jueves, mayo 29, 2008

Enemigos imaginarios

Me acuerdo cuando Bush todavía era un presidente popular. Los gringos le creyeron el cuento de las armas de destrucción masiva y apoyaron su invasión a Iraq. En esa época, lo “patriótico” en Estados Unidos era apoyar a su presidente, apoyar su gobierno, apoyar la guerra. Una ola de fanatismo sacudió ese país. Se llegó a extremos como boicotear a las Dixie Chicks, una banda de música country, por haber criticado al presidente. O a la ridiculez de llamar freedom fries a las french fries, para dejar bien claro el rechazo al gobierno de Chirac que se oponía a la invasión a Iraq.

Ante el apoyo masivo al presidente Bush y la guerra, criticarlo estaba casi fuera de lugar. Pocos se atrevían a hacerlo, corriendo el riesgo de ser públicamente rechazados o ridiculizados. Bush había logrado convencer a su país de que era del interés nacional la guerra contra Iraq. Que la dignidad, honor, patriotismo –y todas esas palabras que usan los políticos para ganar puntos de popularidad– del país estaban en juego.

Me acuerdo de esto cada vez que escucho al presidente Rafael Correa insistir en esta supuesta crisis con Colombia. El Gobierno quiere meternos a todos los ecuatorianos en esta guerra imaginaria. Y quiere hacernos sentir que lo patriótico, lo soberano, lo digno, lo altivo es defender al país contra este supuesto enemigo. Por suerte, no han logrado seducirnos con ciegos fanatismos. No boicotearemos las canciones de Shakira ni nada por el estilo.

Pero no deja de preocupar esta insistencia del Gobierno de esconder sus errores y las acusaciones en su contra creando enemigos imaginarios. Nada como un enemigo externo común para unir a un pueblo y hacerle olvidar sus problemas internos. El Gobierno lo sabe y arma todo un show, demanda a funcionarios colombianos y hace un berrinche internacional, a ver si así tapa las acusaciones de ser compinches de las FARC.

El mundo entero ve a nuestro gobierno como cómplice de las FARC. El aporte de las FARC a la campaña presidencial de Correa es una noticia internacional. Solo el gobierno ecuatoriano –y sus amigos en Venezuela y Nicaragua– niegan la autenticidad de la información en las computadoras de Reyes, y tratan de convencernos que nuestra paz está amenazada por el gobierno colombiano antes que por la guerrilla terrorista.

Pero combatir al gobierno colombiano no es del interés nacional como nos dicen desde el poder. Es del interés del Presidente, de su gobierno, de su partido, de sus “compañeros”. Que no nos metan a todos los ecuatorianos en el mismo saco patriotero.

Sería bueno que el Gobierno en lugar de insistir en su posición contra el gobierno de Colombia, insistiera en una posición clara contra las FARC. Tal vez así en el mundo nos dejarían de ver como amigos de terroristas. Que en lugar de crear enemigos externos que despierten un falso patriotismo y despilfarrar nuestro dinero en nuevos armamentos, se concentraran en resolver los muchos problemas casa adentro. ¿No era este el gobierno del cambio?

Cuando los gringos finalmente despertaron de esa euforia belicista que les nublaba la realidad, la popularidad de Bush descendió a niveles donde siempre mereció estar. Tarde o temprano la verdad nos libera de la ceguera patriotera. Mejor que sea temprano.

jueves, mayo 22, 2008

Fiesta en picada

La Asamblea ha decidido continuar su fiesta 60 días más. Y para la votación de esta alegre resolución estrenaron el voto electrónico (con solo seis meses de atraso). Alberto Acosta nos había asegurado que la Constitución estaría el 24 de mayo. Tal vez ahora nos dirán que nunca especificaron de qué año.

A estas alturas del partido la Constitución debía estar lista y los asambleístas haciendo maletas. Pero debe ser duro abandonar esa buena vida de sueldos altivos y amaneceres trotando en la playa. Y como la plata del Estado es plata de nadie, premiemos con infinito amor y dos meses más de sueldos y viáticos la ineficiencia de los asambleístas. Eso si no resuelven, como alguien ya propuso por ahí, basándose en sus plenos poderes continuar unos meses más. Lástima que a nadie se le ocurrió poner en el estatuto que si la Constitución no estaba lista en los seis meses, los días adicionales de trabajo serían sin paga para los asambleístas y sus asesores. ¡Ya tendríamos esa nueva Constitución encuadernada con todas sus tildes revisadas!

Lo interesante es que Rafael Correa se las ha arreglado para mantener su popularidad mientras la Asamblea la pierde en picada. Como que la gente trata al Presidente y la Asamblea como dos cosas separadas. Olvidan que este Gobierno llegó al poder por la promesa del cambio que la nueva Constitución generaría. Y que el atraso y eventual fracaso de esta Asamblea son principalmente culpa del Presidente: si Rafael Correa no la hubiera convertido en su fábrica de mandatos, los Asambleístas se habrían podido concentrar más en escribir la nueva Constitución.

Pero al final del día los únicos culpables del éxito o fracaso serán los mismos asambleístas, empezando por su presidente Acosta. Ellos convirtieron el galpón de Montecristi en una extensión de Carondelet. Olvidaron esa misión, que les encargó todo un país, de escribir una buena Constitución, en lugar de desperdiciar mañanas y tardes entre mandatos, acuerdos, indultos, jabones y conchas spondylus.

El presidente Correa debería estar preocupado. Cada día que pasa, la Asamblea se desprestigia más. En estos dos meses que les quedan –que según nos dicen en la práctica son solo 48 días laborables– los asambleístas deberán apurar lo que no han hecho en seis meses. Será inevitable que los artículos se aprueben en bloque sin mayor debate. Y quedará la impresión de un trabajo mal hecho y al apuro. En definitiva, una estafa de ocho meses a todos esos ecuatorianos que votaron esperanzados por una supuesta refundación de la patria.

De repente, los asambleístas se convierten en los principales aliados de la oposición. Su desprestigio vuelve posible que el Sí no obtenga esa mitad más uno de los sufragantes en el referéndum aprobatorio.

Y todo esto nos regresa a ese primer artículo del estatuto de la elección, instalación y funcionamiento de la Asamblea. ¿Se acuerdan? Ese que decía bien claro que “La transformación del marco institucional del Estado y la nueva Constitución solo entrarán en vigencia con la aprobación en referéndum, de la nueva Constitución.” Desde el momento que los asambleístas violaron su razón de ser, aprobando arbitrariamente mandatos enviados desde Carondelet, se inició el desprestigio. Hoy empiezan a cosechar su abuso de poder.

martes, mayo 20, 2008

A la cama con Uniqua

* Desde este mes escribiré una columna en la revista SOHO. Aquí va la primera entrega.



Ser padre te cambia la vida. Pero sobre todo te cambia el canal de televisión.

Antes que naciera Sofía yo era el amo y rey del control remoto en mi cuarto. Bueno, para ser sincero, en la práctica le cedía constantemente mi reinado a Luisa, mi esposa. Pero digamos que compartíamos pacíficamente el control sobre el control. Existía un feliz consenso televisivo conyugal sobre qué programas ver y cuándo verlos.

En aquellos tiempos, antes que nuestro poder televisivo se viera amenazado, Luisa y yo disfrutábamos de esos programas en Cable donde la inteligencia todavía es un factor que se considera. Aprendíamos con Megaconstrucciones y MythBusters en el Discovery Channel. Degustábamos el mundo y sus culturas con los viajes gastronómicos de Anthony Bourdain. Planeábamos la decoración de nuestro apartamento con los programas en Discovery Travel & Living. Reíamos con Two and a Half Men. Recordábamos nuestros años niuyorkinos con las ironías de Seinfeld. Nos quedábamos boquiabiertos y desconcertados con cada nuevo capítulo de Lost.

Y como no solo de Cable vive el hombre, en las mañanas poníamos los noticieros nacionales para enterarnos de la última ridiculez de este gobierno “altivo i soberano”, el último crimen en la ciudad, los chismes de nuestra escotada farándula, o las últimas ocurrencias salidas de ese horrible edificio en Montecristi donde escriben nuestra infinita y poética Constitución.

Al llegar el fin de semana, siempre había tiempo para el último estreno cinematográfico en DVD pirata comprado al vendedor del semáforo de la esquina. Y cuando no había nada que ver o no llegábamos a un consenso sobre qué canal poner, terminábamos en ese fantástico invento televisivo que ha logrado conciliar batallas conyugales en colchones alrededor del mundo: FTV. Ellas ven las últimas tendencias de la moda; nosotros nos deleitamos con los cuerpos que vienen debajo de la moda.

