jueves, noviembre 25, 2010

¿Nuevo comienzo?


Hace pocos días, el Gobernador del Guayas reclamaba que este Diario exageraba la cifra de secuestros express. Dijo que la información era “falsa, sesgada y que causa conmoción en la ciudadanía”. El PP, el nuevo diario del Gobierno que todos pagamos y pocos leen, también desmintió las cifras de EL UNIVERSO. Que no fueron 11 secuestros express en un día, solo 4. Con la misma historia me encontré en el noticiario de TC. El Gobierno y sus medios enfocados en atacar las noticias sobre la delincuencia, antes que a la delincuencia y sus causas.

El asesinato de un niño cambió todo. Se convirtió en una noticia imposible de controlar. Muere por “un reloj y un celular”, dijo Rómulo Barcos, su papá. Ahora sí, las autoridades prometen “profundizar” su lucha contra la delincuencia.

¿Hace falta que la muerte de un niño esté en todas las portadas y noticieros para que hagan algo?

En estos días hemos escuchado varias propuestas. Nebot pidió una reforma al Código Penal, para evitar que los reos de delitos graves salgan por la caducidad de la prisión preventiva. El Fiscal del Guayas indicó que la prohibición de portar armas no ha funcionado y debe revisarse. Otros dicen que los policías deben ser de la misma ciudad. Que la seguridad sea competencia municipal. Propuestas válidas, que ayudarían parcialmente con el problema. Dudo, en cambio, que poner visas a colombianos y peruanos, como propone Nebot, sirva de algo. Solo lograría aislarnos más.

Según Correa, las invasiones en Guayaquil son culpables de la delincuencia. “Si continúa todo esto: las invasiones y que la gente siga viviendo en condiciones precarias, ¿ustedes creen que pueda parar la delincuencia en este país, en esta ciudad al menos?… ¿Acaso este abandono es provocado por el Gobierno?, esto es responsabilidad del Municipio”, dijo Correa. La culpa es siempre de otros, nunca del Gobierno.

Bien que el Presidente quiera ponerle fin a las invasiones, pero ahí no está el origen del problema sino su consecuencia. El desempleo, la pobreza y la falta de educación y oportunidades de miles de personas, sumado a la ausencia de un verdadero plan de seguridad, nos tiene como estamos. Correa busca lavarse las manos, cuando el mismo Gobierno rechazó la participación del Municipio en la lucha contra la delincuencia. Cuando el mismo Gobierno ha sido incapaz de atraer inversiones y generar empleo, a pesar de su altísimo gasto público.

La generación de empleo es clave. Junto a eso, una educación de calidad manejada por maestros, no por gremios politiqueros, formará una sociedad menos violenta. Son soluciones a mediano plazo en las que deberíamos estar avanzando. Pero en ambos frentes, el Gobierno se queda para supletorio. En las de corto plazo ni hablar. ¿Cuál es el plan contra la delincuencia? ¿Cuáles son las acciones concretas?

“No entiendo las disputas, no entiendo los colores, no entiendo los partidos. Lo que sí sé es que si nos dividimos ganarán los malos”, dijo Rómulo Barcos.

¿Veremos un cambio de actitud en las autoridades? ¿Verán más allá de intereses políticos y electorales?

La politiquería ha estado por encima de nuestra seguridad demasiado tiempo. Necesitamos un nuevo comienzo.

jueves, noviembre 18, 2010

Aves de paso


Mientras espero mi vuelo a Quito en el aeropuerto de Guayaquil, me entero que la pugna por las aves ha terminado. La Fundación Aeroportuaria de Guayaquil y la Dirección de Aviación Civil han llegado a un acuerdo para trabajar juntos en el control de las aves del islote el Palmar, que significaban un riesgo para los aviones que llegan a este aeropuerto.

Antes de esta pugna, yo no tenía idea que todos esos pajaritos que se ven muy tranquilos en el islote del río Daule, podían poner en peligro mi vuelo estrellándose contra las turbinas del avión. Ahora, no puedo dejar de imaginar a esa inmensa población de aves conspirando para derribarnos en un masivo ataque suicida. (Parece que tantas cadenas del Gobierno me han llenado de teorías).

Me alegro que haya terminado esta nueva pelea entre el Gobierno central y un ente local guayaquileño. Molesta que se den estas acusaciones malintencionadas de autoridades centrales. Este enfrentamiento por un tema totalmente técnico y con obvia responsabilidad del ente gubernamental, nos rebajó nuevamente como sociedad.

