lunes, agosto 05, 2019

¿El final de los verdes?


En la computadora de quien fue la asistente del expresidente Correa quedó todo bien guardado y ordenado. En el ya famoso archivo de Excel VerdeFinal aparecen los montos y detalles de las “donaciones” que Alianza PAIS y ciertos funcionarios recibían por parte de empresas beneficiadas con contratos estatales. De toda la gran corrupción de la era correísta esto es apenas un pedacito, unos cuantos milloncitos que para el correísmo eran poca cosa. Pero este caso muestra de frente a esa maquinaria que operaba detrás de las supuestas manos limpias y corazones ardientes que tantos nos vendieron.

Que una empresa entregue dinero para apoyar a un político o movimiento político no tiene nada de malo. La política, como cualquier actividad, necesita plata, requiere donantes, personas y empresas que apoyen. Lo grave, lo sucio, está en que una empresa que contrata con el Estado entregue dinero al partido político y a los funcionarios en el poder que deciden sobre esos contratos.

Yo te doy un jugoso contrato público y tú me das plata a cambio. Contratista feliz, funcionarios felices. Todos felices menos los millones de ecuatorianos a quienes nos vieron la cara feriándose y repartiéndose nuestra plata, nuestros impuestos, nuestros recursos.

Más allá de montos, nombres y hojas de Excel, lo que más preocupa es que nos hemos acostumbrado tanto a la corrupción que parece no importarnos. Las encuestas muestran a un Correa todavía fuerte, que hasta tendría opción de ganar la presidencia si pudiera lanzarse nuevamente. A pesar del enorme despilfarro, la corrupción, los abusos y la incompetencia comprobadas de su gobierno, muchas personas estarían dispuestas a votar otra vez por su caudillo.

El fenómeno lo vemos también en Argentina. La expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, ahora candidata a vicepresidenta, sigue siendo muy popular y mantiene una fuerte intención de voto en su país. Quien lideró un gobierno probadamente corrupto e inepto tendría posibilidades de volver al poder.

¿Puede nuestra adoración por los caudillos populistas nublar tanto nuestra razón ante todas las evidencias de corrupción? ¿Entendemos que la mayoría de los problemas de hoy son consecuencia de la irresponsabilidad y despilfarro del gobierno anterior? ¿Nos da igual como sociedad que un político sea un sinvergüenza mientras sea mi sinvergüenza?

Aquí somos todos culpables. La mafia correísta y cualquier mafia política existe porque lo permitimos. Porque muchos miraron para el otro lado cuando el despilfarro y corrupción del gobierno los beneficiaba. Porque mientras a mi negocio le vaya bien, mientras tenga un contacto en el gobierno que me dé contratos, que sigan robando nomás, que sigan despilfarrando.

El documento VerdeFinal y todas las claras pruebas de corrupción del correísmo no acabarán con Correa y su pandilla. En una sociedad tan salpicada de corrupción, dudosa de sus valores, los corruptos siempre tendrán un lugar. Nos acostumbramos a ellos. Se vuelven la norma.

Mientras no valoremos la honestidad en nuestros líderes, mientras los corruptos y sinvergüenzas no sientan un rechazo social, ellos no se irán. Solo nos queda que la justicia actúe de verdad, que haga lo que como sociedad parece que no queremos hacer. Que los hagan responder por sus abusos. Que los pongan en su lugar. Que les marquen su final.


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