lunes, abril 16, 2018

Ficción Política 101


Gran noticia para la fanaticada socialista. Podrán estudiar la “Especialización y Curso Internacional en Procesos Políticos Latinoamericanos en el Siglo XXI: Un espacio para analizar las transformaciones que vivió América Latina en este siglo de la mano de sus principales protagonistas”. ¿Y quién creen que será uno de los ilustrados maestros de este curso virtual? El mismísimo Rafael Correa, junto a otras preclaras e impolutas personalidades de la política latinoamericana como Cristina Fernández de Kirchner.

En tres cómodas cuotas de 110 dólares o un pago al contado de 225 dólares (¿qué otra moneda se iba usar para este revolucionario seminario?), los estudiantes del curso dictado por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso), asociado a la Unesco, podrán aprender sobre “el camino emprendido por los distintos procesos latinoamericanos hacia el desarrollo con igualdad, la ampliación de derechos y el reposicionamiento de la región en el mundo”.

Será muy interesante para los alumnos escuchar al doctor Correa hablar sobre la ampliación de derechos durante su gobierno; en especial, los derechos de periodistas, indígenas, opositores, maestros y todos esos grupos cuya libertad él siempre protegió con infinito amor y a quienes jamás insultó, intimidó o mandó a callar.

Imagino que el profesor Correa olvidará hablar sobre el aparato mafioso y corrupto que se implantó durante su década de gobierno. Y en los cuadros y fórmulas que dibuje en el pizarrón tampoco mostrará el despilfarro en elefantes blancos, instituciones inservibles y burocracia dorada de la década robada. No mostrará las cifras escandalosas de endeudamiento, ni los sobreprecios de los contratos públicos, o las carreteras más caras del mundo. Hablará de dignidad, igualdad, de Bolívar, de Alfaro, del Che, de la revolución, y los alumnos embobados tomarán apuntes perpetuando a esa izquierda fanática latinoamericana ciega a la realidad.

Acá por suerte no estamos ciegos. Mientras Correa da su clase de ficción política, acá debemos enfrentar la desastrosa realidad que nos dejó. Hasta muchos de los correístas más correístas han abierto sus ojos. Finalmente entienden y critican el daño terrible que su amado presidente le hizo al país. Quedan, como siempre, unos cuantos ciegos sinvergüenzas que siguen apoyando al jefe de la mafia, que se llenan la boca de discursos sobre justicia social, soberanía y dignidad, mientras uno a uno van cayendo por corruptos sus compañeros de gobierno.

Mientras Correa disfruta su exilio europeo y su rol de profesor virtual, a los ecuatorianos nos toca arreglar sus destrozos. Cada una de las medidas que Lenín Moreno piensa tomar para rescatar al país apuntan a deshacer lo mal hecho por Correa.

Correa engordó al Estado irresponsablemente. Lenín pretende adelgazarlo. Liquidará empresas públicas inservibles creadas por Correa como Enfarma y novelerías destinadas a fracasar como Yachay. Reducirá o fusionará ministerios, subsecretarías y viceministerios que Correa se dedicó a multiplicar en su demagogia de nuevo rico. Todo esto mientras la justicia debe dedicarse a detener a tanto sinvergüenza para quienes la década sí que fue ganada.

Correa y compañía no deben tener espacio en círculos académicos, ni periodísticos ni ningún entorno internacional que se considere serio. Darle estos espacios legitima el abuso, la corrupción, la ilegalidad de su gobierno. A medida que conocemos más de los atropellos de Correa, el único lugar donde merece estar es junto a su compañero Jorge. 


lunes, abril 02, 2018

Aquí, trabajando para Lenín


Más que trabajar para nosotros, nuestras familias o nuestras empresas, sentimos que aquí trabajamos para el Estado. Para pagar esa enorme burocracia y las millonarias deudas que nos dejó la década robada. Para mantener tanta ineficiencia e infinito gasto público.

Según un reciente informe de la Cámara de Comercio de Guayaquil, son exactamente 76 días de trabajo los que destinamos los ecuatorianos el año pasado para financiar al sector público. Es decir, hasta el 17 de marzo trabajamos para mantener el aparato estatal. Recién a partir de ese día empezamos a trabajar para nosotros mismos. Es el día de la libertad tributaria, como lo ha llamado la Cámara.

Según el informe, “las reformas tributarias de la década pasada aumentaron 22 días más de trabajo para el Estado. En el año 2000 los días de trabajo destinados a pagar impuestos fueron 44. En el 2017, la carga fiscal aumentó a 21%, obligando a los ecuatorianos a trabajar 76 días para alimentar al fisco… En los últimos 10 años, hubo al menos 27 reformas tributarias que involucraron la modificación o creación de tributos que afectan la producción. Entre los impuestos más nocivos que se crearon o modificaron, están el Anticipo de Impuesto a la Renta, el Impuesto a la Salida de Divisas, y varios Impuestos a los Consumos Especiales”.

A esta carga tributaria debemos añadir los elevados precios que pagamos como consumidores, cortesía de tantos aranceles; cada pago que hacemos al IESS (en la práctica otro impuesto más) que el correísmo casi ha quebrado; y todos los servicios privados que debemos contratar (educación, salud, guardianía, seguros) que se supone nuestros impuestos cubrían.

Esta sensación de que trabajamos más para el Estado que para nosotros mismos no se refleja solo en la plata que damos al fisco, sino también en el tiempo perdido. Horas en nuestras empresas o actividad profesional dedicadas a lidiar con trabas, permisos y reglamentos absurdos. Reuniones para entender algún nuevo requisito inventado por algún burócrata aburrido, en lugar de planificar nuevos servicios o productos que hagan crecer nuestro negocio.

Y lo que más molesta no es el pago de impuestos y tanta tramitología, sino saber que gran parte de esa plata y esfuerzo en lugar de ir a maestros, médicos o policías, se pierde en corrupción, ineficiencia, entidades públicas innecesarias, sueldos, privilegios y carros con chófer de funcionarios dorados.

Hoy que el gobierno de Lenín supuestamente anuncia –finalmente– las medidas económicas que tomará para sacarnos de la crisis en las que ellos mismos nos metieron (que no se hagan los que nada tuvieron que ver con Correa), esperamos que no sean más impuestos, más aranceles, más trabas. Que no nos pasen la cuenta de su ineficiencia e incapacidad para recortar tantos gastos.

Lenín heredó una situación muy complicada. No es fácil arreglar esta economía de un día para otro. Pero mientras su enfoque siga siendo cómo le saco plata al ciudadano y al sector privado para continuar manteniendo el despilfarro público, en lugar de cómo adelgazo al Estado y doy libertad al sector privado para producir más, aquí nada cambiará. Las medidas que hoy anuncien nos dirán si seguimos trabajando para Lenín, o empezamos a trabajar para nosotros.