jueves, octubre 30, 2008

Y ella llora…

Nos llamó llorando desde el hospital. Su esposo luchaba por su vida. Un ladrón lo había apuñalado después de asaltarlos en un bus. Solo días antes estaba tan contenta mientras cocinaba el almuerzo. Había conseguido un préstamo para una casa. No había sido fácil con sus ingresos de trabajo doméstico. Ahora su esposo agoniza y un criminal camina libre con su dinero.

Mientras ella nos cuenta su tragedia, el noticiario pasa un discurso de Rafael Correa. “¡Angostura, nunca más!”, dice el Presidente exaltado. Anuncia que el país se está armando y equipando para evitar una nueva “agresión” del gobierno colombiano. Dice que “con profundo dolor nos veremos obligados a restringir la entrada y permanencia de ciudadanos colombianos en nuestro país”. Ya estamos acostumbrados: anticuados gritos nacionalistas, enemigos extranjeros imaginarios, amenazas de guerra con un país hermano. El agresor huye tranquilo del bus con un fajo de billetes y su cuchillo ensangrentado, mientras el Presidente habla de soberanía territorial.

¿No ven acaso que el enemigo no está en el país vecino sino en la violencia interna? Bastante tiempo les tomó aceptar que la violencia no era invento de los medios de comunicación o de la oposición. Es real y asusta.

Hace poco conocí la central de emergencias y monitoreo de la Corporación para la Seguridad Ciudadana de Guayaquil. Impresionante. La última tecnología al servicio de la seguridad. Todo está diseñado para que cualquier llamada de emergencia sea dirigida y atendida de forma inmediata. Están listos los equipos. El personal está capacitado. Pero falta algo. La Policía que siempre fue pieza integral de este proyecto ahora decidió no colaborar. Es que la Policía de un Gobierno socialista no trabaja con un Municipio capitalista. Las víctimas de asaltos y violencia que tomen su tique y esperen su turno.

El ladrón no mira los stickers en tu carro a la hora de robarte. Le da igual el color, o que diga vota Sí o No. El asesino no pregunta por quién votamos antes de dispararnos. Tratan a todos por igual. Pero el Gobierno sí basa irresponsablemente su decisión de colaborar y trabajar por la seguridad en banderas políticas y pugnas personales. Esta central de emergencias de la Corporación para la Seguridad Ciudadana no acabará con la delincuencia, pero sí haría una gran diferencia si trabajara con todas las instituciones unidas. Si solo la Policía dejara su absurda postura de no colaborar, se contarían menos historias de horror y lágrimas todos los días.

Aquí los intereses políticos están por encima de los intereses de los ciudadanos. Enfrentamos a enemigos extranjeros ficticios, antes que a enemigos locales reales.

Pero no se preocupen, mediante decreto ejecutivo número 1407 emitido por el Gobierno se ha oficializado al último viernes del mes de octubre como el “Día Nacional de la Alegría y la Solidaridad”. Sonriamos entonces. Aquí no pasa nada. La crisis mundial apenas nos afectará. Nuestra Policía es tan eficiente que no necesita la ayuda Municipal. Esos colombianos que invaden nuestra soberanía serán expulsados y todo quedará solucionado.

Y mientras tanto, ella llora junto a su esposo que se le va. Y no hay bono, ni “Patria ya es de todos”, ni gritos nacionalistas, ni sonrisitas que la puedan consolar.

jueves, octubre 23, 2008

Minorías


Si los e-mails con comentarios y análisis políticos y económicos que recibimos día a día fueran un indicativo del clima político del país, andaríamos por otros rumbos. La popularidad de Rafael Correa estuviera por los suelos. El No hubiera barrido en el referéndum. El Socialismo del Siglo XXI, Hugo Chávez y todos esos referentes políticos no tuvieran cabida en el país.

Esa minoría de ecuatorianos que podemos estar conectados a una computadora e internet tenemos el privilegio de acceder a la información que la gran mayoría no recibe. Incluso, si estás leyendo este artículo perteneces a una minoría con acceso al periódico, y con capacidad de leer y entender más allá de los titulares. La mayoría del país no lee periódicos y tiene un nivel básico de comprensión de lectura.

La información es la herramienta más poderosa para tomar las decisiones correctas. Vivimos en un país donde la gran mayoría no tiene acceso a la información. ¿Podemos esperar decisiones acertadas?

