lunes, julio 27, 2020

Tan joven y tan viejo

Estoy viendo la película The Intern. Robert de Niro, un jubilado viudo de 70 años, intenta llenar sus días entre clases de yoga y paseos. Pero se siente incompleto. Un día aplica a una pasantía para personas de la tercera edad en una moderna start-up. De Niro se convierte en asistente y consejero de la joven fundadora y CEO. Aunque no está al día con las últimas tendencias y tecnologías, su experiencia termina siendo de inmensa ayuda para la empresa.

Leo en Twitter sobre la intensa campaña presidencial en Estados Unidos. Los candidatos, mayores que el personaje jubilado de De Niro, hacen campaña con la energía de adolescentes. Trump, de 74 años, y Biden, de 77 años, nos hacen olvidar sus edades. Y ni hablar de Bernie Sanders que con sus 78 años energizaba a sus jóvenes seguidores. La edad pasa a segundo plano. Solo vemos rivales dándolo todo para ganar.

Ronald Reagan tenía 69 años cuando ganó la Presidencia de Estados Unidos. En esa época lo veían viejo. Es famosa la respuesta que Reagan dio en su debate contra Walter Mondale en la campaña de 1984 por su reelección. El moderador le preguntó si su edad podría convertirse en un problema ahora que ya tenía 73 años. A lo que Reagan contestó: “No voy a sacar a relucir el tema de la edad en esta campaña. No voy a explotar, por razones políticas, la juventud y la inexperiencia de mi oponente”. Hasta Mondale celebró la respuesta. Reagan ganó sin problema su reelección.

En un mundo obsesionado con la juventud y donde todos los productos, campañas, negocios parecen enfocados en los mileniales y centeniales, queda poco espacio en el mercado laboral y otras actividades para la tercera edad. Ya desde los 40 años se vuelve complicado conseguir trabajo. Difícil, casi imposible, pensar en una empresa contratando un gerente de más de 70 años.

Sin embargo, la política y otros ámbitos nos están demostrando lo contrario. A Trump y Biden no los detiene su edad ni un segundo. Mick Jagger, a sus 76 años, sigue bailando y cantando sin descanso por los escenarios del mundo antes miles de fans. Los viejos de hoy son cada día más jóvenes. Los seres humanos nos alimentamos mejor, tenemos más acceso a servicios de salud, llevamos estilos de vida más sanos. Vivimos más años y los vivimos mejor.

Mientras muchos piensan retirarse en sus sesentas, toda una generación de políticos, artistas, empresarios, profesionales siguen activos y vigentes pasados sus setentas y ochentas. Treinta y pico años después de la época de Reagan, hoy nadie cuestionaría su edad como un impedimento para gobernar.

El estereotipo del jubilado, sentado en una banca del parque ajeno al mundo que lo rodea, se va convirtiendo en cosa del pasado. La política es el escenario donde más se está demostrando que los años no son impedimento para seguir contribuyendo a la sociedad, para seguir aprendiendo y trabajando con intensidad. La tercera edad de hoy viene recargada. Ya lo cantó Sabina: Así que, de momento, nada de adiós, muchachos / Me duermo en los entierros de mi generación / Cada noche me invento, todavía me emborracho / Tan joven y tan viejo, like a rolling stone


lunes, julio 13, 2020

Asma y pies planos

Sexto curso del colegio. Teníamos cita para el servicio militar “obligatorio”. Nos presentamos llevando bajo el brazo radiografías, exámenes y certificados con columnas chuecas, pies planos, graves condiciones de asma, miopía, epilepsia o lo que fuera para cumplir con el absurdo trámite de demostrar que el joven no puede servir a la patria en el campo de batalla. Al final, todos salimos calificados como inhábiles.

He recordado este episodio de mis 18 años ahora que ha salido a la luz que asambleístas y funcionarios han obtenido fraudulentamente carnés de discapacidad para importar vehículos más baratos.

Hay que ser muy sinvergüenza para inventarte una discapacidad y tramitarte con tus palancas e influencias un carné que te llena de privilegios. En cualquier país medianamente civilizado, estos políticos presentarían sus disculpas públicas y su renuncia. Pero acá, nuestra clase política ha alcanzado tales niveles de cinismo que siempre hay una excusa. Siempre hay otro escándalo que nos hará olvidar el escándalo anterior. Ahí continúan, en sus cargos, con sus privilegios, sin vergüenza alguna.

Pero también es verdad que vivimos bajo un sistema que incentiva estas conductas. Muchos, no solo políticos, se han palanqueado una discapacidad o un aumento en el porcentaje de su discapacidad para pagar menos por sus impuestos, servicios básicos, pasajes, o evitar que los despidan gracias a las indemnizaciones casi impagables que la ley exige para una persona con discapacidad. Y muchos más se benefician de esta trampa. Los concesionarios de autos, por ejemplo, hacen campañas publicitarias dirigidas exclusivamente a compradores con carné de discapacidad. Sí, no es ilegal esa publicidad, ni le corresponde al concesionario verificar el origen o veracidad del carné. Pero ellos bien saben cómo es la movida. Participan de un sistema corrupto y tramposo que un exceso de impuestos y regulaciones impulsa.

Como casi siempre, en este caso el Estado crea las condiciones para la corrupción. En un país abierto, justo, con aranceles mínimos, libre competencia, sin absurdos proteccionismos, salvaguardias, impuestos especiales y otros robos “legales”, no estaríamos hablando de tantos falsos discapacitados. No existiría el incentivo.

Los sinvergüenzas con sus carnés deben pagar su sinvergüencería. Nada justifica sus actos. Pero no confundamos el origen de tanta trampa. No se trata de algún gen corrupto que afecta a los ecuatorianos. El origen está en un Estado metiche que crea las condiciones para una sociedad tramposa, que siempre buscará formas para evadir regulaciones o impuestos excesivos.

El desfile de estudiantes de sexto curso con certificados médicos terminó cuando finalmente se eliminó el servicio militar obligatorio unos años más tarde. Ya no era necesario cumplir el trámite para excusarse de una obligación absurda. Gran parte de las trampas y corrupción que hoy vivimos terminará cuando el Estado deje de complicarlo todo, y nos deje importar, producir, comprar y vender a todos por igual, sin privilegios, en libertad.