lunes, marzo 04, 2019

Menú de desconocidos


Aunque estamos más conectados e informados que nunca, conocemos menos a nuestros candidatos que antes. En menos de un mes, este 24 de marzo, votaremos para prefecto, alcalde y concejales y todavía muchos no conocen a sus candidatos y menos aún sus propuestas. Ni hablar de los candidatos para vocales del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social. No tenemos idea de quiénes son. Votaremos por desconocidos que ocuparán un todopoderoso consejo que debe desaparecer.

Entre tantos males que dejó el correísmo, su ley electoral nos llena de candidatos y limita nuestra oportunidad de conocerlos. Por un lado, la ley restringe las posibilidades de los candidatos de promocionarse libremente. No pueden usar fondos propios o fondos que recauden de seguidores y aportantes para hacer publicidad en televisión, radios y vía pública. La ley solo permite pautar en medios tradicionales con los fondos que el Consejo Nacional Electoral (CNE) asigna a cada candidatura. Consecuencia: campañas con bajísima exposición y de cortísima duración que no logran dar a conocer a los candidatos. Esto lleva a muchos partidos y movimientos a postular personajes famosos.

Afortunadamente, al crear esta ley que regula la publicidad se olvidaron del internet y las redes sociales. O pensaron en ese momento que no eran importantes. Hoy las redes sociales son el único espacio donde los candidatos pueden darse a conocer y promocionar sus propuestas libremente, siendo tan creativos y llamativos como quieran, sin las restricciones que impone el CNE en la extensión y hasta en los contenidos de los comerciales y cuñas. Llegará pronto el momento en el que las campañas se definan, en gran medida, en las redes sociales. Y ahí, seguramente, el CNE intentará meter sus narices.

La otra nefasta consecuencia de la actual ley electoral es la proliferación de candidatos. Todos se lanzan para obtener los fondos publicitarios del CNE. Si un partido no pone un candidato a alguna dignidad estaría renunciando a esos fondos. Resultado: un menú interminable de candidatos, sin oportunidad de ganar, que solo están ahí para llenar el espacio en la papeleta y obtener los fondos de campaña.

Seguramente, la ley actual nació con la ingenua intención de dar igualdad de oportunidades a todos los candidatos al asignarles las mismas franjas publicitarias. En la práctica, como casi todo lo que tocó el correísmo, terminó empeorando las cosas. No solo que no se logró igualdad de condiciones entre los candidatos, sino que la ley da una ventaja desproporcionada a famosos y a quienes están en el poder y buscan la reelección, al volver muy complicado que una nueva figura se dé a conocer. El candidato Correa del 2007 nunca hubiera ganado las elecciones presidenciales con la actual ley electoral. Le hubiera sido muy difícil darse a conocer y transmitir sus propuestas en los limitados espacios publicitarios y con las regulaciones de contenidos que impone hoy el CNE.

Toca replantear la ley electoral por una que permita a los candidatos comunicar y darse a conocer libremente, una ley que no incentive la multiplicación de candidatos sin oportunidades de ganar. Como en tantas otras cosas, necesitamos una ley enfocada en dar más libertad, no más límites y restricciones.



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