jueves, febrero 24, 2011

La opinión de la coloradita guapita


Este sábado, Correa dejó claro que pretende callar a los medios con su Ley de Comunicación y Consejo de Regulación que se aprobarían en la consulta.

Correa cuestiona y descalifica a medios y periodistas que señalaron que la consulta es inconstitucional: “¿Es correcto en una democracia tener un poder no refrendado en las urnas, ilegítimo, que se convierta en presidente, en Asamblea Nacional, en Corte Suprema? Esos son los medios de comunicación… y parte de la consulta popular es para que los ciudadanos digan si quieren un Consejo de Regulación para evitar esos excesos de los medios…”

Para Correa es un exceso que un medio opine sobre el presidente, la Asamblea o la Corte (algo muy lejano a “convertirse” en ellos). El Consejo de Regulación limitaría este “exceso”. Según Correa, solo quien gana en las urnas tiene legitimidad para influir con su opinión.

Hay más: “¿Tienen derecho a decir [que la consulta es inconstitucional], o están manipulando, abusando del poder comunicacional que tienen? Ese no es el deber de los medios de comunicación… están interfiriendo en la justicia. Eso es corrupción”.

Los medios son libres de opinar que la consulta es inconstitucional. Eso no es corrupción ni interferencia en la justicia. ¿Si tienen tanta influencia los medios, por qué la Corte aprobó todas las preguntas de la consulta? Es obvio quien tiene aquí el poder.

Correa continúa: “¿Es justo, constitucional, que por tener un micrófono, puedan [los periodistas] dictar sentencia sin ser abogados? ¿Es eso democracia? ¿Acaso una cara guapita de una de estas jovencitas presentadoras de televisión la convierte en experta en derecho constitucional… Que nos muestre cuántos cursos de derecho constitucional ha recibido. ¡Ya basta! Por ahí sí hay algunos que son abogados… Si quieren dedicarse a examinar la constitucionalidad de la pregunta… renuncien a su puesto de presentadores de noticias y ejerzan la profesión. Pero es deshonesto, amparándose en un micrófono o una tinta, tratar de imponer su criterio e interferir en la justicia”.

¿Cómo es la cosa? Si soy periodista sin título de abogado no puedo opinar sobre la consulta. ¿Pero si soy abogado, tampoco puedo opinar, porque debo renunciar del periodismo? ¿Quién puede opinar entonces? Simple. Nadie. Absurda e ignorante lógica. Tan absurdo como exigir que Correa solo opine de economía.

Correa va más lejos: “Cualquier coloradita guapita, porque presenta noticias entonces ya se convirtió en experta constitucional. Esto es una muestra de la corrupción y falta de profesionalismo de nuestra prensa”. Vergonzosas declaraciones. ¿Opinar siendo coloradita y guapita es corrupción? ¿Sería más profesional si fuera morenita y feíta?

Si es corrupción opinar sobre un tema en el que uno no es experto, más grave aún sería votar sobre ese tema. Con esta lógica, que solo voten los abogados constitucionalistas. El resto abstengámonos de opinar y votar.

Correa repitió que “ya nadie les cree” a los medios. ¿Por qué su obsesión por desprestigiarlos y buscar limitarlos? ¿No serán otros los que pierden credibilidad?

Los medios y periodistas tienen el derecho de opinar y criticar, en particular frente al Gobierno. ¿Entenderá algún día Correa el significado y valor de la libertad? ¿O seguirá avergonzándonos con sus comentarios y amenazando esa libertad?

Por eso voto No.

jueves, febrero 17, 2011

Pura patraña


¿Desprestigiaría el Gobierno a Pablo Chambers, coordinador de la Veeduría de los contratos de Fabricio Correa, a través de una larga cadena nacional, si sus conclusiones hubiesen sido favorables al presidente Correa?

¿Protegería Rafael Correa al asambleísta Paco Velasco y la actuación del Consejo de Administración de la Legislatura (CAL), si Velasco no fuera uno de sus incondicionales?

Ya sabemos la respuesta. El Gobierno protege a los suyos, mientras ataca y persigue a opositores utilizando nuestro dinero. No importa la culpabilidad o inocencia. Eso ya está decidido. El opositor es corrupto. El partidario un angelito de manos limpias.

