jueves, julio 09, 2009

Más negocios, menos sueños


Fabricio Correa, hoy la principal voz de oposición, dice muchas cosas que este Gobierno necesita oír. Lástima que Fabricio sea Fabricio.

El mayor de los Correa no es el mejor ejemplo empresarial. Representa el éxito como consecuencia de la cercanía con el poder, y no de una libre competencia. A pesar de eso, Fabricio la tiene clara. Sabe que el progreso se logra con el impulso de la empresa privada, no con los cuentos socialistas de su ñaño.

“¿Usted cree que hay alguien tan insensato como para invertir en Ecuador cuando las leyes no son lo que dicen…?”, se pregunta Fabricio. Sabe que en el país de Rafael nadie quiere arriesgar su dinero (a menos, claro, que como él se esté cerca del Gobierno).

Fabricio defiende al sector privado. Critica que por Carondelet sobran especialistas en vivir del Estado, que no saben lo que es emprender, producir y crear trabajo. Dice lo que el país necesita escuchar. Pero desafortunadamente, los últimos negocios del más locuaz defensor de la empresa privada, le restan credibilidad a sus palabras.

En lugar de un país de empresarios, propietarios y emprendedores, que es a lo que debemos aspirar, este Gobierno prefiere un gobierno de servidores públicos. En lugar de crear las condiciones para que exista una competencia abierta y sin preferencias; este Gobierno genera más condiciones para corrupción, palancas, y preferencias al aumentar la presencia, trabas e influencia del Estado en asuntos privados.

El Presidente conoce los resultados de las empresas públicas. Ahí está Alegro, a la que en enero dio un ultimátum: o gana plata o se vende. ¿Y eso en qué quedó? Ahí está El Telégrafo. Todos los ecuatorianos pagamos los gastos de un diario con poquísimos lectores y menos suscriptores. Y Correa quiere más. Ahora creó una empresa farmacéutica estatal. Hagan sus apuestas de cuánta plata nos costará. Estas empresas no son empresas. Solo sirven para chuparnos plata, subsistir gracias a sus privilegios, y crear falsos empleos burocráticos.

Debería al menos en esto escuchar Rafael a Fabricio. Entender que la empresa privada es la mejor aliada en la lucha contra la pobreza. Que no hay mejor acción social que la generación de un nuevo puesto de trabajo (pero un trabajo de verdad, no esos puestos públicos inventados que tanto gustan a los líderes de PAIS). Que con solo generar las condiciones para que más ecuatorianos se conviertan en empresarios, este Gobierno haría más por el país que con todos sus programas, ministerios, campañas, y comisiones que se pasa creando. Pero Correa va en sentido contrario.

Correa dice que él defiende sueños, mientras su hermano defiende negocios. ¡Pero nos sobran sueños! Nos faltan más negocios y más empresas que generen más trabajo. Los sueños que nos quieren vender solo sirven para alimentar las bocas cercanas al poder. Son los negocios y las empresas de quienes invierten, arriesgan y se la juegan a pesar de este Gobierno, los que al final nos acercan más a los sueños de ese país que queremos.

Lastimosamente, el Correa que sí lo entiende no tiene mayor credibilidad ni nos sirve de referente moral. Y el Correa que no lo entiende es, tristemente, el Presidente.

1 comentario:

Kojudo Mayor dijo...

Solo puedo decir que esta entrada es lapidaria. Me suscribo a tus palabras.