jueves, marzo 29, 2012

¿Rafael Thatcher?


Este sábado, mientras hacía la cola en la Comisión de Tránsito para matricular mi carro (luego de haber pagado un nuevo impuesto disfrazado de verde), caí en ese acto masoquista que había logrado evitar desde hace algún tiempo: me puse a escuchar el monólogo sabatino de Correa por la radio.

Pero algo raro sucedió esta vez. Mis oídos quedaron confundidos. En lugar de ese Rafael Correa socialista, estatista y populista, escuché todo lo contrario.

Correa dijo: “Si queremos salir del subdesarrollo hay que acabar con el paternalismo. Los principales responsables de resolver nuestros problemas somos nosotros mismos, por supuesto con el apoyo de un gobierno popular, pero no esperen que el gobierno les resuelva todo… A asumir todos nuestras responsabilidades”.

Al escuchar esto, recordé esa escena de la película “La Dama de Hierro”, cuando una joven Margaret Thatcher dice: “Hay que alentar a la gente a valerse por sí misma. Sí, debemos ayudar a la gente, por supuesto que tenemos que hacerlo. Pero aquellos que pueden hacer las cosas deben levantarse y hacerlo. Y si algo sale mal, no deberían lamentarse por lo ocurrido. Deben actuar y hacer algo al respecto. Y cambiar las cosas”.

Rafael Thatcher suena bien. Apoyo su discurso que anima a la gente a valerse por sí misma, y a no esperar que el papá Estado les dé todo en bandeja. Sin embargo, ese discurso contradice la realidad de este Gobierno paternalista por excelencia. Un gobierno de un estatismo agobiante, donde la iniciativa privada pasa a segundo plano.

Correa critica el paternalismo, pero olvida que este Gobierno nos trata como a niños irresponsables y sin criterio para tomar nuestras propias decisiones. Este Gobierno me prohíbe comprar un trago un domingo, con la absurda excusa de dizque reducir los crímenes. Y este mismo Gobierno ha eliminado los casinos para evitar que la gente caiga en el “vicio del juego”. El papá Estado decide por sus indefensos hijos lo que les conviene hacer con sus vidas.

En lo económico la cosa es peor. Correa habla de acabar con el paternalismo para salir del subdesarrollo. Suena a chiste. Un Gobierno de un país en el que las oportunidades laborales se encuentran cada vez más en el sector público, en el que cada día más negocios y actividades comerciales dependen de contratos con el Estado, en el que la economía se mueve por bonos, salarios y gasto público antes que por inversiones privadas o nuevos emprendimientos, es un Gobierno que difícilmente puede predicar contra el paternalismo.

Suena bien el discurso antipaternalismo de Correa. Pero sería bueno que llevase sus palabras a los hechos. Que en lugar de un Gobierno concentrado en meter sus narices en todos lados volviendo a los ciudadanos cada vez más dependientes del Estado, impulse el emprendimiento individual, la real competencia, las inversiones privadas, el comercio libre y un Estado eficiente pero liviano, donde ahí sí, podamos salir adelante por nuestros propios medios.

Mientras hacía la cola, un vendedor me ofreció un botiquín, un triángulo de emergencia y un extintor, necesarios para la inspección del carro. Él no necesita discursos sobre resolver sus propios problemas y valerse por sí mismo.

jueves, marzo 22, 2012

La silla incómoda


Ella pregunta. Él interrumpe. Él la llama Anita. Ella lo corrige: su nombre es Ana. Él habla de “el boicot de la prensa”. Ella aclara que se trata de “la queja de la prensa”. Él es Rafael Correa, presidente de Ecuador, aunque a ratos, mientras se mece inquieto en su silla, no pareciera ocupar un cargo de esa importancia. Ella es Ana Pastor, periodista de Televisión Española, que le hizo algunas preguntas directas e incómodas. No fue otro de sus monólogos disfrazados de entrevista.

