jueves, enero 26, 2012

PAIS imaginario


PAIS no existe. Existe Rafael Correa. Así lo dijo en una reciente entrevista un asambleísta: “PAIS es una entelequia. Realmente no existe el Movimiento PAIS. Lo que existe es Rafael Correa. Y como este Movimiento no existe, entonces se tiene que hacer lo que la voluntad presidencial dice. Han minimizado tanto a sus actores políticos que ninguno…va a tener una votación sino a través de…Rafael Correa”.

Y tiene razón. Alianza PAIS se perdió la oportunidad de ser un movimiento político democrático que reúna voces de la izquierda y centroizquierda, para convertirse en un movimiento caudillista como tantos otros que han pasado por la historia política del Ecuador.

No siempre fue así. Alianza PAIS no nació como un movimiento basado únicamente en una persona como el PRE de Abdalá Bucaram, el Prian de Álvaro Noboa o la Sociedad Patriótica de Lucio Gutiérrez. Esos partidos nacieron con dueño y sin real ideología y así han continuado elección tras elección. Alianza PAIS, en cambio, tuvo un origen basado en las ideas y planes de un grupo de personas y movimientos que impulsaban causas comunes de izquierda, más allá de candidatos o figuras políticas.

Pero falló. Hoy, varias de las personas y movimientos que formaban parte de Alianza PAIS se han separado y han pasado a ser críticos del presidente y el Gobierno. Son justamente quienes han rechazado ese carácter caudillista del Gobierno. Los que se han quedado son los que no tienen problema en callar sus opiniones para alinearse al discurso del jefe.

El asambleísta dijo también en la entrevista que existe un “concurso interno” entre los asambleístas de Alianza PAIS para ver quiénes serán considerados para las próximas elecciones. “Los perfiles que están pidiendo en Alianza PAIS en este momento son personas que no critiquen, personas que no piensen, si no personas que vayan simplemente a la nueva asamblea a recibir órdenes”. El triste récord de la Asamblea parece confirmar esta afirmación. Votación tras votación los asambleístas callan sus voces para aprobar lo que envíen desde Carondelet.

Eso de las elecciones internas y escoger a los mejores hombres y mujeres para que ocupen las candidaturas queda como una promesa vacía más. PAIS y el país se perdieron la oportunidad de generar un espacio democrático, donde sean las ideas, debates y propuestas, no el poder de un caudillo, lo que conduzca las decisiones del movimiento político.

Seguimos donde estábamos hace cinco años. En un país sin verdaderos partidos. En un país de caudillos. Si bien para las próximas elecciones se están organizando e inscribiendo nuevos movimientos, que al igual que ese Alianza PAIS en sus orígenes, se basan en ideas y proyectos, más que en personas o líderes carismáticos; el cálculo electoral parece limitarse a conseguir a esa otra figura que pueda enfrentar a Correa. La ideología, los planes políticos, la experiencia, pasan a segundo mientras exista la capacidad de ganar votos.

Y así continuamos. Rindiendo culto a líderes mesiánicos en un país donde las instituciones y los representantes de los distintos poderes del Estado se minimizan frente al poder del caudillo.

Alianza PAIS desperdició la oportunidad de ser un movimiento democrático. Queda el reto para los nuevos movimientos.

jueves, enero 19, 2012

Lo que no podremos decir


En marzo del 2009, antes de las elecciones presidenciales, escribí en un artículo, entre otras cosas, que los candidatos “Noboa y Gutiérrez representan el pasado que queremos dejar atrás. Correa es el presente del que queremos librarnos. Y Roldós es una reacción valiente al presente, pero una reacción que nos llevaría en una dirección equivocada”.

En las próximas elecciones no podré escribir algo así. Correa y su Asamblea me lo prohíben. Ahora, por orden de Correa y su –irónicamente llamado– Código de la Democracia, los medios de comunicación “se abstendrán de hacer promoción directa o indirecta, ya sea a través de reportajes, especiales o cualquier otra forma de mensaje, que tienda a incidir a favor o en contra de determinado candidato, postulado, opiniones, preferencias electorales o tesis política”. Más claro, que no se diga ni escriba nada sobre la campaña electoral y los candidatos.

