lunes, mayo 15, 2017

Mi década ganada

Esta es una buena semana. Luego de diez largos años, es la última semana de Correa y todo lo malo que él representa. Podremos descansar de él y soñar, aunque con dudas, que las cosas mejorarán con el nuevo gobierno.

Pero lo que me hace realmente feliz esta semana, más que el fin de esta década perdida, es la celebración de diez años mucho más importantes. Los tuyos, Sofía. Diez años desde que me convertiste en papá y cambiaste mi vida. Tú, Sofía, eres mi década ganada.

Aunque los diez años del correísmo se sintieron como un siglo, los tuyos, en cambio, pasaron volando. No sé en qué momento dejaste de escuchar canciones de la Sirenita y Little Einsteins y te pusiste a cantar One Direction y Bruno Mars. De repente dejamos de leerte cuentos antes de acostarte en tu cuna. Ahora, descubres tus propios personajes e historias en tus lecturas. Y en lugar de servir el té a tus muñecas, armas casas de Lego, fabricas pulseras de colores y practicas movimientos de gimnasia olímpica con tus amigas.

Has aprendido tanto en estos diez años, mientras los del Gobierno solo nos han estancado. Mientras ellos acosaban a periodistas por lo que decían o escribían, tú aprendías a leer y escribir tus primeras letras, tus primeras palabras, tus primeras ideas. Aprendías el valor de decir lo que piensas y respetar lo que piensen los demás. Y mientras ellos se dedicaron a despilfarrar y endeudarse, tú aprendías a guardar tus monedas en tu chanchito rosado, y a sumar y restar en tus clases de matemáticas, entendiendo que si tienes diez no puedes gastar cien.

Esta semana que cumples diez años esperaba también celebrar contigo el comienzo de un país distinto, verdaderamente libre y con oportunidades. Esperaba que vayamos por el cambio, como dice el sticker que pegamos en el vidrio del carro. Pero las cosas no siempre salen como uno quisiera. Tendremos que esperar –ojalá no diez años más– para iniciar ese cambio que tanto necesitamos.

Mientras tanto, seguiremos empujando y reclamando por lo más importante: tu libertad. Para ser feliz, para expresarte, aprender, trabajar y ser quien quieras ser. En paz. Sin que limiten tus decisiones. Sin que el Gobierno meta sus narices donde no debe. Por ejemplo, en tu educación, imponiendo lo que debes leer o estudiar en tu colegio.

Al final, todos buscamos ser felices y libres. Que nuestras familias estén bien. Por eso apoyaremos a los políticos decentes que nos respeten y busquen el bienestar de todos. Y nos opondremos a esos, como el que sabemos, que solo quieren controlar nuestras vidas, acumular más poder y fomentar la división.


En esta década perdimos mucho como país. Perdimos parte de nuestra libertad. Perdimos la decencia en la política. Perdimos millones despilfarrados en elefantes blancos, burocracia, corrupción y mala administración. Pero a pesar del Gobierno y sus abusos, conservamos razones para seguirla peleando, para creer, para buscar que las cosas estén mejor, para trabajar unidos. La mía es tu mamá, eres tú, es tu hermano (y el que viene en camino), mis razones para haber sonreído esta década y ser optimista ante el futuro.


lunes, mayo 01, 2017

Ocupante temporal

“The office is bigger than the occupant”, dijo el entrevistado. El periodista le había preguntado qué tan catastrófica será para Estados Unidos la presidencia de Donald Trump. El entrevistado le recordó que la Casa Blanca, la oficina oval, el cargo de presidente del país; en otras palabras, la institución de la Presidencia es mucho más grande, más poderosa, más trascendental que su ocupante temporal. No importa qué tan malo, desequilibrado o incompetente sea el presidente de turno. Las instituciones son más fuertes. Estados Unidos saldrá adelante, incluso con un presidente como Trump, opinaba el entrevistado.

Pensé en la presidencia ecuatoriana. Tan frágil, tan carente de institucionalidad. Todo lo contrario a la presidencia gringa y las presidencias de países con instituciones fuertes. Aquí, el éxito o fracaso del país depende en grandísima medida de quien ocupe la Presidencia. El Estado no tiene instituciones en las cuales apoyarse. Gobierno y Estado aquí son lo mismo. Y en la década correísta, también lo es el partido.

La Presidencia del Ecuador no caía tan bajo desde la época de la guatita y el Rock de la prisión. Y aquella vez el show duró tan corto tiempo que la banda presidencial sufrió pocos rasguños. Correa, en cambio, durante sus largos diez años en el poder trapeó con esa banda presidencial la poca institucionalidad que nos quedaba. Hoy, al final del correísmo, hablar de la Presidencia es hablar de insultos, de irrespeto total a la separación de poderes, de ataques constantes a los medios de comunicación, a la oposición y a cualquiera que piense distinto. La Presidencia se volvió sinónimo de falta de decencia, respeto y ética. De un cinismo sin precedentes.

Por eso es una gran noticia para todos que se vaya finalmente Correa. Carondelet necesitaba a gritos cambiar ese inquilino que se creía dueño, no huésped, del edificio. Ojalá al dejar la Presidencia deje también el poder. Que Bruselas no se convierta en el nuevo Cortijo.

Lenín Moreno la tendrá muy difícil. Correa deja al país sumergido en una tremenda deuda económica y ética que ya no pueden esconder bajo la alfombra. Al despilfarro sin control, la mala administración de la riqueza y la escasez, la inestabilidad que ahuyentó la inversión privada y extranjera, se suma una preocupante actitud ante la corrupción. Correa se va con las justas, antes de que el tren se descarrile.

Con Correa ha quedado clarísimo que aquí la oficina presidencial no es más grande que quien la ocupa. Un presidente incompetente y abusivo sí tiene el poder de hacer mucho daño. No hay instituciones que lo frenen o que estén por encima de su poder. Correa deja un país con instituciones al servicio de Alianza PAIS, en lugar del país.

Lenín Moreno ha prometido un nuevo estilo de gobierno. Pero el estilo pasa a plano secundario si no hay cambios de fondo. Si Lenín pretende ser distinto y reparar en algo el legado autoritario de Correa, deberá empezar por rescatar esa institucionalidad hoy herida de muerte. Separar Estado y partido. Dar los primeros pasos para que aquí también, algún día, el cargo presidencial sea más grande que su ocupante temporal.