jueves, noviembre 26, 2009

Ruptura de los 30

El movimiento Ruptura de los 25 representó hace ya cinco años a una juventud con ganas de cambiar las cosas en este país. De forma original e irreverente, este grupo de jóvenes llamó nuestra atención reclamando contra los abusos y fracasos de la política ecuatoriana cuando se cumplían 25 años del retorno a la democracia. Proponían un cambio, una renovación, una liberación de las viejas prácticas políticas.

La revista Vanguardia de esta semana entrevistó a seis de sus integrantes, quienes en poco tiempo pasaron de organizar manifestaciones en plazas a ocupar cargos políticos en este Gobierno como miembros de Alianza PAIS.

Estos jóvenes, más allá de ideologías políticas, se ganaron en su momento nuestro respeto. Por eso, surgen varias preguntas. ¿Pueden todavía representar el cambio siendo parte de un gobierno tan parecido –o hasta peor– a los pasados? ¿Cómo hablar de ruptura con los partidos políticos que nos hundieron, teniendo en las filas de Alianza PAIS a varios de sus miembros? ¿Se puede hablar de defensa de la democracia y lucha contra la politiquería, formando parte de un partido admirador y seguidor de Hugo Chávez?

Estas interrogantes de alguna forma dan vueltas en la entrevista de Vanguardia, y seguro en las cabezas de los integrantes de Ruptura de los 25. Ellos dicen tener más afinidades que diferencias con el proyecto político de este Gobierno. Aceptan que han podido ser más críticos ante determinadas acciones del Gobierno. Dicen no ser correístas. A pesar de ello, siguen formando parte de este Gobierno. ¿Estarán ya muy cómodos en sus actuales posiciones?

Dudo mucho que los de Ruptura aprueben la cercanía de su Gobierno con Chávez o Ahmadineyad, los negocios del ñaño presidencial, los miembros de la partidocracia en posiciones cercanas al poder, los decretos de emergencia para hacer contratos a dedo, la total ausencia de fiscalización, la vergonzosa maquinaria propagandística, la corrupción en ministerios y empresas estatales, los ataques a la libertad de prensa, la politiquería, insultos, mentiras, populismo, clientelismo, y caudillismo que caracterizan al Gobierno de su líder Correa.

“Creo que tenemos unas actitudes más de construir que de cuestionar. Probablemente debemos preguntarnos si eso es lo correcto, si ese es el papel que debemos jugar”, dice María Paula Romo. Importante reflexión, porque es difícil construir dentro de un régimen tan destructivo.

¿Y por qué debe importarnos lo que hagan estos jóvenes entre tantos y tan diversos políticos que hoy forman parte de Alianza PAIS? Ellos importan porque mientras permanezcan junto a este Gobierno autoritario, otra esperanza de un cambio en la política ecuatoriana habrá desaparecido.

Una postura firme de este grupo de jóvenes frente a los abusos y excesos del Gobierno pesaría mucho. Enviaría un poderoso mensaje al Presidente. Marcaría una división, hoy difusa, entre la izquierda seria y la izquierda chavista. Y una –poco probable– separación de Ruptura de los 25 de las filas de Alianza PAIS ayudaría a empujar el principio del fin de este mal experimento.

Ya son 30 años desde el retorno a la democracia. Correa ha monopolizado y desperdiciado los últimos tres. Ahora necesitamos una Ruptura de los 30 –liberal y democrática de verdad– contra este socialismo autoritario. No podemos llegar igual a los 40.

lunes, noviembre 23, 2009

Izquier, dos, tres, cuatro

No entiendo nuestras paradas militares. Entiendo, hasta cierto punto, que las grandes potencias del mundo saquen a sus soldados, tanques y aviones a desfilar en calles y cielos como una forma de impresionar e intimidar a países enemigos. Para decirles “vean todo lo que acá tenemos, mejor no se metan con nosotros”. Eso en algo lo puedo entender. ¿Pero nuestras paradas militares criollas?

Siento lástima por nuestros políticos y autoridades. Entre tantas conmemoraciones, homenajes, exaltaciones, y otros eventos protocolarios que deben soportar, lo peor son las paradas militares. Les toca aguantarse bajo el sol ardiente y en pleno feriado –porque las paradas militares siempre son en feriado para conmemorar alguna fecha en la que nuestros antepasados pelearon—el aburrido desfile.