Luego del referéndum, Rafael Correa decía con orgullo que en Guayaquil mientras más pobre la parroquia, más se votaba por el Sí. Para Correa, esta votación significa que los más pobres se sienten identificados con su Gobierno y sienten que sus vidas están mejor o mejorarán con la nueva Constitución (aunque casi nadie conozca realmente su contenido). Pero visto desde otra perspectiva, esa votación significa que a menor acceso a una educación e información, más votos para este Gobierno. Gran parte de esa mayoría que votó por el Sí obtiene su “información” de lo que ve en televisión, es decir, de las infinitas cadenas y publicidad del Gobierno.

En Carondelet podrán decir que los que votan en su contra no son los mejor informados, sino los pelucones que están perdiendo sus privilegios. Pero en ese 28,10% que votó por el No, no se puede hablar solo de ricos y privilegiados. Más bien, se podría hablar de una minoría mejor informada y preparada que entiende los peligros de esta “patria altiva y soberana” que nos venden.

No debe sorprender que no se haya considerado el voto voluntario en la nueva Constitución. No le conviene al Gobierno. Si se replica lo que sucede en otros países, con un voto no obligatorio votarían en mayor proporción las personas con un nivel más alto de preparación. Eso sería una mala noticia para este Gobierno, cuya fortaleza está en la mayoría más vulnerable y desinformada, a la que podrán unirse ahora los adolescentes de 16 a 18 años.

El gran reto para el país está en alcanzar una población con más educación y acceso a la información. Suena a eslogan gastado, pero es realmente el único camino para vivir mejor. De la mano con la educación, está el acceso a la tecnología, para que informarse en internet o escribirse por e-mail deje de ser un privilegio de las minorías de hoy.

Para el Gobierno, el reto es más complicado si quiere sinceramente mejorar el nivel de educación de los ecuatorianos: significa lograr que la mayoría de ecuatorianos reciba una mejor educación, con acceso a todos los recursos y herramientas de información, y al mismo tiempo mantener el apoyo de esa mayoría, ahora más educada e informada, y por lo tanto menos vulnerable frente a discursos populistas. ¿Posible?

lunes, octubre 20, 2008

Roma tendrá que esperar

Sucede en más de una de esas cursis películas. El protagonista sorprende a su guapa novia. La lleva sin avisar al aeropuerto de Nueva York, toman un avión a una ciudad romántica, por ejemplo Roma, y en pocas horas se están besando frente a la Fontana de Trevi.

Ante escenas como esas, por acá nos toca decir “solo en las películas”. No es que nos falten ecuatorianos románticos y espontáneos con suficiente imaginación –y billete— para impresionar a su novia con un viaje sorpresa. Lo que nos falta es el pasaporte adecuado.

En la versión ecuatoriana de esta película, el protagonista hubiera tenido que pedirle primero todos los papeles a su novia, pagar la aplicación para la visa, ir juntos a la cita en el consulado, demostrar que el viaje es por puro placer y romanticismo y que no piensan quedarse a trabajar, rogar que el funcionario esté de buen humor y los apruebe, y ahora sí, finalmente, ir al aeropuerto y subirse en el próximo vuelo a Roma.

Nuestro pasaporte color concho de vino con fotos de nevados y piqueros nos hace ciudadanos de tercera. Eso de que diga “Comunidad Andina” no sirve ni de consuelo. El mundo ve nuestro documento con sospecha. “Este tipo seguro se nos quiere quedar a trabajar” es lo primero que piensa el funcionario de migración.

Más que los ceros en la cuenta bancaria o todas las tarjetas platinum de crédito, la verdadera llave que abre las puertas al mundo es un pasaporte gringo a europeo. Por eso Latinoamérica busca en su variado árbol genealógico algún bisabuelo o pariente lejano que le sirva de eslabón para demostrar que todavía le llega sangre europea. Por eso, de repente nos encontramos con que ese amigo bien ecuatoriano que teníamos, es ahora francés, italiano o español. Logró rescatar de su historia el antepasado preciso para poder tramitarse un pedazo de Europa. Y ahora se pasea libremente por el mundo, donde los oficiales de migración lo reciben con una sonrisa. ¡Desgraciado! Y yo aquí haciendo colas en consulados, aguantándome a funcionarios que preferirían estar en otro lugar, convenciéndolos que solo me quedaré unos días de vacaciones y nada más.

