viernes, septiembre 25, 2009

SoHo en Carondelet

De chico siempre la tuve clara. Nuestro enemigo era Perú. Esos peruanos desgraciados nos habían invadido, se nos habían llevado media Amazonía haciéndonos firmar a la fuerza un injusto tratado, y desde entonces ese mapa ecuatoriano que era así de grande, ahora era así de chiquito.

Me tomó unos cuantos años entender que en realidad los peruanos no eran nuestros enemigos. Que era perfectamente legítimo tener amigos de ese país. Que no debíamos denunciar a la policía si nos encontrábamos con uno en la calle.

Mahuad y Fujimori, dos presidentes que hemos preferido olvidar, lograron algo inolvidable: firmaron la paz y acabaron de una vez por todas con esa estúpida división entre dos países con pinta y acentos tan parecidos.

Pero ahora escucho a Hugo Chávez y a su pupilo Rafael Correa quejarse de Colombia y hablar de posibles guerras en Latinoamérica; de que Colombia los está provocando al aceptar que los gringos ocupen sus bases; y que están listos para dar respuestas militares contundentes contra su país vecino. Y me da pena pensar que seguramente los niños ecuatorianos de hoy crezcan convencidos que los colombianos son sus enemigos. Que el señor que vende esas almojábanas en la panadería colombiana de la esquina es en realidad un espía. O que la espectacular modelo colombiana mostrando el nuevo convertible en el centro comercial ha sido enviada por el malévolo imperio para vigilar cada uno de nuestros movimientos.

Mientras nuestros populistas escandalosos gobiernen Ecuador y Venezuela, y la guerra de colombianos y gringos contra las drogas se limite a atacar la oferta e ignorar la demanda; continuará esta absurda tensión entre países hermanos que comparten muchos más que fronteras y colores en sus banderas. Todas esas reuniones, discursos y cumbres presidenciales servirán poco o nada. Más bien lo contrario. Cada vez que uno de estos líderes escupe sus prejuicios a un micrófono eleva la tensión.

Por eso, propongo un plan muy sencillo para bajarle la fiebre belicista a Correa. Que en lugar de envenenarse la cabeza escuchando a Chávez, se ponga a leer SoHo.

Esta revista es un ejemplo palpable de que Ecuador y Colombia podemos complementarnos bastante bien. Estas páginas son la unión de esfuerzos y atributos a ambos lados de la frontera. Unas nalgas paisas en la portada se unen con algún reportaje guayaco, que da paso a una anécdota cachaca en minifalda, para terminar con las ironías de alguna pluma serrana. Aquí nadie invade ni se queja de invasión. Cada quien hace lo suyo en su espacio de papel, para terminar juntitos pero no revueltos. Y todos felices.

Sería bueno que le hagan llegar la revista a Correa todos los meses a Carondelet. En lugar de amargarse por las críticas que la prensa le hace, aprendería sobre cooperación binacional a calzón quitado. En lugar de llorar y lamentarse que los periodistas le hagan oposición, vería que aquí es bien recibida cualquier posición, incluso las de las modelos que no son modelos. Aprendería a no tomarse tan en serio. A reírse de sí mismo. Y al pensar en Colombia ya no se llenaría de rabia imaginando las miradas de Uribe y Santos, los diarios de Reyes, o los videos del Mono Jojoy, sino que en su cabeza desfilarían solo imágenes que le hagan decir jojojoy. Entenderá que hay mucho más en esta vida que andar quejándose o haciéndose el muy bravo.

Envíenle por favor la SoHo del mes a Carondelet. El país estará agradecido. Y los asesores de PAIS también.


* Publicado en revista SoHo de Septiembre/Octubre.

jueves, septiembre 24, 2009

Informo que opino


Ricardo Patiño, en su reciente entrevista con Alfredo Pinoargote en Ecuavisa, mostró lo que este Gobierno espera de los periodistas: que no opinen ni interrumpan. Mejor que se hagan a un lado para que la voz del Gobierno prevalezca. Según Patiño, “uno no tiene esa libertad de expresión que ustedes [los periodistas] tienen”. Traducción: el Gobierno no está todo el día en televisión como los periodistas. Solución: una ley que invierta la situación.

