miércoles, julio 23, 2008

WEBeando

Te sientas frente a tu computadora decidido a terminar ese trabajo postergado. Tienes tiempo. Tienes ganas. Estás motivado. Pero antes de iniciar te desvías inevitablemente a revisar tu mail, ver qué fotos nuevas han puestos tus amigos en el Facebook --ese mágico mundo donde todos vivimos siempre felices de farra en farra y con un trago en mano--, leer las últimas noticias y bajarte esa canción que escuchaste camino al trabajo. Y hasta logras colar por ahí una partidita de Solitario, que claro, nunca es una sola. Te has vuelto un maestro en el fácil arte de perder el tiempo. Eres todo un procrastinador.

Aprendí esa palabra, procrastination, cuando llegué a la universidad en Estados Unidos a mis 18 años. Hasta ese entonces nunca la había escuchado. La palabrita aparecía por todos lados en el campus. Había cursos, charlas y seminarios para ayudarnos a los estudiantes a evitar procrastinar y darnos las estrategias para aprovechar nuestro tiempo sin botarlo a la basura entre televisión, Playstation y computadoras. Y eso que en esa época el Internet era relativamente joven. No había Facebook. Google recién estaba por nacer. Y el iPod era una idea lejana, así que uno no sentía esa frenética necesidad de bajarse todas las canciones que alguna vez pasaron por nuestros oídos para llenar ochenta gigas de capacidad que jamás lograremos escuchar. Pero igual, cada época encuentra sus maneras de malgastarse, y uno se las arreglaba para perder el tiempo en lugar de estudiar.

Volví hace poco a esa palabra de mi época universitaria mientras leía un reportaje que decía que, en promedio, los empleados gringos pierden dos horas diarias de su trabajo navegando en Internet. Y luego encontré otro artículo que iba más lejos, diciendo que, en realidad, los empleados en Estados Unidos y en los países desarrollados solo trabajan ¡dos horas diarias! El resto del tiempo, es decir seis horas al día, se van entre conversaciones con vecinos de oficina y cubículo, visitas al baño y a tomar agua, navegar en Internet, chatear, revisar y contestar e-mails sin importancia, seguir navegando en Internet, pagar cuentas online, comentar en algún blog, realizar proyectos personales y por supuesto jugar algún jueguito online. La serie de televisión The Office resulta, después de todo, bastante real.

¿Qué hacía la gente en sus oficinas antes del Internet y las computadoras? ¿Cómo perdían su tiempo nuestros antecesores de cubículo? ¿Trabajan de verdad las ocho horas diarias? Difícil imaginarlo. En esas épocas no podían simplemente sacar un juego de naipes y jugar descaradamente Solitario sobre su escritorio. Ni creo que resultara muy práctico chatear con sus amigos por fax. Ni los imagino llevando su álbum de fotos –versión ochentera del Facebook— para que la oficina entera pudiera ver a la hijita recién nacida o la última farra entre amigos. Ni siquiera los fumadores tenían excusa para salir de la oficina a quemar tiempo pegándose unas pitadas. En aquellos prehistóricos tiempos los edificios tenían unas extrañas ventanas que sí podían abrirse y se podía fumar tranquilamente en el escritorio. ¿Qué hacían entonces? Entre memos escritos a máquina, cálculos con papel y lápiz, y dictados a la secretaria ya no quedaba mucho tiempo para perder. ¡De lo que nos salvamos!

Sólo llegando a este párrafo ya he revisado mi mail seis veces, he chateado tres, he visto unas cincuenta fotos en Facebook, he chequeado mi cuenta en el banco y he pagado la luz del mes. Y revisando en Wikipedia la palabra procrastinación terminé en un link que me llevó a un blog titulado “Como disminuir la procrastinación (o como trabajar más y WEBear menos)”, que la verdad no me sirvió de nada. ¿Quién dijo que en estos tiempos es más fácil escribir?

El otro día se cayó el Internet en mi oficina durante tres horas. Fueron las tres horas más productivas del mes.



* Publicado en revista SOHO de julio

1 comentario:

Anónimo dijo...

jajaja, solamente leyendo este artículo descargué 2 canciones en el ares, respondí 2 mails, reevié 3 cadenas a favor del no, miré los comentarios de unas fotos del facebook, vi qué capítulo de los simpsons iban a pasar en fox, mandé 4 mensajes de texto por celular y les comenté sobre este blog a 2 personas en el messenger. el internet, una herramienta que ayuda al progreso lento...la versión de correo, pero esta sí es más útil de todas formas

atte. David G.