jueves, julio 30, 2009

La falsa unidad

¿En qué momento la ideología suplantó a la verdad? ¿En qué momento la afinidad ideológica se puso por encima de nuestro bienestar, progreso y unidad?

Hoy, la Latinoamérica del club de Chávez responde ante todo a la ideología, o lo que definen como ideología según sus conveniencias. La verdad es relativa. Depende de quien la diga. La supuesta unidad entre los pueblos aplica solo para aquellos regidos bajo la espada chavista.

Chávez se vuelve a pelear con el gobierno colombiano. Ha retirado su embajador en Bogotá y advierte con romper relaciones con ese país. También amenazó con expropiar las empresas de capital colombiano en Venezuela y poner fin a todos los acuerdos comerciales con el gobierno de Uribe.

Chávez está dispuesto a ir contra los intereses de los propios venezolanos que día a día compran y venden productos a sus vecinos. Está dispuesto a romper la unidad entre dos países que comparten la misma cultura y hasta la misma bandera. Todo porque no simpatiza con el gobierno colombiano. Porque Uribe no es parte de su círculo socialista autoritario.

Con Correa la cosa va igual. Más aranceles a productos colombianos. Amenazas de guerra con Colombia. “Si Colombia nos agrede nuevamente, la respuesta será militar”, dijo el Presidente. ¿Obedecen estos aranceles a una estrategia para favorecer al Ecuador o hay detrás una dedicatoria para perjudicar a Colombia? ¿Reflejan estas amenazas bélicas una defensa de soberanía, o las impulsa una antipatía con el vecino?

En la posesión del presidente Martinelli en Panamá no estuvieron los amigos del club. Con un presidente empresario no aplica eso de la unidad latinoamericana. Pero si fuera del equipo socialista los hubiésemos visto en primera fila.

Con Zelaya, en cambio, sí aplica la unidad de los pueblos y todos esos discursos. ¿Imaginan a Correa y sus amigos hablando de democracia y volando solidariamente en sus jets a acompañarlo, si Zelaya no fuese parte de la jauría chavista?

Por acá, el Fiscal quiere investigar a los ecuatorianos que le creen al Mono Jojoy. Pero solo al video, no al último comunicado de las FARC que niega haber financiado la campaña de Correa. Ese sí tenemos que creerlo todos. Nuestra libertad, al igual que la unidad regional, condicionada por nuestra ideología y afinidades políticas.

Tantos discursos solidarios, tanta labia patriotera, para al final ser los primeros en romper relaciones con países hermanos.

La unidad latinoamericana es una farsa mientras esta se limite a pasajeras coincidencias ideológicas y no a intereses comunes prácticos, permanentes y reales. Sobre todo no existirá, mientras tengamos presidentes que desconozcan principios básicos, como el respeto a la propiedad privada y a la libertad individual, y pretendan suplantarlos por la imposición de un estado omnipotente que rige sobre la voluntad, derechos y deseos de la gente.

Otra década perdida para América Latina, sobre todo la que baila al ritmo de la canción que le pongan en Caracas. Los que más hablan de unidad, sueños bolivarianos, y hermandad de los pueblos, destruyen la posibilidad de caminar juntos. Lastimosamente, el resto de líderes que debería guiar nuestra unidad hace su trabajo casa adentro en silencio, mientras los escandalosos fans de las boinas rojas conducen este nefasto show directo al barranco.

jueves, julio 23, 2009

El baile del mono

Veo un video de Hugo Chávez dando su mensaje a la Asamblea Nacional. Chávez dice: “Las FARC y el ELN no son ningunos cuerpos terroristas, son verdaderos ejércitos que ocupan un espacio en Colombia… hay que darles reconocimiento… son fuerzas insurgentes que tienen un proyecto político, que tienen un proyecto bolivariano, que aquí es respetado”. Los asambleístas se ponen de pie y aplauden emocionados las palabras de su jefe máximo.

En otro video, Raúl Reyes envía un afectuoso mensaje a los participantes del II Congreso Continental Bolivariano, organizado el año pasado en Quito, por la ultraizquierda bolivariana latinoamericana. “Unidos seremos invencibles… se hace imprescindible la lucha antiimperialista en nuestro continente,” les decía a los jóvenes bolivarianos, entre los que no podía faltar la Brigada Simón Bolívar del ex subsecretario de Gobierno, José Ignacio Chauvin. Algunos participantes visitarían días después a Reyes, encontrando junto a él la muerte.