Esa era nuestra vida televisiva. Hasta que llegó Sofía. Y con sus sonrisas, sus llantos, y sus pañales premiados, tomó posesión física, moral y emocional del control remoto. Así, sin avisar, ni pedir permiso.

Pasé sin darme cuenta del Discovery Channel a Discovery Kids. Los viajes de Anthony Bourdain se transformaron en las lecciones de geometría del perrito Doki. Y la espectacular modelo argentina de FTV fue destronada por Uniqua, ese extraño “animal” rosado (¿qué diablos será?) que forma parte de los Backyardigans, una serie sobre cinco amigos que con su imaginación transforman su patio trasero en mundos llenos de aventuras. Todo por una sonrisa de Sofía. Todo por evitar sus llantos.

Pero aquí viene lo más grave y vergonzoso. Hemos sido hipnotizados por estos muñequitos que pueblan el mundo de Discovery Kids. Los desgraciados parecen tener algún poder escondido. El otro día, mientras Sofía dormía plácidamente en su cuarto y Luisa y yo teníamos finalmente la televisión para nosotros, nos descubrimos viendo inconcientemente un nuevo capítulo de Backyardigans. Estábamos tan entretenidos con las nuevas aventuras de Uniqua y sus amigos que nos tomó varios minutos salir de ese estado hipnótico en el que habíamos caído. Al darnos cuenta de la situación cambiamos de canal de inmediato. Pusimos un noticiero local que nos lleve a temas más serios y adultos. Rafael Correa aparecía en ese momento hablando – vociferando— sobre nacionalismo, socialismo, patriotismo y otros absurdismos más.

Volvimos a Uniqua. Sus aventuras son más divertidas y reales.


* Publicado en revista SOHO de mayo

jueves, mayo 15, 2008

Idioteces democratizadas

El reciente video que muestra el insulto del presidente Rafael Correa a un migrante ecuatoriano en Madrid revela, de alguna forma, el enfoque equivocado de la famosa “democratización de los medios” que tanto apasiona a varios asambleístas.

El video muestra a Correa en medio de seguidores, fotógrafos, guardaespaldas y hombres encorbatados. Se escucha una voz repitiendo “Presidente escuche a los jóvenes”. Y Correa muy al estilo Correa le dice “Por idiotas como tú es que queda mal toda la comunidad ecuatoriana”.



Este tipo de reacción tan poco presidencial ya dejó de llamarnos la atención viniendo de nuestro presidente. Correa no es el único en avergonzar a su país de esa manera. Hace poco, el presidente francés Sarkozy causó un escándalo en su país cuando le dijo “pauvre con” (pobre idiota) a un hombre que se negó a darle la mano. El momento fue capturado, al igual que el incidente de Correa, por una cámara que se coló entre la multitud. Y el video salió a dar infinitas vueltas por internet, generando todo tipo de comentarios.

Y eso nos lleva al tema de la “democratización de los medios”. Esta Asamblea que pretende arreglar todo a base de mayor control, regulación e imposiciones, cree que tendremos mejores medios de comunicación metiendo en ellos las narices del Estado y regulando quiénes pueden o no ser sus dueños.

Pero la cobertura de incidentes como el de Correa en Madrid demuestran que la verdadera democracia en los medios y el verdadero acceso democrático a la información solo se dan con una mayor oferta de fuentes informativas, presentes en internet. Gracias al internet, el país y el mundo entero pueden enterarse de estos sucesos y opinar al respecto, sin necesidad de tener un programa de opinión en televisión o una columna en un diario. Un blog es la forma más libre de generar y acceder a información. Sin internet cualquier escándalo podría ser censurado por los grupos privados o el Gobierno controlando los medios. Seguramente no veremos mayor información sobre este vergonzoso suceso en el diario estatal El Telégrafo o en la página web de la Presidencia. Será en los medios privados, pero sobre todo en internet, donde estén la información y los comentarios libres de censura.

Los blogs, publicaciones virtuales y servicios como You Tube son los medios más temidos por los políticos de hoy que antes podían salirse con la suya. Cualquier metedura de pata, abuso o escándalo da la vuelta al mundo en segundos. Es en internet donde está la democratización de la información.

Por eso, en lugar de desperdiciar tiempo y tinta en absurdos reglamentos, regulaciones y leyes dizque para democratizar los medios y al final no hacer otra cosa que limitar la libertad de expresión, los asambleístas deberían entender que la democratización ya se da solita en internet.

El reto es generar las condiciones que permitan al país alcanzar una educación de calidad y acceso a la tecnología. Solo así hablaremos de un verdadero y democrático acceso a la información. Solo así, ver por internet a Correa insultar a ese migrante o comentarlo en algún blog dejaría de ser un privilegio de pocos. Y todos verían con libertad lo que los “medios democratizados” y regulados por el Estado seguramente intentarían esconder.

jueves, mayo 08, 2008

La política de trago en mano

Desde que empecé a escribir esta columna hace tres años me han invitado a varias reuniones con grupos de personas llenas de ganas de meterse en política, entrar en acción y poner el hombro por el país. Ahí nunca faltan buenas ideas y propuestas para formar movimientos políticos, reformar partidos caídos o involucrarse en temas actuales.

Estas reuniones eran especialmente apasionadas en época de elecciones. Ante el temor del proyecto de Rafael Correa, que se lo identificaba en ese entonces más que ahora con el proyecto de Chávez, no faltaba todo tipo de propuestas políticas para contrarrestar el avance de estas ideas socialistas.

Son reuniones siempre interesantes, con gente llena de buenas intenciones por mejorar las cosas en este país. Los debates son siempre entusiastas. Los planes ambiciosos. Se arman agendas de trabajo, se intercambian contactos. Uno sale de ahí lleno de energía. Listo para cambiar al país.

Pero pasada la adrenalina de la noche, uno llega a casa, vuelve a lo suyo y rara vez hay una segunda reunión. Regresamos a nuestros trabajos y nuestras preocupaciones familiares. A los pagos de la luz, el cable, el arriendo, el carro, el colegio de los hijos, la comida. Regresamos a la realidad que nos limita a lo inmediato, sin dejarnos tiempo para todos esos proyectos e ideas para cambiar el país. La política queda para discutirla en la próxima fiesta o el próximo almuerzo de negocios. Hasta ahí nomás. No hay tiempo, ni dinero, ni el deseo de complicarnos la vida.

Ahora que Rafael Correa se consolida hay menos de esas reuniones. Se habla menos de la necesidad de unir a la oposición en un grupo fuerte que apoye las tesis liberales para hacer contrapeso a esta avalancha socialista. Como que nos hemos acostumbrado al Gobierno. Ya no se siente esa urgencia de hace unos meses.

Vendrá el referéndum para aprobar la Constitución. Ganará el sí de largo. Vendrán las elecciones presidenciales y de otras dignidades. Ganará Correa y su partido. Y cuando ya sea muy tarde, volverán todas esas reuniones desesperadas por hacer algo por este país y evitar que caigamos en un socialismo más profundo.

Queremos y buscamos una oposición fuerte y a ese líder que pueda hacer contrapeso al Presidente. Pero no queremos involucrarnos. A veces se necesitan situaciones extremas para que surjan nuevos líderes. Yon Goicoechea, líder estudiantil venezolano que visita nuestro país, es un buen ejemplo de ello. Su liderazgo nacional emergió en momentos extremos para frenar y decirle “no” a un Chávez que aplastaba libertades y buscaba acaparar todo el poder.

Acá seguimos esperando pasivamente que las cosas se arreglen solitas, que todo vaya mejor, o en todo caso no tan mal. Que no haya necesidad de grandes manifestaciones. Que podamos continuar la vida sin muchos sobresaltos.

La política es muy bonita, muy interesante, muy emocionante para discutirla con un trago en mano. Pero ser político es otro cuento. Es muy complicado. Cuesta plata, tiempo, estrés, y una rápida caída del pelo.

Así nos dejamos llevar por los políticos de turno. Somos espectadores pasivos de la realidad nacional, listos siempre para reclamar y vociferar cuando las cosas anden mal. Aunque no hagamos mucho por evitarlo.

miércoles, mayo 07, 2008

Revista la U. - Mayo 2008

Ya está circulando la U. de mayo en tu universidad!!!





