jueves, febrero 25, 2010

Ser y parecer

Ahora somos los malos de la película mundial. Malos como Irán, Corea del Norte, Etiopía. Nos acusan de ser amigos de narcotraficantes y terroristas.

Según el Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI), al que pertenecen los países más ricos del mundo, el Ecuador no hace lo suficiente para reprimir el lavado de dinero y las operaciones financieras de grupos terroristas.

Según Correa, este es un informe de imperialistas prepotentes, arrogantes y sinvergüenzas, que castigan al Gobierno ecuatoriano por tener relaciones con Irán. Para nuestro Presidente esto es “el imperialismo en su más crasa, más burda forma”.

Estas palabras, salidas de un Presidente, no son precisamente las más tranquilizadoras. Esperaría una respuesta que en lugar de atacar a quienes hacen estos informes, demuestre con seriedad por qué están equivocados. El respaldo del Grupo de Río sí defiende la posición ecuatoriana y suaviza un poco los efectos de este informe.

Pero el mal está hecho. Si bien Rafael Correa ha decidido prestarle la mínima atención al informe del GAFI, otros sí le dan atención. La imagen del sistema financiero ecuatoriano se verá afectada. La confianza de inversionistas extranjeros –¿existen con este Gobierno?– disminuirá aun más.

Más allá de quien diga la verdad, si nuestro Gobierno o el informe del GAFI y la prensa internacional, esto es un tema de imagen. No importa cuántas veces Correa, Patiño y otros miembros del equipo repitan que aquí se combate el lavado de dinero. El Gobierno ya se ha ganado su mala fama.

Podrán gritar en mil foros y micrófonos que esto es un abuso imperialista. Pero esos gritos no serán muy convincentes mientras este Gobierno tenga en sus filas a funcionarios percibidos como simpatizantes de las FARC y se empeñe en ser pana de Irán. Correa dice que él es libre de acercarse al país que quiera. Está en su derecho. Pero ya sabe la mala fama que esas relaciones generan. Con este informe y los varios reportajes que han salido en medios internacionales conocemos mejor cómo nos ve el mundo. Y no es nada halagador.

¿Qué va a hacer el Gobierno para cambiar esa imagen? ¿Seguirá amenazando con demandar al Wall Street Journal, al Miami Herald y a todos los medios que saquen un reportaje negativo? ¿Seguirá quejándose de ser víctima del imperialismo y de la mala fe de otros gobiernos?

La reciente carta del Gobierno ecuatoriano enviada al Miami Herald dice que somos el único país “libre del cultivo de coca en la región andina” con el “más alto índice de incautaciones de drogas en la región” y que en este Gobierno “se han producido más acciones en contra de los grupos irregulares colombianos que ingresan al país.” Suena mucho mejor y más convincente una respuesta en este tono, que tantas quejas de ser víctimas de un complot imperialista.

La imagen negativa del país nos afecta a todos. Esta imagen no se revertirá con quejas, gritos e insultos. El Gobierno debe utilizar bien sus herramientas diplomáticas (¿está en capacidad de hacerlo el canciller Patiño?) y demostrar con actitudes, palabras y sobre todo hechos que este es un país serio.

Revertir esa mala imagen es responsabilidad del Gobierno, no de la comunidad y la prensa internacional.

jueves, febrero 18, 2010

¡Que se quede en Cuba!

Fue el grito a lo largo de la avenida 9 de Octubre el jueves pasado. “¡Que se quede en Cuba!”, gritaba una señora agitando una bandera celeste y blanco. “¡Que se quede en Cuba!”, coreaban estudiantes con puños en alto. “¡Que se quede en Cuba!”, una y otra vez.

Cuba es la falta de libertad. Caudillismo, abusos, desesperanza, violencia, encierro. Un modelo fracasado. Y sin embargo, tenemos un presidente que describe la eterna dictadura castrista como una democracia. Que alaba ese régimen ignorando todos los abusos y ataques a la libertad que ahí se dan.

Por eso, el grito “¡Que se quede en Cuba!” va más allá del deseo literal de miles de guayaquileños de que Rafael Correa se quede en esa isla donde se operaba su rodilla. El grito le dice a Correa que si tanto admira el modelo cubano, que se quede en La Habana, pero que no intente imponérnoslo acá.

Hoy lo vemos con mayor claridad en Venezuela. Chávez cree, como Castro, que el país le pertenece. Que tiene el derecho a interferir en todo. A quitar lo que con esfuerzo otros han ganado. A perseguir y callar al que se opone.

