miércoles, noviembre 30, 2005

Lanzamiento de revista la U

El 29 de noviembre, en el restaurante Red Peppers, realizamos el lanzamiento de revista la U, la nueva revista para universitarios. Revista la U brindará información, entretenimiento, opinión y oportunidades todos los meses a sus lectores. Se distribuye gratuitamente en las universidades de Guayaquil; además de cafeterías, tiendas y otros lugares frecuentados por estudiantes.




En esta primera edición:

- Andrés Guschmer: la nueva cara del fútbol.
- El luk con Ma. Antonieta Tanús.
- La guía: Acampando en el frío.
- Anécdota: Otra cerveza en la tiendita.
- Noticias de por allá y por acá.
- Reviews de cultura y lugares donde salir.
- El cuestionariU a Marcia Gilbert, Rectora de la U. Casa Grande.
...y mucha más.


Quienes hacemos la U:

Manuel Ignacio Gómez - Director General
Pili Piana - Editora General
Jazmín Erazo - Directora de Arte

Para mayor información o publicidad escríbeme a manueligomez@yahoo.com. Para colaborar con artículos, fotos, ideas o comentarios escríbenos a revistalau@yahoo.com.

jueves, noviembre 24, 2005

Si algo te debo, con esto te pago

Por Manuel Ignacio Gómez Lecaro
Diario EL UNIVERSO – Guayaquil, Ecuador

Polo Baquerizo en su programa ‘Haga Negocio Conmigo’ saldaba cuentas con sus participantes con un clásico bailecito y quiebre de caderas mientras repetía “si algo te debo, con esto te pago”. El famoso notario de Machala hizo un bailecito similar. La alegría del juego se acabó, y los participantes dejaron de divertirse.

Imagino que unos pocos desconocían la ilegalidad de lo que hacían al entregar su dinero al notario. Pero la gran mayoría sabía exactamente en lo que se metía. Sabían que había algo chueco. Ahora todos lloran, demandan, se hacen las víctimas y piden la intervención del Estado. Y ya todos vimos cómo intervinieron algunos militares y policías para arreglar la situación, su situación.

Esta historia del notario tiene todos los tintes de novela de realismo mágico con la que Sebastián Cordero podría hacer una excelente película digna del Oscar. Aquí hay de todo: millones y millones de dólares de dudosa procedencia, amantes, Viagra, un hombre aparentemente serio y respetado, secretarias y guardias forrados de plata, un muerto que creían no andaba muerto sino de parranda y el vergonzoso y tercermundista acto de invadir su tumba para asegurarse de que no había un muñeco sonriendo, con la infalible prensa sensacionalista fotografiando morbosamente su rostro desfigurado. Al final, el muerto resultó ser el más vivo de todos.

Más allá de lo alarmante y folclórico de este caso, lo preocupante es que los dedos apuntan a un solo culpable. Los demás son las pobres víctimas. Nadie violaba la ley, qué va. En el país de los sabidos, aquí no pasa nada. De donde sacaba la plata este señor era cosa de él. Las inocentes víctimas simplemente “invertían” responsablemente su dinero y cada mes cobraban su alegre y jugoso chequecito.

Este triste caso habla de un país y una época en donde lo que importa es el dinero fácil e inmediato. De dónde venga, a quién perjudique, cómo se lo obtenga, eso es secundario. El trabajo honesto es para tontos. ¿Para qué trabajar, invertir y producir cuando se puede hacer más plata con este eficiente negocio?

Aquí no hay estafa ni víctimas. Aquí hay un gran negociado entre muchísimos socios. Pero el principal de ellos falló cuando se le ocurrió morir. Y el resto se quedó en el aire. Incluso si fue la ignorancia o desesperación lo que llevó a algunos a confiar en el notario, esto no es excusa ni los libra de culpa. Se metieron en un juego sucio y tristemente hoy sufren las consecuencias de sus acciones y malas decisiones.

Al menos, esta experiencia servirá para que muchos piensen dos veces cuando les ofrezcan la oportunidad de hacer dinero fácil fuera de la ley. Estos acontecimientos nos abren los ojos a todos. Y estoy seguro que han abierto los ojos de los bancos, que saben todo el dinero que pueden captar si se acercan a más personas y ganan su confianza. Son varios millones que podrían estar reinvirtiéndose, produciendo y generando nuevos empleos.

Al programa de Polo la gente sabe a lo que va: a concursar, a divertirse, y con un poco de suerte a ganarse unos cuantos dólares. Todos sabían a lo que iban al entrar en la Notaría 2ª de Machala. Que no se piquen entonces si les hicieron el bailecito.

jueves, noviembre 17, 2005

El cambio puertas afuera

Por Manuel Ignacio Gómez Lecaro
Diario EL UNIVERSO – Guayaquil, Ecuador


A veces conocemos mejor nuestro país viviendo lejos de él. Estando lejos podemos comparar y analizar objetivamente. Llegamos a apreciar o a repudiar ciertas cosas que al estar en casa ni notábamos. Esa experiencia la viven hoy miles de ecuatorianos en España, Estados Unidos, Italia y otros países.