Para pautar en revista la U. escribe a revistalau@yahoo.com (tarifario adjunto). Envíanos tus artículos, fotos, ideas o comentarios a revistalau@yahoo.com.

sábado, mayo 03, 2008

Entendiendo a Lucía

Estoy viendo en la tele a Lucía Morett recién salida del hospital. Lucía es la estudiante mexicana que fue herida en el ataque al campamento de las FARC en territorio ecuatoriano, en el que murió el líder guerrillero Raúl Reyes. En ese ataque murieron también cuatro de sus compañeros mexicanos de la universidad. Lucía llora sentada en una silla de ruedas junto a sus padres. Tiene dolor y rabia por lo que le pasó. Cuenta que vio cómo los soldados colombianos disparaban y remataban a gente herida. Dice ser “una víctima más del terrorismo de estado colombiano”. Niega estar vinculada a las FARC. Que su interés al estar ahí era “académico”.

Veo a Lucía y me pregunto: ¿Qué poder especial tiene ese idealismo revolucionario de
izquierda para seguir atrayendo a la juventud latinoamericana? ¿Por qué esas ideas políticas probadamente fracasadas en Europa oriental, en Cuba y en cualquier lugar que intenten implementarlas siguen siendo idealizadas en las aulas universitarias? ¿Por qué las ideas liberales que sí han funcionado en tantos países no despiertan el mismo interés? ¿Cómo es posible que la guerrilla colombiana tenga simpatizantes que legitimen su sangrienta guerra, sus abusos, sus secuestros, sus asesinatos?

Lucía dice algo que seguramente es real: “no he cometido ningún delito”. Ser una creyente en la “revolución bolivariana”, o creer que las FARC luchan por la justicia en Colombia, o estar convencida que Hugo Chávez es el salvador de América Latina no es un delito. Está en su libertad de creer que los elefantes vuelan.

Por eso, si bien rechazamos que las Lucías del mundo hagan quedar a las FARC como víctimas inocentes de un conflicto y una violencia que ellos iniciaron, tampoco son aceptables posiciones extremas de quienes ven en estos estudiantes a terroristas tan malos como los guerrilleros. Estos grupos de jóvenes que se reunieron en ese fanático Congreso Continental Bolivariano en Quito pueden causarnos gran rechazo --y encajar perfecto el molde del “Perfecto Idiota Latinoamericano”--, pero están en su libertad de creer y apoyar lo que ellos quieran. La democracia se trata de respetar todas las posiciones. Lastimosamente a veces esas posiciones absurdas ganan elecciones.

La izquierda extrema, el socialismo y su ideal revolucionario, a pesar de sus fracasos, ha ganado la guerra emocional en el tercer mundo que compra cualquier sueño. El Che se ve bien con su cigarro y su boina en las camisetas. Ronald Reagan todavía no pega. Hasta al más convencido liberal le ponen la piel de gallina esas canciones de música protesta.

La canción “Papá cuéntame otra vez”, del cantautor español Ismael Serrano, de alguna forma explica por qué hay tanta Lucías en Latinoamérica y el mundo. En la canción –muy bonita y emocionante, de paso—un joven le pide a su papá que le cuente de esas emocionantes épocas que vivió en los sesenta de “dulce guerrilla urbana en pantalones de campana, y canciones de los Rolling, y niñas en minifalda”. De “aquel mayo francés en los días de vino y rosas” en los que los jóvenes ocuparon la Sorbona. Y como el Che no puede faltar en la nostalgia guerrillera, dice también la canción: “Papá cuéntame otra vez esa historia tan bonita de aquel guerrillero loco que mataron en Bolivia, y cuyo fusil ya nadie se atrevió a tomar de nuevo, y como desde aquel día todo parece más feo.” Esa nostalgia por vivir revoluciones en las calles y ponerle una rosa al fusil de algún soldado opresor sigue viva en muchas Lucías.



Los jóvenes de ahora tenemos la suerte de saber con mayor precisión cuáles formas de gobierno funcionan y cuáles fracasan. Con todo lo malo, el mundo de hoy ha progresado y aprendido de sus errores del pasado. El romanticismo socialista suena bonito en la música protesta, pero no en los estómagos vacíos de Latinoamérica. Las universidades tienen ahí un reto. Pero será el fracaso de las mismas “revoluciones bolivarianas” en Latinoamérica, con su mayor injusticia, opresión y pobreza, lo que entierre esas ideas en los jóvenes que aun creen en ellas.

Yo espero que Lucía viva en libertad. Sería un error del gobierno mexicano acusarla de terrorismo o algún delito. La convertirían en heroína bolivariana y a sus compañeros muertos en mártires de la causa. Quien sabe, pasará el tiempo y talvez Lucía, como tantos otros, se de cuenta que el progreso no está en las boinas, ni las armas, ni los gritos de revolución. Y de aquí a unos años la encontremos hablando de las virtudes del libre mercado y la globalización.


* Publicado en revista Clubes de mayo

jueves, mayo 01, 2008

Fracaso publicitario

Leyendo una revista gringa me encontré con un aviso que invitaba a invertir en Irlanda del Norte. El aviso decía: “En Irlanda del Norte creemos que la educación es la clave para competir en Europa”. Y continuaba: “Es fácil ver por qué muchas de las principales empresas del mundo escogen Irlanda del Norte como su base en Europa. Tenemos la ubicación estratégica perfecta. Además, invertimos en educación más que cualquier otra región del Reino Unido...”.

Mientras leía el aviso imaginaba el que podría hacerse de Ecuador. ¿Qué podemos decir? ¿Qué podemos venderle al mundo? ¿Qué ventaja con respecto a otros países de América Latina podemos ofrecer?

Por el lado de la educación habría poco que destacar. La libreta de nuestra educación pública está llena de rojos. Se queda de año. Sigue politizada. Nuestros estudiantes siguen en desventaja. Estamos lejos de poder decir que en Ecuador nos distinguimos en la región por el nivel de educación.

¿Que otra cosa podríamos poner en ese aviso? Veamos. “Venga a invertir a Ecuador, donde la Asamblea Constituyente puede decidir que su empresa ya no es suya, que las reglas con las que llegó ya no se aplican, o que coja sus maletas y se vaya por la sombrita, y eso sí, nos deje aquí todo lo que invirtió”. O quizás: “Aléjese de esos aburridos países donde las cosas no cambian y se puede planear a largo plazo, mejor venga a invertir y vivir la emoción de este país, donde nunca sabemos lo que ocurrirá mañana”. Se me ocurre un eslogan: ‘Ven y disfruta la ‘emoción’ de invertir en Ecuador’.

En lo único que sí podemos decir algo bueno, similar al aviso de Irlanda del Norte, es justamente en aquello donde no hemos hecho nada para ganarlo: nuestra ubicación estratégica. Estamos en el centro de América Latina. Cerca de todo. Es una ventaja que nos vino solita. Y por suerte no hay forma de movernos, o ya algún político hubiese encontrado la forma de hacerlo.

En fin, es poco lo bueno que podríamos poner en la versión ecuatoriana de ese aviso que invite al mundo a invertir. Más allá de nuestra ubicación y una moneda estable —y ni de eso estamos del todo seguros— somos un país de incertidumbres.

En realidad, bajo el gobierno actual, las preguntas como que deben dar un paso más atrás. Se vuelven más elementales. Son, por ejemplo: ¿Queremos atraer a inversionistas extranjeros? ¿Queremos competir con otros países de la región? ¿Queremos publicar ese aviso en el que ofrecemos al mundo las ventajas de invertir en Ecuador?

Nuestro Gobierno parece responder una y otra vez que “no”. No queremos atraer inversión. No nos interesa publicar ese aviso que diga “ven, invierte en Ecuador”.

Hoy, no solo que la inversión y las empresas no llegan, sino que se alejan del país. No quieren quedarse en las actuales condiciones. Prefieren perder plata abandonándolo todo, antes que continuar con la incertidumbre que les da este Gobierno.

Hoy tendríamos muy pocas ventajas como país para ofrecer en ese aviso que invite a invertir aquí. Nos falta tanto. Y las acciones del Gobierno y su Asamblea no están ayudando a hacernos más atractivos ante el mundo. Sino lo contrario. Ese aviso sería un fracaso publicitario.

jueves, abril 24, 2008

La huida de los ‘apátridas’

A veces da la impresión de que el país ideal para este Gobierno y su Asamblea es un país sin empresas privadas. Un país en el que el Estado se encargue de todo. Donde todos seamos empleados públicos, con trabajos dignos, relajados y bien pagados, como los de los asambleístas.