Este Gobierno está enamorado de su propia voz. No quiere dar espacio a periodistas, ni analistas, ni nadie que critique su falsa revolución y muestre la pobreza, desempleo, corrupción y violencia. El Gobierno ya es el más grande dueño de medios de comunicación en el país. Pero eso no le basta. Como si no los tuviéramos hasta en la sopa, el Presidente y sus ministros pretenden aparecer aun más seguido en nuestras pantallas. Y como siempre, son los más pobres quienes sufren el tormento de tantas cadenas nacionales, al no poder escapar a canales de cable.

He escuchado estos días debates sobre la necesidad de mejorar la calidad de los medios y el periodismo en el país. Es un debate muy válido, pero muy aparte del proyecto de ley de comunicación. No le corresponde al Gobierno decir cómo deben actuar los medios, y menos aún exigirlo con amenazas y sanciones. Eso le compete a los mismos medios. Y sobre todo a los televidentes, radioescuchas y lectores quienes con su control remoto premian o castigan la calidad de los canales y con su dinero deciden qué diario vale la pena leer.

El proyecto de ley menciona la importancia de la “democratización de los medios… mediante una distribución equitativa del espectro radioeléctrico a los medios públicos, privados y comunitarios”. Frase muy pomposa que queda en nada. Vargas Llosa la tenía clarísima cuando dijo que “Cada vez que los gobernantes han hablado de democratizar los medios, la libertad de expresión ha entrado en receso y ha desaparecido”.

El problema de fondo, como suele suceder con los gobernantes que desconfían del individuo, es que se pretende dirigir y controlar nuestras vidas. El Gobierno está en todo y por encima de todos. No creen que podemos entender, por ejemplo, cuando un periodista da una opinión, o una información, o ambos. Pretenden entonces regular la libre información y opinión, mientras nadie regula al Gobierno.

Con Pinoargote también se entrevistó María Paula Romo. Ojalá Patiño y Panchana la escuchen y recojan sus posturas. La asambleísta tiene mucho más claro lo que significa la libertad de expresión. Mientras Panchana pasea sus quince minutos de fama, Romo –y estoy seguro que otros asambleístas de su bloque– sabe que este proyecto de ley es una payasada. Le toca ahora actuar, hacer entender a la Asamblea la importancia de la libertad de prensa, y oponerse a aquellos que solo actúan para complacer los deseos del gran jefe.

Nos van quedando solo la televisión por cable y el internet como espacios de expresión realmente libres (hasta que algún iluminado decida interferir nuestros blogs y videos de YouTube con alguna ridiculez nacionalista). Si esta ley pasa, podemos ir despidiéndonos del periodismo libre. ¿Quedarán asambleístas con conciencia, voluntad y voto independientes que defiendan nuestra libertad?

jueves, septiembre 17, 2009

Mensaje de García

La reunión de Unasur en Quito esta semana no logró gran cosa. Se quedó estancada y cada uno se fue para su casa.

Pero al menos esta reunión nos trajo el mensaje de García. De Alan García. Un mensaje claro, al grano, que ojalá escuche más de un presidente de la región.

García envió una carta a los cancilleres reunidos, en la que básicamente decía que no podemos hablar de integración mientras nos seguimos armando hasta los dientes.

García propone que se hagan públicos los montos de los gastos militares de cada país. Que se transparente cuánta plata se va en mantenimiento de instalaciones militares, tropas y en nuevas compras. Esto es importante, según García, para “evitar la competencia armamentista, para profundizar la integración a través de la confianza y aplicar la mayor parte de nuestros recursos a la reducción de la pobreza y de la inmensa desigualdad entre los grupos sociales de nuestros países”.

Puede sonar algo iluso García al pensar que nuestros países confiarán entre ellos ciegamente. Pero al menos sus palabras suenan refrescantes frente a los gritos de guerra de nuestros escandalosos líderes autoritarios en la región.

Alan García da cifras alarmantes sobre el absurdo gasto militar que estamos viviendo en nuestra región: “En los últimos cinco años… nuestros países han destinado al gasto militar un total de 156 mil millones de dólares… y podría alcanzar en este año a 38 mil millones de dólares”. “Si no se hubieran destinado 23 mil millones a la compra de nuevas armas y si se hubiera reducido, apenas, en un 15% el gasto de los cinco años en operaciones normales y mantenimiento de la tropa y recursos, hubiéramos tenido fondos para sacar de la pobreza a no menos de 30 millones de sudamericanos”.

