lunes, abril 18, 2016

Inmorales

“Sacar capitales de países como los nuestros me parece algo inmoral”, dijo Rafael Correa en una de sus recientes entrevistas en Nueva York con un medio internacional. Por lo visto, Correa olvidó que él también cometió esa “inmoralidad” cuando sacó 330.000 dólares de los 600.000 dólares que ganó en una demanda por supuesto daño moral.

Inmoralidades vemos por todos lados. Pero que Correa o cualquier funcionario haga con su plata lo que mejor le parezca no es una de ellas. Más allá de ese disparo en el pie que se pegó el Mashi con esas declaraciones, su opinión está bañada de un nacionalismo absurdo que demuestra la limitada visión del correísmo y explica nuestro estancamiento.

Según esa visión, los sueños del empresario ecuatoriano deben quedarse dentro de las fronteras de nuestro país. Nada de soñar en grande. Nada de pretender conquistar otros mercados. Su plata debe quedarse aquí. Invertir solo en negocios locales. Sacarla es antinacionalista. Invertir en nuevos mercados atenta contra los intereses de la patria. Y peor aún, guardarla en bancos de países más estables es una traición a nuestra gloriosa tricolor.

Detrás de tales afirmaciones está esa actitud contra la libertad que ha marcado estos años de correísmo. El Gobierno te dice lo que debes hacer con tu propia plata. Te clava salvaguardas prohibitivas por si te provoca importar algo. Te mete un impuesto a la salida de divisas por si quieres llevar tu plata fuera. Te llena de impuestos para que quede claro que tú no trabajas para ti y tu familia, sino para el Gobierno. Y si tienes el descaro de salir adelante, ser exitoso y querer invertir en otros países o asegurar parte de tu dinero en países que brinden mayor estabilidad y reglas claras, eres un traidor, un antinacionalista, un inmoral.

La inversión extranjera que llega a nuestro país sería también inmoral bajo esta definición correísta. Esas pocas inversiones chinas o mexicanas que han llegado han resultado ser una traición a sus países de origen. Suerte la de colombianos, peruanos, chilenos y el resto de vecinos que están llenos de inmorales inversiones de empresarios extranjeros. Sería bueno que nos llegara más de esa inmoralidad por acá.

Esos empresarios que arriesgan su dinero en un país tan inestable y tan hostil hacia el inversionista como el nuestro deberían ser declarados héroes. Sus nombres deberían quedar inmortalizados en un gran monumento. De igual forma nuestros empresarios que logran crecer y llevar su dinero y negocios a otros países deberían ser puestos como ejemplo. Pero aquí los tachan de inmorales.

Los inmorales son otros. Son quienes limitan nuestra libertad. Quienes censuran la prensa. Quienes controlan todos los poderes del Estado y los usan a su antojo. Quienes despilfarran nuestro dinero y ahora pretenden cobrarnos más impuestos para seguir gastando. Quienes utilizan el poder para generar divisiones, odios, resentimientos. Quienes utilizan recursos de todos para desprestigiar y manchar nombres de quienes no piensan como ellos. Esos son los inmorales.

No existe inmoralidad alguna en gastar, invertir o guardar nuestra plata como queramos. Eso se llama libertad. Los inmorales son quienes pretenden limitarla. 


lunes, abril 04, 2016

Un trabajo para Pablo

Correa felicita a Pablo. Que es un orgullo para la patria, el primer estudiante de excelencia de su provincia, ganador de una beca del Gobierno. ¿Y qué estás haciendo ahora, Pablo? “La verdad, no me encuentro trabajando en el momento”, le contesta. “¿Y por qué?”, pregunta incómodo el benefactor. Y Pablo explica que no hay plata en la institución pública donde intentó ingresar.

“Todos nuestros becarios deben estar trabajando, ¿qué pasa?”, increpa Correa. “Pasa que tú eres el presidente y por eso no hay trabajo”, contestan en silencio millones de ecuatorianos.

Ahí. En ese momento. En esa vergüenza pública que pasó el presidente durante su show de los sábados se resume uno de los grandes daños que ha hecho el correísmo al país. A los jóvenes. El Gobierno creyó que esto de gobernar era cuestión de gastar. Que desde el Estado se podía hacer todo. Repartir cargos, multiplicar ministerios y secretarías inútiles, construir carreteras, hospitales, elefantes blancos, proyectos invisibles, ahogarnos en publicidad. Da igual. Gastar, gastar, gastar. Esa era su receta. Su gran milagro.

Inversión extranjera, secundario. Seguridad jurídica, tonterías. Tratados comerciales, bobadas neoliberales. Estabilidad tributaria, cuento de los poderes fácticos. Ahorro, una estupidez.

Y ahora miles de Pablos no tienen trabajo. Esos Pablos pertenecen a una generación que creció y se graduó bajo el correísmo con un objetivo: conseguir un puesto público. Porque sabían que ahí estaban los trabajos. Porque veían que el sector privado estaba estancado. Hoy, ya ni el obeso Estado les puede dar algo.

Lo más decepcionante es que el Gobierno no hace nada para que esta situación cambie. No existe un compromiso de hacer cortes significativos en el aparato estatal. No están preocupados de reducir el monstruo burocrático que ellos crearon. Se empeñan en continuar con lo mismo. Todo para el Gobierno, nada para la gente.

La gran preocupación de Correa no es darle un trabajo a los jóvenes desempleados. Mover la economía e impulsar al sector productivo para que se generen esos empleos tan necesitados. Su principal preocupación es conseguir más plata para seguir gastando. Que nadie toque mi avión privado, mis sabatinas, mis infinitos ministerios, mi holding de medios públicos, mis aeropuertos fantasmas, mis viajes, mi propaganda. La culpa no es mía, es del precio del petróleo. Quienes dicen que gasto mucho mienten.

El Gobierno no piensa ahorrar. Dejarán el poder con la mashicard al límite y chulqueros cobrando en cada esquina. Nuestro bolsillo existe para que ellos sigan gastando. Para eso están los nuevos impuestos con lo que pretenden seguir exprimiéndonos.

Pero tranquilos. Seguro los acuerdos firmados por Gabriela en Bielorrusia traerán esa inversión que generará miles de empleos. Seguro ese nuevo impuesto a los cigarrillos y las bebidas azucaradas nos hará tan saludables que vendrán turistas del mundo entero a conocer nuestro secreto. Seguro ese arduo trabajo de la Secretaría del Buen Vivir dará sus frutos y pronto exportaremos sonrisas. Hasta que eso suceda, a pagar todos con infinito amor el despilfarro.

Mientras el Gobierno solo piensa en nuevos impuestos, Pablo solo quiere un empleo. Los Pablos esperan una oportunidad. Eso sí, tienen algo muy claro. Saben quién debe perder su cargo, para que ellos consigan un trabajo.