Dos videos. Dos instantes de muchos que muestran una verdad. Las FARC, junto a los gobiernos de Chávez, Correa y compañía, son políticamente afines y comparten una ideología bolivariana.

Ahora aparece un video del Mono Jojoy, líder guerrillero. Habla de un aporte de las FARC a la campaña de Rafael Correa. Y ante estas declaraciones, los personajes del gobierno ecuatoriano inmediatamente gritan foul.

“¿Desde cuándo le creemos al Mono Jojoy?”, pregunta Javier Ponce, ministro de Defensa. “Ahora resulta que la palabra del Mono Jojoy es la voz de Dios”, dice Gustavo Darquea, asambleísta electo de PAIS.

Tal vez no le creyera al Mono si este Gobierno no estuviera habitado por admiradores de las FARC. Pero cuando la franquicia bolivariana, exportada desde Venezuela, es el sello común que encierra todos estos proyectos revolucionarios, las palabras del Mono Jojoy suenan muy creíbles.

Ricardo Patiño dijo que las FARC pudieron haber entregado el dinero a alguien que las engañó pasándose por un representante de la campaña de Correa. Es posible. Pero dudo que cien mil o más dólares se entreguen, así nomás, al primero que toque las puertas de la selva pidiendo plata con una banderita verde de Alianza PAIS.

Correa, para variar, le dio la vuelta al asunto buscando culpables. Dijo que el video es una estrategia “para desestabilizar a los gobiernos progresistas” y que “hay una arremetida de la derecha y de todos sus instrumentos y todas sus armas, entre ellos, los medios de comunicación”. Ahora los culpables son los medios por transmitir el video.

Correa dice que no conoce personalmente a nadie que pertenezca a las FARC. Le creo. Pero el asunto no es si Correa se ha tomado un trago con los guerrilleros. El asunto es si estos guerrilleros tienen excesiva influencia en este Gobierno, sea por afinidad ideológica o, peor aún, por contribución a la campaña.

La otra noche un periodista le decía a su entrevistado que en defensa de nuestro país debíamos defender al presidente Correa de estas acusaciones. Pero los intereses del país y su Presidente no son siempre los mismos. Necesitamos saber la verdad de quienes nos gobiernan. Está en juego la imagen de PAIS y de nuestro país, casa adentro y ante el mundo. Por la plata baila el mono, canta Wilfrido Vargas. Debemos saber quiénes bailaron aquí.

miércoles, julio 22, 2009

When in Rome…

“Busquemos un apartamento en el Centro” fue lo primero que nos dijimos cuando regresamos a Guayaquil. Luisa, mi entonces enamorada que pronto sería mi esposa, y yo habíamos vivido algunos años en New York. Se nos había metido hasta los huesos la emoción de la ciudad y el gusto enorme de poder caminar a cualquier lugar. De tener a solo pasos de tu apartamento todo lo que necesitas en tu vida: un par de mercaditos para las compras de la semana; una farmacia para la gripe de invierno; una lavandería donde un par de coreanos dejaban tu ropa como nueva; una ferretería para colgar ese cuadro que compramos a un vendedor frente al Guggenheim; una tienda independiente de videos para alquilar la maratón de películas de Woody Allen; una licorería para el whisky con Club Soda a falta de Güitig; un Citibank para vaciar la cuenta mes a mes; tres bares, uno para rebosarte con jarras de cerveza barata, otro para dártelas de sofisticado con un martini bien cargado, y otro donde las gringas bailaban sobre la barra; un par de cafeterías para pasar la lluvia con un buen libro; tres Starbucks para usar el Internet gratis mientras hacíamos que el café de cuatro dólares nos dure cinco horas; y restaurantes, todo tipo de restaurantes: un chino al que pedíamos a domicilio, un par de italianos para cuando nos daba por comer más fino, uno francés para cuando teníamos algo que celebrar, uno japonés para el sushi de los domingos, uno coreano en el que metías todo en un caldo que te mataba el chuchaqui, uno hindú y otro mexicano para cuando queríamos desafiar nuestra resistencia estomacal, y un clásico Ray’s Pizza para matar el hambre de las 4 de la mañana.

