jueves, febrero 16, 2006

¿Y por qué no?

Por Manuel Ignacio Gómez Lecaro
Diario EL UNIVERSO – Guayaquil, Ecuador

En letras grandes aparecía la frase: ¿y por qué no? Era una presentación que hacían los creativos de una agencia de publicidad. Nos explicaron que la creación de nuevas ideas, campañas y conceptos nace de tener siempre una actitud abierta a decir “¿por qué no?”. Si les proponen algo loco, o se les ocurre algo absurdo, en lugar de descartar la idea, la acogen y la estimulan. ¿Por qué no hacer aquello que nadie ha hecho, por qué no ir más allá, por qué no intentarlo? Solo así nacen nuevas ideas. Solo así se logra crear.

Me vino a la cabeza aquella presentación viendo los diseños del nuevo edificio del Registro Civil del Guayas. Un edificio moderno en el que sacar la cédula o hacer un trámite dejará de ser un martirio, para convertirse en un acto civilizado. Los guayaquileños hemos soportado la ineficiencia y males del centralismo en su máxima expresión en el desastroso Registro Civil. Seguro que muchos nos dijimos “imposible, este monumento al subdesarrollo no lo arregla nadie”. Pero por suerte, alguien dijo “¿por qué no?”. “Por qué no traer la competencia del Registro Civil a la ciudad y transformarlo”. Gracias a esa actitud, lo imposible será real.

Así como con el Registro Civil, podemos pensar en muchos otros “imposibles”. Se me ocurre nuestra Comisión de Tránsito. Cada vez que nos detiene un vigilante y nos lanza indirectas bastantes directas para que arreglemos las cosas ahí nomás, pensamos: “imposible, a esta institución no la arregla nadie”. La idea de una Comisión de Tránsito efectiva, honesta, constructiva suena absurda e irreal. Pero, ¿por qué no? ¿Acaso el Registro Civil no es tan o más desastroso? Por qué no empezamos de cero, mandamos a todos los malos elementos a su casa, e iniciamos una Comisión de Tránsito con gente preparada, con buenos sueldos solventados con multas serias. ¿Por qué no?

Llevado a un plano nacional los aparentes imposibles se multiplican. Requieren de un “¿por qué no?” gritado a todo pulmón. Pensemos en nuestro Presidente. ¿Por qué no nuestro Presidente se presenta una noche en cadena nacional y con la mano en el corazón, nos dice: “les he fallado y quiero rectificarme. Quiero dejar un legado positivo. Olvidaré la refundación, la constituyente y todo aquello que defendí para aparentar que hacía algo. Desde hoy hasta el fin de mi gobierno me concentraré en un solo objetivo”. Y el Presidente nos presentaría un solo objetivo claro y real: en salud, educación, infraestructura, o el simple objetivo de no botar más plata en objetivos que nadie cumple. Un solo plan, un solo logro por el cual lo podamos recordar. ¿Imposible? ¿Por qué no, señor Presidente?


En un país que nos vuelve negativos y pesimistas solemos cerrar puertas, poner trabas, decir que no antes de tiempo. No pensamos fuera de la caja. Nos encerramos en las cuatro paredes de nuestro fatalismo. Digamos: “¿por qué no?”, cuando nos presenten algo que parezca muy difícil o hasta imposible. Invitemos a nuestros políticos, empresarios y líderes a decir “¿por qué no?”. Las limitaciones existen solo en nuestras cabezas. Ningún pueblo se hace grande diciendo que no. El país posible, el país que queremos, empieza en nuestras ganas y nuestra actitud por cambiarlo. Hoy mismo podemos iniciar aquello en lo que casi nadie cree. ¿Por qué no?

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