jueves, febrero 01, 2007

¡Pausa!

Noticiero de la noche. Protestas fuera del Congreso contra los diputados que se oponen a la Constituyente. Enfrentamientos con la Policía. Piedras, palos, gases lacrimógenos. Una periodista herida. Fuera de Carondelet un grupo de emigrantes reclama al Estado sus problemas con Air Madrid. Entran a empujones al edificio presidencial. Forcejeos y golpes con la Policía.

Bienvenidos a nuestro Tercer Mundo. Donde los gases lacrimógenos no impresionan. Donde las piedras y los palos se imponen sobre la razón. Y todo esto con solo dos semanas de gobierno.

¿De quién es la culpa de tanto relajo? La culpa es de quienes creen tener toda la razón e intentan imponer su voluntad como sea. Empieza con el Presidente y sigue con el Congreso y los revoltosos. El Presidente se cree más legítimo que el Congreso y como tal incita a que el país irrespete a los diputados. Esto no es concurso de legitimidad. Presidente y Congreso son igual de legítimos. Votamos por ambos, nos guste o no. El Congreso en lugar de intentar trabajar con el Presidente hace todo lo contrario. Lo provoca. Mide el aguante del contrincante. Y los revoltosos se creen con el derecho de impulsar su Constituyente a pedradas. Sustentan sus reclamos, al igual que el Presidente, en el supuesto de que “todos” los ecuatorianos quieren la Constituyente. Si todos la quisiéramos seguramente ya estaríamos avanzando civilizadamente hacia ella sin necesidad de piedras y gases lacrimógenos.

Necesitamos una pausa. El cambio que todos queremos no se resuelve con una Constituyente porque sí, y peor aún con una Constituyente apurada que empieza tan mal. Ahí está la Asamblea de Bolivia, como triste ejemplo de lo que no queremos.

Correa dice que todos los ecuatorianos quieren la Constituyente por el hecho de haber votado por él, y que ese apoyo implícito a la Constituyente la pone por encima de todo. Intenta convencernos que es nuestro deber como ecuatorianos apoyarla, más allá de sus peligros. Su discurso se me parece al de Bush cuando impulsaba su guerra con Iraq: “la ‘liberación’ de Iraq es un acto patriótico, los que están conmigo son patriotas, lo que se oponen son antiamericanos que apoyan a los terroristas”. De igual forma, Correa convence al país de que quienes están con la Asamblea son patriotas y buenos ecuatorianos que quieren el cambio, mientras los demás son antipatrias que no merecen respeto.

Un momento. No simplifiquemos algo tan serio. Esto no es blanco y negro. Queremos cambios. Pero en estas condiciones la Asamblea Constituyente no parece ser la vía para esos cambios. Su accidentado inicio, su improvisado y errado estatuto, y la clara polarización y politización de los bandos que la conformarían apuntan al fracaso. Así, es mejor esperar el momento en que con mayor tranquilidad, claridad y menos pasiones vayamos hacia la Constitución que el país, no un Presidente o grupo, necesita.

Las manifestaciones nos recuerdan que poco ha cambiado. Ayer las piedras botaron un Presidente, hoy apoyan una Constituyente. Las calles, no los foros civilizados, siguen siendo el escenario de las decisiones políticas. De este Congreso no esperamos gran cosa. De Correa esperamos más. Que demuestre que es el Presidente del cambio dejando a un lado la confrontación y las quejas, para ponerse a trabajar en su agenda. Y que sepa reconocer cuándo es mejor hacer una pausa para lograr el éxito de su Asamblea.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Lo sucedido en esta semana no es del agrado de nadie. Esto me recuerda a mi época de estudiante, y luego de profesor.
Profe:A ver! quién empezo!!
Niño: El empezó!!.
Otro niño: No! Empezaron ellos!
Y así no vamos a ninguna parte.

Un país dividido no se puede sostener. Es verdad que del Congreso no esperamos gran cosa. Quizás esperamos más del Presidente.


Saludos,
MAP