jueves, abril 26, 2012

Aquí no pasa nada


Mientras veía el video imaginé el escándalo que se vendría. El juez del caso más importante de este país reconoce no haber redactado la sentencia que favorecía con 40 millones de dólares al presidente de la República. Difícil imaginar un escándalo mayor. Pero aquí no pasa nada.

El video presentado por la exjueza Mónica Encalada provocaría un escándalo gigantesco en cualquier sociedad democrática del mundo. Las autoridades de control estarían investigando sin descanso a todos los implicados y sancionando de inmediato a los culpables. Los medios estarían debatiendo las implicaciones para el Gobierno. La sociedad entera condenaría lo sucedido. Pero aquí no pasa nada.

El juez sigue campante. El abogado del presidente dice que el video es ilegal y amenaza con demandar a Encalada. Y el presidente toma distancia del asunto. Le resta credibilidad al video diciendo que ha sido editado. “Los aludidos en ese video sabrán responder”, dijo el otro día. ¿Acaso él nada tiene que ver en este caso, al que dedicó tanto tiempo, discursos y esfuerzo los últimos meses?

No fue suficiente que el presidente Correa haya presentado una vergonzosa y abusiva demanda contra un periodista y los dueños de un diario por un artículo de opinión; que haya utilizado cadenas nacionales y el aparato estatal para defender su causa supuestamente privada; y que haya defendido una y otra vez una sentencia escandalosa plagada de irregularidades. Ahora, con el video se probaría que la sentencia no la redactó el juez Paredes. Lo confirma el propio Paredes en el video. El juicio más importante en este país resuelto de manera fraudulenta. ¿Se puede pensar en algo más grave? Pero aquí no pasa nada.

¿Qué tiene que pasar en este país para que las autoridades reaccionen y se sancionen los abusos? Las medidas tomadas ante el escándalo en la Gobernación del Guayas demuestra que sí se puede sancionar a los culpables de corrupción. Pero ese caso es pequeño frente al de Paredes y compañía.

El predidente Correa no tenía porqué estar enterado de lo que hacían sus abogados. Pero si Correa no sabía de estas irregularidades, debería ser el primero en exigir que se investigue a fondo el caso y que se sancione a los culpables de manipular un caso tan importante para él y para el país, en el que la transparencia era crucial. Lo contrario solo genera sospechas, que los periodistas y autoridades deberán investigar. Ojalá esta vez no se intimide o demande a los periodistas o autridades que busquen la verdad y que hagan las preguntas incómodas al poder.

La impunidad en este Gobierno cada día sorprende menos. Pero preocupa aún más la apatía general en la población. En los programas de televisión, en los que se informa la gran mayoría del país, a duras penas se menciona este escándalo. El Gobierno ha logrado controlar cada vez más la opinión pública. Los canales locales ni se atreven a transmitir el video por miedo a alguna sanción. Sólo una minoría del país se informa y opina del tema en diarios y redes sociales.

El descaro, la impunidad y el caretuquismo mandan en este país. Y aquí no pasa nada.


jueves, abril 19, 2012

¿El nuevo pragmatismo?


Kintto Lucas se fue. Dice que la derecha está dentro del poder. Para el ahora exvicecanciller, la prueba más clara de la derechización del correísmo está en las nuevas negociaciones para un Tratado de Libre Comercio con la Unión Europea.

En una reciente entrevista, Lucas identifica al viceministro de Comercio, Francisco Rivadeneira; a la embajadora en Estados Unidos, Nathalie Cely; al ministro de la Producción, Santiago León, entre otros miembros del grupo negociador del acuerdo comercial, como algunos de los que están llevando a este Gobierno hacia esa derecha que en su momento tanto ha criticado el correísmo. Insiste en que aunque digan que se trata de un acuerdo comercial distinto, en la práctica es un Tratado de Libre Comercio.

A pesar de sus discursos con gritos revolucionarios y homenajes al Che y Fidel, el gobierno de Correa parece ir descubriendo el evidente fracaso al que lleva ese socialismo. Y van adoptando una línea más pragmática, al menos en temas económicos.