Tanto se han cotizado los pasaportes del primer mundo, que hoy en día el principal símbolo de riqueza y estatus Latinoamericano es no tener hijos Latinoamericanos. Los nuevos herederos latinos nacen en Miami. Sus mamás viajan justo antes de que las autoridades de migración les noten la barriga. Y a los pocos meses vienen al mundo los flamantes gringuitos latinos con su pasaporte azul bajo el brazo.

A esos niños les espera toda una vida libre de consulados, esos horribles lugares que siempre me han producido una sensación extraña. En sus salas de espera se mezclan demasiadas emociones: la tristeza del rechazado, la alegría del aprobado, la prepotencia del que interroga, la incertidumbre del siguiente en la cola, los nervios del primerizo, la impaciencia por una respuesta. El tiempo pasa lento y espeso. La esperanza cuelga de un hilo delgado.

¿Llegaremos algún día a ser verdaderos ciudadanos del mundo con un pasaporte que abra puertas en lugar de construirnos muros? ¿Será posible treparnos sin pensarlo en un avión y aterrizar, por ejemplo en Roma, sin que el oficial de migración al ver nuestro pasaporte sospeche algo malo? ¿Llegará el día en que esto de ser ecuatoriano no salga tan caro?

En el final de la película Sabrina, el personaje de Harrison Ford toma el próximo avión de Nueva York a Paris y la sorprende a ella afuera de su apartamento parisino, para terminar los dos, como tiene que ser, en un eterno beso francés. Si el personaje de Harrison Ford hubiera tenido pasaporte ecuatoriano, nunca hubiera llegado a tiempo a Paris para reconquistarla. Sabrina hubiese acabado con algún francés, mientras Harrison seguiría explicando al oficial del consulado que su viaje es por placer y no tiene intensiones de quedarse a trabajar.



* Publicado en revista SOHO de Octubre

jueves, octubre 16, 2008

Con amigos como estos

Leo dos noticias publicadas el mismo día que muestran por donde van las amistades ecuatorianas.

Por un lado, los presidentes Hugo Chávez y Rafael Correa acuerdan la construcción de un gasoducto, y suscribirán varios convenios de cooperación: una escuela agroecológica, una fábrica de focos ahorradores y un tren eléctrico trasandino. Esto se suma a múltiples proyectos, alianzas y acuerdos previos. Venezuela es el pana del alma de nuestro Gobierno.

Por otro lado, existe la amenaza de que Brasil suspenda relaciones comerciales con Ecuador. El canciller brasileño, Celso Amorim, dijo que el comercio entre Brasil y Ecuador depende de que nuestro país pague el préstamo que contrajo para financiar la construcción de la hidroeléctrica de San Francisco, luego de que Rafael Correa ha expulsado a la constructora Odebrecht y amenaza con no pagar el préstamo.

Por alguna razón a este Gobierno le gusta andar con los relajosos del grupo. Con los presidentes que más escándalo hacen y más burlas provocan en la comunidad mundial. ¿Por qué hemos escogido estos amigos inestables y gritones, antes que el resto de gobiernos serios de la región que trabajan y avanzan en silencio?

Bienvenida la ayuda y cooperación que Venezuela ofrezca al Ecuador. Bienvenidos los beneficios que obtengamos de una cercanía con ese país y la inversión de sus petrodólares. El problema es que esa cercanía con Venezuela parece estar condicionada a nuestro distanciamiento con el resto de gobiernos.

Ayer nos peleamos infantilmente con Colombia. Ahora le toca a Brasil. Más allá de la forma como haya actuado la constructora Odebrecht, lo importante es que nuestro Gobierno respete la ley y no se deje llevar por emociones. De lo contrario, solo perdemos los ecuatorianos. Al desprestigiarse aun más nuestra imagen internacional. Al ahuyentarse la inversión. Al dañarse nuestras relaciones con el país más importante de la región. Como dijo el Ministro de Energía de Brasil, la decisión del presidente Correa de expulsar a la constructora Odebrecht es “una bravuconada que no lleva a nada y no fortalece las relaciones diplomáticas”.

