lunes, octubre 16, 2017

Tibio, tibio


Ecuador, Bolivia y Venezuela ocuparon la cola en la tabla de clasificación al Mundial de Rusia 2018. Curiosa y triste coincidencia que sean también gobiernos regidos por el socialismo del siglo XXI. Se vuelve costumbre esto de estar a la cola.

Iba bien Lenín. Iba muy bien. Parecía que se desmarcaría en serio de este socialismo del siglo XXI que nos tiene a la cola del desarrollo. Lo estaba haciendo tan bien en lo político, que pensamos que en lo económico apuntaría también en la dirección coherente; es decir, la contraria a la de Correa.

Pero sus propuestas económicas nos recordaron que este gobierno sigue siendo en gran medida correísta. Nada de apertura comercial. Nada de reducir en serio el obeso aparato gubernamental. Más proteccionismo, más impuestos, más intervención estatal.

El anuncio de sus medidas económicas nos dejó en las mismas. Tibio, tibio. No son medidas radicales al estilo correísta, de esas que espantan a empresarios y lleva a la gente a guardar su dinero bajo el colchón. Tampoco son medidas que solucionen nada. En definitiva, más de lo mismo del correísmo, versión buen humor cuántico.

Este Gobierno habrá logrado mucho si concreta el cambio político que nos lleve a ser un país con mayor institucionalidad, independencia de poderes y libertad. Cuando en el mes de julio escribí aquí sobre la necesidad de llamar a una consulta popular para acabar con la reelección indefinida, era solo una aspiración lejana. No pensé que Lenín lo haría. Pero lo hizo. Me dejó frío. Nos dejó fríos a muchos que pensamos que su gobierno solo sería más correísmo. Lenín tomó el camino correcto en lo político.

En lo económico deja muchísimo que desear todavía. Tanto se ha quejado que no le dejaron la mesa servida que uno esperaría políticas distintas a las correístas. Pero Lenín y su equipo insisten en la protección de la industria nacional, limitar importaciones y subir impuestos. Lo mismo que hizo Correa. Lo mismo por lo que fracasó Correa.

Piensan tal vez que el fracaso correísta se debió a la enorme corrupción de la década robada o a esa incertidumbre constante que los cambios de ánimo y caprichos del loco del ático causaban en los mercados. Sí, la corrupción y el ambiente de confrontación tuvieron que ver con el fracaso económico. Pero lo de fondo fue el estatismo asfixiante durante esa década. Fueron las trabas, los aranceles, poner al Estado como centro de todo en perjuicio de la iniciativa privada.

Las medidas de Lenín presentan ciertos cambios positivos para las pequeñas empresas, con menos impuestos e incentivos. Pero son medidas insuficientes para volvernos más productivos, atraer inversiones y generar empleo. Si la opción sigue siendo más proteccionismo en lugar de apertura comercial, difícilmente el resultado será distinto al de la última década.

Queda la esperanza de que Lenín escuche y esté abierto a analizar los efectos de sus políticas económicas. Que al ver que no se dan los resultados esperados, tome el otro camino.

Ya estamos cansados de estar en el fondo de los rankings. Haciendo lo mismo no se obtienen resultados distintos. Estamos a tiempo de cambiar nuestro plan de juego. 


lunes, octubre 02, 2017

La escoba tras la puerta

Estoy viendo una foto de Bill Clinton, George W. Bush y Barack Obama sonriendo, abrazados, relajados, durante un partido de golf. Cada uno de ellos, durante ocho años, fue el hombre con más poder en este planeta como presidente de los Estados Unidos. Y cada uno de ellos, una vez terminado su periodo presidencial, abandonó la política y se fue a su casa.

Siguieron esa sana tradición de dejar la presidencia y el poder. De entender que su momento pasó y que deben dejar al siguiente presidente gobernar. Que no son imprescindibles. Que la historia no empieza ni termina con su presidencia. Que son uno más, en una sucesión de personas a cargo de dirigir su país.

¿Por qué acá es tan difícil dejar el poder? ¿Por qué estamos llenos de políticos que se creen indispensables? ¿Es tan difícil simplemente entender que su etapa pasó, irse a su casa y no molestar?

Por eso es tan importante la consulta de Lenín Moreno. Por eso es crucial acabar con la figura de la reelección indefinida que Correa, con su infinita vanidad y sed de poder, impuso al país. Hay que frenar esta obsesión de nuestros políticos por acumular poder. Hay que forzarlos a irse. Ponerles la escoba tras la puerta de Carondelet.

Toda una tribu de groupies, fans y parásitos del correísmo piden a gritos a su loco del ático. Necesitan sentirse importantes nuevamente, mandar y hacer lo que les da la gana sin rendir cuentas, ser los bacanes del barrio otra vez. Su dinero, sus viajes, sus asesores, su estatus dependen de Correa en el poder. Saben que con Lenín todo acabará en cuatro años. No ven beneficio en alinearse con un político de paso. Ellos están aquí para quedarse de largo. Quieren su Fidel andino que los eternice en el poder. Por eso vemos a las sumisas más desesperadas que nunca, diciendo cualquier tontería para justificar la reelección indefinida. Por eso mueven las piezas con cuidado en su tablero político, donde el fin es el poder por el poder.

Ojalá Lenín no caiga en el juego de los asambleístas de Alianza PAIS que buscan meter en la consulta preguntas diseñadas para dividir apoyos. Que incluya las preguntas correctas, las esenciales, que garanticen un masivo sí a favor de la institucionalidad.

Tarde o temprano, una vez que pierden el poder, todos los corruptos, abusadores y sinvergüenzas caen. Pero mientras el sistema no garantice una alternancia, muchos corruptos conservan su poder y se fortalecen. Ahí está el caso de Fidel Castro, que nunca perdió el poder y murió sin enfrentar la justicia por sus múltiples abusos. Los casos de corrupción que hoy se destapan seguirían bien ocultos con Correa en Carondelet. Y mientras conserve su poder en varias instituciones, y siga latente la amenaza de su regreso, quedarán sin ver la luz muchos otros casos de corrupción.


¿Tendremos algún día una foto como la de esos expresidentes gringos, orgullosos jubilados del poder? ¿O tendremos que aguantar al actual y futuros locos del ático, reacios a abandonar la política, dedicados a complicar la vida de su sucesor para recuperar el poder? La consulta tiene mucho que decir al respecto. Veremos.