Las voces de la extrema izquierda, tan cercanas al Gobierno en sus inicios, han ido saliendo poco a poco por la puerta trasera. Hoy ellos reciben las críticas del presidente y serán sus contrincantes en las próximas elecciones. Se va cumpliendo al pie de la letra ese temprano pronóstico de que la principal oposición a este Gobierno vendría de grupos de izquierda antes que de derecha.

Ahora último hemos escuchado a Correa quejarse de la “ineptitud” de ciertos administradores públicos en hospitales y otras instituciones. Después de cinco años en el poder, Correa parece descubrir esa casi natural ineficiencia del sector público. El presidente se va sacudiendo el falso sueño de esa burocracia idealizada que trabaja por el bien de su país, dejando a un lado intereses personales. Y va entendiendo las múltiples ventajas del sector privado.

Correa decidió “externalizar” servicios como limpieza, alimentación y lavandería en hospitales públicos, para “brindar un servicio eficiente y de calidad a los ecuatorianos”. El Gobierno que acabó con la tercerización, herramienta útil para generar empleo brindando mayor agilidad y flexibilidad a las empresas para contratar, ahora descubre, como tanto se les advirtió, que el problema no era la tercerización, sino su abuso. Correa, el tercerizador, entiende el valor de contratar servicios de empresas especializadas.

El discurso correísta no cambiará. Seguirá vendiendo una revolución socialista del siglo XXI, aunque nadie sepa lo que eso significa. Pero en la práctica, parece que el Gobierno abre poco a poco los ojos. Y entiende que los tratados comerciales no son el demonio, sino que nos ayudarán a vender más y progresar; o que es más eficiente contratar al sector privado antes que engordar aún más la cintura de nuestro ya obeso Estado. Hasta suena poco probable imaginar al Correa de hoy expropiando arbitrariamente una empresa privada, como lo ha hecho su colega argentina.

Lastimosamente, esa derechización del Gobierno va acompañada de uno de los errores de los mal llamados gobiernos neoliberales del pasado: favorecer el mercantilismo antes que el libre comercio, aumentando la dependencia del sector privado en contratos con el Estado, con toda la corrupción, palancas y privilegios que eso conlleva. Tal vez de eso se trataba el socialismo del siglo XXI.

jueves, abril 12, 2012

Imponiendo lo nacional


Las carteleras de cine anuncian la película Pescador. Nadie ha obligado a las cadenas de cine a mostrar esa película por ser ecuatoriana. Lo hacen porque la consideran una buena película. Sin embargo, este Gobierno y muchas personas consideran que las creaciones nacionales necesitan leyes restrictivas para impulsar su difusión.

El proyecto final de Ley de Comunicación exige que el 40% de la programación de los canales de televisión sea ecuatoriana. La ley también obliga a los canales a comprar por lo menos dos películas ecuatorianas al año y hasta establece el precio que deberán pagar por ellas. En las radios, al menos el 50% de su contenido musical deberá ser nacional.

Yo como director de cine o músico me opondría a una ley que obliga a los medios a comprar mi película o transmitir mi canción por el irrelevante hecho de ser ecuatoriana.

La excusa va más o menos así: “Es muy difícil competir contra las grandes producciones y disqueras internacionales. El Estado debe entonces exigir que las radios y canales de TV protejan e impulsen al artista nacional, en lugar de escoger libremente su programación”.

¿Qué tal si mañana un alcalde de algún cantón exigiera a las radios locales que la mitad de su programación sea de artistas de ese cantón, para así promocionar al talento local y luchar contra las “grandes” producciones de Guayaquil y Quito? ¿Suena absurdo, no? Lo mismo aplica para un país que pretende imponer a sus artistas frente a lo que ofrece el mundo.

¿Qué tal exigir, por ejemplo, que el 50% de la ropa que venden los centros comerciales sea diseñada y confeccionada por ecuatorianos, y que la mitad de los libros que se venden en librerías sean de autores ecuatorianos, y que la mitad de los platos que ofrecen los restaurantes sean recetas locales, y que la mitad de los productos en tiendas y supermercados sean marcas nacionales? Si la idea es proteger lo nacional, da igual aplicarlo a cualquier área.

“Pero es que a diferencia de tiendas, librerías o restaurantes, las frecuencias de radio y TV no son privadas, sino del Estado”, justifican algunos. Entonces, con mayor razón debemos ser nosotros, los dueños de esas frecuencias, quienes decidamos qué ver y escuchar con base en nuestra libre demanda y no en leyes arbitrarias.

