Se trata de no prestarles atención, de cerrarles la puerta a sus mentiras. Pero los abusos que cometieron siguen vigentes. Deben seguir vigentes para las autoridades ante quienes tendrán que rendir cuentas.

El correísmo no merece un espacio en la opinión pública ecuatoriana. Ya abusaron de los medios de comunicación durante diez años. No hay por qué escucharlos ni darles micrófonos. El Mashi y compañía solo merecen el rechazo de medios y periodistas. Y un masivo unfollow de todos.


lunes, enero 01, 2018

El 2018 posible

Al final, el año no terminó tan mal. Al menos en lo político. Hoy vivimos momentos, hechos y cambios que nunca pensamos que sucederían. No imaginábamos que el mismo Lenín que el 24 de mayo estrenaba banda presidencial alabando los logros de su antecesor, el mismo que dijo en su discurso de posesión que “los pueblos hacen la historia, pero los líderes aceleran los procesos. Esta revolución tiene un líder: Rafael Correa Delgado… Algún día podremos narrar con orgullo a nuestros hijos y nietos. Decirles que fuimos testigos presenciales de esa leyenda”, ese mismo ahora le da la vuelta a la historia liderando el proceso de descorreización del Estado ecuatoriano y de limpieza de tanto sinvergüenza que nos dejó la década robada.

El 2017 fue un año de buenas sorpresas. Los últimos titulares en las noticias quedan como testimonio de aquello que ni soñábamos hace un año: “Jorge Glas sentenciado como culpable a 6 años de prisión en el caso Odebrecht”, “Jueza ordena a Carlos Ochoa que se disculpe por sanción a Teleamazonas”, “Asamblea Nacional aprobó que solo la banca privada y cooperativas administren dinero electrónico”, “Prisión preventiva para Ramiro González”, “Fernando Villavicencio entregó a José Serrano una denuncia sobre supuestas irregularidades en el manejo petrolero”. Noticias impensables cuando las garras del abuso y la corrupción correísta tenían secuestrada la política ecuatoriana.

Faltan algunos titulares que esperamos lleguen en el 2018. Falta la victoria del Sí en la consulta popular, para acabar con las pretensiones de esos locos por el poder de quedarse para siempre como su héroe Fidel. Falta que caigan los corruptos de los contratos petroleros y tantos negociados más. Falta que Correa responda ante la justicia como responsable de una década de abuso y desfalco sistemáticos desde el poder. Y falta, más que ver a los corruptos enfrentar la justicia, ver a los ecuatorianos salir adelante en sus vidas.

Para eso, hay mucho por hacer. Que Lenín nos sorprenda el 2018 en lo económico como nos sorprendió el 2017 en lo político. Que se aleje del fracasado estatismo correísta y empiece una nueva era de apertura comercial, de libertad para emprender, de estabilidad, de seguridad jurídica.

El 2017 marcó el inicio del desmantelamiento de la maquinaria correísta. El año 2018 deberá concluir este proceso que tanta falta le hace al país. Y para eso el primer paso es la consulta popular. Si Lenín gana su consulta, ganamos todos. Hasta el 4 de febrero todos los esfuerzos de gobiernistas y opositores que quieren un país libre y distinto al del correísmo deben empujar unidos por el Sí. Esa es la prioridad. La única. Después de la consulta que vuelvan las críticas y la oposición frontal al Gobierno. Pero no todavía.

Latinoamérica camina hacia gobiernos coherentes, dejando atrás el nefasto legado del socialismo del siglo XXI. Este será un año decisivo para unirnos a ese camino democrático, alejado de caudillismos. Descorreizar al Gobierno, las instituciones y la sociedad es una prioridad si queremos un país libre y con aspiraciones de avanzar.


Correa y todos sus compinches deben enfrentar la justicia el 2018. Y Lenín debe dar el giro en lo económico que el país demanda. Sería un gran año.