lunes, mayo 20, 2019

Mezcla explosiva


Por un lado, la Corporación Nacional de Telecomunicaciones (CNT) cumple con reducir el gasto público eliminando el 10% de su obesa nómina. Bien hasta ahí. Pero ahora la misma CNT, empresa pública que perdería millones de dólares cada año si compitiera sin privilegios y con las mismas reglas que aplican a las operadoras privadas, es la nueva auspiciante de la Federación Ecuatoriana de Fútbol. ¡Linda austeridad! Millonario auspicio con plata de todos. Siguen el despilfarro y la farra.

En esto de malgastar nuestra plata en campañas publicitarias, auspicios y eventos, el correísmo dictó cátedra durante diez años. Con los hermanos Goebbels a la cabeza se armó un estado de propaganda en su máxima expresión, diseñado para alabar y engrandecer al líder y sus proyectos mientras se hundía y perseguía a opositores con campañas de desprestigio, odio y mentiras.

Hay que reconocer que con el gobierno actual toda esa multimillonaria publicidad oficial ha disminuido. Ya no nos meten la imagen del presidente hasta en la sopa. Ya no tenemos las eternas sabatinas ni las invasivas y abusivas cadenas nacionales.

Pero este mal populista no se ha ido. Se mantiene la amenaza del despilfarro en publicidad y en promocionar la imagen de las autoridades de turno. Hace poco nos enteramos de los contratos de última hora para publicidad institucional de la Asamblea Nacional. De igual forma, se ha criticado el gasto millonario que ha hecho durante los últimos meses la saliente alcaldía de Quito para promover su imagen. Dos ejemplos entre muchos.

La tentación en las autoridades de promocionarse y dar grandes auspicios con recursos públicos es demasiado grande. El modelo propagandístico que vivimos con Correa ha dejado su huella y muchos políticos ven como normal el repartir plata que no es de ellos e impulsar descaradamente su imagen. Esa costumbre provinciana de andar poniendo vallas y afiches en cada camino vecinal, cada calle o cada poste de luz para que el político de turno le grite al mundo que esta es “otra obra mía” sigue muy viva. Pero ya no se limita a un simple afiche. La autopromoción va con todo y en todos los medios.

No podemos esperar que mágicamente esto cambie. Los políticos y autoridades de turno continuarán abusando de recursos públicos para promocionarse y ganar simpatías con auspicios millonarios. Continuarán las derrochadoras campañas con plata de todos, o sea, de nadie.

Esto se frena por dos vías. Por un lado, con menos plata en el sector público. Menos instituciones públicas inservibles y menos empresas públicas sin razón de existir significa menos recursos para despilfarrar. No necesitamos empresas públicas en mercados que ya son atendidos por las privadas. El Estado jugando a empresario es receta probada para el fracaso, corrupción y despilfarro. Por otro lado, con una ley que prohíba el uso de recursos públicos para la promoción de la imagen de autoridades. Ni una valla, ni un comercial, ni un aviso con la cara y nombre de funcionarios o autoridades públicas.

La mezcla de vanidad política con fondos públicos es explosiva. Sin cambios drásticos seguirá la tentación de gastar sin control plata de todos en la vanidad de pocos.



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