
Llega un momento en que uno se harta de la política local. En especial con este gobierno empeñado en sumergirnos en ideologías fracasadas y en una absurda guerra de resentimientos. Y es ahí, cuando nuestros dedos piden a gritos alejarse de los canales de televisión nacional y presionar un botón en el control remoto que nos lleve a otros países y otras realidades más alegres. Así, aterrizamos en la política gringa y en la última campaña presidencial. ¡Qué civilizado se ve todo de repente!
Recuerdo haber vivido como estudiante universitario en Washington la reelección de Bill Clinton contra Bob Dole y luego la polémica elección de George Bush contra Al Gore. Lo que más me impresionaba es que a pesar de tratarse de la elección del presidente más importante del mundo, en realidad casi ni se sentían las campañas. Uno podía ver televisión tranquilo sin que lo interrumpan con cadenas nacionales. Las calles no estaban inundadas de afiches políticos. Y la gente, si bien se interesaba en el resultado de la elección, era más bien pasiva frente al momento que vivían. El día de la elección era un días más. Parecía un martes como cualquier otro, solo que esa noche un nuevo presidente sería electo. Se sentía una actitud de que más allá de quien fuera el ganador, las cosas continuarían más o menos igual. No había esa desesperación e incertidumbre ante el futuro, que vivimos acá en cada elección.
Ahora veo a los nuevos candidatos gringos. Más allá de importantes diferencias ideológicas entre ellos, gane quien gane, Estados Unidos seguirá relativamente igual. Ambos candidatos son personas preparadas, graduados de las mejores universidades, con currículos ejemplares. McCain es un héroe de guerra y Senador respetado. Barak Obama es abogado graduado de Harvard donde fue Presidente de la prestigiosa Harvard Law Review, es autor de Best-Sellers, y Senador. Ya se quisiera cualquier país del mundo a uno de estos candidatos para presidente. Su preparación y logros son ejemplares.
A la hora de votar por uno de estos candidatos, los electores podrán enfocarse en sus planes e ideología. No tendrán que cuestionarse, como sucede por nuestros barrios, cual de los dos va a robar menos, cual tendrá amigos menos pillos, o cuál protegerá cosas tan elementales como la propiedad privada. Eso está sobrentendido.
Claro que no todo es perfecto en la política gringa. Las campañas, alimentadas por

medios y periodistas que buscan ganar la guerra de rating, suelen concentrarse en cosas sin importancia. Se habla más del color del vestido de tal candidata, o de la forma como dijo tal cosa, antes que del contenido y propuestas de fondo. Eso lo vemos sobretodo con la sorpresiva aparición de Sarah Palin como candidata a vicepresidente de Mc Cain. Siendo una relativa desconocida en la política nacional, los medios en lugar de revisar su hoja de vida y su forma de pensar, le dedicaron casi todo su interés inicial al hecho de que su adolescente hija estaba encinta. Y hoy en día, el interés continúa enfocándose más en su condición de mujer y madre de familia, que en su escasa experiencia para gobernar y sus posturas conservadoras.
Regreso a un canal de televisión local. Rafael Correa despide a su Ministra de Economía para poder despilfarrar con mayor libertad el dinero de los ecuatorianos. El Sí seguro va a ganar. El ilegal Congresillo se instalará burlándose en la cara de los ecuatorianos. Tenemos suficientes problemas en casa. ¿Qué diferencia podrá hacer el próximo presidente de Estados Unidos en nuestro país y nuestras vidas?
Las posturas de Mc Cain parecerían más beneficiosas para los ecuatorianos, al ser él un mayor creyente en la apertura de los mercados. Obama, en cambio, apunta a un mayor proteccionismo que puede perjudicarnos. Pero, al mediano y largo plazo, Obama le hará un mayor bien a nuestro país y el mundo. Su elección mejoraría automáticamente esa mala imagen que hoy tiene Estados Unidos. Recuperaría el respeto de todos, incluyendo esos que se han pasado descargando su rabia contra Bush y cantando eslóganes anticapitalistas y antiyanquis. La renovación de su imagen internacional, podría hacer nuevamente de Estados Unidos un modelo a imitar para líderes de izquierda y derecha. Hará una gran diferencia el tener un Obama a la cabeza. Poco a poco, todos esos que hoy alaban a Chávez y compañía, encontrarán en Obama una razón para celebrar al país del norte. Los Correas, Evos y Chávez perderían protagonismo sin su principal enemigo, personificado en Bush o su sucesor McCain.
Habrá que esperar las elecciones de noviembre. Ahí sabremos mejor como pintará el panorama internacional. Hasta eso, disfrutemos de la política, incluso la local, aunque duela y den ganar de salir corriendo.
* Publicado en revista Clubes de octubre.