Solo así se explica esta antipatía hacia las empresas privadas y la creación de riqueza. El Gobierno cree que las empresas deben pedir permiso y perdón para trabajar, invertir y hacer dinero en el país. Como si fuera un privilegio, y no un derecho, el emprender un nuevo negocio en suelo ecuatoriano. El Gobierno disfruta teniendo de rodillas a las empresas, sobre todo a las más grandes. Su objetivo es inmediato y de corto plazo: exprimir todo lo que se pueda de ellas. Para ello recurre a arbitrarios mandatos, como el minero; o negociaciones de concesiones que castigan el éxito en lugar de incentivarlo, como con las operadoras celulares. Por conseguir plata rápida para financiar los planes inmediatos del Gobierno, se ahuyenta a inversionistas que prefieren gobiernos con reglas más claras.

En este ambiente, el Presidente acaba de lanzar una nueva perla antiempresa: “Váyanse nomás a Perú mercaderes apátridas sin alma, en lugar de alma tienen un gran bolsillo”. Lo dijo refiriéndose al empresario Mauricio Pinto, quien ha decidido mover parte de su negocio textil al Perú, atraído al igual que otras empresas por la estabilidad y crecimiento económico de ese país.

Correa dijo aquello de “apátridas” y “gran bolsillo” como un insulto. Pero se trata de una realidad. Las empresas no son fundaciones de caridad. No pierden tiempo y dinero en nacionalismos o patrioterismos que tanto gustan a nuestros políticos. Buscan competir y ganar. Para ello van donde las reciban mejor, donde las dejen trabajar y generar riqueza.

Pero aquí no necesitamos más empresas. O eso piensan los asambleístas y el Gobierno. Ellos, en su emoción por convertir a este país en un paraíso socialista a base de decretos, sueñan con empresas imaginarias que no busquen utilidades sino compartirlo todo con el Estado.

No quieren ver que en un país sin trabajo lo primero es tenerlo. Nuestro país no es el más atractivo para invertir. Está muy lejos de serlo. Lo primero es que vengan los inversionistas. O al menos que se queden los que ya están aquí. Que inviertan y generen empleo en un ambiente justo y con reglas claras. La Asamblea y el Gobierno están tan concentrados en regular, controlar y dirigir el comportamiento de las empresas, antes que en incentivar y motivar su inversión, que se quedará sin empresas ni empleos a las cuales aplicar sus decretos.

Sería bueno que vengan todos esos “mercaderes apátridas” con grandes bolsillos. Esas empresas que prefieren ir a Perú. Que huyen de la incertidumbre de un país con una Asamblea dedicada a aprobar al apuro mandatos con visión de corto plazo, en lugar de escribir una Constitución para 100 años.

Hoy el Gobierno tiene plata. Se da el lujo de ahuyentar a la empresa privada. Pero pronto extrañarán la inversión de esas empresas a las que hoy atormentan. Rogarán que regresen. Por no entender que con reglas claras, justas y buen trato, hasta esos “apátridas sin alma” podrían sentirse como en casa.

jueves, abril 17, 2008

Solo la verdad

Se va a estrenar en la tele el programa ‘El momento de la verdad’, un concurso en el que se somete a un participante a una serie de preguntas personales. Solo puede contestar “sí” o “no”. El reto es decir la verdad y nada más que la verdad. Cualquier mentira será detectada automáticamente, pues los datos sobre la vida, gustos y disgustos del participante ya han sido previamente investigados. El mentiroso pierde. Solo con la verdad se gana.

Qué lindo sería tener a nuestros políticos en la silla del concursante. Poder preguntarles de todo y que respondan sin poder darle vueltas al asunto. Sobre todo, sería bueno tenerlos a Rafael Correa y Álvaro Uribe en ese programa, para acabar, de una vez por todas, este ping-pong de acusaciones que tanto mal hacen a nuestra región y a cualquier deseo de integración.

Este conflicto entre ambos presidentes, cada día se parece más a las discusiones entre dos fanáticos de fútbol, de equipos contrarios, sobre la validez o no de ese foul en el área que pitó el árbitro. No importa lo que se vea en la repetición. Cada uno verá lo que le conviene. Según eso se verá clarito cómo le meten la pata al jugador en plena área. O cómo el jugador muy lamparoso se lanza solito. Las pruebas estarán de más. Cada uno se mantendrá fiel a su equipo y no podrá ver la realidad.

En eso se ha transformado el problema entre Ecuador y Colombia. Y lastimosamente muchos caen en el juego. Las acusaciones sobran. Las pruebas de nada servirán. La posición del gobierno ecuatoriano es una sola: “Uribe es un mentiroso”. Asunto cerrado.

El video en el que Raúl Reyes envía sus felicitaciones al presidente Correa por su victoria en la Asamblea Constituyente y expresa su “disposición política de consolidar las relaciones de hermandad, amistad y de buena vecindad en la frontera con el hermano pueblo del Ecuador” no significará nada para Carondelet. Las declaraciones del mismo Hugo Chávez, afirmando que la presencia de Reyes en Ecuador se debía a las negociaciones que se estaban realizando para la liberación de secuestrados, tampoco indican nada. Mentiras colombianas. Entre el gobierno ecuatoriano y las FARC no existe relación o colaboración alguna y punto.



Y para que no queden dudas que el gobierno ecuatoriano no nos aclarará ninguna acusación y nos dejará en la oscuridad sobre todo esto, la decisión es no volver a contestar ningún nuevo pronunciamiento del gobierno de Uribe. Así, el gobierno ecuatoriano le hace el quite por adelantado a cualquier futura acusación o prueba en su contra.

Queremos creer que el gobierno ecuatoriano no es cómplice de las FARC. Que no recibió fondos de las FARC para su campaña electoral. Pero mientras su argumento de defensa se limite a “Uribe es un mentiroso” no nos quedamos tranquilos. Por su lado, si el gobierno colombiano quiere demostrar que sí hubo foul en el área, deberá presentar todas las pruebas que no dejen dudas ni a los más fanáticos del equipo contrario.

No pedimos nada especial. Solo la verdad. Sin amagues, ni engaños. Que nos respondan “sí” o “no”, como en el programa de televisión. Tarde o temprano, la verdad gana.

jueves, abril 10, 2008

¿Jeff, presidente?

A estas alturas del partido, si algo tenemos claro, es que hay Correa para largo. O al menos para el siguiente período presidencial que iniciaría con las elecciones que convoque la Asamblea.

Este Gobierno ha demostrado una gran habilidad para hacerle el quite a los escándalos, mantener viva la idea de que representa el cambio, y así sostener un buen nivel de popularidad. Si a esto le sumamos los fondos petroleros con los que cuenta para sus programas y campañas, y la ausencia de una oposición fuerte, resulta casi imposible imaginar un cambio de inquilino en Carondelet.

He escuchado a gente de oposición al Gobierno decir que a buena hora que Álvaro Noboa no ganó. Con un Noboa presidente se podía pronosticar un destino similar al de Mahuad y Gutiérrez. Esto en el trayecto hubiese ridiculizado y sepultado, más de lo que ya está, a la derecha ecuatoriana –o lo que la gente percibe como derecha–. Hoy en cambio, el previsible fracaso a mediano plazo de las políticas estatistas y el socialismo anticuado de este Gobierno, brindan la oportunidad para que nuevas voces y grupos de oposición puedan surgir.

Lastimosamente, salvo excepciones, la oposición de hoy se hace daño a sí misma. No vemos una oposición que despierte interés en la gente. Estos últimos días han surgido voces de una derecha más preocupada con imponer ideas religiosas que promover un Estado pequeño con todas las libertades (individual, de mercado, de expresión, de prensa, etcétera). Ese énfasis en temas como Dios en la Constitución, aborto y homosexuales, podrá ganar aplausos en iglesias y templos, pero para un país que lucha por sobrevivir sin trabajo e inundado son temas secundarios.

Esa derecha conservadora nos recuerda demasiado a Noboa de rodillas con Biblia en mano. Su protagonismo no le hace un favor a la causa de la oposición. Necesitamos una oposición dinámica y moderna que sea reconocida por su defensa de nuestras libertades y su generación de progreso, no por sus discursos bíblicos. Una oposición que se centre en lo importante, explicando por qué el trabajo llega con más libertad de empresa y no con una burocrática planificación estatal.

Correa continúa en su luna de miel. Todavía puede echar la culpa a políticos del pasado por problemas del presente. Su cuento de la “larga y triste noche neoliberal” aún surge efecto. Pero en poco tiempo ya no tendrá esa excusa. Los problemas del país dejarán de ser culpa de otros. Serán responsabilidad de su gobierno. Cuando eso suceda, ¿existirá una oposición unida, inteligente y sintonizada con la gente? ¿Tendremos voces que nos saquen de la oscura y ojalá no tan larga noche socialista que se avecina?