La ciudad era para vivirla en cada esquina. Llegamos con esa ilusión de vivir Guayaquil. En el Centro. Nada de alejarnos de la realidad en esas urbanizaciones cerradas. Queríamos asfalto, bar de la esquina, ruido de carros, vista al malecón y río Guayas.

Pero la realidad fue matando rápidamente nuestra ilusión. Guayaquil tristemente no era New York. Si bien los precios de alquiler era incomparablemente mejores –lo que me costaba alquilar un cuarto milimétrico con baño compartido con cinco roommates en New York, acá alcanzaba y sobraba para un buen apartamento--, la oferta era decepcionante. Quedan los mismos viejos edificios de siempre. Y descubrimos que aquí no tendríamos todo lo que necesitamos a un par de cuadras. Acá tocaba meterse en el carro rumbo al Supermaxi hasta para comprar un cepillo de dientes.

Abandonamos rápido la búsqueda en el Centro. Pero seguimos firmes en nuestra negativa de caer en esa vida suburbana tras garitas y con casas igualitas. La suerte estuvo con nosotros. Encontramos el apartamento perfecto en las Lomas de Urdesa, con una vista a Guayaquil entero. Aquí tenemos la ciudad a nuestros pies, sus murmullos, sus ruidos de ambulancias y alarmas, su viento de verano. Sentimos, escuchamos, respiramos la ciudad.

Pero el tiempo pasa y ahora vemos nuevas opciones para mudarnos. Y aquí viene mi confesión. No estamos buscando lugares en el Centro o en algún rincón urbano. No. Fuimos directito a todo aquello que habíamos rechazado recién llegados hace solo cinco años. Al mundo suburbano de jardines perfectos, guardias en bicicleta, casas clonadas, canchas de tenis, pista de jogging, piscinas, y parques para niños con columpios que garantizan cero rasguños. Fuimos a buscar entre esas urbanizaciones con nombres paradisíacos que siempre combinan masas de agua como río, lago, laguna, ribera con palabras siempre brillantes como sol, dorado, o algo por el estilo.

Y lo confieso. Me gustó lo que vi. Mi hija Sofía estaba tan feliz corriendo libremente por el parque sin que nadie le grite ¡cuidado con los carros! La pista de jogging me vendría perfecta para salir a trotar cada mañana sin tener que esquivar el humo de los buses y al idiota que se pasa la luz roja. La garita y los guardias nos dejarían dormir más profundo, sin pensar en el vecino al que le vaciaron la casa hace unos días.

Mientras la corredora nos contaba del sistema de gas centralizado y nos mostraba las canchas de fútbol con césped sintético, mi cabeza solo acertaba a repetir “en Roma haz como los romanos”. Qué le vamos a hacer. Guayaquil no es New York, ni lo será aunque lo intente. Y además, estos dos amplios parqueos me vienen perfectos.

Ya que estamos claudicando a nuestros sueños urbanos, nos hemos hecho una sola promesa: jamás una minivan. Ya veremos en cinco años.


* Publicado en revista SoHo de Julio.

jueves, julio 16, 2009

Nuevos amigos

De un solo toque, la patria ya es de ellos. El supuesto movimiento del cambio recibe, de brazos abiertos, al partido de la guatita y las mochilas escolares.

En nuestra política todo vale. Lo importante es alcanzar los votos necesarios. Alianza PAIS está en su derecho. No es el primero, ni será el último.

¿Qué pueden tener en común, por ejemplo, María Paula y Dalo? ¿Una misma visión política? ¿Compartido gusto por la música cristiana? Nada de eso. Tienen en común, por voluntad propia o imposición de arriba, los intereses de Rafael Correa y su círculo cercano.

Leo que están incómodos varios asambleístas de Alianza PAIS. ¿Cómo no estarlo? El hermano del Presidente se parece tanto a los parientes de esa partidocracia que ellos se pasan criticando. Y ahora su partido ha llegado a un acuerdo con el PRE, abanderado de las mañas de esa misma partidocracia. ¿Cómo no sentirse incómodo con estos nuevos amigos impuestos desde Carondelet?

Según El Comercio, Marcos Martínez, asambleísta de Alianza PAIS, dijo que “cualquier acuerdo con el PRE me despierta serias sospechas, parece que nos hemos olvidado de los hechos del pasado reciente, un acuerdo con el PRE es un acuerdo con la mafia política y económica…”.