Regreso a la sala de espera. Predominan los sacos y corbatas encorvados frente a sus laptops y celulares. Aquí la mayoría viajamos por trabajo. Tenemos suerte. En este país de desempleo y subempleo –que aunque las autoridades los separen en las estadísticas, son casi lo mismo– tener un trabajo es la excepción.

Los periódicos que aquí algunos ojean nos cuentan que a los casi cuatro años de Gobierno se aprueba el Código de la Producción. Esperemos que sirva para algo. Esperemos que realmente estimule la inversión y producción en este país. Pero en esto soy pesimista.

Dudo que sirva de mucho otro documento con una serie de leyes nuevas. De poco sirven leyes que ofrezcan estímulos y apoyo si el Gobierno inspira desconfianza. De nada sirve una kilométrica Constitución si al final se hace lo que deciden en Carondelet. Antes de invertir aquí, cualquiera considerará varios países cercanos mucho más seguros. ¿Por qué venir a Ecuador si Colombia y Perú me ofrecen más garantías y estabilidad? ¿De qué me sirve el Código de Producción si mañana me cambian las leyes y pasado mañana las vuelven a alterar?

Las inversiones no vendrán por un nuevo Código. Vendrán porque existen garantías, estabilidad, institucionalidad. ¿Tenemos algo de eso en esta nueva época ultrapresidencialista?

Hora de abordar. Cruzar los dedos para que a las aves no se les ocurra salir a pasear en grupo justo ahora.

Al final, queda la esperanza que son aves de paso. No las del islote. Esas seguirán más tiempo ahí hasta que las logren ahuyentar. Sino las del Gobierno. No estarán de largo. Disfrutarán por ahora las corbatas, la oficina, la secretaria, los cocteles, el carro, el chofer. Pero los ecuatorianos se darán cuenta, tarde o temprano, que necesitamos un cambio de equipo que ponga a este país en el mapa. Un Gobierno que sin necesidad de códigos, mil leyes, promesas y discursos, pueda desde el primer día generar la confianza necesaria para que otros pongan aquí su plata. Solo ahí hablaremos realmente de producción, trabajo y bienestar.

jueves, noviembre 11, 2010

Nuevas voces socialistas


Rafael Correa podría aprender mucho en su próxima reunión con José Mujica. Ojalá hablen de los medios, la prensa y esas cosas que tanto molestan a Correa.

Sería bueno que nuestro Presidente, tal vez queriendo ganarse la simpatía del ex guerrillero y hoy presidente de Uruguay, se queje de los medios ecuatorianos y le cuente cómo los enfrenta a diario. Le contaría que ha logrado, por ejemplo, deshacerse de los dos principales periodistas opositores en TV. Y cómo logró que los banqueros no puedan tener medios, pero que el Gobierno sí tenga varios bancos y cada vez más medios. Y cómo con la nueva ley controlará aún más a los canales de TV y diarios.

Mujica escucharía a Correa. Pero lo sorprendería diciéndole lo que hace poco dijo a la revista Veja de Brasil. Rafael, “la mejor ley de prensa es la que no existe”. Mira, Rafico, te doy un consejo, “cuando un gobierno se muestra más tolerante con la diversidad, ayuda a formar una prensa respetuosa, pero si opta por radicalizar sus políticas, se va todo al diablo”.

Imagino la cara de Correa. No comprendería cómo un revolucionario, ex guerrillero, promueve la libertad total para la prensa. No entendería por qué un socialista como Mujica no querría controlar a los medios, ponerlos en su lugar, mostrarles quién tiene el poder.

Pero Correa no se daría por vencido así nomás. Y cambiaría a otros temas que seguro compartiría con el líder uruguayo, a quien una vez calificó con admiración como “el Mandela sudamericano”. Le contaría, por ejemplo, de sus empresas socialistas, los nuevos canales y diarios “públicos”, los nuevos ministerios, y todo lo que su Gobierno –no el sector privado– maneja de forma altiva y soberana para el bien de los ecuatorianos. Pero Mujica replicaría con algo que también dijo en su entrevista: “la estatización es una solución abandonada, una receta perfecta para desarrollar una burocracia opresora”.

Correa entonces insistiría en los aciertos de su Gobierno, hablando del gran gasto social, los nuevos programas, y ese presupuesto generoso que en parte cubrirá con miles de dólares en préstamos chinos y de los afiliados del seguro social. Y Mujica continuaría: “equilibrio fiscal, mantener una economía austera y no jugar con la inflación” son factores “que ya no pueden estar en discusión ni por la izquierda ni por la derecha o el centro”. “El crecimiento económico es una condición sine qua non para la distribución de la riqueza”.