Me llamó la atención el intento de Correa de desvincularse por completo de su hermano Fabricio. Dijo que su hermano “ya muestra signos de desequilibrio”, que jamás ha compartido las prácticas empresariales de su hermano: “siempre he tenido graves cuestionamientos a su forma de hacer negocios”. ¿No importaban esas prácticas empresariales que ahora critica cuando su hermano fue parte del equipo de su campaña?

Un tema importante que trató Correa fue el de la lucha contra las drogas. Tiene razón al decir que la estrategia actual de la lucha contra las drogas es un fracaso total. Comparó acertadamente la situación actual de las drogas a la de la prohibición en Estados Unidos del alcohol, con todos los problemas y violencia que eso generó. Sin embargo, Correa se queda a medias cuando le preguntan si habría que ir hacia la legalización de las drogas. No dice que sí, tampoco que no. No sé qué lo frena a apoyar de frente la legalización. Tal vez su lado conservador o cierto cálculo político le impiden dar una respuesta firme. Esa misma energía que utiliza para criticar y atacar a los medios en cada discurso, cada entrevista y cada país que visita, podría canalizarla mejor impulsando una campaña junto a otros líderes mundiales por la regulación y legalización de las drogas , que ayude a frenar de manera efectiva tantas mafias y violencia.

Pasan a otro tema. Ana le pregunta su opinión sobre la Ley de Comunicación. Correa dice que no la conoce. Que la han cambiado tantas veces que ignora su contenido. La periodista no puede creer que un presidente conocido por sus críticas y ataques constantes al periodismo, ahora diga que no conoce esa ley. A mí más bien me suena que no quiere perder el tiempo conociéndola, si después igual podrá cambiarla como quiera.

La periodista lee sorprendida el mal llamado “Código de la Democracia”, que indica que los medios no podrán hacer reportajes o cualquier cobertura que pueda favorecer a un candidato o tesis política en las elecciones. Ana no puede creer tal barbaridad, impensable en su país o cualquier democracia.

La entrevista me recordó que lo que acá ya nos parece normal, impresiona y asusta en sociedades más civilizadas. Que ese discurso oficial que acá venden con tanta facilidad, no tendría seguidores con otras audiencias.

Al final, Rafael Correa insistió que “mucho más importante que construir escuelas, caminos y hospitales, es construir la verdad”. Creo que Ana y los televidentes españoles entendieron después de verlo y escucharlo esa mañana, como ya entendemos de sobra acá, que al decir “la verdad” se refiere únicamente a su verdad.





jueves, marzo 15, 2012

Triste oposición


Veo por la tele a Fabricio Correa presentando las firmas al Consejo Nacional Electoral para inscribir su movimiento político. Fabricio, el de los contratos, el descaro, la burla, el desprecio hacia su propio hermano, pretende dirigir este país. Nos vamos dando una idea del triste nivel de oposición que nos espera en las próximas elecciones.

Ahora veo a Andrés Roche gritando y lanzando monedas a sus opositores. La nueva generación de las guayaberas repite los gritos, los insultos, la pelea de quién es más macho aquí. Esa actitud que debería quedar enterrada en el vergonzoso pasado político de este país, junto a los cenicerazos y los puñetes en el Congreso, se repite, sigue vigente. Nebot, por su lado, continúa cayendo en el juego del que grita más fuerte, del “aquí mando yo”. Pero aquí ya no queremos competencias de quién le pega más duro a la mesa, queremos una nueva oposición.

Ahora escucho a Lourdes Tibán. Es frontal, directa y muchas veces dice las cosas como son. Pero luego la escucho mejor y me da vergüenza pensar que así, con esos términos, con esos insultos, habla un asambleísta de este país. Me entristece pensar que esa es la oposición que intenta frenar los abusos del Gobierno.

Y desfilan por las cámaras los otros. Lucio Gutiérrez habla de libertad y democracia como si pudiéramos borrar de nuestros recuerdos la actuación del dictócrata en su paso por Carondelet. Y el eterno candidato Álvaro Noboa publica cada cierto tiempo unos comunicados que producen una terrible vergüenza ajena. Y desfilan otros personajes de oposición con pasados tan oscuros que deslegitiman sus reclamos.

