lunes, noviembre 03, 2008

En guayabera por la Amazonas

Un amigo quiteño me contó que el domingo del referéndum fue a votar en guayabera. Como para que todos sepan que también en Quito hay quienes votan por el No, rechazan el gobierno de Rafael Correa y apoyan las posturas de Jaime Nebot.

Mi amigo pertenece a esa minoría de ecuatorianos que nos opusimos a la nueva Constitución. A nivel nacional llegamos solo al 28.10%. El Sí dio una paliza por donde se lo mire. El país está con Rafael Correa y seguramente lo estará nuevamente en febrero cuando lo reelijan como presidente para que inicie su primer período presidencial bajo esta nueva Constitución hecha a su medida.

Es irónico y al mismo tiempo obvio que Rafael Correa haya ganado su referéndum en todo el país menos en su ciudad Guayaquil (y en Napo). Digo irónico porque uno esperaría al menos ganar en la tierra donde uno nació y viven tu familia y amigos. Pero es también obvio porque parecería que Rafael Correa solo tiene de costeño su partida de nacimiento y su acento. Se lo ve más cómodo en Quito, donde una mayoría comparte su ideología. Está más en su salsa entre burócratas, académicos y consultores de ONGs que habitan sobre todo las calles de Quito, que entre empresarios y gente del sector privado que se concentran en Guayaquil.

Y esta marcada diferencia ideológica que se da entre la gente de Quito y Guayaquil ha marcado y marcará los destinos políticos de este país. Basta ver los números del último referéndum para encontrar las claras diferencias: en Quito el Sí obtiene casi el 68% mientras en Guayaquil se acerca al 46%. En Quito el No supera apenas el 25%, mientras en Guayaquil está prácticamente en el 47%, casi el doble que en Quito.

¿Cómo se puede gobernar un país donde se piensa tan distinto en las dos principales ciudades? La respuesta está en una palabra que este gobierno tiene mucho problema en entender: libertad. Libertad para trabajar. Libertad para invertir. Libertad para seguir el estilo de vida que uno quiera seguir. Libertad para tomar decisiones propias. Libertad para tomar un camino propio.

Y esa libertad, a nivel de ciudades y regiones, se da con un sistema de gobierno descentralizado y con autonomías. Un sistema donde cada ciudad o región pueda seguir su propio modelo de desarrollo, sin interferencia ni trabas del poder central. Este gobierno dice respetar las autonomías, pero cree en un modelo estatista con una fuerte planificación central. El estado mete sus narices en todos lados e impone su modelo e ideología, sin respetar la libertad de cada región, ciudad o individuo de seguir su propio camino.

A este país no le irá mejor porque en Guayaquil y Quito se vote igual. No seremos necesariamente más unidos, más fuertes o más desarrollados porque en estas dos ciudades apoyemos a un mismo candidato o una misma ideología. Nuestra unidad y capacidad de desarrollo se basará en la libertad que tengamos para seguir nuestros propios caminos y modelos, apoyándonos y complementándonos siempre que sea posible, pero no interfiriendo en los asuntos del otro, o tomando recursos del otro.

El poncho podrá ser bastante incompatible con la 9 de Octubre y la guayabera con la Amazonas, pero eso no implica desunión. Lastimosamente, esta nueva Constitución que Quito mayoritariamente aprobó y Guayaquil en gran medida rechazó, sí contribuirá a que esas diferencias se conviertan en problemas al implementarse un sistema más centralista que nos hará pelear por los mismos recursos, en lugar de cada uno generar y administrar los propios.

Mi amigo se siente bien caminado en guayabera por la Amazonas. Siempre habrá excepciones que muestran que sí podemos pensar igual en Quito y Guayaquil. Pero no se trata de pensar igual. No se trata de votar igual. Ahí no está el reto ni la meta para ambas ciudades. Está en avanzar, crecer y desarrollarse con su identidad propia y sus diferencias, dentro de un mismo país unido. Eso se da con la libertad que brinda un sistema de autonomías. Eso difícilmente se dará con este gobierno que venera el control y planificación del Estado central por encima de la libertad individual.



* Publicado en revista Clubes de noviembre.

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