Y aunque Correa amaga alejarse de Chávez, no demuestra ser distinto. Nada indica que su camino será más respetuoso de la ley y los individuos. Tal vez a Correa le incomode el triste y abusivo papel que juega Chávez en Venezuela. Seguramente a la mayoría de sus partidarios de Alianza PAIS les avergüence tener lazos tan fuertes con la dictadura chavista. Pero no nos dan mensajes contundentes y peor aún acciones que demuestren que estas comparaciones de Correa con Chávez son equivocadas.

La parcializada y abusiva cobertura que hicieron los canales de televisión gubernamentales de la marcha en Guayaquil sirve de botón. En lugar de permitir un manejo independiente de los medios incautados, el Gobierno manipula descaradamente el contenido de medios de comunicación que nos pertenecen a todos los ecuatorianos. Siguen el método cubano y venezolano de controlar y manipular la información, meter al Gobierno hasta en la sopa, vendernos una fantasía en la que el Gobierno y su líder son los salvadores, esconder la verdad. ¿Hasta cuándo maneja el Gobierno los canales incautados? ¿Cuándo tendrá la mínima decencia de ponerlos a la venta?

Si Rafael Correa quiere demostrar que es democrático y que está lejos de Cuba, en su cadena de este sábado podría, por ejemplo, anunciar que los canales incautados deben venderse cuanto antes, este mismo año. Y a manos privadas, nada de esas falsas ventas a ministerios o entes públicos. Sería un buen comienzo para probarnos que él no es como Chávez ni Castro. Que él sí respeta la ley y la libertad individual. Que en Ecuador nunca llegaremos a lo que hoy vive Venezuela y ya ha vivido Cuba.

Pero si eso no ocurre. Si no hay mensajes o acciones que separen a Correa de sus maestros caribeños, entonces se encontrará cada vez con muchas más personas que le gritarán en coro que se quede en Cuba. Que acá queremos libertad. Que el país y la región están cambiando, despertando del letargo socialista-autoritario. Que no nos vamos a dejar.

jueves, febrero 11, 2010

Jugando a empresarios

Mientras reviso mis formularios de impuestos y veo cómo el SRI se lleva parte de mi plata, no puedo dejar de pensar dónde irá a parar mi contribución.

¿Irá al nuevo carro con chofer que conducirá a la esposa y los hijos de algún funcionario público? ¿Irá al nuevo diario gubernamental que nadie comprará ni leerá y que el Gobierno terminará regalando? ¿Irá al nuevo edificio público, la nueva campaña publicitaria, los nuevos viáticos para la comitiva presidencial en su tour de los sábados?

Nuestros impuestos representan ahora el 59% de los ingresos propios del país. El Estado depende menos de los recursos petroleros. Según este diario, entre el 2004 y el 2009 “la recaudación de impuestos… pasó de 3.203 millones de dólares a 7.258 millones de dólares, es decir… un crecimiento de más del doble en cinco años.” Sea por precaución o miedo, hoy pagamos más impuestos que antes. Bien por los ecuatorianos. Bien por Carlos Marx y sus antecesores que han logrado instaurar una cultura tributaria en el país. Mal que además del IVA e impuesto a la renta debamos pagar nuevos impuestos. Muy mal que toda esa plata la desperdicie el Gobierno.

Pero hay algo positivo en esto. Tenemos más derecho a reclamar al Gobierno por la forma cómo gasta nuestro dinero. Cuando el país vive principalmente del petróleo, más allá de que nos pertenezca a todos, se tiene la sensación de que la plata del Gobierno no sale de nuestro bolsillo. Pero cuando son nuestros dólares los que pagan sueldos burócratas, nuevos programas y viajes presidenciales, podemos y debemos exigir con más fuerza su buen uso.

Correa multiplica irresponsablemente el gasto público. Nuestra plata termina en un gran saco sin fondo. Y hasta tienen la osadía de derrochar más plata publicando grandes avisos para contarnos que han gastado más plata que los gobiernos anteriores. Ese podría ser el eslogan de esta falsa revolución: “Hemos gastado más que el resto”.

Y sí que saben gastar. Nuestros burócratas socialistas del siglo XXI juegan a empresarios con plata que no es de ellos. El Ministerio de Finanzas, “accionista” de El Telégrafo, compra una millonaria nueva planta para un diario que solo pierde plata. El Gobierno “compra” los grandes edificios de la banca quebrada. Se crean nuevas empresas públicas por cuyas pérdidas nadie responderá.

