lunes, octubre 26, 2020

Verdaderos héroes

Cada vez que en Guayaquil hace un calor insoportable aparecen en las redes sociales fotos de Willis Carrier, el inventor del aire acondicionado, con pedidos de que se construya un monumento en su honor. Suena a chiste, pero no tiene por qué serlo. Las ciudades están llenas de monumentos, plazas y parques en honor a políticos y militares, mientras se ignora a los verdaderos héroes de nuestras sociedades: sus empresarios.


A diferencia de muchos políticos, los empresarios hacen nuestra vida mejor con sus servicios, sus productos, sus inventos. Y casi siempre lo hacen en silencio, con bajo perfil, dedicados a competir. Trabajando por sus empresas y sus familias, los empresarios benefician a toda la sociedad. En cambio, muchos políticos que juran servir a la sociedad se dedican a servirse del Estado para inflar sus egos y sus cuentas bancarias.


Guayaquil lo entiende. Por eso, la Cámara de Comercio Guayaquil y el Comité del Bicentenario crearon la Ruta de los Héroes del Comercio, para rendir un homenaje a empresarios y empresas locales. Placas colocadas en los edificios donde han nacido varias empresas icónicas cuentan su historia para que sirvan de inspiración, para que conozcamos mejor a los verdaderos héroes de nuestra ciudad.


Héroes como Domingo Salame, fundador de una empresa dedicada a la venta a crédito de productos para el hogar, el Créditos Económicos que todos conocemos. Héroes como Mario De Prati, que en 1940 abrió un pequeño almacén de telas, hoy la primera tienda departamental del Ecuador. Héroes como Carlos Cueva, que a inicios de los ochenta abrió una pequeña farmacia que creció hasta convertirse en el principal grupo farmacéutico del país, Difare. Héroes como José Antón, que empezó importando bicicletas, juguetes y artículos para el hogar, creando almacenes Pycca, hoy con 45 tiendas a nivel nacional. Héroes como José Antonio Barciona, que a mediados de los sesenta empezó vendiendo materiales eléctricos en su tienda, hoy Almacenes Boyacá vende muchísimo más que eso en todo el país.


Estos comerciantes y sus empresas, que junto a otras forman parte de la Ruta de los Héroes del Comercio, empezaron como suelen empezar los grandes, desde abajo, con trabajo duro, sacrificio, ganas y visión para llegar lejos. Y con un mérito adicional, enfrentaron el desafío de ser empresarios exitosos en este país, donde además de trabajar duro, toca luchar contra gobiernos retrógrados dedicados a complicarlo todo, contra trabas burocráticas, leyes antiempresa, impuestos, aranceles y reglamentos absurdos.


Mientras muchos políticos lanzan gritos de igualdad y justicia, estos héroes del comercio impulsan la economía y generan miles de empleos, en silencio. Entienden que solo salimos adelante trabajando y compitiendo en un mercado libre y abierto. No como esos falsos empresarios que reaparecen estos días, expertos en el lobby y presionar a los gobiernos para que protejan con aranceles sus falsas industrias.


El monumento en Guayaquil a Willis Carrier está pendiente. Por lo pronto, podemos dar un paseo por la ruta de nuestros verdaderos héroes. 




lunes, octubre 12, 2020

Aquí es dónde

Hay un video de Gustavo Cerati que es un homenaje involuntario a Guayaquil. Cerati va camino al concierto que dará con Soda Stereo en esta ciudad y le dice a uno de sus compañeros: “Me vuelve loco eso de ‘Viva Guayaquil ¡Carajo!’, ¿viste?”. Más tarde, gritará en el estadio: “¡Viva Guayaquil, carajo!” frente a la ovación de miles de fans guayaquileños.


Una de las mejores definiciones de lo que significa ser guayaquileño la dio el actor y filósofo urbano Andrés Crespo. En su ya célebre entrevista en Castigo Divino, Crespo cuenta: “En Guayaquil las personas son superrápidas y cálidas con tu problemática… Es como mi prima Daniela la llama a mi prima Camila. Le dice: ‘Camila, ¿qué estás haciendo?’. ¿Y sabes lo que le contesta Camila? ‘¿Dónde? ¡Dónde!’. Eso es Guayaquil... ¡Dónde! ¿Dónde nos vamos a sentar?”.


Ese “Dónde” resume muy bien una de las mejores cualidades de los guayaquileños: ir al grano, ser concretos, rápidos, definir las cosas, sin ambages, sin lambonerías, sin ataduras, libres.


Ahora que nuestra ciudad celebra 200 años de independencia, escuchamos y leemos por todos lados homenajes a su belleza, su río, su malecón, sus parques, a esto y lo otro. Y la verdad es que, si bien Guayaquil tiene barrios y lugares atractivos, no es una ciudad que destaca precisamente por su belleza arquitectónica, tiene asfalto de más y árboles de menos, y varios monumentos espantosos.


Pero a pesar de eso, Guayaquil tiene su encanto especial, su sabor, su esencia. No se trata de un parque, un barrio, una calle en particular. Se trata de su gente. Y sí, suena a cliché destacar a la gente de un lugar. No hay homenaje a cualquier ciudad que no hable de la amabilidad, del calor y de la generosidad de su gente. Pero aquí hablamos de algo muy particular del guayaquileño, de esa capacidad de ser directo y concretar las cosas, ese “dónde”, que se define en esa naturaleza independiente para tomar sus propias decisiones, para tener el control de su propia vida, no depender de terceros, no esperar que otros les resuelvan sus asuntos. En definitiva: esa necesidad y voluntad por ser libres.


El escudo de Guayaquil lo dice claro y fuerte: “Por Guayaquil independiente”. Llevamos esa independencia en las venas. Entendemos que nadie hará las cosas por nosotros. Buscamos esa independencia frente al Estado central, sus trabas, su burocracia, su centralismo. Los chicos en los colegios y universidades hacen planes para abrir su negocio propio, no para conseguirse un puesto en algún ministerio u oficina pública. Tenemos claro que nadie nos regalará nada. Que si queremos salir adelante, toca trabajar, sudarla, ganar por nuestros propios méritos.


Por eso, en estos 200 años de Guayaquil independiente, más que hacer homenajes a un lugar físico, es en su gente, la de ayer, la de hoy, la de mañana, en donde se centra el orgullo de esta ciudad. Hombres y mujeres que salen adelante con su propio esfuerzo, que no agachan la cabeza. Gente que cuando grita “Viva Guayaquil carajo”, está gritando: somos libres, somos independientes, y lo seremos siempre.