lunes, noviembre 20, 2017

Cortando dedos

Era más fácil con Correa. Cada semana un escándalo nuevo. Nuevos insultos, nuevos enemigos, nuevos perseguidos, nuevos abusos. Cada semana una nueva escena de esas que producían vergüenza ajena: Correa rompe un periódico, Correa detiene la caravana presidencial para confrontar a quien le gritó en el camino, Correa imita la voz de algún político, Correa miente, exagera y vuelve a mentir. Era más fácil escribir esta columna en el correísmo. Sobraba material. Sobraban las críticas.
Ahora Lenín nos la pone más difícil. Y eso es bueno. Los países políticamente aburridos son los que funcionan. Lenín no arma escándalos, no insulta, no rompe diarios, no interrumpe con cadenas nacionales. Está cumpliendo su ofrecimiento de su discurso de posesión, cuando dijo que prefería ser un presidente a la europea, de esos cuya figura pasa inadvertida.
El cambio de estilo ha venido muy bien. Pero de eso no vamos a comer.
Lenín sigue cometiendo los mismos errores de Correa en el manejo de la economía del país. ¿Y cómo no va a ser así si conserva, en gran medida, el mismo equipo económico del correísmo? Quién lo entiende.
Lenín ha continuado también esa táctica correísta de amenazar con cortarte las dos manos, para luego dizque rectificar y anunciar que solo te cortará un dedo, y el que tú escojas. Así, los que protestaban desesperados ante la gravedad de la propuesta inicial se sienten aliviados y hasta agradecidos porque solo les cortarán un dedito. Lo hizo Lenín la semana pasada en su segmento El Gobierno Informa. Ahí anunció, entre otras cosas, que retirará de la propuesta de reformas económicas y tributarias el proyecto de limitar las deducciones de gastos para el impuesto a la renta de las personas sin hijos y la absurda propuesta de hacer a los accionistas de una empresa responsables de las obligaciones de la misma. Y todos felices y aliviados.
Mientras tanto, seguimos esperando medidas o proyectos que apunten al verdadero desarrollo del país. ¿Hasta cuándo mantiene Lenín al mismo equipo económico? ¿Qué está esperando para deshacerse de los mismos que junto con Correa le dejaron la mesa sin comida, sin vajilla y sin cubiertos? O Lenín cambia de equipo económico y aplica políticas que impulsen inversiones, producción y empleos. O el país perderá la paciencia. Y esa gran aceptación que el cambio de estilo ha traído dará paso a críticas y reclamos ante la falta de empleo, las trabas y el estancamiento.
En lo político ya estamos positivamente aburridos. Falta estarlo en lo económico. Que el libre comercio, la institucionalidad, los estímulos a la inversión y las empresas sean tan normales que no llamen la atención. Que nos podamos dedicar a trabajar sin perder el tiempo en descifrar el nuevo impuesto, la nueva traba o la nueva tasa.
El problema está identificado. Tiene nombres y apellidos que siguen ocupando cargos clave en el manejo económico. Lenín debe reemplazarlos en este momento. Hacer en lo económico lo que está haciendo bien en lo político. Alejarse del modelo fracasado del correísmo. Lograr que la situación del país sea tan predecible, tan estable, tan aburrida, que opinar sobre ella sea cada día más difícil.


lunes, noviembre 06, 2017

Sinvergüenza TV

Este Gobierno llegó al poder con ayuda de la maquinaria propagandística de los medios correístas. Ahora el Gobierno denuncia el mal manejo y los abusos de esos mismos medios. Ironías de la revolución cuántica. Más allá de eso, estas revelaciones que transparentan lo ocurrido con los medios públicos e incautados en manos del correísmo son un gran paso para poner a los sinvergüenzas en su lugar.

El atraco y abuso de los medios públicos e incautados no es ninguna novedad. Tanto nos acostumbramos a ver estos medios al servicio de Correa que ya ni nos llamaba la atención. La novedad es que ya no son solo investigaciones y acusaciones de la prensa privada. Ahora las mismas autoridades del Gobierno han revelado la sinvergüencería del correísmo, que utilizó a los canales incautados para promocionarse sin pudor exigiendo la transmisión de sabatinas, propaganda y “reportajes” para perseguir y atacar a sus adversarios. Todo esto, mientras los recursos de estos medios se licuaban, se utilizaban para fines partidistas y para pagar megasueldos a administradores y presentadores.

La incautación de los medios de los Isaías nunca buscó recuperar ni un centavo. Era parte del plan de Correa para controlar la información en el país. Para lavar cerebros difundiendo hasta en la sopa su imagen y sus mentiras. GamaTV y El Telégrafo fueron las principales sucursales de Carondelet y Alianza PAIS.

Ahora que este gobierno ha puesto el dedo en la llaga, los responsables, empezando por Correa, deben responder. El escándalo de la comunicación tal vez no tenga tantos ceros como el de Odebrecht y los contratos chinos, pero es una corrupción a la vista de todos, que no solo significó dinero derrochado, sino el abuso sistemático de bienes públicos al servicio del ego y la vanidad presidencial.

Hoy se siente bien el silencio. No más interrupciones a los noticiarios, no más insultadera de los sábados, no más páginas enteras de diarios con absurdas rectificaciones, no más cadenas nacionales. Los periodistas vuelven a hacer su trabajo. Vuelven las voces que el correísmo calló. El presidente comunica más y mejor en sus cortas intervenciones de los lunes.

Ahora Lenín quiere hacer que los medios públicos sean realmente públicos. Creo que ahí se equivoca. Los medios públicos estarán siempre amenazados por futuros gobernantes con aires de emperadores, listos para poner a todo el Estado a su servicio. Lenín debería sincerar las cosas y dejar la comunicación en manos privadas, en manos de cada uno de nosotros. No tiene sentido insistir y gastar tanto dinero en mantener canales y diarios que apenas llegan a un puñado de gente. Mayor alcance –y mucho más barato– consiguen con una cuenta de Facebook. Tenemos demasiadas deudas y necesidades como para insistir en medios públicos siempre en riesgo de convertirse en medios gobiernistas y partidistas.

El abuso de los medios públicos e incautados marcó la década robada. Marcó nuestras vidas. Correa y sus compinches deben responder ante la justicia. Lenín tiene la oportunidad de ponerle punto final a la posibilidad de futuros abusos. Para que la comunicación sea de todos no hacen falta medios públicos. Basta un celular en nuestra mano.