jueves, agosto 02, 2007

Diplomacia gringa

Después del desastroso gobierno de Bush, el próximo presidente de Estados Unidos muy seguramente mejorará la posición de su país ante el mundo. Es difícil caer más bajo que Bush. Su visión de un mundo blanco y negro, donde los que están con él son los buenos y el resto los villanos, se ha reflejado en una fracasada política internacional que ha causado muerte, destrucción y un rechazo mundial a un país que había representado los ideales democráticos.

Bush prefirió las bombas a las palabras. El próximo presidente intentará recuperar el prestigio y respeto de su país dando un giro a las relaciones internacionales.

Menciono esto a raíz del último debate de los candidatos demócratas. En una alianza entre CNN y YouTube, se realizó el primer debate presidencial de la era internet. Cualquier persona podía enviar sus videos con preguntas a los candidatos.


Respondieron sobre educación, raza, género, homosexuales, religión, la guerra en Iraq, consumo de energía, sueldo mínimo, seguridad social, salud, impuestos, armas, y más. Hasta contestaron la pregunta de un muñeco de nieve muy preocupado por el calentamiento global.

Salvo que algo raro suceda, el próximo presidente de Estados Unidos saldrá entre uno de los demócratas que estuvieron en este debate, con Hillary Clinton, Barak Obama y John Edwards a la cabeza. Sus respuestas pintan el panorama de lo que será la participación de Estados Unidos en el mundo y los efectos en nuestro país.

De las casi cuarenta preguntas enviadas en videos de YouTube que los candidatos debatieron, una mostró con claridad la dirección que tomará el próximo gobierno en el ámbito internacional. ¿Estarían dispuestos a reunirse y buscar consensos con los líderes de Irán, Siria, Venezuela, Cuba y Corea del Norte?

Obama, Clinton y Edwards, con sus diferencias, respondieron que sí. Los tres creen en la necesidad de regresar a la diplomacia. Obama dijo que le parecía ridícula la posición del gobierno de Bush de pensar que no hablar con estos países es castigarlos. Clinton prometió realizar un gran esfuerzo diplomático. “Debemos regresar a la diplomacia, que se ha convertido en una mala palabra para esta administración”, dijo. Y Edwards destacó que el Presidente de Estados Unidos debe restaurar el liderazgo moral de ese país, que el mundo necesita saber lo que representa.

Si esto ocurre, el panorama mundial cambiará. Esperemos que así sea. No por la imagen de Estados Unidos, sino porque nos preocupa ver cómo el desprestigio del gobierno de Bush contribuye a la popularidad de gobiernos autoritarios como el de Chávez. Del próximo presidente de Estados Unidos depende que los ideales de democracia, libertad y respeto a las instituciones y la ley sean recibidos con aplausos y no con banderas quemadas.

Bush les puso las cosas demasiado fácil a los gobiernos retrógrados que ganan popularidad con solo gritar eslóganes antiyanquis. Las banderas del Che y las alabanzas a Fidel están más vigentes que nunca gracias a Bush.

Del regreso a la diplomacia del próximo gobierno gringo dependerá, en gran medida, el clima político en Ecuador y Latinoamérica. Marcará la diferencia entre un mayor apoyo a la democracia y la libertad o el fortalecimiento de modelos totalitarios, que usan boinas rojas y, a ratos, camisas bordadas.

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