jueves, junio 26, 2008

Papelón

Y sucedió lo que ya se anticipaba. Llegó la ruptura. La Asamblea dejó de ser de Alberto Acosta y Rafael Correa. Ahora es solo de Correa.

Más allá de los entretelones, con la renuncia de Acosta a la presidencia de la Asamblea algo queda claro. En un mes nos entregarán –si terminan– una Constitución hecha al apuro. ¡Qué papelón para Alianza PAIS y el Gobierno!

¿En qué estaban pensando? Si la principal promesa de la campaña presidencial de Correa se basó en la mágica y grandiosa Constitución para resolver todos nuestros problemas y sepultar los malos políticos del pasado, uno esperaría como mínimo que se aseguraría en cumplir esa promesa. Que su bloque de mayoría haría bien su trabajo. Que el país tendría a tiempo esa genial nueva Constitución que en tantos mítines, entrevistas y discursos prometió.

Pero no. La promesa de la nueva Constitución parece que estaba tan bien sustentada como las trescientas mil casas al año que prometía el otro candidato. Puro blof. Pura estrategia electoral.

Acosta es el culpable directo de que la Constitución esté tan atrasada. Como cabeza responsable de la Asamblea le tocaba dirigirla, fijar tiempos, armar cronogramas y metas. Teniendo una mayoría es inadmisible que no haya cumplido los plazos previstos.

Pero el fracaso de Acosta tiene su principal cómplice en Correa, aunque este último trate de echarle el muerto a su amigo. Dice Correa que tanto atraso se debió a que el presidente de la Asamblea se dejó imponer agendas de “sus enemigos”, “de los perdedores”, como llama –siempre tan respetuoso nuestro Presidente– a la oposición. Pero esa no es la razón. El problema es que Acosta se dejó imponer la agenda del ganador, del mismo Correa, que se dedicó a enviar mandatos para que sean tramitados de urgencia en la Asamblea.

Al fin y al cabo la nueva Constitución era secundaria para el Gobierno. Lo importante era deshacerse del Congreso opositor y tener su propio Congreso obediente para que le apruebe sus mandatos.

¿Terminarán la Constitución en el mes que queda? Seguramente terminarán un borrador que al final el “Congresillo” se encargará de corregir, editar, quitar y aumentar.

Todo esto que debilita a la Asamblea y al Gobierno, es un doble triunfo para la oposición. Por un lado el triunfo de ver al Presidente y su Asamblea debilitarse y desprestigiarse. Por otro lado, ahora que pesará más que antes la voz de Correa en la Asamblea por encima de la de Acosta, se presume el mal menor: la ideología de izquierda más pragmática de Correa en lugar de la de extrema izquierda y peligrosa de Acosta.

Pero claro, llegado el referéndum, lo que diga la Constitución será secundario. Como siempre sucede, el país votará en función de la aprobación o rechazo del gobierno de turno. Hasta eso, tocará esperar la avalancha de leyes aprobadas al apuro, los textos escritos a última hora, y un Correa viendo a quién le echa la culpa para evitar otro papelón si no está lista en un mes esa Constitución.

“Nadie es imprescindible y ojalá pronto muchos jóvenes aquí presentes nos pongan a un lado por inútiles y tomen la posta…”, dijo Correa. Ojalá.

jueves, junio 19, 2008

Aprendiendo de Tim


La semana pasada murió Tim Russert, uno de los grandes del periodismo político. Cada domingo desde Washington, en su programa ‘Meet the Press’, Tim nos daba una lección de cómo entrevistar a profundidad a líderes, gobernantes y políticos, sin perder la cordialidad, respeto y sentido del humor. Quienes pasaban por su programa le temían tanto como lo respetaban. Sabían que él estaría preparado hasta el último detalle para hacer las preguntas precisas y más difíciles.

El candidato Barack Obama dijo sobre Tim Russert: “Me enseñó a ser un mejor servidor
público forzándome a contestar preguntas, incluso cuando estas eran incómodas”. Tan incómodas, que cuando le preguntaron a John McCain sobre sus experiencias en el programa ‘Meet the Press’, contestó que después de una entrevista le había dicho a Russert: “No me había divertido tanto desde mi último interrogatorio en el campo de prisión” (McCain fue prisionero de guerra en Vietnam durante cinco años y medio, siendo torturado en varias ocasiones).