Hoy es 9 de octubre. Independencia de Guayaquil. En un acto de masoquismo televisivo, estoy viendo el desfile militar. Autoridades y políticos sonríen, saludan, señalan aquí y allá. Y sudan a chorros, mientras nuestros soldados y tanques avanzan lentamente. Apuesto que preferirían estar en otro lugar.

En tantos años de vida republicana, no han encontrado todavía alguna actividad más entretenida y constructiva para celebrar las fiestas cívicas. Hay una falta de imaginación general. ¿Qué hacer para las fiestas de independencia? Que tal una parada militar. ¿Qué hacer para las fiestas de fundación? Que tal una paradita militar. ¿Qué hacer para celebrar el cumpleaños de nuestro querido presidente o dictador? Que tal llevarlo al medio día, con pleno sol canicular, a que sude bajo su saco y corbata durante un par de horas mientras mira a unos cuantos soldados y estudiantes cuadrársele en un acto de lambonería colectiva. Bastaría con enviarle una tarjetita de Hallmark.

Apoyo los fuegos artificiales. Son una buena manera de contagiar el ambiente de celebración a mucha gente. Bien por las tarimas con músicos invitados. Bailar y cantar siempre serán una buena forma de celebrar cualquier fiesta local o nacional. Bienvenidos los festivales artísticos, musicales y culturales. Eso sí es plata de todos bien invertida. ¿Pero soldados, fusiles y tanques avanzando por una avenida central? No gracias. Muchas necesidades y pobreza hay en nuestro país como para echarnos en cara toda la plata que se gastan nuestros gobiernos en juegos de guerra.

Lo militar está ahí, siempre listo para ponernos formales y robotizarnos un poco. Desde chiquitos nos lo meten en la cabeza. En las olimpiadas del colegio, el profesor de gimnasia convertía la fiesta deportiva en un evento de lo más serio y aburrido, haciéndonos marchar como soldados:

Izquier, dos, tres, cuatro.
Izquier, dos, tres cuatro.
Atención. Fiiir.
Deeescanso.
¡Para pato, un, dos!
¡Tres, cuatro!

Y así, marchábamos y sudábamos bajo el sol, con nuestros uniformes nuevecitos olorosos a poliéster. Esperando que todo acabe rápido para empezar a jugar. Solo la madrina y el que se prestaba para caballero –sudando más que todos dentro de su terno negro— se salvaban de marchar. El resto, como idiotas, rodillas arriba hasta que todos los cursos pasen saludando la mesa directiva y se coloquen en su lugar.

Alguien dijo que “la justicia militar es a la justicia lo que la música militar es a la música.” La frase se aplicaría también para los desfiles y paradas militares como supuesta forma de celebración. Esto de botar la plata de nuestros impuestos en ejércitos sin enemigos ya de por sí molesta lo suficiente, como para también tener que aguatarnos en plena mañana de feriado, y en cadena nacional, el cuento de que no hay celebración más gloriosa que otra absurda parada militar.


* Publicado en revista SoHo de Noviembre/Diciembre.

jueves, noviembre 19, 2009

Dígame Licenciado

“¿Oye Lucas?”. “Dígame Licenciado”. “¡Licenciado!”. “¡Gracias, muchas gracias!”. Ese diálogo de locos, de los clásicos personajes Lucas y Chaparrón Bonaparte, de ‘Chespirito’, me vinieron a la memoria mientras veía en la tele al asambleísta Rolando Panchana dictando las nuevas reglas para el periodismo en el país. A Panchana, como al Chaparrón, le gusta mucho esto de los títulos.

Este Gobierno, a través de sus asambleístas Panchana, Carrillo y compañía, pretende imponer un absurdo. Con la nueva Ley de Comunicación, las direcciones editoriales y la elaboración de la noticia en los medios solo podrían estar a cargo de periodistas profesionales. Si no tienes tu título de periodista, ni te asomes por una sala de Redacción.

¿Dónde queda la libertad de los medios para contratar a quienes ellos consideren los mejores? El periodismo, como muchas otras actividades, más que un cartón colgado en la pared, requiere experiencia, inteligencia, cultura, y curiosidad. Abogados, economistas, artistas pueden ser grandes periodistas. Pero los asambleístas de PAIS pretenden imponer, exigir, obligar un título específico en una actividad cuya principal característica debería ser la libertad.