Este Gobierno que critica a los políticos que eran muy cercanos con Estados Unidos y a los empresarios que centraron todas sus esperanzas en un tratado con ese país, ahora parece hacer lo mismo con Venezuela. Con el agravante de que Venezuela no es nuestro mayor socio comercial, su gobierno no es respetado a nivel mundial ni dentro de casa, y que esta cercanía con Venezuela se va convirtiendo en amistad exclusiva y excluyente.

Al final, todas estas peleas con empresas y socios comerciales nos pasan factura a los ecuatorianos. Con el caso Odebrecht, nos tocará pagar en un futuro no muy lejano. La empresa brasilera seguramente recurrirá a los contratos, demandará, ganará y finalmente los ecuatorianos tendremos que indemnizarla por las pérdidas y daños causados. Y cuando eso ocurra, Rafael Correa ya estará disfrutando de su jubilación presidencial.

No sé ustedes, pero se me hace que si el problema hubiese sido con una constructora Venezolana afín al gobierno de Chávez, Correa no la hubiese expulsado y habría llegado a un acuerdo inmediato. No podemos basar el futuro del país en bravuconadas y exageradas amistades pasajeras. Menos aún con la clase de amigos que este Gobierno maneja.

jueves, octubre 09, 2008

Lágrimas de aeropuerto

Estoy en el aeropuerto de Guayaquil. Voy a tomar un avión a Madrid. Y la escena es muy triste.

El aeropuerto está lleno, pero no de viajeros. Han venido familias enteras a despedirse. Rostros humildes. Ropas gastadas. Lágrimas de un niño que abraza a su papá, quien le habla con un acento salpicado de zetas y le promete que pronto volverá. La escena se repite por todos lados. Familias unidas por pocos días para volver a esa dolorosa separación que significa la migración.

Veo a esa señora con los ojos rojos de tanto llorar despedirse de su hijo. Tomándose una foto en la que nadie sonríe. Y me pregunto cómo habrá votado en el último referéndum.

¿Habrá votado Sí como un rechazo a gobiernos anteriores, banqueros, partidocracia, empresarios y todos aquellos identificados como culpables de la migración de su hijo? ¿O habrá votado No, al escuchar a su hijo hablar del progreso y oportunidades en España, y entender que ese desarrollo no se da con modelos socialistas anticuados, sino con el empuje que solo dan políticas que promueven el emprendimiento y la libre empresa?

Me contesté la pregunta de inmediato. Seguro voto Sí. Es más fácil descargar su rabia y dolor contra los culpables, antes que pensar en una solución al problema.

Durante la campaña del referéndum, circularon unos afiches por el No que ofrecían una recompensa a quien conozca a alguien que haya emigrado a Venezuela, Cuba o Bolivia. Yo no conozco a nadie. Y sin embargo hemos escogido con nuestro voto parecernos a esos países y no a la España donde emigran nuestros parientes, amigos, vecinos.

Ya estoy en Madrid. Voy en el metro donde escucho a una chica española contarle a su amigo sobre Guayaquil y las espectaculares playas en Salinas, donde iba con sus amigas del “cole”. Me doy la vuelta y descubro que esa voz española sale de un rostro ecuatoriano. Sus gestos, su forma de vestir, y sobre todo su acento, han dejado al Ecuador atrás, pero no sus recuerdos. ¿Cómo hubiera votado esa chica que ha hecho de España su casa?

Esos migrantes saben lo que es un país con oportunidades. Saben que no es fácil tener éxito, que requiere sacrificios y mucho trabajo. Pero saben que sí es posible lograrlo en sociedades que además de brindar buenos servicios y facilidades, celebran y promueven el trabajo y éxito individual en lugar de condenarlo o minimizarlo a favor de un Estado paternal. Esos migrantes, a quienes el Gobierno ecuatoriano ha sabido acercarse ganándose su voto, tienen el poder de iluminar a muchos ecuatorianos sobre la manera como se manejan los gobiernos civilizados.

Ahora estoy escuchando al ex presidente español Felipe González en la cena de la
Sociedad Interamericana de Prensa. Y entiendo mejor el progreso de España. González, un socialista, está hablando de las virtudes del libre mercado y hablando bien de los empresarios. Si así suena el socialismo, no está nada mal. Así, sí se puede avanzar.

