jueves, febrero 09, 2012

La justicia al revés


Los periodistas que sacaron a la luz los contratos de empresas vinculadas al hermano del presidente deberán pagar dos millones de dólares al presidente por supuesto daño moral. Mientras tanto, los involucrados en los contratos, muy bien gracias. En Ecuador, la justicia es al revés. Aquí, Nixon hubiese terminado su periodo presidencial feliz de la vida, mientras Bernstein y Woodward, los periodistas del Washington Post, hubiesen sido demandados y condenados por revelar el escándalo de Watergate.

La justicia ecuatoriana ha hecho de la Presidencia de la República un puesto público muy rentable. A la fecha, el invaluable honor presidencial lleva acumulado 42’600.000 valiosos dólares a su favor en demandas ganadas.

En Ecuador, si usted es un funcionario público y firma contratos estatales con empresas del hermano del presidente, no tiene de qué preocuparse. Si usted es el hermano del presidente puede tener empresas que hayan firmado millonarios contratos con el Estado y seguir tranquilo.

Si usted es el presidente y se encuentra ante la denuncia de la existencia de estos contratos, no se preocupe. Solo siga estos pasos. Primero, defienda a su hermano, diga que no hay ilegalidad ni perjuicio al Estado. Segundo, ordene que se investiguen y terminen unilateralmente los contratos. Tercero, forme una veeduría ciudadana que revise los contratos. Cuarto, cuando esa veeduría concluya que el presidente sí conocía de los contratos de su hermano y que hubo favoritismo de las entidades públicas para adjudicar esos contratos, y que además se perjudicó económicamente al Estado, niéguelo todo, desprestigie a la veeduría con cadenas nacionales y amenace con demandarlos. Por último, para dejar bien claras las cosas, cárguesele al más débil, a los periodistas que publicaron el libro que revela los millonarios contratos y en donde el propio hermano del presidente dice que este sí conocía de los contratos. Y métales una demanda millonaria por daño moral para que aquí a nadie se le ocurra investigar de más. Y como usted está en Ecuador la justicia estará de su lado, lista para agacharse ante el patrón. Duerma tranquilo, muy tranquilo, que el juez se encargará de darle toda la razón en unas de esas sentencias que dan vergüenza y exigirá que le paguen dos millones de dólares por tanto sufrimiento y daño espiritual que el libro le ha causado.

Pero si usted es el periodista, entonces sí debe preocuparse. Para la justicia ecuatoriana usted es culpable de herir los nobles sentimientos presidenciales. Usted es un criminal injuriador que debe pagarle al presidente por haber tenido el descaro de realizar una investigación, recoger información de varias fuentes, y revelar hechos que incomodan al poder de turno.

Aquí huele a podrido. Pero tranquilos, que Correa está entre los mandatarios más populares del hemisferio, y ha ganado varias elecciones seguidas, y construye carreteras, muchas carreteras. Y además, tal es su magnanimidad que siempre está dispuesto a perdonar a los periodistas que se inclinen ante él y se arrepientan de haber tenido la osadía de ejercer su profesión.

Por suerte, tenemos periodistas como Juan Carlos Calderón y Christian Zurita. Que no se agachan. Que aunque pierdan ante el poder, han ganado nuestro respeto. Y eso sí, no tiene precio.

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