¿Serían mejores nuestros diarios si todos los que intervienen en la elaboración de noticias fueran periodistas profesionales? Posiblemente. Pero eso le corresponde al medio decidirlo, al igual que cualquier empresa tiene la libertad de escoger a su personal. Si tanto les gusta a estos asambleístas exigir títulos específicos, ¿no sería mejor que empiecen por ellos mismos, exigiéndose un título en Derecho para así presentar leyes con algo de conocimiento?

Entre tantos errores y horrores en la propuesta de Ley de Comunicación, esto de exigir títulos de periodista puede parecer secundario. Pero saca a la luz un tema de fondo: la obsesión de este Gobierno de intervenir y restringir todo, hasta lo más pequeño; y su creencia de que el Estado puede manejar y decidir las cosas mejor que los individuos. El Gobierno, a través de su obediente Asamblea, aplica recetas para el fracaso. Recetas para dedicarse a controlar y castigar, en lugar de incentivar.

Correa y sus asambleístas deben entender que nuestra libertad está por encima de cualquier intención de “mejorar” a la fuerza y con castigos el periodismo u otra actividad en el país. Siempre irán peor las cosas al tener a unos cuantos burócratas tomando decisiones por el resto.

Barack Obama dijo recientemente en China que “cuanto más libres son los flujos de información más se fortalece una sociedad, porque los ciudadanos de los países en todo el mundo pueden pedir cuentas a sus propios gobiernos… Esto hace a nuestra democracia más fuerte y a mí un mejor líder”.

¿Podemos soñar que Correa algún día pronuncie algo parecido? Nuestro Presidente, junto a sus amigos Hugo y Cristina, hacen todo lo contrario. No entienden el papel que juega la libertad de prensa en una democracia. O lo entienden bien, y por eso se encargan de callarla “legalmente” con estas leyes mordaza. Leyes destinadas a proteger al Gobierno frente a indefensos individuos, en lugar de defendernos a los individuos frente al poderoso Gobierno.

Esperamos asambleístas independientes que rechacen esta ley que castiga y limita a los medios de comunicación, en lugar de defender la libertad de expresión. ¿Existen esos asambleístas?

jueves, noviembre 12, 2009

Carondelet a oscuras

Un mensaje a mi celular rompió mi tranquilidad este domingo. Decía “Emergencia eléctrica. Consulte los horarios de restricción. Para mayor información vea la cadena nacional hoy a las 21:00”.

Pensé que sería una cadena informativa para prepararnos mejor ante los apagones. Me equivoqué. La cadena solo continuó la cantaleta iniciada por Correa en su monólogo sabatino.

El Gobierno como siempre se lavó las manos, echó la culpa de todo a otros, y pretendió que además lo felicitemos por ser tan generosos y perfectos. Todo es culpa de la larga noche neoliberal, los socialcristianos, la partidocracia, el capitalismo, la prensa. Pero debemos estar tranquilos. El cambio ya viene, brillando con luz propia.

Yo espero que de todas las pérdidas y problemas que producen estos apagones, salga al menos algo bueno: que la gente despierte de su modorra política que le ha impedido ver la realidad de este Gobierno. Que se den cuenta que este Gobierno viene por casi tres años quejándose del pasado y jurando mejores días en el futuro, mientras nos sumerge en el peor de los presentes sin empleo, sin seguridad, y ahora hasta sin luz.

La labia correísta se gasta. Empieza a expirar. No va más. Las promesas de un futuro mejor se ahogan en la triste realidad de este presente.

Correa está a punto de cumplir tres años en el poder. Eso es mucho tiempo. Es más de lo que gobernaron Bucaram, Alarcón, Mahuad, Gutiérrez y Palacio. Y solo dos meses menos que el periodo de Noboa. Es prácticamente un periodo presidencial completo. Que no nos distraiga el hecho de que Correa “empieza” su periodo bajo la nueva Constitución. Ha tenido casi tres años, con más plata que ningún otro Presidente y sin oposición, para cumplir promesas, ejecutar obras, pasar de colocar primeras piedras, y dar resultados.

El Presidente dice que están invirtiendo como ningún otro gobierno en proyectos eléctricos que nos garantizarán energía en el mediano y largo plazo. Que hasta podremos exportar electricidad. Bien por el país si en verdad se ejecutan todos estos proyectos. ¿Y del presente quién se encarga? Con este Gobierno que planifica mucho, pero ejecuta poco, parece que las promesas de un futuro mejor son lo único cierto.