Lástima que por nuestros barrios el folclore político y populismo sigue convenciendo más y ganando más votos. Incluso el de esa señora que llora en el aeropuerto al ver a su hijo escapar a tierras más libres.

viernes, octubre 03, 2008

Esa otra política

Llega un momento en que uno se harta de la política local. En especial con este gobierno empeñado en sumergirnos en ideologías fracasadas y en una absurda guerra de resentimientos. Y es ahí, cuando nuestros dedos piden a gritos alejarse de los canales de televisión nacional y presionar un botón en el control remoto que nos lleve a otros países y otras realidades más alegres. Así, aterrizamos en la política gringa y en la última campaña presidencial. ¡Qué civilizado se ve todo de repente!

Recuerdo haber vivido como estudiante universitario en Washington la reelección de Bill Clinton contra Bob Dole y luego la polémica elección de George Bush contra Al Gore. Lo que más me impresionaba es que a pesar de tratarse de la elección del presidente más importante del mundo, en realidad casi ni se sentían las campañas. Uno podía ver televisión tranquilo sin que lo interrumpan con cadenas nacionales. Las calles no estaban inundadas de afiches políticos. Y la gente, si bien se interesaba en el resultado de la elección, era más bien pasiva frente al momento que vivían. El día de la elección era un días más. Parecía un martes como cualquier otro, solo que esa noche un nuevo presidente sería electo. Se sentía una actitud de que más allá de quien fuera el ganador, las cosas continuarían más o menos igual. No había esa desesperación e incertidumbre ante el futuro, que vivimos acá en cada elección.

Ahora veo a los nuevos candidatos gringos. Más allá de importantes diferencias ideológicas entre ellos, gane quien gane, Estados Unidos seguirá relativamente igual. Ambos candidatos son personas preparadas, graduados de las mejores universidades, con currículos ejemplares. McCain es un héroe de guerra y Senador respetado. Barak Obama es abogado graduado de Harvard donde fue Presidente de la prestigiosa Harvard Law Review, es autor de Best-Sellers, y Senador. Ya se quisiera cualquier país del mundo a uno de estos candidatos para presidente. Su preparación y logros son ejemplares.

A la hora de votar por uno de estos candidatos, los electores podrán enfocarse en sus planes e ideología. No tendrán que cuestionarse, como sucede por nuestros barrios, cual de los dos va a robar menos, cual tendrá amigos menos pillos, o cuál protegerá cosas tan elementales como la propiedad privada. Eso está sobrentendido.

Claro que no todo es perfecto en la política gringa. Las campañas, alimentadas por medios y periodistas que buscan ganar la guerra de rating, suelen concentrarse en cosas sin importancia. Se habla más del color del vestido de tal candidata, o de la forma como dijo tal cosa, antes que del contenido y propuestas de fondo. Eso lo vemos sobretodo con la sorpresiva aparición de Sarah Palin como candidata a vicepresidente de Mc Cain. Siendo una relativa desconocida en la política nacional, los medios en lugar de revisar su hoja de vida y su forma de pensar, le dedicaron casi todo su interés inicial al hecho de que su adolescente hija estaba encinta. Y hoy en día, el interés continúa enfocándose más en su condición de mujer y madre de familia, que en su escasa experiencia para gobernar y sus posturas conservadoras.

Regreso a un canal de televisión local. Rafael Correa despide a su Ministra de Economía para poder despilfarrar con mayor libertad el dinero de los ecuatorianos. El Sí seguro va a ganar. El ilegal Congresillo se instalará burlándose en la cara de los ecuatorianos. Tenemos suficientes problemas en casa. ¿Qué diferencia podrá hacer el próximo presidente de Estados Unidos en nuestro país y nuestras vidas?

Las posturas de Mc Cain parecerían más beneficiosas para los ecuatorianos, al ser él un mayor creyente en la apertura de los mercados. Obama, en cambio, apunta a un mayor proteccionismo que puede perjudicarnos. Pero, al mediano y largo plazo, Obama le hará un mayor bien a nuestro país y el mundo. Su elección mejoraría automáticamente esa mala imagen que hoy tiene Estados Unidos. Recuperaría el respeto de todos, incluyendo esos que se han pasado descargando su rabia contra Bush y cantando eslóganes anticapitalistas y antiyanquis. La renovación de su imagen internacional, podría hacer nuevamente de Estados Unidos un modelo a imitar para líderes de izquierda y derecha. Hará una gran diferencia el tener un Obama a la cabeza. Poco a poco, todos esos que hoy alaban a Chávez y compañía, encontrarán en Obama una razón para celebrar al país del norte. Los Correas, Evos y Chávez perderían protagonismo sin su principal enemigo, personificado en Bush o su sucesor McCain.