Esos opositores se la ponen fácil a este Gobierno. Correa continúa muy campante, acaparando todos los poderes del Estado. Las pocas voces serias y con propuestas de la oposición, se pierden entre personajes tan parecidos a los de este Gobierno.

Justo cuando encuentro a algunos opositores serios, resulta que comparten las ideas socialistas más extremas. Son los que ahora protestan contra los contratos mineros, de los pocos aciertos impulsados por este Gobierno para generar nuevos empleos, inversiones y desarrollo.

Hay quienes opinan que ante un presidente con tanto poder, que vende su imagen día a día despilfarrando nuestro dinero, que ataca sin piedad, y que domina el show de la burla y el insulto televisado, se deben utilizar las mismas armas. Pero ya vemos que no ha funcionado. Una oposición inteligente, de ideas y propuestas claras, y que convoque a la unidad antes que la pelea, puede funcionar mejor. Nos estamos hartando de tanto escándalo. A Correa se lo puede frenar con una actitud contraria a la suya, siendo respetuosos, tolerantes y conciliadores.

Como si este Gobierno no nos avergonzara lo suficiente, cierta oposición parece esforzarse por superarlo. Salvo excepciones, tenemos una oposición vacía, sin ideas, propuestas, ni ideología. Es lo que hay. Esa es la oposición de hoy. Por ahora, no nos queda otra que depender de ellos para frenar los abusos y absurdos de este Gobierno. Pero no es la oposición que podemos apoyar en las próximas elecciones.

Necesitamos urgentemente una nueva oposición. No queremos votar nuevamente por el mal menor.

jueves, marzo 08, 2012

Las rabietas del canciller


El canciller Patiño se pone bravo. Estaba furioso con los periodistas. Abandonó una entrevista. Denunció que la prensa lo perseguía. Que solo buscaban desprestigiarlo.

Patiño no quiere que se le diga narcovalija a la valija diplomática en la que las autoridades italianas encontraron 40 kilos de cocaína líquida. Ha dicho que el uso de ese término es parte de la campaña mediática montada en su contra, para desprestigiar al Gobierno y al país.

Pero todos sabemos que el problema no es la palabra que se utilice o lo que investiguen y reporten los medios sobre este escándalo. El problema es el nuevo papelón en el que nos meten funcionarios por no asumir sus responsabilidades. El problema es esta sensación de que intentan escondernos algo.

Yo creo que Patiño nada tiene que ver con esa valija. No creo que un canciller se preste para algo así. Sí creo, en cambio, que alguien o algunos en Cancillería están involucrados. Un hecho de esta magnitud difícilmente ocurre sin la ayuda y complicidad de alguien adentro.

Sin embargo, Patiño de entrada intentó sacarse cualquier responsabilidad al decir en rueda de prensa que “esa valija hizo una parada intermedia en algún país, no nos explicamos más que en el camino alguien hizo una apertura de la valija y haya podido introducir la droga”. Así, el canciller liberó automáticamente de culpa a Cancillería, sin presentar más pruebas que su palabra. Y después se queja porque los medios insisten en investigar el caso, más aún cuando la empresa transportadora ha indicado que la valija pesó lo mismo al salir de Quito y al llegar a Milán.

En lugar de ver a un canciller asumiendo la situación con frontalidad, acá nos tocó aguantar sus rabietas y delirios de persecución y ataques mediáticos. No entendió Patiño que esto no tiene que ver con el Gobierno, ni con él. Tiene que ver con una noticia tan grande para estar en primera plana aquí y en cualquier país, con este o cualquier gobierno. Patiño llegó al absurdo de decir que los medios –no las cajas diplomáticas llenas de droga– están destrozando la imagen del país por investigar lo ocurrido.

Afortunadamente el canciller reaccionó. Evitó continuar con el papelón. Algo similar a lo que tuvo que hacer hace poco su jefe. Dijo que había reflexionado. Que escuchó los consejos de amigos. Que ahora, en lugar de atacar a los medios por investigar y cuestionar lo ocurrido, se calmaría y se dedicaría a ofrecer información.