Nuestros entrevistadores y canales de televisión pueden aprender mucho de Tim Russert y su programa. Pueden aprender de su nivel de preparación y de la inversión que hacen estos programas en investigar a profundidad los temas y los invitados.

Aquí poco se invierte. Con sus excepciones, nuestra televisión se limita a entrevistas improvisadas que basan su información en los titulares y rumores del día. Y claro, el pobre nivel de los políticos y funcionarios invitados tampoco ayuda al debate.


Así sucedió en la última entrevista al presidente Rafael Correa. Fue vergonzosa. Alfonso Espinosa de los Monteros y Tania Tinoco, respetados conductores de noticias, estuvieron muy lejos de ser buenos entrevistadores. Sufrí una mezcla de vergüenza ajena y rabia al ver desperdiciarse una oportunidad tan valiosa.

Rafael Correa dominó el encuentro. Jugó como local, con sus sonrisas irónicas y sus acusaciones de siempre. Los entrevistadores se limitaron a lanzar preguntas secundarias, cargadas de prejuicios y con escasos argumentos. Y el país se quedó con las ganas de escuchar explicaciones de su Presidente.

Fue una oportunidad perdida para exigirle a Correa que conteste las preguntas incómodas. Oportunidad para que dé explicaciones, y no las excusas y amagues de siempre, sobre las acusaciones de que su campaña recibió fondos de las FARC. Para que explique cómo puede burlarse del país desconociendo el estatuto que dice bien claro que cualquier reforma hecha por la Asamblea Constituyente solo entraría en vigencia con la aprobación en referéndum. Para debatirle con ejemplos y argumentos ese absurdo cuento de que estaremos mejor repartiendo nuestra pobreza antes que generando riqueza, o que regresando todo a manos de una burocracia estatal se solucionarán nuestros males. Para que responda por ese lavado de cerebros colectivo que su gobierno practica a base de un despilfarro publicitario. Oportunidad perdida. Requería preparación, investigación y valentía.

Correa dijo que salió decepcionado de la entrevista. Estoy de acuerdo. Pero no olvidemos que es el mismo Correa quien huye de otros entrevistadores dispuestos a confrontarlo con más fuerza.

Hasta eso, necesitamos canales de televisión y entrevistadores que entiendan el papel crucial que juegan como defensores de la democracia. Que inviertan en ello. Que aprendan de periodistas como Tim Russert. Nos deben esa entrevista frontal con el Presidente.

jueves, junio 12, 2008

Reciclando políticos

Mientras la aprobación del Presidente baja. Mientras la Asamblea cada día representa menos la esperanza de un pueblo, y cada día más nuestra triste política de siempre. Mientras la misma izquierda se aleja del Gobierno y se siente traicionada por un proyecto político en el que alguna vez creyó. Mientras cada día está más claro que el panorama económico del país es bastante oscuro. Mientras todo esto ocurre, Lucio Gutiérrez camina, habla, estrecha manos, avanza.

Regresa el ex dictócrata y mejor amigo de Washington. Como nos cuenta un reciente reportaje en diario Expreso, “Lucio se abre camino de puerta en puerta” recorriendo el país con un mensaje anti Correa. Poderoso y vacío mensaje. De esos que pueden ganar muchos votos de un país acostumbrado a votar en contra de algo o de alguien antes que a favor de propuestas.

¡Qué triste panorama político! Si antes fue doloroso tener que votar por Álvaro Noboa como única alternativa ante un Lucio o un Correa en el poder, ahora sería mucho más doloroso tener que votar por Lucio en rechazo a Correa. En nuestra política nunca se toca realmente el fondo.

De repente, aparece la posibilidad de un Lucio como el hombre de la derecha, del centro y de parte de la izquierda, que comprenden que el proyecto e ideología de Correa son más peligrosos incluso que la ausencia de un proyecto y una ideología.

Lo hemos preguntado antes y lo volvemos a preguntar hoy: ¿dónde está ese líder de
oposición? Ya es hora de que salga de su escondite. La Asamblea era un buen escenario para que surgiera. Pero de esta Asamblea no saldrán más que enormes gastos y un libro que nos avergonzará como ecuatorianos del pobre nivel de quienes nos representan. De los municipios tampoco saldrá la oposición. Cada alcalde está metido en lo suyo. ¿Nuevas caras? No las hemos visto. Y ante la falta de nombres y propuestas inteligentes y consistentes, Lucio se recicla, reaparece y crecerá.