Con sus grandes proyectos, sus adquisiciones, sus viáticos, sus gastos de representación, su chofer, su “señor Gerente”, sus juntas de “accionistas”, nuestros socialistas en el poder se sienten todos unos empresarios. Compran de un plumazo millonarias propiedades. Firman contratos sin sudar. No sufren por el dinero gastado. La cartera vencida no les quita el sueño. Los números en rojo no les generan estrés. Si algo sale mal, solo dejan el puesto, cobran su último sueldo y se van. Dinero de todos, dinero de nadie.

Miles de millones de dólares han pasado por este Gobierno. Y los ecuatorianos siguen sin trabajo. Millones gastados en emergencias a dedo, burocracia que se multiplica, abusiva publicidad. Y el Gobierno no es capaz de dar a Guayaquil lo que le corresponde.

Gastar dinero no es ningún mérito. Invertirlo bien y generar resultados es otra cosa. Pero en tres años de Gobierno, eso es lo que menos vemos.

jueves, febrero 04, 2010

¿Bayly, presidente?

Jaime Bayly quiere ser candidato a la presidencia de Perú. Muchos lo ven como una burla. Otros lo apoyan. Él dice que no le interesa ganar. Solo quiere promover la libertad.

En su artículo titulado “Las causas perdidas” reveló su plan de gobierno. Es un plan libertario, que defiende las libertades del ser humano frente al control del Estado. Para muchos es un plan demasiado radical. Pero nos lleva a pensar sobre el tamaño y rol del Estado.

En el plano social, Bayly genera la mayor controversia. Bayly defiende el derecho al aborto: “siempre es más admirable dar vida que interrumpirla, pero esa es una decisión que compete a cada mujer embarazada”. Apoya la unión entre homosexuales, para que los peruanos tengan “los mismos derechos, independientemente de su identidad o preferencia sexual”. Y la legalización de las drogas, pues “cada adulto debe ser responsable de las sustancias que decide consumir, aun a sabiendas de que son nocivas para su salud”.

Con estas propuestas, Bayly difícilmente ganará muchos votos. Pero al presentar estos temas en la contienda electoral, de frente, sin dobles discursos, motivará un mayor debate entre candidatos y votantes sobre el papel que debe jugar el Estado frente a la libertad de cada individuo.

En el plano político, Bayly propone la eliminación de las fuerzas armadas. Para Bayly “el cuantioso dinero que gastamos en entrenar a miles de soldados en el oficio innoble de matar en una guerra ficticia y del todo improbable es dinero muy mal gastado… el dinero que el Perú gasta en militares y armas de guerra debería destinarse por completo a educar a los niños más pobres del país… el Perú, como Costa Rica, puede y debe vivir sin fuerzas militares: basta con una Policía moderna, bien equipada…”. Una propuesta válida, que por obvios temores, ningún candidato que piense ganar presentaría.

Bayly propone reformar el Congreso a través de referéndum, para que esté integrado “solamente por 25 ciudadanos”. Aquí sí creo que Bayly tendrá apoyo masivo. No vendría nada mal en nuestra Asamblea, con asambleístas que nadie conoce, y que cobran su sueldo todos los meses mientras continúan muy frescos con sus actividades privadas. En una Asamblea reducida, con un representante por provincia, no tendrían otra opción que trabajar, dar la cara, y justificar cada voto y decisión que tomen. Y el país se ahorraría mucha plata.

Finalmente, Bayly propone en el área educativa “que todos los niños del Perú puedan educarse igual de bien, que los niños pobres puedan estudiar en colegios tan buenos como las mejores escuelas privadas…”. Puede sonar demasiado idealista. Pero es posible en un Estado reducido, sin despilfarro en excesiva burocracia ni fuerzas armadas.

Podemos aprobar o rechazar una o varias de estas “causas perdidas” de Bayly. Podemos pensar en otras más que combatan la intromisión y despilfarro estatal. Pero estas propuestas, por radicales que puedan sonar, nos sirven para reconocer la importancia y urgente necesidad de apuntar a un Estado limitado y dedicado realmente a garantizar la libertad y progreso individual, sin privilegios para grupo alguno; en lugar de este Estado-Gobierno todopoderoso, obeso y paternalista, que hoy pretende controlar nuestras vidas e imponer una ideología socialista.

Bayly no será presidente. Pero si se lanza, ayudará a contagiar ideas de libertad.

miércoles, febrero 03, 2010

Revista la U. - Febrero 2010

Ya está circulando la U. de febrero en tu universidad!!!



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