lunes, septiembre 05, 2016

El legado que no será

Se lo nota más desesperado. Más prepotente. Más encerrado. Su fin en el poder se acerca y se da cuenta de que su legado no será el que esperaba.

Hace pocos años, cuando la realidad era todavía verde dólar y olía a petróleo, seguro imaginaba emocionado lo que los libros de historia escribirían sobre sus diez años en el poder. Capítulos enteros en los que los estudiantes del futuro conocerían sobre el constructor de carreteras, hospitales, centrales hidroeléctricas, aeropuertos, escuelas, universidades. Imaginaba parques, plazas, escuelas con su nombre. Estatuas con su rostro serio, mirando al horizonte como tantas veces lo hizo en la publicidad, con un puño en alto, vistiendo su camisa blanca con diseños autóctonos.

Pero la bonanza terminó. Los miles de millones de dólares de petróleo se le escurrieron de sus manos. Y como en el cuento, el emperador que caminaba orgulloso con ese traje invisible que antes todos alababan, hoy avanza entre las risas y las burlas de quienes lo ven tal y como está, desnudo. Ya no tiene con qué esconder su incompetencia, sus abusos, su despilfarro. Esas montañas de dinero que servían para contentar a las mayorías, ya no están.

Ese legado que soñó es solo eso. Un sueño. Ahora, lo atormenta la pesadilla de saber que la historia lo recordará como el presidente que despilfarró la mayor bonanza petrolera de la historia, sumergiendo al país en una profunda crisis. Y que toda la corrupción, sobreprecios, abusos de poder, ataques a la libertad de expresión, juicios a periodistas, metida de mano en la justicia y control de los poderes del Estado serán estudiados y criticados por las próximas generaciones.

Por eso hoy lo vemos más arrogante y autoritario de lo normal. Intenta convencernos desesperado de una realidad que solo aguanta su Power Point de los sábados. Nos insiste que estamos bien. Que lo que llaman despilfarro, es en realidad inversión. Que no hay crisis. Que quienes salen del país a comprar más barato al otro lado de la frontera son unos desleales. Que el desempleo no es el que reportan los medios. Acusa de traidores a empresarios, militares, periodistas y cualquiera que le haga oposición. Y exige respeto, obediencia, que a nadie se le ocurra cuestionarlo. Que yo mando aquí. Que yo soy el jefe.

Y nosotros nos retorcemos de vergüenza ajena. No importa cuántas veces nos haya avergonzado en el pasado. Se sigue superando a sí mismo en su vanidad, su prepotencia, su ceguera ante la realidad, su sordera ante consejos o críticas. Se niega a aceptar que su proyecto ha fracasado. Que hoy estamos peor. Que deja un país ahogado en deudas, con instituciones frágiles, con menos libertad, menos trabajo, menos inversiones, lleno de restricciones y con un Gobierno abusivo y obeso.


La historia lo recordará. Eso es seguro. Los estudiantes leerán sobre estos años de Socialismo del Siglo XXI como una de las peores etapas políticas del país y América Latina. Su foto aparecerá junto a la de Chávez, Maduro, los Kirchner y el resto para que aprendamos de su triste legado, de sus abusos, de sus errores. Para que no vuelvan a repetirse.


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