Pero no deberíamos sorprendernos. Cada día es más claro que el único real cambio que ha traído este Gobierno es reemplazar las corbatas y guayaberas por las camisas decoradas. Pura imagen. De fondo nada. Se repiten las prácticas de siempre. Y hasta las superan.

Abdalá Bucaram pide que el Gobierno de Correa investigue su remoción del poder en el año 97. Al igual que Correa se ha opuesto con tanta pasión al golpe contra Zelaya en Honduras, ahora deberá apoyar al compañero de Panamá. “Si reclamamos por el golpe a Zelaya… tenemos que aprender a reclamar por el golpe a Bucaram”, señaló el loco que ama.

Todo esto lleva a pensar que pronto tendríamos con nosotros a Abdalá, en helicóptero, con brazos en alto, y su velero llamado libertad. Más allá de los escándalos políticos y los juicios por malversación de fondos en contra de Bucaram, sus “coincidencias” políticas con el actual Gobierno lo ayudarían a regresar.

Ricardo Patiño dice que no hay pacto alguno con el PRE. Que solo hay coincidencias con respecto al proyecto político del Gobierno. Dalo Bucaram ha dicho que tiene fe en el proceso de cambio que vive el país que es “la única salida para terminar con la partidocracia…”. Levante la mano el que les cree.

Quién sabe. Tal vez tantos años de amarres bajo la mesa y acuerdos chuecos nos han vuelto demasiado desconfiados. Tal vez este grupo de asambleístas, muy rimbombantemente denominados “Acuerdo Democrático por la Descentralización y la Equidad”, se han unido al Gobierno desinteresadamente, pensando solo en el bienestar de los ecuatorianos.

Pero si la cosa no es así, preferiría que nos digan de frente, por ejemplo: “Compañeritos, les informamos del pacto al que hemos llegado. A cambio del apoyo y los votos de los asambleístas del PRE, nos inventaremos una comisión para estudiar el caso del compañero Abdalá, cuya conclusión será que nuestro loco es inocente y debe regresar”.

Eso sí sería un cambio.

jueves, julio 09, 2009

Más negocios, menos sueños


Fabricio Correa, hoy la principal voz de oposición, dice muchas cosas que este Gobierno necesita oír. Lástima que Fabricio sea Fabricio.

El mayor de los Correa no es el mejor ejemplo empresarial. Representa el éxito como consecuencia de la cercanía con el poder, y no de una libre competencia. A pesar de eso, Fabricio la tiene clara. Sabe que el progreso se logra con el impulso de la empresa privada, no con los cuentos socialistas de su ñaño.

“¿Usted cree que hay alguien tan insensato como para invertir en Ecuador cuando las leyes no son lo que dicen…?”, se pregunta Fabricio. Sabe que en el país de Rafael nadie quiere arriesgar su dinero (a menos, claro, que como él se esté cerca del Gobierno).

Fabricio defiende al sector privado. Critica que por Carondelet sobran especialistas en vivir del Estado, que no saben lo que es emprender, producir y crear trabajo. Dice lo que el país necesita escuchar. Pero desafortunadamente, los últimos negocios del más locuaz defensor de la empresa privada, le restan credibilidad a sus palabras.

En lugar de un país de empresarios, propietarios y emprendedores, que es a lo que debemos aspirar, este Gobierno prefiere un gobierno de servidores públicos. En lugar de crear las condiciones para que exista una competencia abierta y sin preferencias; este Gobierno genera más condiciones para corrupción, palancas, y preferencias al aumentar la presencia, trabas e influencia del Estado en asuntos privados.

El Presidente conoce los resultados de las empresas públicas. Ahí está Alegro, a la que en enero dio un ultimátum: o gana plata o se vende. ¿Y eso en qué quedó? Ahí está El Telégrafo. Todos los ecuatorianos pagamos los gastos de un diario con poquísimos lectores y menos suscriptores. Y Correa quiere más. Ahora creó una empresa farmacéutica estatal. Hagan sus apuestas de cuánta plata nos costará. Estas empresas no son empresas. Solo sirven para chuparnos plata, subsistir gracias a sus privilegios, y crear falsos empleos burocráticos.