Correa dijo el sábado que “nadie esperaba un estiaje así”. Pero expertos en temas energéticos y los mismos funcionarios del Gobierno sabían que esta crisis se venía. El Gobierno tuvo suficientes advertencias como para tomar las medidas necesarias. Pero el Gobierno prefirió rezarle a San Pedro y cantar como Juan Luis Guerra que ojalá llueva café en el campo. Estaban muy distraídos empaquetando promesas en campañas publicitarias.

Correa indicó también que el bajo nivel del caudal en Paute se da por el cambio climático. Y que lo estamos sufriendo por el “nivel de vida de Estados Unidos”. Ahora resulta que a la partidocracia y la noche neoliberal, se suman los gringos como culpables de los apagones.

Ante declaraciones tan absurdas y llenas de prejuicios, me quedó más claro quiénes tienen realmente la culpa de los apagones, el desempleo y todo lo demás. Somos los ecuatorianos que insistimos en elegir a improvisados.

Tendremos finalmente luz en el país solo cuando salga tanta oscuridad de Carondelet.

jueves, noviembre 05, 2009

Comunismo hediondo


Hugo Chávez, en su inmenso y solidario socialismo, se une a Al Gore y muchos otros en la cruzada por salvar el planeta, presentando al mundo las ventajas del baño comunista. “Tres minutos más que suficiente, tres minutos he contado yo y no quedo hediondo, se los garantizo”, dijo recientemente el renacido dictador ecologista. Busca así motivar en los venezolanos los duchazos rápidos, que ayuden a vencer la crisis energética y de agua que vive su país.

¿Cómo lograrlo? Chávez nos da consejos prácticos: un minuto para mojarse, un minuto para jabón y champú, y un minuto para enjuagarse. Listo. Para Chávez, cantar en la ducha o demorarse mucho bajo el chorro de agua son lujos que van en contra del comunismo. Son un crimen.

Venezuela enfrenta racionamientos de luz y agua. Una fuerte sequía es el problema inmediato. El problema de fondo: más de una década de chavismo sin planificación e inversiones necesarias para producir la energía y agua que el país demanda. Ahora Chávez les echó la culpa –como lo haría seguramente su amigo ecuatoriano– a los ricos que gastan agua en sus piscinas y jardines. Su gobierno nada tiene que ver en el asunto. El abundante dinero venezolano se malgasta financiando a otros países antes que sus propias necesidades. La causa comunista –primera vez que escucho a Chávez decir directamente “comunismo” y no “socialismo”– requiere, por lo visto, estos sacrificios.

Mientras Chávez pide que los venezolanos se peguen baños apurados, según El Nuevo Herald de Miami, el líder venezolano derrocha la plata del país en gastos personales. Según las cifras del presupuesto aprobado para el 2010, la oficina presidencial venezolana se gastará “unos 2.200 millones de dólares en rubros tan variados como la seguridad personal, los viáticos y el calzado del jefe de Estado venezolano, un aumento de más del 600% en comparación con los 350 millones de dólares que presupuestó en el 2009.”

Los gastos de Chávez incluyen “264.000 dólares en prendas de vestir; 18.500 dólares para calzados; 145.000 dólares para productos de tocador (jabón, champú y otros productos de higiene personal); y unos 2 millones de dólares para gastos de teléfono”. En media crisis energética y de agua, “el presidente espera consumir una cuenta de 583.000 dólares en electricidad y unos 480.000 dólares en la factura de agua”. ¡Cómo no amar el comunismo con tantos gustos capitalistas!

Toda esta contagiosa demagogia socialista solo causaría risa, si Chávez, con su estilo y sus ideas, no estuviera tan cerca a nuestro presidente. Estos líderes que se dicen socialistas y comprometidos con los pobres, mientras monopolizan el poder y lavan cerebros, terminan echándole al pueblo el muerto de su incompetencia y de un sistema que por naturaleza está destinado al fracaso. La restricción en el uso de agua es una de muchas restricciones que deben soportar los venezolanos. Y les espera más como a sus vecinos de la isla caribeña.

Pero hay que darle algo de crédito a Chávez y rescatar su campaña de ahorro de agua. No solo recomienda el duchazo comunista de tres minutos. Algo difícil de cumplir. También dijo que debemos cerrar la llave mientras nos lavamos los dientes, en lugar de dejar correr el agua inútilmente. En esto sí tiene todo mi apoyo.

miércoles, noviembre 04, 2009

Revista la U. - Noviembre 2009

Ya está circulando la U. de noviembre en tu universidad!!!



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