lunes, agosto 01, 2016

Un país como Independiente

“¿Te mantiene tu papá? ¡No! ¿Te mantiene tu mamá? ¡No! ¿Quién eres?: ¡Independiente, Independiente, Independiente!”

Me gusta esta barra de Independiente del Valle. Por divertida, por original y porque lleva un mensaje poderoso: soy libre, soy independiente, no dependo de otros, solo de mí mismo, de mis habilidades y mi esfuerzo para alcanzar mis metas. Así, este pequeño equipo de Sangolquí se convirtió en el subcampeón de la Copa Libertadores de América.

Independiente lo hizo bien. Su crecimiento en el fútbol y su hazaña en la Libertadores no son algo improvisado. Son el resultado de un manejo profesional del equipo, de una visión empresarial, de invertir en la formación integral de nuevos jugadores. En su Centro de Alto Rendimiento crecen y aprenden los integrantes de las divisiones formativas, recibiendo alimentación, vestimenta y educación. A diferencia de otros equipos, Independiente no compra jugadores famosos. Los jugadores se hacen famosos en Independiente.

Veo con emoción a Independiente, convertido en el símbolo de los sueños posibles, en ejemplo para el resto de equipos con más recursos y más experiencia. Y lo comparo, con decepción, al Ecuador de la última década, el Ecuador del socialismo del siglo XXI, convertido en ejemplo de lo que no se debe hacer, en los sueños que no se cumplieron.

Todo empieza con una diferencia de actitud. Independiente es un equipo pequeño, que se reconoce como tal, pero que sueña en grande mientras trabaja responsablemente. El Gobierno correísta, en cambio, se cree grande y vive de los sueños mientras actúa irresponsablemente. Mientras los resultados hablan de la grandeza del primero, el otro se la pasa mirando al espejo, hablando de su supuesta grandeza. Hasta han llegado a decir que somos “potencia mundial”.

Manejando eficientemente un presupuesto pequeño, Independiente llegó lejos. Manejando irresponsablemente un presupuesto gigante, el Ecuador correísta no llegó ni a la esquina. A pesar de que no le sobra la plata, Independiente tuvo la generosidad de donar la taquilla de sus partidos jugados en Ecuador a los damnificados por el terremoto en Manabí. El correísmo, al que sí le sobraban recursos, es generoso con plata ajena, endeuda nuestro presente y futuro con préstamos carísimos y le chupa el dinero a los ecuatorianos creando nuevos impuestos. El Gobierno se parece más a nuestros equipos que viven endeudados, contratando jugadores que no pueden pagar.

Me gustaría vivir en un país como Independiente. Un país que trabaje en silencio, invirtiendo sobre todo en la formación de las nuevas generaciones. Que hable con resultados, no con escándalos, insultos y propaganda. Un país, como el equipo de Sangolquí, donde los dirigentes estén en segundo plano para darle protagonismo a sus jugadores. No como este Gobierno de divos, donde sus dirigentes se creen el centro del universo y el resto existimos para servirlos.

Bien por Independiente. Se ganó el respeto de todos por lo que hace, no por lo que dice. Ojalá en Carondelet aprendan del ejemplo de este equipo antes de pretender apropiarse de su triunfo con fines políticos.

¿Te mantienen los chinos? Sí. ¿Te mantienen los nuevos impuestos? Sí. ¿Te mantienen préstamos con tasas de chulquero? Sí. ¿Quién eres?




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