Por ahora esa voz no existe. Esa cara no asoma. No emerge ese líder o movimiento de oposición que le apueste al individuo y nos hable de libertad, emprendimiento, iniciativa privada y progreso.

La oposición, cada día más invisible, sigue mirando incrédula cómo un movimiento tan nuevo con ideas tan viejas se volvió tan poderoso en tan poco tiempo. Mientras tanto, queda un puesto libre esperando por ese nuevo líder.

Hace poco Jefferson Pérez dijo que planea entrar en política. ¿Acaso un candidato para el puesto?

sábado, abril 05, 2008

Política instantánea

* Desde este mes escribiré una columna mensual en la revista Clubes. Aquí va la primera entrega.

Leí recientemente un artículo que contaba que el e-mail ha pasado a ser un medio de comunicación anticuado para las nuevas generaciones. Es impersonal, uno nunca sabe cuando te van a contestar, se demora mucho.

La llamada “generación instantánea”, a la que pertenecen los adolescentes de hoy pero en la que nos hemos colado también los no tan adolescentes, necesita todo al instante. Para eso están los mensajes de texto, el Blackberry, el messenger. Ya no podemos esperar todo un día para recibir las noticias en el diario o el noticiero. Necesitamos la información al momento. Y una vez que la recibimos pasamos a lo siguiente. Como diría Edison Méndez: “si es ya, es ya”.

Vivimos días cada vez más instantáneos. Y no solo eso, lo instantáneo se convierte también en lo múltiple. Son días en los que hacemos de todo un poco y poco de todo. Nos hemos vuelto expertos en el difícil arte del “multitasking”: hacer varias cosas a la vez, sin lograr hacer nada del todo bien.

Mientras vemos un programa en la tele, revisamos nuestros mails en la laptop, y escuchamos música, y hablamos y nos mensajeamos por celular, y nos comemos un sánduche, y nos bajamos la última canción de Shakira, y vemos ese video tan chistoso en YouTube, y hasta logramos dejar espacio para conversar con la persona a nuestro lado. Al final, apenas logramos disfrutar el programa en la tele, leemos a medias los mails, olvidamos al instante la canción que escuchábamos, el sánduche nos cae mal, y no tenemos idea de lo que estamos conversando con ese extraño en nuestro cuarto.

Lo más grave es que este problema de la vida moderna se ha contagiado a nuestra vida política. Tenemos un gobierno “multitasking” que practica una política instantánea.

Las promesas políticas de ayer ya son noticia antigua. Nadie las recuerda. Nadie las cumple. Todo cambia tan rápido. A base de un hábil “multitasking” político, el gobierno hace de todo un poco y poco de todo. Pretende hacer mucho, pero no se concentra en nada. Y el país termina mareado y sin saber lo que está pasando.

Basta revisar las noticias y eventos políticos de las últimas semanas. Lo de ayer ya es antiguo, lo de antes de ayer ya se nos olvidó. La noticia de hoy reemplaza todo. Y la de mañana borrará cualquier problema de hoy.

Así, los Pativideos son ya parte de nuestra prehistoria política. Nadie los recuerda. Quedaron en nada. La Asamblea Constituyente de la que se esperaba y habló tanto, repentinamente dejó de importar y la hemos ido olvidando. Los insultos del Presidente, que tanta división, titulares y discusiones generaron, quedaron atrás como si nunca hubieran ocurrido. Las inundaciones y el mal clima atraparon nuestra atención algunos días. Nos prometieron soluciones rápidas. Pero el conflicto con Colombia nos hizo olvidar que medio país naufraga.

Si analizamos la semana en la que se concentró el problema con Colombia, llegamos a la cúspide de la política instantánea. Cada día borraba al día anterior. Ayer Chávez insultaba a Uribe y le enviaba tanques a la frontera. Hoy Chávez es el gran conciliador de la región. Mañana ya se olvidará de todo lo que dijo. Ayer Correa estaba listo para “llegar hasta las últimas consecuencias”. Hoy el conflicto termina, con fuertes acusaciones de Colombia contra el gobierno ecuatoriano y la promesa de Correa de esclarecerlas. Mañana una nueva noticia le permitirá al gobierno hacerle el quite a las denuncias de Uribe, aunque medio mundo nos vea como aliados de la guerrilla.

La política instantánea y del multitasking hace rápidamente de todo a la vez y al final nada lo hace bien. En estos días de Blackberrys y noticias inmediatas, la política instantánea se nos burla en la cara. Solo importa que el show continúe. Sin importar lo malo que sea el show.

jueves, abril 03, 2008

La reputación como excusa

Rafael Correa subió al poder con una aureola de rectitud en la cabeza. Hoy se mantiene, en gran medida, esa percepción de que este es un gobierno honesto. Y el Presidente utiliza esa buena reputación para evadir su deber de aclarar los actuales escándalos y las fuertes acusaciones en su contra.

El argumento del Gobierno, y en particular del Presidente, ante cualquier acusación de corrupción, es siempre el mismo. Basta decir “somos gente honesta” para que todo quede supuestamente aclarado. Y si el acto de corrupción es evidente, entonces el argumento cambia a “eso es normal, no es corrupción”. Y listo, no se diga más.

Esto ocurrió con los Pativideos. Bastó con que el Presidente asegure que “Patiño es un hombre honesto” y que las conversaciones grabadas estaban fríamente calculadas para atrapar a los especuladores financieros (¿alguien los investigó, al menos?). Y listo. El país quedó convencido de la rectitud de su gobierno.

Ocurre hoy, cuando respetados medios de comunicación internacionales y funcionarios colombianos acusan al gobierno de Correa de haber recibido fondos de las FARC para su campaña electoral. Es una acusación gravísima que debe ser aclarada. Pero al Gobierno le basta decir que estas acusaciones son parte de una campaña de desprestigio a nivel internacional y una maquinaria propagandística en su contra. En lugar de esclarecer estas acusaciones con pruebas que borren cualquier duda sobre la procedencia de los fondos de la campaña electoral de Alianza PAIS, el Gobierno prefiere hacerse la víctima de un gran complot, repetir el eslogan de las “manos limpias” y desviar la atención.

Y ocurre con el escandaloso aporte mensual “voluntario” que varias instituciones del
Estado cobran a sus empleados para financiar al partido de Gobierno. En cualquier país que se respete, los funcionarios implicados ya hubieran presentado su renuncia. Pero aquí el Gobierno nos dice que se trata de una práctica común, que no tiene nada de malo. Además, el presidente Correa afirma que el Superintendente de Compañías, acusado de este abuso, fue su profesor en el colegio y es un hombre honesto. Caso cerrado. No hay por qué alarmarse.

Por lo visto, para este Gobierno nada es malo porque todo lo hacen con buenas intenciones e infinito amor por el país. ¿O será mejor decir por PAIS? Como que el partido se empieza a confundir con el Estado y el Estado con el partido. Se borra la línea entre el país y PAIS. Este “diezmo” cobrado a los empleados públicos condiciona el servicio público al servicio político.

La percepción de honestidad de Correa no borra las acusaciones en su contra y los actos deshonestos de su gobierno. Si este Gobierno no aclara las acusaciones de haber recibido dinero de las FARC para su campaña, podemos asumir que son ciertas. Si este Gobierno no devuelve la plata a los empleados públicos que “donaron” parte de su sueldo, destituye a los funcionarios responsables de este abuso y rectifica, otro acto de corrupción se habrá consumado a la vista de todos los ecuatorianos.

No basta que nos digan que el Gobierno está lleno de gente honesta e inocente para ignorar cualquier acusación. La buena reputación no es excusa. Y sin explicaciones la irán perdiendo.

miércoles, abril 02, 2008

Revista la U. - Abril 2008

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jueves, marzo 27, 2008

En taxi destartalado

Yo rompo la ley casi a diario: utilizo los servicios de una empresa “ilegal” de taxi amigo.

El otro día, en medio aguacero, me tocó usar el primer taxi amarillo que se me cruzó en el camino. Grave error.

El taxi era unos de esos Lada que se desarman. Llantas lisas, ventanas que no cierran, limpiaparabrisas inservibles, olor intenso a gas, tubo de escape como chimenea, y todo un zoológico de muñecos de peluche colgando del espejo retrovisor roto. Subíamos las Lomas de Urdesa donde se había formado una cola de vehículos. El motor del taxi tosía y echaba humo mientras el conductor frenaba y aceleraba intentando subir. De repente, el motor se apagó. Después de varios intentos el taxista logró encender el carro en medio de una nube negra de humo. “Esto ya no sube más”, me dijo. Me tocó caminar el último tramo hasta mi casa bajo el aguacero, mientras pensaba que eso nunca me hubiera pasado si tomaba el servicio “ilegal” de un taxi amigo.

