jueves, noviembre 11, 2010

Nuevas voces socialistas


Rafael Correa podría aprender mucho en su próxima reunión con José Mujica. Ojalá hablen de los medios, la prensa y esas cosas que tanto molestan a Correa.

Sería bueno que nuestro Presidente, tal vez queriendo ganarse la simpatía del ex guerrillero y hoy presidente de Uruguay, se queje de los medios ecuatorianos y le cuente cómo los enfrenta a diario. Le contaría que ha logrado, por ejemplo, deshacerse de los dos principales periodistas opositores en TV. Y cómo logró que los banqueros no puedan tener medios, pero que el Gobierno sí tenga varios bancos y cada vez más medios. Y cómo con la nueva ley controlará aún más a los canales de TV y diarios.

Mujica escucharía a Correa. Pero lo sorprendería diciéndole lo que hace poco dijo a la revista Veja de Brasil. Rafael, “la mejor ley de prensa es la que no existe”. Mira, Rafico, te doy un consejo, “cuando un gobierno se muestra más tolerante con la diversidad, ayuda a formar una prensa respetuosa, pero si opta por radicalizar sus políticas, se va todo al diablo”.

Imagino la cara de Correa. No comprendería cómo un revolucionario, ex guerrillero, promueve la libertad total para la prensa. No entendería por qué un socialista como Mujica no querría controlar a los medios, ponerlos en su lugar, mostrarles quién tiene el poder.

Pero Correa no se daría por vencido así nomás. Y cambiaría a otros temas que seguro compartiría con el líder uruguayo, a quien una vez calificó con admiración como “el Mandela sudamericano”. Le contaría, por ejemplo, de sus empresas socialistas, los nuevos canales y diarios “públicos”, los nuevos ministerios, y todo lo que su Gobierno –no el sector privado– maneja de forma altiva y soberana para el bien de los ecuatorianos. Pero Mujica replicaría con algo que también dijo en su entrevista: “la estatización es una solución abandonada, una receta perfecta para desarrollar una burocracia opresora”.

Correa entonces insistiría en los aciertos de su Gobierno, hablando del gran gasto social, los nuevos programas, y ese presupuesto generoso que en parte cubrirá con miles de dólares en préstamos chinos y de los afiliados del seguro social. Y Mujica continuaría: “equilibrio fiscal, mantener una economía austera y no jugar con la inflación” son factores “que ya no pueden estar en discusión ni por la izquierda ni por la derecha o el centro”. “El crecimiento económico es una condición sine qua non para la distribución de la riqueza”.

Correa no podría escuchar más al presidente uruguayo. No soportaría esas ideas salidas de un socialista. Mejor me voy donde mi colega economista Dilma Rousseff, la próxima presidenta brasilera del Partido de los Trabajadores. Con ella seguro nos entenderemos mejor. Pero Dilma lo recibiría diciéndole lo que ha dicho en su país: “Defiendo la total e irrestricta libertad de prensa… esa libertad es la única alternativa al silencio de las dictaduras”.

Desorientado por tanta blasfemia salida de colegas socialistas, Correa recurría a una tranquilizante dosis de eco autoritario y tercermundista. Viajaría a Venezuela, Argentina o Bolivia, para ahí sí despotricar contra la prensa y aprender nuevas estrategias para controlar la información.

Ojalá Correa escuche y aprenda de las nuevas voces socialistas. Suenan mejor.