En la cadena nacional, el Gobierno niega que el presidente Correa conociera de los contratos de su hermano Fabricio y ataca a Pablo Chambers, quien asegura lo contrario. No se presentan reales pruebas. Solo la palabra de unos contra otros. Chambers es acusado de ser el “hombre de mayor confianza de Gutiérrez en una de las empresas públicas más cuestionadas por sus innumerables casos de corrupción”. Caso cerrado. Correa no sabía nada y no hay nada ilegal en los millonarios contratos de las empresas de su hermano.

El Gobierno que exige el derecho a la réplica en los medios, se toma quince minutos pagados con nuestro dinero para atacar a un ciudadano. ¿Acaso podrá Chambers defenderse en un espacio igual? Mientras tanto nadie responde ni rinde cuentas por los contratos firmados con el Estado. Todos libres y felices. Aquí no pasa nada.

Un asambleísta no puede ejercer otro cargo, salvo profesor universitario. César Montúfar acusa con pruebas a Paco Velasco de ejercer la presidencia de radio La Luna, y lo más grave, de haber suscrito varios contratos entre la radio y el Estado. Pero sus amigos asambleístas del CAL lo protegen. Velasco dice que él nada tenía que ver con la radio porque solo era su “presidente honorario”. Increíble excusa. Las pruebas presentadas por Montúfar en su contra son claras. Pero más pesaron el espíritu de cuerpo y las maniobras políticas de los miembros del CAL para salvarlo.

La protección de Correa va aún más lejos. Dijo que las acusaciones contra “nuestro querido compañero Paco Velasco” son “pura patraña” y ratificó eso de que era “presidente honorario” de La Luna. Las pruebas están de más. Aquí solo vale de qué lado estás. Quienes tanto han criticado el espíritu de cuerpo de ciertos gremios, hoy se llevan el premio.

Velasco puede estar tranquilo mientras se mantenga del lado presidencial. ¿Imaginan todo lo que diría Correa contra Velasco si se hubiera unido al grupo de los desertores? Ya estaría fuera de la Asamblea. Pero ahora está salvado. Su incondicionalidad le asegura protección.

Aquí no pasa nada. El Gobierno decide quien cae y quien se salva. Los cercanos al Gobierno están libres de culpa por adelantado. Mientras permanezcan callados y no critiquen al poder pueden estar tranquilos. Para opositores y desertores, en cambio, caerá todo el peso de la maquinaria mediática.

¿No era este el Gobierno de manos limpias que dejaría atrás las mañas del pasado? Aprendieron rápido. No hay diferencia. La nueva partidocracia se ha instalado en el poder. Y pretende quedarse de largo.

jueves, febrero 10, 2011

Espejos en Carondelet


¿Se va quedando solo Rafael Correa?

Todavía tiene muchos fieles e incondicionales seguidores en su Gobierno, en la Asamblea y en otros espacios de poder. Colaboradores que aún creen en el proyecto, o en lo que su presidente Correa diga que es el proyecto. Funcionarios que saben que apoyarlo es buen negocio, que viven los beneficios de tener un puesto público en el círculo reciclable, donde sin importar su rendimiento y resultados, tendrán trabajo y sueldo asegurados.

Además de sus colaboradores, Correa tiene a millones de ecuatorianos que lo apoyan. Ecuatorianos que viven mejoras en su vida gracias a la obra social que el gran gasto público ha logrado. Gente que agradece a Correa el bono que reciben, la carretera reconstruida, el hospital remodelado, la casa nueva, el contrato con el Estado, el puesto público para el familiar desempleado. Personas que nunca olvidarán que Correa fue el primer presidente en visitar su pueblo. Y lo siguen también otros muchos que, aunque no sienten un cambio en sus vidas, compran la millonaria campaña publicitaria con la que este Gobierno vende ilusiones y ataca opositores.

Correa conserva un gran apoyo popular y vive rodeado de partidarios. No está solo. ¿O lo está? A pesar de la multitud a su lado, parece caminar cada vez más solitario. Lo van dejando los miembros de su equipo cercano, con quienes todo empezó, en quienes se apoyaba. Al “más ferviente acostista” lo dejó su querido Alberto, que entendió antes que el resto que con Correa el proyecto democrático que soñaron dejaría de serlo. Otros partidarios cercanos y respetados se han hecho a un lado. Su propio hermano es su opositor. Van quedando pocos que le digan de frente lo que piensan. Que le hagan ver la realidad, sus errores, sus abusos. Pocos con quienes hablar de verdad.

Eso preocupa. Un presidente rodeado de aduladores que a todo dicen que sí, solo se elevará aún más sobre el bien y el mal, sin planes de aterrizar.