Son ellos los primeros en leer los periódicos ecuatorianos, devorando cada noticia. No es raro por ello, que quienes más me escriben comentando esta columna están fuera del país. Se van, pero no olvidan. Viven con un pie acá.
Trabajan, producen, hacen dinero. Envían remesas que se convierten año a año en uno de los principales ingresos para el país.

Hace unos años participé en un grupo de mi universidad que investigó el efecto de las remesas colectivas en El Salvador. Asociaciones de salvadoreños en Estados Unidos, además de enviar dinero a sus familias, realizaban eventos y colectas para ejecutar proyectos en sus pueblos de origen. Los primeros proyectos eran generalmente la reconstrucción de iglesias, cementerios, escuelas y parques del pueblo. A medida que estas organizaciones de extranjeros crecían y maduraban, empezaron a invertir en proyectos productivos. Es decir, ya no solo construían un parque o arreglaban la escuela, sino que ahora buscaban que su dinero genere trabajo, producción y progreso para la gente de su pueblo. Pude conocer de cerca proyectos agrícolas con el financiamiento y asesoramiento de los grupos de salvadoreños en el extranjero. Iniciativas similares realizan grupos de emigrantes de varios países, incluyendo el nuestro.

Menciono esto para los ecuatorianos puertas afuera. Esos que trabajan por allá pero que siempre vuelven: en aviones, en los diarios que leen en internet, en las risas y las reuniones entre amigos ecuatorianos. Muchos me escriben diciendo que cuando regresen al país harán esto y lo otro por cambiarlo. No es necesario esperar al regreso. Pueden hacer muchísimo hoy y ahora, organizándose en el extranjero. Invirtiendo su dinero en proyectos productivos. Entendiendo la importancia de que el dinero que envíen no acabe solo en la ropa última moda para el sobrino o en una televisión plana para que la abuela vea la novela. Asegurándose que ese dinero ayude al desarrollo de la tierra donde aspiran regresar un día.

Aquí el gobierno podría jugar un papel. Otros países tienen programas en el que por cada dólar que los grupos de emigrantes envían para un proyecto comunitario, el gobierno –local y nacional– pone uno o más dólares. En un mundo ideal este sistema beneficiaría a muchos. Pero la falta de confianza que tenemos hoy hacia el gobierno me lleva a imaginar negociados con el dinero que con sudor han ganado los ecuatorianos en el extranjero, o gobiernos aprovechando esos fondos para obras que eran su obligación realizar. El sector privado, en cambio, sí es un socio natural para estos proyectos. De igual forma, muchos organismos internacionales de desarrollo ofrecen apoyo a estas iniciativas.

Vivir afuera no limita a nadie a ser un simple espectador de la realidad nacional. Las remesas convierten a los emigrantes en actores importantes de esa realidad.
Ellos tienen la oportunidad de multiplicar los beneficios de esas remesas para el bienestar de sus familias, sus comunidades y el día de su regreso.

jueves, noviembre 10, 2005

A pesar de Bush

Por Manuel Ignacio Gómez Lecaro
Diario EL UNIVERSO – Guayaquil, Ecuador

Cuando Bush hijo se estrenó como presidente y aseguró que Latinoamérica sería una prioridad en su gobierno, le creímos esperanzados. Luego Bush empezó a ser Bush, con todas las barbaridades que eso implica. Invadió Iraq mientras Osama seguía vivito y coleando. Optó por imponer su voluntad antes que crear alianzas e integrarse a la comunidad internacional. Y Latinoamérica, bien gracias.

Hoy reaparecen los eternos latinoamericanos antiglobalización, antilibre comercio, antiprogreso, que creen que en el estatismo, el autoritarismo y la represión en Cuba está el futuro. Ahí estaban en Argentina, reunidos con sus banderas del Che coreando olé, olé, olé Fidel. Seguían a un adelgazado Maradona que alaba a Fidel y a Cuba –y es que Cuba es linda cuando uno no es cubano y se llama Diego Armando–. Ahí estaba Hugo escupiendo otro de esos discursos llenos de recicladas frases patrióticas que suelen destruir países.

Lo preocupante de estas protestas, a las que ya estamos acostumbrados, no es únicamente que la gente siga alabando a Fidel y comprando el populismo de Chávez. Lo que preocupa es que muchos que nos oponemos a Fidel, Chávez y compañía, esta vez apoyábamos parcialmente las protestas, porque estamos en contra de Bush y la arrogancia de su gobierno. El bigotito hitleriano con que aparecía en las pancartas no le quedaba nada mal. Bush y su desastroso gobierno han logrado unir los más diversos grupos latinoamericanos tras la consigna principal en Mar del Plata: ¡fuera Bush!