Correa dice que quiere imparcialidad y objetividad en los medios. Traducción: que nadie hable mal de él, que nadie mencione abusos o escándalos de su Gobierno, que nadie hable bien de otros candidatos. Que nadie diga nada, para que la única voz que se escuche sea la suya, la de sus cadenas promoviendo las obras de su gobierno, la de su millonaria propaganda.

De Correa nada podemos esperar en lo que a libertad de expresión se refiere. Su misión es callar a los medios. Eso está claro. Pero él no puede implementar estos abusos solito. Ahí aparecen sus asambleístas, listos para hacer lo que sea necesario –incluso votar contra sus principios– con tal de agradar al jefe y así estar en las listas de Alianza País para las próximas elecciones.

Sería bueno que Correa vea los canales de TV gringos o lea sus diarios. Se encontrará con una serie de reportajes en los que se investiga con detalles lo bueno y malo de los actuales candidatos republicanos. Así, los votantes pueden conocer más de cerca a quienes pretenden gobernarlos. Acá eso estará prohibido. Con esta absurda ley, hasta se podría sancionar un reportaje sobre algún escándalo o caso de corrupción del Gobierno, pues se interpretaría como un reportaje en contra del candidato Correa. Cualquier información negativa o positiva que se tenga sobre un candidato tendrán que callarla los medios. Si algún candidato estuvo involucrado en algún caso de corrupción, los votantes no se enterarán. Si algún candidato explotaba a sus empleados, silencio total. Nada que pueda interpretarse como un apoyo o ataque al candidato.

¿Olvida el presidente Correa al candidato Correa que salió del anonimato gracias a la cobertura que le dieron los medios? ¿O será que lo recuerda bien y ahora quiere evitar que aparezcan nuevas voces? El candidato Correa logró vencer la poderosa billetera del candidato Noboa. Ahora, el presidente Correa, con su poderosísima maquinaria estatal y su control de las instituciones, busca aniquilar cualquier posibilidad de una contienda electoral. La voz que él tuvo en los medios ya no estará permitida. Las opiniones favorables que él recibió de periodistas y comentaristas ahora serán sancionadas.

Ecuador hace el ridículo ante el mundo aprobando una ley impensable en cualquier sociedad democrática. El fraude electoral se ha adelantado un año.

jueves, enero 12, 2012

El legado


¿Qué sería de este Gobierno si hubiera respetado la libertad de expresión y a los medios de comunicación? ¿Si en lugar de meter juicios abusivos para callar a periodistas y quebrar medios, hubiese mantenido un elemental respeto hacia las opiniones de la prensa? ¿Si el presidente hubiese actuado como un líder respetando el papel de los medios y las opiniones ajenas?

Si el Gobierno hubiese actuado así, la oposición no tendría mayores argumentos en su contra. La comunidad internacional no tendría mayor cosa que reprocharle. Quedarían su Congreso de los manteles, sus eternos decretos de emergencia y otros abusos a las leyes. Pero incluso eso pasaría más desapercibido con un gobierno tolerante. Este sería uno de los gobiernos y presidentes más respetados de la región. Lo que no es igual a ser popular. Si bien hoy una mayoría apoya a Correa, él sabe que los líderes de la región y aquellas personas cuya aprobación él quisiera tener, critican sus abusos y se burlan de su inmadurez.

Un Correa respetuoso ante los medios, permitiría que los debates políticos en el país se centren en temas más de fondo como en cualquier sociedad civilizada. No como acá, que ante la primitiva postura del Gobierno frente a la prensa, toca defender derechos elementales.

A Correa le ha ido muy bien, a pesar de su vocación ultraestatista. Ha tenido suficiente dinero como para derrochar sin miedo. Tiene una gran obra vial que mostrar. Tiene logros sociales y administrativos que la gente disfruta y reconoce.

Pero esos logros se opacan frente a sus vergonzosos juicios contra periodistas. Pasan a segundo plano cuando el mundo condena sus abusos. Correa y su equipo lo saben. Saben que en los foros internacionales los señalan y los critican. Saben que no importa cuántas carreteras y hospitales construyan, ni cuántas campañas sociales implementen, ni cuánta plata inviertan, ante la historia y el mundo quedará esa gran mancha de su intolerancia y abusos.

