lunes, febrero 04, 2019

La mancha roja


Finalmente, luego de tantos años de abuso, corrupción, violencia y sufrimiento se abre la posibilidad real de una salida a la dictadura en Venezuela. Ahora sí, el nefasto chavismo tiene sus días contados.

Maduro caerá. Eso es seguro. Tarde o temprano caerá, como terminan cayendo los dictadores que se creen invencibles y eternos. Más allá de tristes personajes como Correa, Maradona y otros pocos fanáticos de la pandilla internacional de perfectos idiotas latinoamericanos, las voces de apoyo a Maduro se van apagando.

Pero la caída de Maduro no es la caída del socialismo en América Latina, ni de sus fanáticos. Ahora, ante el innegable fracaso del gobierno venezolano, he escuchado y leído por ahí esa peligrosa frasecita que afirma que “lo que pasa es que Maduro no representa el socialismo, es otra cosa, es un gobierno corrupto y autoritario, no un auténtico socialista y por eso ha fracasado”. Se niegan a ver que cualquier experimento socialista, donde el Estado pretende controlarlo todo, lleva inevitablemente al abuso, la corrupción y el fracaso. Que el socialismo, en cualquiera de sus formas, fracasará. Que los gobiernos de los Correa, los Maduro, las Cristinas no fracasan solo por ser corruptos, fracasan por sus ideas equivocadas, que además llevan a la corrupción.

Lastimosamente el socialismo está pegado a la piel latinoamericana. No hay jabón de realidad y sentido común que nos saque esa mancha. Está en ese ADN tan propenso a culpar a otros por nuestros problemas, a esperar que otros los resuelvan, a dejarse seducir por el primer discurso cursi contra el imperio, la oligarquía, los poderes fácticos o cualquier enemigo de moda.

Hoy el péndulo político, que nunca detiene su ir y venir, apunta más hacia la derecha en la región. Ese mapa político sudamericano que hace no mucho era prácticamente una gran mancha roja, se ha pintado ahora de azul. Van quedando muy pocos gobiernos como recordatorios de esa triste era de populismo socialista donde la corrupción y los abusos se multiplicaron.

¿Alcanzaremos algún día la madurez política que impida que estos populistas lleguen el poder? Difícil. Salvo excepciones como Chile y Colombia, donde parece haber poco espacio electoral para estos peligrosos personajes, en el resto de la región está siempre ahí la tentación de votar por falsos salvadores de la patria.

En nuestro país, el péndulo también se mueve, aunque tímidamente, hacia el centro. En las próximas elecciones seccionales Alianza PAIS casi ni suena y el correísmo está sepultado. Cada vez son más quienes niegan su pasado político correísta. Esos que alababan a Correa y pintaban su nombre de verdeflex en muros y afiches, ahora los pintan de nuevos colores y alaban a otros líderes. Se acomodan según las conveniencias del momento. Por eso no hay que confiarse. Ese movimiento del péndulo hacia el centro en nuestro país tiene más que ver con oportunismo político que con un convencimiento ideológico. No han cambiado sus ideas, solo sus camisetas.

Maduro caerá. Y con él caerá finalmente la era del socialismo del siglo XXI con todo el daño que causó. Pero no caerá el socialismo ni el populismo en la región. Sacarnos esa mancha es otra lucha más larga y complicada. 


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