Eso es mucha plata. Y son muchas personas. Lo sabe bien Hugo Chávez, que estuvo recientemente de gran shopping belicista en Rusia. Venezuela junto con Colombia, Brasil y Chile son los países que más han aumentado su presupuesto militar en los últimos cinco años.

Parecería sencillo esto de ser realmente países amigos, con lo mucho que nos parecemos y compartimos. Sin embargo, nuestros presidentes declaman sobre unidad latinoamericana escondiendo una granada en el bolsillo. Y muchos de ellos siguen culpando a los mismos cucos de siempre por nuestra pobreza –el FMI, el neoliberalismo, los gringos– mientras despilfarran absurdamente en armamento.

Tal vez la carta de Alan García se pierda como un simple gesto idealista. Pero basta ver al propio García para ser más optimistas. Este es un presidente que destrozó en su primera presidencia al Perú, cuando su ideología y prácticas se parecían a las que tristemente hoy nos toca vivir con Correa. Pero maduró. Y dos décadas después, en su segunda presidencia, ha abierto su país al mundo y al progreso. Sí se puede cambiar, aunque tome tiempo.

“Es verdad que nos separan modelos ideológicos y que aún discutimos sobre algunas diferencias y reclamos históricos. Pero nada de eso puede llevarnos irracionalmente a la guerra. Y con toda razón el pueblo sudamericano rechazará que se continúe hablando de integración mientras los países se arman unos contra otros…”, concluye el mensaje de García. Que entre tanto griterío trae, al menos, una esperanza en el camino.

jueves, septiembre 10, 2009

Oliver también

La seducción chavista llegó a Hollywood. Oliver Stone, el director de cine que nos ha dado películas inolvidables como Platoon, Wall Street, The Doors, JFK, estrenó en el festival de Venecia su documental South of the Border (Al Sur de la Frontera). Y Chávez es el héroe. El dictador venezolano desfiló junto a Stone por la alfombra roja, firmando autógrafos y sonriendo a los flashes de los paparazis. Toda una estrella.

Según declaraciones de Stone y lo que se puede ver en el tráiler (ya llegará el DVD a la tienda pirata de la esquina), su documental hace quedar bastante bien a Chávez y sus amigos. Según reseñas de diarios, “El documental… presenta a Chávez sonriente, aclamado por el pueblo y evita abordar asuntos delicados como… las críticas a la censura a la prensa”. Se trata de “un retrato inédito y benévolo de Chávez” que describe “solo los aspectos ‘más fáciles’ del movimiento bolivariano”.

Para Oliver Stone, Chávez “es un héroe, un fenómeno”, por ser “el primer mandatario latinoamericano que desafió al Fondo Monetario Internacional…”. Stone, al igual que nuestros populistas latinoamericanos, cae en el fácil discurso de culpar a Estados Unidos, los organismos internacionales y las multinacionales de nuestro atraso; en lugar de reconocer nuestra propia responsabilidad.

Aparecen en el documental entrevistas con la presidenta de Argentina y su esposo. ¿Sabrá Stone que la fortuna de esta humilde y socialista pareja creció el 158% en el 2008, superando los 12 millones de dólares, gracias a sus negocios dudosamente exitosos? Hace también su debut cinematográfico Rafael Correa. ¿Sabrá Stone que ese sonriente señor pretende cerrar arbitrariamente un canal de televisión, o que su hermano se ha forrado de contratos millonarios con el Estado? Raúl Castro asoma también. No hay que recordarle a Oliver sobre la escasa libertad en su país.

Salvo Lula, no aparecen en el documental justamente los presidentes que sí están generando progreso, inversiones, empleo y bienestar en sus países. Bachelet, García y Uribe parecen no ser los suficientemente folclóricos para la película.

Es una lástima que con este documental muchos vayan a pensar, como cree su coguionista, que Chávez representa una versión sudamericana de la socialdemocracia europea. Y no el peligroso populismo autoritario que realmente lidera.

El mundo necesita saber que, a diferencia de la izquierda europea respetuosa de la seguridad jurídica, el derecho a la propiedad, los contratos, las inversiones y la libertad de prensa; la “izquierda” populista chavista va en contra de todo eso, pretende controlarlo todo, y al final nos hunde en más pobreza.