Me he acordado de esta anécdota, mientras leo las declaraciones del Presidente de la Federación Nacional de Taxistas, quien está indignado ante la posibilidad de que se legalice a los taxi amigos. El representante dice que los taxis amarillos cumplen “con todo lo que dice la ley”. Seguramente las llantas lisas, la ausencia de espejos, el tanque de gas en el baúl y los cinturones de seguridad falsos del taxi en el que me trepé, y en muchos más que circulan en Guayaquil, le parecen un detalle secundario, nada que pueda afectar la seguridad del pasajero o que vaya en contra de las normas de tránsito.

Esto de los taxis apunta al corazón de los debates y decisiones que finalmente se están dando en esta Asamblea Constituyente. Aquí, como en los demás temas que discute la Asamblea, la palabra clave debe ser la misma: libertad. Libertad para competir con reglas claras. Libertad para dejar al consumidor elegir. Libertad que no impone criterios empujados por grupos de presión, sino que considera lo que es mejor para cada uno de nosotros. Libertad de cada individuo para hacer y escoger lo que más le conviene: dónde y bajo qué modalidad trabajar o contratar, en qué creer o no creer, con quién andar, qué opiniones dar, por quién votar (o la libertad para no votar), dónde invertir, qué negocios tener, y claro, qué tipo de taxi tomar.

Mientras los taxis “ilegales” sigan dando un mejor servicio que los taxis “legales” yo seguiré con gusto rompiendo la ley. Los taxistas reclaman que los taxi amigos no cumplen las mismas exigencias que ellos. Eso se soluciona con reglas claras para que todos puedan competir en igualdad de condiciones.


Como siempre, la oferta y la demanda en un mercado con libertad y reglas claras terminará beneficiando a la mayoría. Solo le toca a la Asamblea tomar la decisión de meterse lo menos posible en nuestras decisiones. Los asambleístas pueden dedicarse a seguir creando leyes e imposiciones que limiten nuestras opciones. O pueden entender que no le corresponde al Estado limitar nuestra libertad, sino protegerla y garantizarla.

De eso dependerá, en buena medida, qué tan destartalado o seguro sea el camino que tomemos como país.

jueves, marzo 20, 2008

Las fronteras de la paz

Este domingo, el cantante colombiano Juanes se quitó la camisa negra y se vistió de blanco para hacer un llamado a la paz junto a algunas de las voces más famosas de Latinoamérica y España. El concierto llamado La Paz Sin Fronteras, en pleno puente internacional Simón Bolívar que une a Colombia con Venezuela, fue una celebración de esa paz que todos queremos. Una paz que no se dará en la región mientras el proyecto bolivariano liderado por Hugo Chávez avance y se fortalezca.

El discurso del gobierno ecuatoriano, venezolano y de varios sectores nos intenta convencer de que la amenaza a la paz viene del gobierno colombiano. Todo lo contrario. Agradezcamos más bien que el pueblo colombiano no ha sido seducido en las urnas por las boinas rojas y las falsas revoluciones, o ya se estaría armando hasta los dientes un ejército bolivariano grancolombiano para enfrentar al “imperio”. Y ni hablar si los peruanos hubiesen votado por Ollanta Humala. La paz en la región ahí sí estuviera en problemas.

La verdadera amenaza a la paz no viene de un gobierno que combate a una guerrilla sanguinaria. Viene de ese proyecto bolivariano en el que se refugian las FARC y las más atrasadas ideologías que favorecen supuestas revoluciones por encima de la libertad del individuo. Y sin libertad no puede haber paz.

Cuando Chávez dice que quiere la paz olvida, o se hace el que olvida, que en su propio país su gobierno se ha encargado de limitarla. Callar a un medio de comunicación, por atreverse a hacerle oposición, no suena a paz ni libertad. Acaparar todo el poder, ejercer como dictador y burlarse de la democracia disfrazándola con elecciones periódicas, difícilmente protege la libertad en su país. Enviar tropas de un ejército cada vez más grande a la frontera colombiana sin razón alguna, no apunta precisamente a un deseo de paz. Y sobre todo, guardar un minuto de silencio por un guerrillero que hizo de la violencia su razón de existencia, deja mucho que desear sobre alguien que habla de paz.

Mientras las boinas rojas crezcan en Latinoamérica la paz encontrará cada vez más fronteras. Mientras las nuevas generaciones se contagien de ese socialismo vestido de militar, con una foto del Che como estandarte, y una inexplicable nostalgia por vivir sin oportunidades y sin un centavo como viven los cubanos, la paz será una ilusión. Mientras grupos como la Coordinadora Continental Bolivariana justifiquen la violencia a favor de su “revolución” y hasta celebren las acciones de la guerrilla colombiana, la paz seguirá lejana. Mientras gobiernos contaminados de teorías dependentistas malgasten su dinero en ejércitos para combatir la idea de un imperio opresor, el concierto de Juanes quedará en una simple buena intención.

Tristemente, en Latinoamérica la paz sí tiene fronteras. Las fronteras de la paz las marcan los gobiernos y grupos que imponen, a como dé lugar, una falsa igualdad por encima de la libertad. Chávez lidera hoy ese baile. ¿Hasta dónde seguirá sus pasos el gobierno ecuatoriano? Por ahora, mientras la seducción bolivariana gane los votos de una Latinoamérica engañada, la verdadera paz y libertad tendrán que esperar.

Yo de Juanes no guardaría todavía esa camisa negra. Con gobiernos como estos, tendrá más de una oportunidad para volverla a usar.

jueves, marzo 13, 2008

Para el recuerdo

Y así como repentinamente comenzó la crisis en la región, repentinamente se calmó. Yo que pensaba que esto iba para largo, me alegré como todos al ver que las cumbres presidenciales sí pueden dar resultados.

La Cumbre del Grupo de Río en República Dominicana ha sido seguramente la cita entre presidentes más interesante que hemos visto. Estamos acostumbrados a aguantar en estas reuniones largos y aburridos discursos sobre democracia, integración y desarrollo que al final no nos llevan a ningún lugar.

Pero esta Cumbre fue distinta. Aquí hubo emoción, insultos, frases memorables, folclore, sonrisas, disgustos, y lo más importante, al final se llegó a conclusiones, aparentes soluciones, reconciliación y abrazos. Fue una vitrina que nos mostró distintos estilos y capacidades presidenciales. Y a más de uno nos hizo sentir sana envidia por la calidad de líderes que tienen otros países.

Pero de todo este mal episodio que vivimos la semana pasada, con su feliz conclusión en Santo Domingo, nos quedan ciertas dudas y preocupaciones.

Nos queda la duda de las acusaciones del presidente Álvaro Uribe al gobierno del presidente Rafael Correa. Fueron acusaciones muy serias. No todos los días escuchamos a un presidente acusar a otro de proteger a grupos terroristas y de haber recibido financiamiento de ellos para su campaña presidencial. Uribe es un presidente serio, aunque a los “nostálgicos del comunismo”, para utilizar sus palabras, les cueste reconocerlo. Por eso, no podemos ignorar estas acusaciones así nomás, como esa asambleísta que descartó el asunto diciendo que no debemos darle crédito “a un señor tan mentiroso” refiriéndose a Uribe. Nuestra defensa del país o nuestro patriotismo no se dan al desechar estas acusaciones, sino al esclarecerlas.

Hizo bien el presidente Correa al ofrecer poner a consideración de la justicia y la oposición los documentos que Uribe leyó para respaldar sus acusaciones. Ahora toca que se cumpla la promesa. Que se entreguen los documentos y se investiguen con seriedad y objetividad. ¿Sucederá?

Por otro lado, este episodio nos deja una preocupación importante. Preocupa esta sensación que quedó en el aire de que existe simpatía por las FARC. La sentimos cuando hablan algunos representantes del Gobierno ecuatoriano. La sentimos con toda claridad en las palabras y acciones de Chávez. Y lo más preocupante, hay un apoyo fuerte y latente a las FARC de grupos de jóvenes “bolivarianos” como los que participaron el mes pasado en el II Congreso Continental Bolivariano en Quito. Es triste y muy preocupante encontrarse con proclamas de estos grupos que califican a las FARC como “fuerzas beligerantes” y sus crímenes como parte de un combate heroico. Olvidan estos grupos las muertes, los secuestros, las desapariciones y el dolor que causan las FARC a inocentes. Y justifican todo este terror en su supuesta lucha contra el “imperio” y el capitalismo.