Debería al menos en esto escuchar Rafael a Fabricio. Entender que la empresa privada es la mejor aliada en la lucha contra la pobreza. Que no hay mejor acción social que la generación de un nuevo puesto de trabajo (pero un trabajo de verdad, no esos puestos públicos inventados que tanto gustan a los líderes de PAIS). Que con solo generar las condiciones para que más ecuatorianos se conviertan en empresarios, este Gobierno haría más por el país que con todos sus programas, ministerios, campañas, y comisiones que se pasa creando. Pero Correa va en sentido contrario.

Correa dice que él defiende sueños, mientras su hermano defiende negocios. ¡Pero nos sobran sueños! Nos faltan más negocios y más empresas que generen más trabajo. Los sueños que nos quieren vender solo sirven para alimentar las bocas cercanas al poder. Son los negocios y las empresas de quienes invierten, arriesgan y se la juegan a pesar de este Gobierno, los que al final nos acercan más a los sueños de ese país que queremos.

Lastimosamente, el Correa que sí lo entiende no tiene mayor credibilidad ni nos sirve de referente moral. Y el Correa que no lo entiende es, tristemente, el Presidente.

jueves, julio 02, 2009

¿Bolas?

A raíz del golpe de Estado en Honduras, por varios celulares circuló un mensajito que decía: “Con carácter de urgencia, se necesitan bolas de militares de Honduras para trasplantárselas a militares venezolanos”. Más allá del chiste, no comparto el mensajito. Lo de Honduras no debe ocurrir en nuestra época. Latinoamérica vive tiempos más civilizados, aunque a veces nuestros gobiernos se empeñen en demostrar lo contrario.

Quienes apoyan el golpe de Estado en Honduras dicen que en realidad no lo es. Que los militares están restaurando el Estado de derecho al librar al país de un presidente empeñado en violar la Constitución. Tal vez tengan razón en el fondo, pero fallaron en la forma. Si sacar por las armas a medianoche y en pijama a Manuel Zelaya de su casa no es un golpe de Estado, no sé qué lo es. Pueden tener todas las razones del mundo. Pero pudieron encontrar formas más civilizadas de oponerse al gobierno sin llegar a estos extremos.

No se puede justificar la acción de los militares en Honduras apelando a la defensa de la Constitución y democracia, por muy chavista o abusador de las leyes que sea Zelaya. La comunidad internacional hace bien en oponerse al golpe.

Pero lo irónico de todo esto es ver a Hugo Chávez y su club de fans de la ALBA como voceros de la democracia. ¿No es este el mismo Chávez que se hizo famoso en su país justamente por intentar un golpe de Estado contra el presidente Carlos Andrés Pérez? ¿No es este el mismo Rafael Correa que apoyó la destitución de Lucio Gutiérrez, de la que se beneficiaría al ser nombrado Ministro de Economía por su sucesor? ¿No son estos presidentes los maestros en hacer de la Constitución y las leyes plastilina que moldean a su favor? Que no se vengan a hacer los muy democráticos ahora.

Por eso no les creo a Chávez y compañía cuando hablan de democracia. Eso no les importa. Les importa aumentar su poder e influencia en la región. Cuando la palabra democracia les conviene para ese fin, ¡que viva la democracia! Cuando son las armas y la violencia, ¡que viva la rebelión!

Y tampoco le creo mucho al gobierno de Estados Unidos y otros que piden que vuelva Zelaya al poder. En el fondo no quieren que regrese. Prefieren que se quede afuera para que Chávez no tenga a Honduras bajo su control. Pero, a pesar de ello, defienden con razón la institucionalidad para no sentar un mal precedente en la región.

Tarde o temprano –y esperemos que no muy tarde– los malos gobiernos terminan. Pero no deben hacerlo por las armas como en Honduras, sino por las urnas. Como lo acaban de hacer los argentinos que despiertan de la seducción socialista de los Kirchner. Como lo harán eventualmente el resto de países latinoamericanos, hoy embobados con el populismo bolivariano.

En democracia toca ser democráticos y seguir las reglas del juego. Las armas, uniformes y toques de queda que se queden guardados en otra era. No queremos fortalecer a Chávez y sus amigos enemigos de la libertad, convirtiéndolos en solapados abanderados de la democracia. Suficientes falsos mártires con los del pasado, como para andar creando nuevos.

miércoles, julio 01, 2009

Revista la U. - Julio 2009

Ya está circulando la U. de julio en tu universidad!!!



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