Correa no podría escuchar más al presidente uruguayo. No soportaría esas ideas salidas de un socialista. Mejor me voy donde mi colega economista Dilma Rousseff, la próxima presidenta brasilera del Partido de los Trabajadores. Con ella seguro nos entenderemos mejor. Pero Dilma lo recibiría diciéndole lo que ha dicho en su país: “Defiendo la total e irrestricta libertad de prensa… esa libertad es la única alternativa al silencio de las dictaduras”.

Desorientado por tanta blasfemia salida de colegas socialistas, Correa recurría a una tranquilizante dosis de eco autoritario y tercermundista. Viajaría a Venezuela, Argentina o Bolivia, para ahí sí despotricar contra la prensa y aprender nuevas estrategias para controlar la información.

Ojalá Correa escuche y aprenda de las nuevas voces socialistas. Suenan mejor.

jueves, noviembre 04, 2010

Bueno por conocer


Hay opositores y opositores. No todos tienen la misma legitimidad. Pero ante la falta de voces y líderes de oposición, vemos con tristeza cómo sobresalen y hasta se consideran como opciones válidas quienes menos nos convienen.

Me sorprendió y decepcionó mucho, por ejemplo, escuchar a Carlos Alberto Montaner, respetado periodista y escritor liberal cubano, presentar a Lucio Gutiérrez, en una charla del Instituto Interamericano por la Democracia en Miami, como “un demócrata a carta cabal”, “una de las opciones políticas más interesantes” y “una de las esperanzas de la reconquista democrática para Ecuador”.

El Gobierno ecuatoriano aprovechó las imágenes de esta charla en Miami para inventarse que ahí se conspiraba para dar un golpe de Estado. Montaner contestó muy bien la acusación y manipulación del Gobierno diciendo que “jamás en mi vida he visto que una conferencia abierta al público, convocada por una institución académica y auspiciada por una universidad muy reconocida, filmada y colocada en internet, junto a las fotos de los participantes, forma parte de una oscura conspiración. Esa es una reacción muy poco seria, paranoica, de quienes disfrutan el papel de víctimas y tienen la mala costumbre de alentar permanentemente la conmoción social”.

Montaner tiene ahí toda la razón. Pero en lo que sí está perdido es en su apreciación de Lucio Gutiérrez como demócrata. Olvida que Gutiérrez se dio a conocer justamente por liderar un golpe de Estado. Y luego como Presidente estuvo muy lejos de ser un demócrata ideal. Él mismo se autoproclamó “dictócrata” y en un acto de autoritarismo y acaparamiento de poderes –que Correa ya ha superado de largo– removió a la Corte Suprema de Justicia para rearmarla a su gusto.

Preocupa que en foros internacionales presenten a Gutiérrez como una alternativa seria y democrática para el Ecuador. O que encuentre apoyo en el país como un opositor válido. No podemos llegar a ese nivel de desesperación. Debemos encontrar una real alternativa democrática a este Gobierno.

Esa alternativa será una persona que represente lo opuesto a Rafael Correa. Alguien que sí entienda de economía y cómo hacerla andar. Que utilice el poder para servir, no para perseguir. Alguien que comprenda que el Gobierno está para protegernos y garantizar nuestra libertad, no para imponer su voluntad, decidir por nosotros y controlar nuestras vidas. Alguien respetuoso, conciliador, que sepa escuchar y una a los ecuatorianos, en lugar de confrontarlos. Que promueva al sector privado, no el despilfarro público, como motor de desarrollo y aliado en la lucha contra la pobreza. Alguien con experiencia generando empleo, liderando personas, administrando recursos. Alguien a quien no lo sorprenda ni le quede grande el poder.

En condiciones normales, Correa estuviera acabando su periodo presidencial. Estaríamos cercanos a las elecciones con un triste panorama en la oposición. ¿Lucio Gutiérrez? ¿Fabricio Correa? No, por favor. Podemos y debemos valorarnos más como país. Empujar nuevas voces y rostros de oposición que hoy están callados.

No se trata de apoyar a cualquier opositor. Cambiar un caudillo por otro no logra nada. Se trata de buscar un verdadero cambio para bien.

No nos sirve el malo conocido. Necesitamos el bueno por conocer.