jueves, diciembre 28, 2006

Medias amarillas

Cada fin de año me emociona escuchar la canción de Mecano Un año más. Dice entre otras cosas: “…en el reloj de antaño/ como de año en año/ cinco minutos más para la cuenta atrás. / Hacemos el balance de lo bueno y malo/ cinco minutos antes/ de la cuenta atrás…/ Y aunque para las uvas hay algunos nuevos/ a los que ya no están echaremos de menos/ y a ver si espabilamos los que estamos vivos/ y en el año que viene nos reímos…/ Y decimos adiós/ y pedimos a Dios/ que en el año que viene/ a ver si en vez de un millón/ pueden ser dos”.

Termina el año y hacemos el balance de lo bueno y malo que nos sucedió y sucedió a nuestro alrededor. Viendo las cosas por el lado amable, descubrimos que el 2006 no fue tan malo como lo pintamos día a día, sobre todo, en esta página en la que solemos ser tan críticos.

En este año vibramos viendo a nuestra Selección ganar en el Mundial. Parece ya tan lejano, pero sucedió este año. Y aunque muchos estamos decepcionados por los resultados electorales a nivel presidencial y por los nombres y rostros faranduleros que ocuparán el reconstruido Congreso Nacional, debemos sentirnos tranquilos y satisfechos porque el proceso electoral fue bastante limpio y claro. Y aunque suene conformista –y es que la realidad política de este país no nos deja gran alternativa– más allá de los errores y horrores del presidente saliente, de cuyo nombre ya no queremos acordarnos, podemos estar contentos porque terminó su periodo y en este 2006 no tuvimos más helicópteros, fugas, ni sobresaltos en Carondelet. En lo personal, aunque nos quejamos todos los días y tuvimos problemas y momentos tristes, seguro fueron muchas más las razones para sonreír y ser feliz. Yo, por ejemplo, en este 2006 me enteré que sería papá por primera vez. Una buena noticia más poderosa que todos los noticiarios con sus escándalos, sus chismes y sus crónicas rojas.

Como dice la canción, a ver si en el año que viene nos reímos y en vez de un millón pueden ser dos. El gobierno de Rafael Correa tendrá mucho que ver en esto. Pero al final del día, cada uno de nosotros será responsable de nuestras propias lágrimas y sonrisas, y de que en nuestra familia, trabajo, barrio, política y todo lo que rodea nuestras vidas las cosas salgan mejor.

Cada fin de año, justo antes de que el reloj marque las doce, mi abuelo se cambiaba sus medias por un flamante par de medias amarillas. Era su cábala de fin de año. Otros comen uvas, ponen dinero en sus zapatos, corren con maletas, entre otras cosas extrañas que esperan les traiga buena suerte.

Que el 2007 sea lo que esas uvas esperan y más. Sabemos que será un año de eventos importantes para el país. Que todos los ecuatorianos, y sobre todo, quienes se estrenan en sus funciones públicas, seamos parte de la solución caminando en una misma dirección. Si entendemos que más allá de nuestras diferencias debemos remar hacia el mismo lugar, seguro las uvas, maletas y medias amarillas estarán de más. Y el próximo diciembre festejaremos y miraremos contentos hacia atrás por ese gran año que logramos.

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