Por Manuel Ignacio Gómez Lecaro
Diario EL UNIVERSO – Guayaquil, Ecuador
Polo Baquerizo en su programa ‘Haga Negocio Conmigo’ saldaba cuentas con sus participantes con un clásico bailecito y quiebre de caderas mientras repetía “si algo te debo, con esto te pago”. El famoso notario de Machala hizo un bailecito similar. La alegría del juego se acabó, y los participantes dejaron de divertirse.
Imagino que unos pocos desconocían la ilegalidad de lo que hacían al entregar su dinero al notario. Pero la gran mayoría sabía exactamente en lo que se metía. Sabían que había algo chueco. Ahora todos lloran, demandan, se hacen las víctimas y piden la intervención del Estado. Y ya todos vimos cómo intervinieron algunos militares y policías para arreglar la situación, su situación.
Esta historia del notario tiene todos los tintes de novela de realismo mágico con la que Sebastián Cordero podría hacer una excelente película digna del Oscar. Aquí hay de todo: millones y millones de dólares de dudosa procedencia, amantes, Viagra, un hombre aparentemente serio y respetado, secretarias y guardias forrados de plata, un muerto que creían no andaba muerto sino de parranda y el vergonzoso y tercermundista acto de invadir su tumba para asegurarse de que no había un muñeco sonriendo, con la infalible prensa sensacionalista fotografiando morbosamente su rostro desfigurado. Al final, el muerto resultó ser el más vivo de todos.
Más allá de lo alarmante y folclórico de este caso, lo preocupante es que los dedos apuntan a un solo culpable. Los demás son las pobres víctimas. Nadie violaba la ley, qué va. En el país de los sabidos, aquí no pasa nada. De donde sacaba la plata este señor era cosa de él. Las inocentes víctimas simplemente “invertían” responsablemente su dinero y cada mes cobraban su alegre y jugoso chequecito.
Este triste caso habla de un país y una época en donde lo que importa es el dinero fácil e inmediato. De dónde venga, a quién perjudique, cómo se lo obtenga, eso es secundario. El trabajo honesto es para tontos. ¿Para qué trabajar, invertir y producir cuando se puede hacer más plata con este eficiente negocio?
Aquí no hay estafa ni víctimas. Aquí hay un gran negociado entre muchísimos socios. Pero el principal de ellos falló cuando se le ocurrió morir. Y el resto se quedó en el aire. Incluso si fue la ignorancia o desesperación lo que llevó a algunos a confiar en el notario, esto no es excusa ni los libra de culpa. Se metieron en un juego sucio y tristemente hoy sufren las consecuencias de sus acciones y malas decisiones.
Al menos, esta experiencia servirá para que muchos piensen dos veces cuando les ofrezcan la oportunidad de hacer dinero fácil fuera de la ley. Estos acontecimientos nos abren los ojos a todos. Y estoy seguro que han abierto los ojos de los bancos, que saben todo el dinero que pueden captar si se acercan a más personas y ganan su confianza. Son varios millones que podrían estar reinvirtiéndose, produciendo y generando nuevos empleos.
Al programa de Polo la gente sabe a lo que va: a concursar, a divertirse, y con un poco de suerte a ganarse unos cuantos dólares. Todos sabían a lo que iban al entrar en la Notaría 2ª de Machala. Que no se piquen entonces si les hicieron el bailecito.
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