Pocos se atreven a enfrentar lo que está sucediendo. La mayoría prefiere mirar para otro lado. Por suerte, hay personas como el asambleísta César Montúfar quien contestó la irrespetuosa carta que le envió Correa, diciéndole entre otras cosas que “jamás un presidente de la República demandó a un editorialista y a un periódico por un delito de opinión; jamás exigió una indemnización millonaria para enriquecerse; jamás protegió a su abogado para que fraguara un fallo judicial, en una grosera intervención en el sistema de justicia, con el fin de obtener una sentencia favorable. Esa es la verdad que usted no quiere enfrentar... Usted será responsable ante la historia de este ignominioso acto de abuso de poder… y esa realidad lo acompañará todos los días de su vida”.

Pero hay una salida que no borrará todo lo actuado hasta ahora, pero limpiará en algo la imagen de este Gobierno. Montúfar la propone: “La única manera que usted tendría de lavar su nombre es desistir de esta vergonzosa demanda”.

De lo contrario, quedará para siempre el legado de intolerancia y abuso del Gobierno. El resto será secundario. Ellos lo saben. Todavía pueden cambiar la situación si solo dieran el paso correcto.

jueves, enero 05, 2012

Un enemigo menos


Con cada año nuevo nacen miles de propósitos. Ir al gimnasio, iniciar una dieta, empezar ese proyecto postergado, leer más, ver menos televisión, dejar de fumar. Pero la rutina, la pereza y la velocidad de la vida suelen dejar a medias la mayoría de esas promesas y regresarnos a lo mismo del año anterior.

Entre mensajes de amor y paz y resoluciones para el nuevo año, me llegó una idea que bien vale la pena adoptarla para este año que empieza y cumplirla. Su impacto sería enorme en las vidas de las personas y sociedades. La idea es tan sencilla como complicada. Se trata de empezar el año con un enemigo menos.

Hacer las paces con ese amigo que alguna discusión o algún asunto sin mayor importancia convirtió en examigo. Reconciliarse entre hermanos que crecieron juntos y felices y ahora ni se saludan por problemas que nunca debieron darse. Retomar contacto entre primos, compañeras, compadres que han pasado demasiados años sin hablarse por ese orgullo que impide dar el primer paso aunque ya ni se acuerdan por qué siguen resentidos. Empezar el año con un abrazo, una visita, una llamada o al menos un mail que acerque y cure heridas.

La idea viene de una agencia de publicidad española que para ayudar a dar ese paso hacia la reconciliación como propósito de año nuevo ha creado la iniciativa “Un enemigo menos, un amigo más”. A través de www.unenemigomenos.com se puede enviar una bandera blanca a las personas con las que uno quiera hacer las paces. La idea es generar la reconciliación entre individuos. Pero va más allá, al ser una vía para fomentar la paz, la solidaridad y el entendimiento entre las personas y pueblos a una escala mundial.

Suena bien. Convertir el 2012 en el año de menos enemigos. Suena mejor todavía cuando lo llevamos a nuestra arena política e imaginamos la posibilidad de que en lugar de insultos, ataques personales y tanto odio, nuestros políticos se entreguen banderas blancas. Como el poderoso mensaje que envió la última campaña de Benetton, sería mejor que en lugar de tanta división y tanto lodo echado con ventilador, nuestros líderes locales y mundiales se den un buen beso que selle el compromiso de avanzar juntos.

El ejemplo lo podrían poner en Carondelet. No con esos falsos perdones otorgados a quienes solo han ejercido su derecho a expresarse. Sino pidiendo perdón a todos los que han agredido, a todos aquellos cuya libertad han coartado, a los que hoy en día deben defenderse ante juicios abusivos y absurdos, en cortes intimidadas frente al poder.

Yo por mi lado intentaré ver más seguido el lado positivo del Gobierno. Está ahí, en las obras de infraestructura y las mejoras en la atención de instituciones públicas. En las inversiones sociales que mejoran la vida de muchas personas. Y esperaré que el Gobierno envíe varias banderas blancas a los medios y tome la decisión firme de abandonar su papel de enemigo y acosador de la prensa. El primer paso debe darlo el presidente desechando sus juicios a medios y periodistas.

Un propósito. Una acción. Empezar el año con un enemigo menos. ¿Se puede?