Esperemos que sea cierto. Que tendremos investigaciones independientes y respuestas. Que dejarán a los medios hacer su trabajo. Que caerán los que tengan que caer. Que el canciller sabrá asumir cualquier responsabilidad como cabeza de la institución metida en el escándalo. Que esta vez no intentarán desviar la atención.

No se trata simplemente de la droga encontrada en esas cajas. Se trata de la credibilidad de nuestro país a nivel mundial, tan maltratada por este Gobierno. De la credibilidad de nuestros funcionarios públicos que parecen esforzarse por avergonzarnos. Se trata de que entiendan que los medios deben investigar y cuestionar, aunque no les guste. De que ya es tiempo de dejar el show.

jueves, marzo 01, 2012

Y el mundo habló


Todo terminó como empezó. Con Rafael Correa, el presidente, en el centro de todo. El ciudadano jamás se asomó en el juicio. Siempre fue el presidente. Y en ese último acto, con invitados, aplausos y pantallas gigantes, quedó más evidente que nunca la desinstitucionalización del Estado y la concentración del poder en una sola persona. Correa, el magnánimo, el gran benefactor, decidía el futuro de seis personas inocentes.

Sea por cálculo político, presión internacional, o por un real y sincero convencimiento, la decisión de Correa de ponerle fin a sus abusivos juicios es un triunfo para el periodismo y la libertad en este país. Correa hizo lo correcto, aunque demasiado tarde para detener el papelón a nivel mundial. Los juicios y las condenas nunca debieron ocurrir en un país que se dice democrático. Y el presidente, a su manera, aceptó su error.

En su carta, Correa omitió la intolerancia de un presidente de la República, quien por su cargo debe ser el más tolerante de todos; el absurdo de demandar a una compañía y a los directores de un diario por un artículo de opinión; el abuso de demandar como ciudadano, pero presentándose siempre como presidente, hasta con cadenas nacionales que ya el amigo fiscal dijo que nada de malo tenían; los desproporcionados montos de las demandas; la complicidad de jueces que dictaron sentencias vergonzosas; y las irregularidades y grandes cuestionamientos sobre el juicio que todavía deben aclararse.

Correa repitió que cumplió con tres objetivos: que se probó que EL UNIVERSO mintió, que se evidenció que los directivos del medio también son responsables, y que se logró que los ciudadanos superen el miedo a la prensa. Falsas conclusiones basadas en el apoyo de jueces dispuestos a darle la razón en todo.

Creo, en cambio, que todo este proceso ha dejado dos importantes lecciones. Primero, demostró que no estamos solos. Aunque el Gobierno quisiera hacer lo que le da la gana como si viviéramos aislados del mundo, este proceso demostró que las democracias, y las instituciones y medios internacionales van a reclamar y presionar a los gobiernos que abusen de su poder. El papelón de Correa tuvo una condena global. El mundo habló. Y Correa tuvo que escuchar.

Segundo, demostró que aquí hay periodistas, medios y ciudadanos dispuestos a pararse firme frente al poder. Es cierto que hoy en día muchos callan o moderan sus opiniones y reportajes ante el miedo o para mantener una buena pauta publicitaria del Gobierno. Ni hablar de los medios públicos e incautados, claramente alineados al mensaje oficial. A pesar de ello, Correa aprendió que hay periodistas que tomarán el camino difícil para defender su derecho a investigar, informar y cuestionar al poder.

Si Correa buscaba con estos juicios elevar el debate sobre el periodismo en el país, falló en grande. Logró lo contrario, obligando a los medios a concentrarse en su defensa ante el opresor, y a los periodistas y la sociedad a luchar por el elemental derecho a expresarse.

Ahora toca mirar hacia adelante. Continuar y mejorar el trabajo de los medios, reportando, investigando, opinando, cuestionando al poder, siendo críticos y autocríticos. Demostrando que aquí la prensa sigue más viva que nunca.