Habrá que esperar las elecciones de noviembre. Ahí sabremos mejor como pintará el panorama internacional. Hasta eso, disfrutemos de la política, incluso la local, aunque duela y den ganar de salir corriendo.


* Publicado en revista Clubes de octubre.

jueves, octubre 02, 2008

Ironías octubrinas

El domingo me tocó ser miembro de una junta receptora del voto. El día avanzó lento. Cada uno mataba el tiempo como podía. Yo me leí hasta los clasificados del periódico que nuestro vecino de mesa nos prestó. Me jugué varias partidas de Solitario en mi celular. Y me leí las “pollas” escritas por los estudiantes en sus bancas. Conversamos, reímos, compartimos con los miembros de la mesa. Y al final, contamos los votos y en mi mesa ganó el No cómodamente. Buen cierre de jornada.

En la mayoría de mesas guayaquileñas vivimos una realidad distinta a la del resto del país. Mientras aquí contábamos más votos por el No y Nulos que por el Sí, en las otras provincias barrían las votos a favor de la nueva Constitución. Esta vez, como tantas otras, pero tal vez de manera más profunda y significativa, gran parte de Guayaquil ha votado distinto al país. Una mayoría de guayaquileños no queríamos la nueva Constitución.

Guayaquil inicia así el mes de su independencia con un fuerte chuchaqui electoral. La ciudad se siente algo fuera de lugar. Se siente ecuatoriana, pero no se identifica con esa bandera socialista que le han vendido en cómodas cuotas al resto del país.

¿Hasta qué punto se debió el triunfo del No en Guayaquil al liderazgo de Jaime
Nebot? ¿Hasta qué punto a una postura ideológica que rechaza el proyecto socialista y centralista de Rafael Correa? ¿Hasta qué punto a una antipatía personal hacia el Presidente por su confrontación con la ciudad? Seguramente la votación guayaquileña refleja una mezcla de todos estos y otros factores. Más allá de los motivos, esta elección ratifica que en política la mayoría de Guayaquil piensa distinto del país. ¿Hasta dónde la nueva Constitución y el Gobierno respetarán este sentir diferente de la ciudad?

Rafael Correa ha ganado de largo. Ha sido un excelente candidato. No así Presidente. El país lo escucha. El país le cree. El país vota por él. Menos Guayaquil.
Ironía octubrina. En el mes de la independencia de Guayaquil, la ciudad inicia una era con una Constitución que vuelve al ciudadano más dependiente –prisionero– del poder central. Con la nueva Constitución, “Guayaquil Independiente” suena más pasado que presente, más a eslogan histórico que a realidad inminente.

Fue bueno escuchar a Correa más dispuesto al diálogo con Nebot en beneficio del país y la ciudad. Escucharlo aceptar que sus diferencias son políticas y no personales. Ahora toca llevar a la práctica estas buenas intenciones poselectorales. Esto se dará en función de los votos que un acercamiento, menor confrontación y más colaboración con Guayaquil, les puedan significar en las próximas elecciones a los candidatos de Alianza País.

Acabamos de votar y ya estamos pensando en nuevas elecciones. Así funciona el juego político actual. Por eso cualquier promesa que escuchemos, sigue sonando a temporal promesa electoral. Toca esperar todavía a después de febrero para conocer ideas y proyectos más verdaderos, libres de la contaminación de esta fiebre electoral.

Octubre de independencia a pesar de los tiempos. En Guayaquil seguiremos nuestro camino. Que en Carondelet y el Congresillo apliquen esta nueva Constitución para el bien del país, respetando la libertad de cada individuo. Incluso y sobre todo, de quienes nos opusimos.

miércoles, octubre 01, 2008

Revista la U. - Octubre 2008

Ya está circulando la U. de octubre en tu universidad!!!




Para pautar en revista la U. escribe a revistalau@yahoo.com. Envíanos tus artículos, fotos, ideas o comentarios a revistalau@yahoo.com.