lunes, agosto 15, 2016

¿Amor de Patria?

Se abrazan y se toman una selfie que da la vuelta al mundo. Son dos gimnastas coreanas. Tan parecidas, pero de realidades tan distintas. Una es de Corea del Norte. La otra es de Corea del Sur. Una vive en un país que más parece una prisión. La otra respira libertad y progreso cada día. Dos nuevas amigas de países enemigos.

En las olimpiadas suceden esos momentos emocionantes. Instantes poderosos, llenos de significado que muestran que más allá de banderas, ideologías y conflictos políticos somos todos seres humanos, con gustos y sueños similares, que solo queremos vivir libres y en paz.

En las Olimpiadas cobra especial sentido el amor por un país. Los deportistas lloran de emoción al escuchar su himno y al ver su bandera elevarse. La piel se nos pone de gallina y lloramos con ellos. Hay casos especialmente emocionantes, como el de la yudoca que ganó el primer oro para Kosovo, país recién reconocido en el 2014 por el Comité Olímpico. “Siempre he querido participar  en unos Juegos  con la bandera y el himno de Kosovo... otros países me ofrecieron muchos millones para que compitiera por ellos, pero he rechazado todas las ofertas para sentirme como me siento hoy”, dijo la deportista.

Ese es el verdadero amor por un país, el que llena de orgullo. El que siente cada uno, a su manera, libremente. Tan alejado de ese falso amor nacionalista que pretenden exigir nuestros gobiernos. Tan alejado de esa imposición de “lo nacional”, de “lo nuestro”, nos guste o no, nos cueste lo que nos cueste, con restricciones y barreras que nos cierran al mundo, que nos impiden elegir y consumir lo que queremos. Tan distinto a esa aldeana idea de que debemos rechazar lo extranjero. Y tan opuesto a estupideces como decir que quienes tienen su plata fuera del país no tienen “ningún amor de patria”.

Cada vez que algún político nos habla de amor a la patria, de sacrificarse por la patria y sus variantes patrioteras nacionalistas, mejor agarra bien tu billetera porque van tras tu plata. Nada como la venta del patriotismo para meter más impuestos o restringir mercados. Mientras más recitan su amor a la patria más nos cierran al mundo, encarecen la vida, limitan nuestra libertad, ahuyentan inversiones y oportunidades de trabajos.

Por eso me quedo con ese orgullo y amor de país que siente el deportista frente a su bandera. El real, el puro. El que entiende que querer a tu país nada tiene que ver con política ni ideologías que te cierran al mundo. Que la política más bien se entromete, a tal punto que te obliga a abandonar el país que tanto quieres. Como le ocurrió a los más de veinte cubanos que desertaron durante los Juegos Panamericanos de Toronto el año pasado.

Esos líderes nacionalistas, como el norcoreano, el cubano, y otros que conocemos bien, continuarán su estrategia de controlar nuestras vidas imponiendo su idea de lo que es amor de patria. Mientras tanto, la gimnasta norcoreana de la foto seguro sueña con ganar una medalla, cantar llena de lágrimas su himno nacional y huir de su país.


lunes, agosto 01, 2016

Un país como Independiente

“¿Te mantiene tu papá? ¡No! ¿Te mantiene tu mamá? ¡No! ¿Quién eres?: ¡Independiente, Independiente, Independiente!”

Me gusta esta barra de Independiente del Valle. Por divertida, por original y porque lleva un mensaje poderoso: soy libre, soy independiente, no dependo de otros, solo de mí mismo, de mis habilidades y mi esfuerzo para alcanzar mis metas. Así, este pequeño equipo de Sangolquí se convirtió en el subcampeón de la Copa Libertadores de América.

Independiente lo hizo bien. Su crecimiento en el fútbol y su hazaña en la Libertadores no son algo improvisado. Son el resultado de un manejo profesional del equipo, de una visión empresarial, de invertir en la formación integral de nuevos jugadores. En su Centro de Alto Rendimiento crecen y aprenden los integrantes de las divisiones formativas, recibiendo alimentación, vestimenta y educación. A diferencia de otros equipos, Independiente no compra jugadores famosos. Los jugadores se hacen famosos en Independiente.

Veo con emoción a Independiente, convertido en el símbolo de los sueños posibles, en ejemplo para el resto de equipos con más recursos y más experiencia. Y lo comparo, con decepción, al Ecuador de la última década, el Ecuador del socialismo del siglo XXI, convertido en ejemplo de lo que no se debe hacer, en los sueños que no se cumplieron.

Todo empieza con una diferencia de actitud. Independiente es un equipo pequeño, que se reconoce como tal, pero que sueña en grande mientras trabaja responsablemente. El Gobierno correísta, en cambio, se cree grande y vive de los sueños mientras actúa irresponsablemente. Mientras los resultados hablan de la grandeza del primero, el otro se la pasa mirando al espejo, hablando de su supuesta grandeza. Hasta han llegado a decir que somos “potencia mundial”.

Manejando eficientemente un presupuesto pequeño, Independiente llegó lejos. Manejando irresponsablemente un presupuesto gigante, el Ecuador correísta no llegó ni a la esquina. A pesar de que no le sobra la plata, Independiente tuvo la generosidad de donar la taquilla de sus partidos jugados en Ecuador a los damnificados por el terremoto en Manabí. El correísmo, al que sí le sobraban recursos, es generoso con plata ajena, endeuda nuestro presente y futuro con préstamos carísimos y le chupa el dinero a los ecuatorianos creando nuevos impuestos. El Gobierno se parece más a nuestros equipos que viven endeudados, contratando jugadores que no pueden pagar.

Me gustaría vivir en un país como Independiente. Un país que trabaje en silencio, invirtiendo sobre todo en la formación de las nuevas generaciones. Que hable con resultados, no con escándalos, insultos y propaganda. Un país, como el equipo de Sangolquí, donde los dirigentes estén en segundo plano para darle protagonismo a sus jugadores. No como este Gobierno de divos, donde sus dirigentes se creen el centro del universo y el resto existimos para servirlos.

Bien por Independiente. Se ganó el respeto de todos por lo que hace, no por lo que dice. Ojalá en Carondelet aprendan del ejemplo de este equipo antes de pretender apropiarse de su triunfo con fines políticos.

¿Te mantienen los chinos? Sí. ¿Te mantienen los nuevos impuestos? Sí. ¿Te mantienen préstamos con tasas de chulquero? Sí. ¿Quién eres?