La antipatía que despierta Bush, unida al oportunismo y carisma de Chávez, han creado un retroceso en el camino hacia una América integrada muy difícil de reponer en el corto plazo. Por ahora lo importante es que Latinoamérica entienda que Bush no es Estados Unidos. Bush es simplemente un resbalón de ocho años de un pueblo digno y fuerte que se equivocó al votar (¿no nos pasa eso a todos?). Latinoamérica no debe confundir las retorcidas políticas internacionales de Bush y Cheney con los positivos ideales “americanos” que han llevado a las instituciones y la sociedad de Estados Unidos a ser, en general, un ejemplo a seguir. Chávez y Fidel han sabido aprovechar este odio hacia Bush para fomentar el odio hacia Estados Unidos y todo lo bueno que ese país representa. Que Latinoamérica no se deje engañar.

Con todo lo malo de Bush, sus errores no llegan ni a los talones de la infamia de un Fidel que ha transformado a Cuba en una cárcel donde el pueblo se muere de hambre y desesperanza. Lástima que Bush haya desperdiciado la oportunidad histórica que brindaron los ataques de septiembre 11 para que Latinoamérica –y el mundo entero– se uniera a Estados Unidos, imitara sus virtudes y caminara hacia una región integrada.

Ojalá Latinoamérica pueda ver detrás de la incompetencia de Bush y reconocer las sólidas bases e instituciones estadounidenses dignas de imitar. Que vea detrás del carisma de Fidel y sus imitadores y reconozca el sufrimiento, la miseria y las injusticias que vive el pueblo cubano.

Que entendamos que ningún país ha progresado cerrando sus fronteras. Y que a pesar de Bush, nuestra salida del atraso y la pobreza está en la integración, el libre comercio y un Estado reducido, como lo apoya Estados Unidos, y no en el autoritarismo, proteccionismo y estatismo de Fidel, Chávez y, ¡ay! Maradona.

jueves, noviembre 03, 2005

Sinvergüenzas conocidos

Por Manuel Ignacio Gómez Lecaro
Diario EL UNIVERSO – Guayaquil, Ecuador

Nos quejamos todos los días de la corrupción de nuestros políticos. Gritamos alarmados los escándalos en el Congreso. Lamentamos la falta de integridad de nuestros funcionarios públicos. Pero no nos preguntamos qué estamos haciendo nosotros para detener tanta corrupción. ¿Qué hacemos por acabar con aquello que tanto criticamos?

No se trata de salir con una capa roja a luchar por la justicia. Tampoco se trata de poner en riesgo nuestra libertad acusando sin pruebas a aquellos que sabemos son corruptos. Si bien no hacen falta documentos para identificar al corrupto que entró a pie al Gobierno y salió en Mercedes, sí necesitamos las pruebas para acusarlos.

Ellos caminan tranquilos por el país y el mundo. Roban en el Gobierno. Son acusados de corrupción. Dejan el país hasta que se enfríen las cosas y algún juez les quite la orden de prisión. Y poco a poco nos vamos olvidando que alguna vez robaron y que lo siguen haciendo. Hasta que un día cuando alguien pregunta por el origen de la fortuna de ese elegante señor que conversa tranquilamente, se escucha con indiferencia: “Ah, ese se forró de plata en el gobierno de tal presidente”.

¿Entonces qué hacemos? ¿Qué tal si en lugar de quejarnos por tanta corrupción empezamos por marginar a los corruptos cercanos a nosotros? Todos tenemos por ahí algún amigo o conocido que hizo más dinero de la cuenta con medios dudosos. Ese que sin tener dónde caer muerto, le bastaron un par de años en un puesto público para construirse una casa con piscina. Aquel conocido sabido que siempre está en negocios raros. Aquel otro tan simpático –y es que los ladrones suelen ser simpáticos– que está siempre cerca al poder político para llevarse una tajada del pastel.

¿Qué tal si la próxima vez que nos invitan a la fiesta de quien hizo su fortuna en un negociado nos quedamos en casa, en lugar de aceptar la invitación y bebernos el Johnny negro comprado con dinero sucio? ¿Qué tal si en lugar de abrazar efusivamente a ese que bien sabemos estaba endeudado hasta los calzoncillos hasta que entró al Gobierno, simplemente lo ignoramos?

No es fácil ni agradable darle la espalda a la gente, peor aún a quien conocemos. Pero no podemos quejarnos de la corrupción mientras visitamos las casas y bebemos el trago de sinvergüenzas. ¿Queremos menos corrupción? Empecemos por marginar a los corruptos que tenemos cerca en lugar de celebrar su riqueza.

Qué tal, por ejemplo, si todos pifiamos cuando vemos a un corrupto. O como se ha hecho en otros lugares, salimos del restaurante cuando entra un sinvergüenza. Se reciben más propuestas. Busquemos un método y apliquémoslo para que los ladrones sepan que no pasan desapercibidos. Para que se sientan acusados. Talvez nunca encontremos las pruebas ni los jueces para acusarlos y encarcelarlos, pero al menos impediremos que vivan vidas normales.

Si queremos acabar con la corrupción en el Gobierno, en los negocios y en el día a día de nuestro país debemos empezar por marginar a los corruptos. Mientras los ladrones se sientan tranquilos con sus fortunas seguirán robando y más personas los imitarán. La corrupción disminuirá cuando todos señalemos al ladrón y el ladrón se sienta perseguido.