El día de las elecciones se acerca rápidamente. El Gobierno copiará la estrategia chavista de adelantar elecciones presidenciales y convencernos de que si Correa gana no es una reelección. Este período no cuenta según los manuales bolivarianos. Borrón y cuenta nueva. ¿Podrá alguien competir en la papeleta contra Correa?

Por ahora, solo Lucio asoma. Continuaremos con nuestra costumbre de reciclar políticos, sin importar lo malos que hayan sido. En esto sí somos muy ecológicos. Los políticos no van a la basura. Los sabemos reutilizar o reciclar. Si Lucio sintoniza con ese país decepcionado o desesperado, su pasado político se irá olvidando.

Con la campaña para aprobar o rechazar la nueva Constitución se abre una puerta para que surjan nuevas ideas y voces que hagan ver al país lo trascendental de su decisión. Que hagan comprender por qué este cuento socialista ha fracasado y fracasará. Que nos traiga el mensaje de cambio de verdad. Talvez sea muy pronto para convencer a la mayoría que el rumbo propuesto por este Gobierno no es el correcto. Tomará un tiempo. Pero hoy más que ayer, y mañana más que hoy, habrá más gente dispuesta a escuchar. ¿Qué voz escucharán? Por ahora solo nos llegan voces recicladas de quienes, como Lucio, ya desperdiciaron su oportunidad.

sábado, junio 07, 2008

Dueños de la calle

La otra mañana, como todas las mañanas, al llegar al trabajo empezó mi búsqueda de un lugar donde parquear. Como siempre, di un par de vueltas alrededor de la cuadra esperando que se abra algún huequito. De repente vi el espacio perfecto para mi carro. Puse las luces de parqueo y empecé a entrar de retro. Pero antes de poder continuar, me frenó un chico parqueador diciéndome que ese espacio lo acababa de reservar ese señor que está dando la vuelta por allá. Le dije al parqueador que lo sentía mucho, que la calle es de todos y el parqueo de quien lo toma y que no se puede reservar espacio a nadie. El chico cedió y me abrió el paso. Total le daba igual quien ocupe su sitio mientras le paguen por el servicio de “cuidarme el carro”.

Justo cuando terminaba de parquear, el señor que había pedido que le guarden el espacio pegó su carro tan cerca al mío que me impedía abrir mi puerta para salir. “Oye, yo reservé ese espacio” me reclamó. Igual que al chico, le dije que la calle es pública, que no se puede reservar espacios. No quiso escucharme. Amenazó con bajarme las llantas. Por suerte, en ese momento un carro frente al mío salió, y el enfurecido señor ocupó el espacio.

Una semana más tarde encontré dos llantas de mi carro tubo bajo. Al llevar a arreglarlas descubrimos tres huecos en los costados de cada una, hechos con algún objeto punzante. Nunca lo pude comprobar, pero estoy seguro que lo hizo ese desgraciado que me reclamó la otra mañana por tomar “su espacio” reservado.

La lucha por un espacio donde parquear se da en todas las ciudades. Es la batalla diaria que nos trajo el mundo urbano moderno. Pero en nuestras ciudades la experiencia tiene su toque de folklore y de abusos locales.

Yo pago con gusto los servicios de los parqueadores. Hacen un gran favor ayudándonos a parquear en los lugares más apretados, maximizando los espacios. Uno deja el carro en neutro, y los parqueadores se encargan de moverlo para abrir nuevos espacios. Aunque nunca falta algún aguafiestas que deja el carro frenado y daña el sistema.

El problema son los parqueadores que se creen dueños de la calle. Esos que reservan espacios arbitrariamente decidiendo quien se parquea y quien no. O aquellos que aplican el convincente sistema de “o me pagas, o no respondo por lo que le pasa a tu carro”. Los rayones siempre quedan para recordarnos que paguemos la próxima vez.

Pero en esto de los abusos y dueños de la calle, los peores son esas personas que
reservan el espacio frente a la vereda de su casa o negocio. Ponen, sin ninguna vergüenza, esos conos anaranjados o cadenas para que nadie se parquee en “su vereda”. Otros están convencidos que el terreno de su casa incluye la calle. El otro día me topé con uno de esos. Era una señora con pinta de Doña Florinda que salió a reclamarme por parquearme en la calle frente a su casa. Le expliqué inútilmente que ese no era su espacio. Que la calle es de todos. Pero ella, más convincentemente, me dijo que si dejaba mi carro ahí no respondería por lo que le pase y que enviaría a unos de sus hijos a desinflarme las llantas. Con ese sólido argumento, decidí no complicarme la vida, resignarme a la ignorancia y abusos del tercer mundo y buscar otro espacio. Lástima que las grúas no se puedan llevar las casas de esta gente —o a la señora--, como se llevan sin piedad a los carros mal parqueados.