Stone dice admirar a Chávez, pero estoy seguro de que jamás lo votaría para presidente de su país. Al igual que muchos intelectuales de izquierda del primer mundo, su apoyo a estos folclóricos experimentos políticos es de lejitos nomás. En su país prefieren estabilidad, libertad y seguridad. Es más, si Oliver Stone fuera venezolano, para alcanzar su potencial artístico seguramente le hubiera tocado huir del gobierno de Chávez, emigrando a tierras más libres.

Stone dijo que el mundo necesita “decenas de Hugo Chávez”. Pobre Oliver. También ha sido conquistado por la labia chavista. Mejor seguir admirando al director por sus grandes películas y tomar este documental como un simple resbalón en su carrera.

jueves, septiembre 03, 2009

Cayendo

A Hugo Chávez le tomó ocho años como presidente apagar la imagen y voces del canal RCTV. Si Rafael Correa cumple con su amenaza de este sábado, le habrá tomado poco más de dos años deshacerse de Teleamazonas. Correa parece menos radical que Chávez, pero está superando a su maestro en lo que a atropellos a las libertades se refiere.

Marcel Granier, director de RCTV, en una reciente entrevista en diario Hoy, dijo que “aquí Correa avanza mucho más rápido que Chávez. En dos años, Chávez no había hecho todo lo que ha hecho Correa, así que prepárense, que falta lo peor”. El mismo Correa dijo hace dos años que él hubiera cancelado inmediatamente RCTV, sin esperar como lo hizo Chávez a no renovar la frecuencia. Ya nos había advertido de los atropellos que tenía en mente. Estábamos y estamos prevenidos.

No es coincidencia que en Venezuela y Ecuador ocurran estas cosas. No es coincidencia que en los países gobernados por populismos con pretensiones dictatoriales se dé lo mismo. Cuando un gobierno simplemente no entiende lo que significa la libertad de expresión, solo podemos esperar lo peor.

Tener el control de otros canales de televisión –tanto que él decide qué programas se quedan o se van– no es suficiente para Correa. Quiere más. De principal confrontador con los medios de comunicación, se está convirtiendo en su principal propietario y director. Seguimos esperando que se vendan los canales del Grupo Isaías. Y parece que lo seguiremos haciendo mientras dure este gobierno.

Escucho discusiones sobre si Teleamazonas cometió o no una falta al transmitir el audio del Presidente. Pero ese no es el tema. El Presidente está atacando, como nunca se había visto en este país, la libertad de expresión. Ese es el único tema en discusión. Las “faltas” anteriores por las que se ha sancionado a Teleamazonas, para llevarla al borde de una suspensión, son una burla. Son un ataque directo y descarado.

Debe estar feliz Correa de encontrar una excusa que lo acerca al cierre del canal de televisión que le dice las cosas como son. Se le notaba la emoción este sábado, cuando decía exaltado, que “yo no les tengo miedo, no me tiembla la mano, y pediré… que Teleamazonas sea definitivamente clausurada”.

El público también se emocionó y empezó a corear “así, así, así se gobierna”. No se dan cuenta que ese señor que vocifera, hoy empieza atropellando los derechos de un grupo de periodistas, pero mañana les tocará a ellos. Nos tocará a todos.

Correa terminó su exaltado discurso diciendo que “por eso necesitamos los Comités de Defensa de la Revolución… para defender al Gobierno”. Yo me pregunto, en cambio, algo cada día más difícil de contestar: ¿quién nos defiende de este Gobierno?

Carlos Jijón, director nacional de noticias de Teleamazonas, dijo que esto “es una amenaza no solo contra Teleamazonas, es una amenaza contra la prensa en general… para que el resto de la prensa vea lo que le puede pasar si quiere practicar un periodismo independiente”.

La intimidación funciona. Pero no por mucho tiempo. Logrará callar algunas voces. Pero no todas.

Si cae Teleamazonas, caerá más bajo que nunca nuestra libertad. Y Correa empezará a caer también.

miércoles, septiembre 02, 2009

Revista la U. - Septiembre 2009

Ya está circulando la U. de septiembre en tu universidad!!!



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