lunes, septiembre 18, 2017

¡Ayachay!

Continuando con su tour para desmentir fantasías correístas vendidas en sabatinas e infinitas cadenas nacionales, ahora Lenín llegó a Yachay. Y confirmó lo que ya sabíamos. Es otro elefante blanco, otro faraónico monumento al ego correísta, otro foco de despilfarro, sobreprecios, mentiras, burocracia dorada, asesores internacionales aún más dorados, y una serie de irregularidades.

No nos sorprende. Yachay es el correísmo en su máxima expresión: un gobierno que se mete a hacer lo que no sabe, en lugar de apoyarse en los que saben; un gobierno que despilfarra recursos sin planificación ni control; un gobierno que fabrica una fantasía y la vende sin vergüenza alguna en millonarias campañas publicitarias. Yachay, como la Refinería del Pacífico o el Proyecto Yasuní ITT, solo fue otra excusa para transmitir una falsa imagen y comprar popularidad.

Si realmente el gobierno de Correa quería ofrecer una educación de excelencia, salía más barato y eficiente becar con esa plata a los mejores estudiantes en las mejores universidades del mundo. Tuviéramos todo un grupo de jóvenes profesionales con la mejor preparación en lugar de otro elefante blanco destinado a desaparecer olvidado bajo la maleza.

Si realmente el gobierno de Correa quería impulsar el desarrollo científico en la academia ecuatoriana, más razonable y eficiente era ofrecer a las universidades públicas y privadas fondos concursables para sus iniciativas. Pero no, al mejor estilo correísta esos fondos se esfumaron entre edificios sin terminar, megasueldos, publicidad y eventos.

El objetivo del gobierno de Correa con Yachay no era la educación de los jóvenes, ni el impulso a la investigación. Su objetivo era alimentar su vanidad, gritando al mundo que aquí se estaba construyendo el MIT criollo. Jugar al gran académico con nuestro dinero. Pretender crear, por decreto, el tipo de centro académico que en cualquier lugar del mundo toma muchísimos años, esfuerzo, recursos y colaboración para hacerse realidad. Recibir aplausos inventándose supuestas inversiones multimillonarias de supuestas empresas internacionales impresionadas con esta supuesta Ciudad del Conocimiento.

Lo de fondo: el fracaso de Yachay no se da solo porque sea un proyecto de un gobierno corrupto e incompetente como el de Correa. Yachay hubiera fracasado en cualquier gobierno. Cuando el Estado se mete a hacer lo que no le corresponde inevitablemente fracasará. Por eso, sería un error que el gobierno de Lenín siga gastando el dinero que no tiene en este proyecto. Debería pasarlo a universidades públicas y privadas ya probadas o encontrarle otro uso. Dejar la academia en manos de verdaderos académicos.

Con Yachay deberíamos aprender, de una vez por todas, que el Estado debe limitarse a lo suyo. A brindarnos seguridad, justicia y garantizar nuestros derechos y libertad. El resto que se lo deje a los que saben. ¿Cuántas empresas públicas más tienen que quebrar o fracasar?

Hace un año, Correa amenazó que si en el próximo gobierno (o sea el actual) intentaban acabar con el proyecto Yachay, él se lanzaría a las elecciones en el 2021. Cada día pesan menos sus amenazas. Al paso que va, con tanto escándalo destapándose, el único cargo al que podrá aspirar ese año será el de capitán de su equipo de fútbol penitenciario. Tarde o temprano, Correa deberá responder por Yachay y por todos sus engaños que tan caro nos han costado. 


lunes, septiembre 04, 2017

Nosotros los cholitos

Las sonrisas de esa selfie grupal que tomó Gabriela se han apagado. “Juntos fortalecemos la unidad, lealtad y coherencia histórica del proyecto político. ¡Viva la Revolución Ciudadana!”, escribió la expresidenta de la Asamblea. Ahí están Correa y su círculo íntimo junto a Lenín. Sonrisas gigantes, abrazos, pulgares en alto.

Eso fue en junio cuando todavía fingían estar unidos. Pocas semanas después las máscaras empezaron a caer. Solo han pasado tres meses desde que dejaron el poder y ya amenazan con la muerte cruzada. Eso de la estabilidad presidencial solo importa cuando se trata de su presidente.

“Esperamos que el Gobierno nacional desarrolle las políticas públicas que estén en consonancia con el programa de la revolución ciudadana que lo llevó a Lenín Moreno al Gobierno”, dijo Patiño. Lenín está avisado. O se alinea al correísmo o se viene la muerte cruzada.

El mismo Patiño, en una reciente entrevista, defendía la reelección indefinida que Correa impuso, sin consultarnos, a los ecuatorianos. “Cuando es en Europa [la reelección indefinida] está bien, es la democracia, es la estabilidad… Aquí decimos que no porque somos cholitos... Como allá son blancos, ojos azules, entonces sí pueden hacer reelección indefinida”, dijo para vergüenza ajena de cualquiera que lo escuchó.

Para Patiño y compañía parece ser secundario si las políticas de Lenín benefician a la sociedad. Lo que importa es que se continúe el “proceso” de la revolución ciudadana. Que se defienda la “construcción del cambio” que ellos empezaron.

¿Qué significa continuar con el proceso iniciado por Correa? ¿En qué consiste exactamente este proyecto que tanto alaban? ¿Qué es lo que Lenín está haciendo tan mal para que ya amenacen, solo tres meses después de su posesión, con la muerte cruzada?

¿Acaso dialogar con opositores y empresarios es alejarse del proyecto y traicionar la revolución ciudadana? Debe serlo. El socialismo del siglo XXI requiere imposición, autoritarismo, órdenes, represión. Correa lo demostró durante diez años.

¿Acaso tomar decisiones que den tranquilidad económica es abandonar el proceso? Debe serlo. El socialismo del siglo XXI se alimenta creando nerviosismo en los mercados, que nadie esté seguro si su dinero valdrá lo mismo mañana. Lo hizo Correa fomentando la inestabilidad jurídica y poniendo en duda tantas veces la dolarización.

¿Acaso combatir la corrupción es negar el programa socialista? Debe serlo. Corrupción y socialismo del siglo XXI son sinónimos. La continuidad del proceso requiere que los corruptos continúen en puestos clave, que los escándalos sigan escondidos bajo la alfombra o en los tumbados.

No existe tal programa de la revolución ciudadana que dicen defender. Existe su cuota de poder que han perdido y quieren recuperar. No hay proyecto. Solo hay un desempleado en un ático, muerto de ganas por recobrar el poder para no soltarlo. Y tras de él, un rebaño extrañando la rosca y su carro con chofer.

Correa o cualquier déspota indefinidamente en el poder es nuestra mayor amenaza. Nosotros los cholitos ya hemos dicho que no queremos reelección indefinida. Lenín tiene hoy la oportunidad y el poder para librarnos de esa amenaza. Para demostrarnos que, contrario a lo que pretenden los de la selfie, Alianza PAIS no está por delante del país.