¿Aprenderemos algún día a respetar las calles y los espacios públicos? Por ahora, podemos pelear y reclamar contra el abuso y la ignorancia, y acabar, como me pasó, con las llantas ponchadas. O no complicarnos y jugar con el sistema. Ese juego tan nuestro en el que somos expertos.


* Publicado en revista Clubes de junio

jueves, junio 05, 2008

Desde nuestra verde hamaca

¡Qué suerte que la Asamblea nos traerá el “buen vivir”! Con el mal vivir que cargábamos encima ya necesitábamos ese cambio radical. No más estrés de la vida moderna. Volveremos al campo donde enterraremos nuestros celulares, para mágicamente vivir felices y en armonía con la naturaleza.

Esto del “buen vivir” con el que quieren definir el nuevo régimen de desarrollo, me ha recordado esa historia del pescador que descansa en una hamaca frente al mar al mediodía. Un hombre se le acerca y le pregunta: “¿no debería usted estar pescando a esta hora?”. El pescador le contesta que ya pescó en la mañana y que con eso le basta para su familia. “Pero si usted pescara también en la tarde podría vender más y ahorrar dinero”, le dice el visitante. “¿Y para qué?”, pregunta el pescador. “Podría invertir ese dinero en nuevas embarcaciones y contratar más pescadores”. “¿Y para qué?”, insiste el pescador. “Ganaría mucho más dinero que podría invertir en nuevos negocios”, le contesta el hombre. El pescador insiste, “¿y para qué?”. “Pues, con todo ese dinero podría echarse relajado en una hamaca a descansar”. “¡Pero si eso estaba yo haciendo hasta que usted llegó!”, replica el pescador.

Varios asambleístas quieren un país que descanse tranquilo en su verde hamaca, mientras el progreso nos pasa de largo. Parecen conformes con sus vidas y el desarrollo del país, y creen que es tiempo de apagar las máquinas para conservar intactos los campos.

El “buen vivir” exigiría una naturaleza para ver y no tocar, prohibiendo, por ejemplo, la actividad minera por completo. Su enfoque “ecológico” y “solidario” del desarrollo los lleva a preguntarse: ¿para qué explotar los recursos naturales y afectar la naturaleza si con lo que tenemos ya podemos vivir felices y tranquilos? Fácil decirlo cuando se tiene un sueldo seguro en la Asamblea. Difícil cuando se necesita desesperadamente un trabajo, que miles de ecuatorianos sí tendrían con una explotación responsable de la minería y otros sectores.

Según nos cuentan, el “buen vivir” ni siquiera es compatible con la idea del desarrollo sustentable, porque este último implica un crecimiento con cierta afectación al ambiente. Lo que buscan entonces es un nuevo y mágico modelo en el que todos vivamos satisfechos, sin moverle ni un pelo a la naturaleza, aunque ello signifique estancamiento económico y más pobreza.

En la práctica el “buen vivir” seguramente quedará en pura poesía y letra muerta. Pero deja la puerta abierta para que mañana el Gobierno –este o el de turno–, aplicando el principio de que todo debe cumplir una función social y ambiental, decida lo que podemos o no hacer con lo que nos pertenece.

¡Qué difícil parece ser para estos asambleístas crear una Constitución que se limite a darnos reglas claras y garantizar nuestros derechos y libertad! No es tan complicado. Basta imitar a las sociedades avanzadas. Basta escuchar a Pablo Lucio-Paredes, uno de los pocos que la tiene clara. Basta preguntarse “¿cómo protejo los derechos de cada ecuatoriano?”, en lugar de insistir en “¿cómo impongo mi modelo de estado?”.

Mucha tinta y poesía que al final solo limita nuestro natural deseo de progresar, poniendo al árbol antes que al ser humano, y una obligatoria y falsa solidaridad por encima de nuestra libertad individual.

miércoles, junio 04, 2008

Revista la U. - Junio 2008

Ya está circulando la U. de junio en tu universidad!!!




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