De esta Cumbre salió fortalecida la democracia y la unión latinoamericana. Salieron fortalecidos los presidentes en sus respectivos países. Sería triste que las FARC hayan también salido fortalecidas, su terror legitimado y que estos grupos que las apoyan crezcan a raíz de estos sucesos.

Fue una Cumbre para el recuerdo. Mientras las dudas sobre el Gobierno ecuatoriano se esclarezcan y las preocupaciones no sean en realidad tan serias, quedará como un buen recuerdo.

jueves, marzo 06, 2008

Buscando enemigos

La situación es grave. Pero no la profundicemos más.


El Gobierno colombiano cometió una grave falta al invadir territorio ecuatoriano. Comprendemos que en esta lucha contra terroristas que matan, extorsionan, secuestran y atemorizan a todo un país, el presidente Álvaro Uribe haya preferido pedirnos perdón antes que permiso, violando elementales normas internacionales. Pero fue una seria ofensa y ahora debe responder.

Por eso, el presidente Rafael Correa hace bien en condenar enérgicamente esta violación a la soberanía del país y exigir una disculpa y un compromiso de que esto no se repita. Es acertado su llamado a buscar soluciones por la vía diplomática.

Pero hasta ahí nomás. No hay razón para enviar tropas a la frontera, insistir en que el Gobierno colombiano solo busca la guerra, repetir que llegaremos “hasta las últimas consecuencias”, y generar más tensión y rechazo hacia el Gobierno vecino, casi olvidando que el verdadero enemigo está en la guerrilla. Y, sobre todo, es preocupante su complicidad con la actitud del Gobierno venezolano.

Hoy apoyamos a nuestro Presidente en su reclamo por exigir respeto. Podemos entender que la participación de nuestro Gobierno en los diálogos con guerrilleros para pedir la liberación de rehenes no lo convierte en aliado de estos grupos. Pero no podemos apoyar esta insistencia de convertir al Gobierno colombiano en nuestro enemigo, restando importancia al verdadero enemigo presente en las FARC. Y sobre todo, rechazamos el silencio de nuestro Gobierno ante las declaraciones y actitud de Hugo Chávez.

La actitud de Chávez es vergonzosa y sospechosa al solidarizarse con terroristas, meterse en asuntos que no le competen, y movilizar sus tropas buscando un conflicto entre países hermanos. Correa daría una lección de objetividad e independencia, y enviaría un verdadero mensaje de paz y de búsqueda de soluciones, si condenara, con la misma fuerza que condena la incursión colombiana, el apoyo de Chávez a la guerrilla y la absurda movilización de sus tropas. ¿Podemos esperar que diga algo al respecto? ¿O escucharemos más discursos sobre “la amenaza del imperio” y acusaciones contra Uribe y su gobierno para convertirlos en enemigos de Latinoamérica más grandes que el propio Marulanda y las FARC?

Ante el interés mundial y la adrenalina del momento, nuestro Gobierno puede olvidar su principal objetivo: buscar la paz y el bienestar de los ecuatorianos. Que no olvide que el enemigo no ha cambiado. Siguen siendo los terroristas y quienes los apoyan. Que no olvide que los amigos tampoco han cambiado. Siguen siendo quienes buscan la paz y la libertad. Que no se deje influir por los delirios belicistas de quien sueña ver a sus boinas rojas librar una guerra contra el “imperio”. Que no caiga en falsos patriotismos que solo sirven para aumentar la popularidad de gobiernos a costa de los estómagos y billeteras vacías de los ciudadanos.

El ambiente es tenso. El tema es delicado. La solución no será inmediata. Mientras Correa demuestre un verdadero liderazgo poniendo el bienestar de los ecuatorianos por encima de intereses personales, de su gobierno o de proyectos políticos para la región, llegaremos a una solución pacífica y positiva para todos. Son momentos como estos los que define a los verdaderos líderes. Las próximas palabras y decisiones de nuestro Presidente dirán mucho al respecto.

miércoles, marzo 05, 2008

Revista la U. - Marzo 2008

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jueves, febrero 28, 2008

Viveza colectiva

El New York Times acaba de publicar una noticia que muestra lo generosos que somos los ecuatorianos. Para reducir su personal, la empresa automotriz Ford está ofreciendo atractivas indemnizaciones a sus empleados que decidan retirarse. Estos paquetes, los más lucrativos en la historia de la industria según el reportaje, pueden llegar hasta los 140.000 dólares para ciertos empleados.

Mientras una empresa gigante como la Ford entrega 140.000 a un empleado, nosotros les damos a nuestros funcionarios de Petroecuador cerca de medio millón cuando dejan la empresa. Queda claro que los ecuatorianos somos la gente más generosa que hay.

Con justa razón el presidente Rafael Correa reclama y se indigna frente al abuso y privilegios exagerados de esta burocracia dorada de Petroecuador. Pero lastimosamente, como suele suceder con este gobierno, no propone las soluciones profundas que ataquen la raíz de este problema.

Cuando una empresa es de todos, es en realidad de nadie. En estas empresas públicas nadie sufre si se desperdicia la plata en privilegios colectivos. Total, si los dueños de la empresa somos todos los ecuatorianos, equivale a decir que no hay dueños. Escenario perfecto para que los expertos en chuparle legalmente la sangre al Estado hagan su agosto en cualquier mes del año.

El problema de fondo no son los contratos colectivos y los funcionarios sabidos. El problema de fondo es que existan todavía estas empresas de nadie. Y más aún, que el Gobierno favorezca al ineficiente sector público en lugar de apuntar al desarrollo del sector privado.

Tal vez, por ahora, con sus nuevas leyes y decretos, el Gobierno logre frenar estos abusos de funcionarios públicos. Pero mientras existan estas empresas públicas que no responden a nadie, tarde o temprano volverán los privilegios, los burócratas dorados y el despilfarro del dinero de nosotros, los generosos ecuatorianos que nos dejamos robar. La viveza colectiva de sectores públicos continuará mientras este siga creciendo y se lo siga financiando a pesar de su ineficiencia. Mientras exista ese gran botín en las empresas públicas, ahí estarán los grupos parásitos de siempre.

Y algo más. Si tanto le molesta al Presidente tener que botar la plata en pagar esta viveza colectiva del sector público, debería ser consecuente con su indignación y no despilfarrar nuestra plata en tantas otras cosas. Pero parece que el despilfarro no es siempre malo para este Gobierno. Así, se malgasta nuestro dinero en millonarias campañas de publicidad, en ese próximo elefante blanco de Montecristi, en nuevos juguetes militares para guerras que nunca pelearemos, en un avión presidencial para volar con todas las comodidades que exige el socialismo en este siglo XXI, en nuevos ministerios, y en más burocracia.

Tiene toda la razón el Presidente en ponerse bravo con estos burócratas privilegiados. Lástima que su Gobierno apunta a perpetuar estos privilegios en lugar de cortarlos de raíz. Mientras nuestros gobiernos insistan en apostarle a empresas públicas, en lugar de impulsar y trabajar de la mano del sector privado, los ecuatorianos estamos destinados a continuar siendo gente de una generosidad infinita con nuestros hermanos del sector público.

Y mientras tanto, algún gringo recibe feliz su chequecito al jubilarse de la gigante Ford, sin saber que le hubiera ido mucho mejor trabajando para una empresa sudamericana llamada Petroecuador.

jueves, febrero 21, 2008

Buenos tiempos para ser burócrata

¿Y ahora, qué hago? Se preguntan miles de estudiantes universitarios que se están graduando. Este Gobierno les envía un mensaje claro: no abras un negocio porque alguna traba le voy a meter. No trabajes para una empresa privada, sobre todo si es una empresa importante, porque vivirás una incertidumbre constante. Con su actitud, este Gobierno está matando el espíritu emprendedor y empresarial de la nueva fuerza laboral.

Los diarios rebosan de ataques del Gobierno al sector privado, y a todo lo que suene a mucho dinero. Trabas a la actividad minera. Amenazas a empresas telefónicas. Pedidos de caducidad de contratos. Impuestos exagerados. Y una constante descalificación a la actividad privada y al deseo natural del ser humano de progresar y ganar dinero.

Buenos tiempos para ser burócrata. No los mejores para ser empresario.
Tal vez la decisión más práctica que pueden tomar los recién graduados es palanquearse un puesto público, que hoy no falta entre todos los nuevos ministerios y entes estatales. En estas épocas nacionalistas la forma de ganar dinero no es generándolo desde el sector privado, sino extrayéndolo del Estado.