Ya estamos viviendo las consecuencias. La convocatoria a una consulta popular, sin fundamentos y con preguntas absurdas, muestra poca discusión, debate y consenso entre sus asesores, y mucha imposición a funcionarios que acatan la decisión del jefe. No es coincidencia que opositores y partidarios critiquen la consulta. ¿Alguien le ha explicado a Correa su error? ¿Alguien le muestra la validez de las críticas?

No es el primero ni será el último mandatario que con la excusa de tener un gran respaldo popular, se cree con el derecho a imponerse, más allá de la legalidad o simple coherencia de sus decisiones.

La soledad no le conviene a Correa. No le conviene al país. Alguien debe decirle las cosas de frente. ¿Escuchará al menos una voz sincera que le ahorre papelones y nos ahorre más abusos y divisiones? No tendríamos el falso golpe del 30 de septiembre ni hablaríamos de la consulta con un presidente bien asesorado y dispuesto a escuchar.

Se puede estar muy solo rodeado de aduladores y millones de seguidores. A falta de consejeros, que al menos cuelguen espejos en Carondelet. Tal vez le sirva de algo ver su reflejo humano.

jueves, febrero 03, 2011

La ruptura de Ruptura


Con Correa la cosa es todo o nada. Su supuesta revolución no aguanta críticas ni revisiones. Los que están conmigo son buenos y patriotas, el resto, unos traidores.

La salida de Ruptura de los 25 de Alianza País llega tarde. Hace tiempo tenían razones iguales o mayores a la de ahora para hacerse a un lado. Habían optado por encontrar coincidencias e ignorar los abusos de su Gobierno. Ahora reaccionaron. Aunque su separación sea parcial y tímida, enfocándose solo en la consulta y sin asumir una postura realmente crítica, más vale tarde que nunca.

Ante estas separaciones y críticas de sus ahora ex compañeros, Correa actúa como Correa. No podemos esperar más. Primero dice que le apena la salida de personas brillantes que estima. Después los llama traidores, cobardes, desleales, oportunistas. Los acusa de “izquierda infantil oportunista” y de unirse a la “derecha más recalcitrante”. Calificativos politiqueros a los que ya estamos acostumbrados.

En el fondo, a Correa debe dolerle que lo abandonen justamente personas que él respeta. Siempre le sobrarán asambleístas levantamanos dispuestos a seguirlo hasta el final para conservar sus privilegios. Funcionarios temerosos de perder sus puestos, dispuestos a acatar cualquier orden, tampoco le faltarán. A esos Correa los necesita. Pero no los respeta realmente. Ni les teme.

Junto a estas críticas a sus desertores, he escuchado estos últimos días a Correa repitiendo una idea: No soy yo quien decidirá los cambios, será el pueblo con su voto en la consulta. Falso. La gigantesca presencia e influencia mediática de Correa, pagada por todos nosotros, definirá en gran medida las respuestas. ¿Acaso existía un clamor popular para ir a la consulta? Los ecuatorianos no contestarán diez preguntas basados en sus reflexiones y posturas ante ellas. Votarán a favor o en contra del presidente. Darán un voto a su popularidad que ha sabido conservar despilfarrando nuestra plata.

Correa impone esta consulta con fines muy claros. Las consecuencias de su decisión son su responsabilidad. No es la partidocracia –¿existe todavía, cuántos votos representan?–, ni la derecha –¿alguien les hace caso a los pocos que han salido a hablar?–, ni ninguno de estos enemigos creados por Correa, los culpables de la separación de sus asambleístas y funcionarios. El único culpable es Correa, al pasar de ser el candidato de las “manos limpias y corazones ardientes”, al presidente autoritario que busca controlar todos los poderes.

Por ahora, poco cambiará con la salida de estos ex correístas. Correa seguirá controlando la Asamblea. Le meterá mano a la justicia. La mayoría de los medios seguirá en su poder –¿a qué inversionista le interesará poner plata en un canal de TV si no puede invertir en otros negocios?–. Y su Gobierno derrochador y publicitario continuará comprando su popularidad. Por ahora.

Pero las nuevas voces, de la misma izquierda, que critican a Correa pesan más que las voces de oposición. Otros gobiernistas, que se unieron a un movimiento supuestamente democrático y ahora se ven en medio de un experimento caudillista, se animarán a dar el paso. A dejar la mentira. Se sumarán sus voces. Serán más. Y más fuertes.

La ruptura de Ruptura no es cosa pequeña.