Diario EL UNIVERSO – Guayaquil, Ecuador
La declaración de los obispos del Ecuador que circuló en relación a El Código da Vinci habla de “irrespeto a los creyentes”, “fraude” y “calumnia”. Más allá de saber que se trata de una obra de ficción que no debe tomarse como documento histórico, los obispos y muchos cristianos sienten que se intenta “descalificar la fe en la divinidad de Jesucristo”.
En este mundo diverso, con tantas creencias, culturas y tradiciones, cada quien puede creer lo que quiera y no tiene que aceptar las mismas creencias religiosas de otros. La divinidad de Jesús es una creencia religiosa aceptada por los cristianos, no un dato histórico aceptado universalmente. Si alguien quiere dudar de la divinidad de Jesús está en todo su derecho a hacerlo, como puede dudar de la virginidad de María o la existencia de un paraíso. Esto no es desinformar o falsificar la historia, ni atacar e irrespetar a los cristianos. Es simplemente discrepar sobre dogmas y creencias religiosas de determinados grupos.Hay datos históricos. Y hay creencias religiosas. Que Jesús existió, tuvo seguidores y murió crucificado son hechos históricos con los que concuerdan historiadores, tanto cristianos como no cristianos. Que Jesús haya sido concebido sin un padre humano o que resucitara, son creencias religiosas que los cristianos aceptan por su fe, pero que la historia no prueba. Decir que Jesús se casó con María Magdalena y
tuvo descendencia no es ofender a los cristianos. Siendo Jesús una figura histórica, cualquier persona está en su derecho a interesarse en su vida y generar teorías en relación a la misma.Todos tenemos el derecho a seguir una religión o ninguna, a creer en algo o en nada. Lo importante es vivir en paz y armonía entre todos. Lo importante es que cada uno viva su fe y su religión, o la ausencia de ellas, en su espacio privado o junto a su congregación y que no intente imponerla a los demás. El que no quiere ver la película está en todo su derecho, pero que no intente evitar que otros lo hagan o que se sientan culpables al hacerlo.
Afortunadamente aquí nadie ha impedido que veamos la película. Incluso muchos grupos religiosos han aprovechado la oportunidad que “El Código da Vinci” presentó. En lugar de oponerse a la película, varias congregaciones han alentado a sus fieles a que la vean para luego debatirla abiertamente y fortalecer sus creencias. El Opus Dei, aunque aparezca como el malo en la novela y la película, ha sabido aprovechar la curiosidad de lectores alrededor del mundo para darse a conocer a más personas. Un artículo en la página web del Opus Dei titulado “Estoy en deuda con Dan Brown” cuenta de un hombre que ahora pertenece a esta institución gracias al interés que la novela despertó en él. Estas experiencias demuestran que en lugar de enfrentarse y quejarse por lo que dice una obra de ficción, resulta mejor concentrarse en las oportunidades que esta genera.Esperemos que ante todo gane siempre la libertad de expresión, de opinión y de cultos. Que en lugar de intentar imponer un punto de vista, un tipo de creencia y una fe, se respete la diversidad de creencias que existen en el país y el mundo. Y que prevalezca el derecho a crear nuevas historias que nos entretengan, nos desafíen, y pongan a volar nuestra imaginación.