Para el Gobierno el sector privado es como un contrincante, en lugar de un socio y aliado. Ahora, en lugar de motivar mejores precios, servicios y una optimización de recursos del Estado generando una mayor competencia entre proveedores privados, el Gobierno obliga al sector público a utilizar solo los servicios de empresas públicas.

Por ejemplo, las instituciones públicas deben cambiarse a la compañía pública de celulares, a ver si así logra sobrevivir esta empresa. El Presidente también ha dispuesto que el sector público se asegure con Seguros Sucre, una aseguradora del Estado, “para que la platita quede en el sector público”. Lo mismo con la construcción, el Cuerpo de Ingenieros del Ejército y la Armada reciben los contratos de construcción, para “aprovechar nuestros propios recursos.”

Por lo visto, el Gobierno no ve a las empresas privadas como parte de los recursos que tiene para cumplir su misión. Siente que bota la plata al contratar una empresa privada que compite por brindar un servicio, ignorando que la plata la despilfarra en ineficientes empresas públicas que subsisten por contratos a dedo. No hay empresa pública en este país que funcione mejor que una privada. Pero en la mentalidad nacionalista de este Gobierno lo importante es mantener alejado al sector privado y a esos empresarios que solo piensan en ganar dinero.

Para este Gobierno, poner a competir a las empresas públicas con las privadas, o a las privadas entre ellas o con las extranjeras, es parte de “la larga y triste noche neoliberal”. Aparentemente, en esta alegre mañana socialista, las instituciones públicas no deben preocuparse de recibir un buen servicio, ni obtener los mejores precios, ni escoger a los proveedores más eficientes. Lo único importante es darle trabajo a toda empresa que tenga el sello estatal. La ineficiencia, la burocracia excesiva, la mala calidad son secundarias.

Por eso, flamantes graduados, olvídense de iniciar ese nuevo negocio que tenían en mente. Mejor dejen a un lado sus aspiraciones empresariales. No se compliquen. Únanse al sector público que es donde está la plata. Asegúrense ahí un buen sueldo sin estrés y gocen la vida.

jueves, febrero 14, 2008

Pelucones, vino tinto y María Teresa

¿Vieron la entrevista de Bernard a Correa? Durante más de una hora, el Presidente desahogó en una copa de vino tinto resentimientos y razones para preocuparnos por nuestro país.


El tema de los pelucones dominó la entrevista. A Correa le molesta quienes “se creen superiores al resto”. Frase que nos dice mucho sobre los complejos presidenciales. Le molesta que Samborondón tenga “autopistas con iluminación, con palmeras, parterres, todo lindísimo”. Olvida que ahí se pagan altos impuestos para construir esos parterres y atender necesidades de todo el cantón.

También le molestan las damas del voluntariado de Guayaquil: “estas damas de alta alcurnia que hacen favores a los pobres, eso nunca me ha convencido mucho”. Dudo que estén de acuerdo las miles de personas que han recibido salud, educación, trabajo y un techo gracias al voluntariado guayaquileño. A ellos no les interesa el apellido o el dinero de quien los ayuda, solo saben que ahí están donde falta el Estado.

Correa nos aclaró un poco ese desprecio. Ante la pregunta, ¿por qué Samborondón y no Cumbayá?, Correa dijo que ahí “es donde está el núcleo de la oposición a mi gobierno… Si pidieran disculpas y se quedaran calladitos después de las derrotas que han sufrido en las urnas, perfecto, pero cada vez reviven con más arrogancia”. O sea que le molesta que alguien tenga la osadía de hacerle oposición, y no inclinarse y decir ‘pegue patrón’. Según nos enseña nuestro Presidente, en democracia las minorías deben callarse y no opinar.

Pasemos a lo económico. Después de alertar a Bernard que se estaba “metiendo en terreno peligroso, recuerda que soy economista, tú eres músico”, dijo que, en Venezuela escasea la leche, “entre otras cosas, porque ha aumentado la capacidad de compra de los más pobres y aumenta la demanda”. Valiosas lecciones para nuestros estudiantes de economía: en Venezuela la escasez de leche no la ha motivado el Estado al fijar precios y meterse donde no debe, sino que los productores no han sabido responder en todo este tiempo a la alta demanda. Escuchar esto hace que no suene tan mal un músico manejando nuestra economía.

Correa repitió que si después de un año solo lo pueden acusar de peleón y confrontacional es porque algo debe estar haciendo bien. Lo que no se da cuenta el Presidente es que ese odio y personalidad conflictiva dejaron de ser un problema de forma. Ya son de fondo. Pesan más contra su gobierno y la unidad nacional que lo que imagina. Cada vez que Correa lanza una culebra por la boca, el país se resquebraja un poco más y se siembra otra semilla de conflictos sociales.

Sería bueno que Correa entendiera que todos somos parte del mismo equipo, que provocando peleas internas terminará hundiéndonos a todos y que, aunque los deteste, en los pelucones encontraría a sus mejores aliados en la tarea de invertir, generar empleo y alcanzar el progreso. Esto no es concurso de personalidad. Se trata de trabajar juntos para avanzar.

Esta entrevista fue un capítulo más de un Presidente que se niega a actuar como tal.
Por lo pronto, en lo único que seguro contará con el apoyo nacional es en su apreciación de que “María Teresa Guerrero es espectacular”.

jueves, febrero 07, 2008

Mi cédula sin sudor, por favor

Hace algunos años un amigo fue a sacar su cédula al antiguo Registro Civil en Guayaquil. Pasadas las largas colas y el mal servicio, esperaba en el patio junto a un grupo de personas que le entreguen su nuevo documento. Después de una larga espera, finalmente salió un funcionario con las nuevas cédulas. El funcionario leía el nombre en cada documento para que se acerquen a retirarlo. Sudaba por el sol y el calor. Y para limpiar su frente no vio nada mejor que utilizar una de las cédulas como herramienta recolectora y expulsora de sudor. Llevaba la cédula a su frente, la inclinaba para recoger el sudor, y con un movimiento rápido del brazo se deshacía del sudor. El funcionario terminó de distribuir todo el paquete de cédulas, pero mi amigo no había recibido la suya. Se acercó a pedirla. El funcionario se secó por última vez el sudor de la frente y leyó el nombre en la cédula-pañuelo. Era la de mi amigo.

Siempre nos reíamos con esta historia imaginando a mi amigo recogiendo su cédula mojadita de sudor. Pero pasada la risa, estas anécdotas solo reflejan nuestro subdesarrollo y el fracaso de nuestros servicios públicos. Algo que aquí en Guayaquil ha sido reemplazado con el buen servicio que ofrece la Corporación Registro Civil.

Sin embargo, siempre aparece por ahí algún centralista comprometido con la causa de tumbar a cualquier ciudad o región que se quiera desarrollar. Esta vez, la bandera del centralismo la hizo flamear el Director Nacional del Registro Civil al decir que las cédulas emitidas en Guayaquil no valen en el resto del país y pedir que se termine el convenio con la Corporación Registro Civil de Guayaquil. Argumentaba supuestas fallas en la entrega de información y que este convenio debe terminar porque no es “constructivo para la identidad nacional”.

Parece molestarle que en Guayaquil se haya roto esa “identidad nacional” presente en las interminables colas, el mal servicio, los tramitadores, la suciedad, los dedos con tinta, los archivos perdidos, el “no hay sistema”, y funcionarios secándose el sudor con nuestras cédulas. Parece molestarle que el Registro Civil en Guayaquil sea ejemplo para el resto del país.

Se ha hablado mucho de que Nebot y Correa, y sus marchas, representan dos ideologías opuestas. Pero este caso del Registro Civil es uno de los muchos donde no se trata de ideología, sino simplemente de brindar un buen servicio más allá de banderas políticas.

El Gobierno debería reconocer e imitar los buenos servicios que aquí se dan. Aunque en Carondelet hicieron bien en tomar ciertas distancias del Director Nacional del Registro Civil, el presidente Correa terminó lanzando su crítica, diciendo en su última cadena radial, que los trámites en el Registro Civil de Guayaquil son muy caros. Olvida el Presidente lo que costaban los tramitadores casi obligatorios si uno no quería perder todo el día sacando el documento. O lo que cuesta el tiempo perdido.

Todos preferimos un buen servicio. Todos queremos nuestra cédula o documentos rápido, sin colas, sin atropellos, y sin sudor, por favor. Ahí, no se trata de ideologías políticas, solo de eficiencia.

¿Será que nuestros líderes tendrán la madurez para aprender de los buenos ejemplos, más allá de intereses y banderas partidistas?

miércoles, febrero 06, 2008

Revista la U. - Febrero 2008

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