“Pero otros países tienen leyes similares que han logrado impulsar su industria musical y cinematográfica”, dicen otros. El patrioterismo es popular en todos lados. Si así es la cosa, apoyemos de verdad lo nacional prohibiendo por completo la música y las producciones extranjeras. ¿Qué tal?

De todos los aspectos de la Ley de Comunicación, tal vez este parezca inofensivo. No lo es. Debe preocuparnos que la gente apruebe la restricción de su libertad por razones nacionalistas.

Como leí por ahí: “El nacionalismo es la extraña creencia de que un país es mejor que otro por virtud del hecho de que naciste ahí”. Al escuchar una canción no me interesa el pasaporte que acompaña la voz. Me interesa la canción. Pescador no necesitó una ley nacionalista que obligue a los cines a transmitirla. El talento, sin importar su origen, encuentra formas de triunfar.

jueves, marzo 29, 2012

¿Rafael Thatcher?


Este sábado, mientras hacía la cola en la Comisión de Tránsito para matricular mi carro (luego de haber pagado un nuevo impuesto disfrazado de verde), caí en ese acto masoquista que había logrado evitar desde hace algún tiempo: me puse a escuchar el monólogo sabatino de Correa por la radio.

Pero algo raro sucedió esta vez. Mis oídos quedaron confundidos. En lugar de ese Rafael Correa socialista, estatista y populista, escuché todo lo contrario.

Correa dijo: “Si queremos salir del subdesarrollo hay que acabar con el paternalismo. Los principales responsables de resolver nuestros problemas somos nosotros mismos, por supuesto con el apoyo de un gobierno popular, pero no esperen que el gobierno les resuelva todo… A asumir todos nuestras responsabilidades”.

Al escuchar esto, recordé esa escena de la película “La Dama de Hierro”, cuando una joven Margaret Thatcher dice: “Hay que alentar a la gente a valerse por sí misma. Sí, debemos ayudar a la gente, por supuesto que tenemos que hacerlo. Pero aquellos que pueden hacer las cosas deben levantarse y hacerlo. Y si algo sale mal, no deberían lamentarse por lo ocurrido. Deben actuar y hacer algo al respecto. Y cambiar las cosas”.

Rafael Thatcher suena bien. Apoyo su discurso que anima a la gente a valerse por sí misma, y a no esperar que el papá Estado les dé todo en bandeja. Sin embargo, ese discurso contradice la realidad de este Gobierno paternalista por excelencia. Un gobierno de un estatismo agobiante, donde la iniciativa privada pasa a segundo plano.

Correa critica el paternalismo, pero olvida que este Gobierno nos trata como a niños irresponsables y sin criterio para tomar nuestras propias decisiones. Este Gobierno me prohíbe comprar un trago un domingo, con la absurda excusa de dizque reducir los crímenes. Y este mismo Gobierno ha eliminado los casinos para evitar que la gente caiga en el “vicio del juego”. El papá Estado decide por sus indefensos hijos lo que les conviene hacer con sus vidas.

En lo económico la cosa es peor. Correa habla de acabar con el paternalismo para salir del subdesarrollo. Suena a chiste. Un Gobierno de un país en el que las oportunidades laborales se encuentran cada vez más en el sector público, en el que cada día más negocios y actividades comerciales dependen de contratos con el Estado, en el que la economía se mueve por bonos, salarios y gasto público antes que por inversiones privadas o nuevos emprendimientos, es un Gobierno que difícilmente puede predicar contra el paternalismo.

Suena bien el discurso antipaternalismo de Correa. Pero sería bueno que llevase sus palabras a los hechos. Que en lugar de un Gobierno concentrado en meter sus narices en todos lados volviendo a los ciudadanos cada vez más dependientes del Estado, impulse el emprendimiento individual, la real competencia, las inversiones privadas, el comercio libre y un Estado eficiente pero liviano, donde ahí sí, podamos salir adelante por nuestros propios medios.

Mientras hacía la cola, un vendedor me ofreció un botiquín, un triángulo de emergencia y un extintor, necesarios para la inspección del carro. Él no necesita discursos sobre resolver sus propios problemas y valerse por sí mismo.

jueves, marzo 22, 2012

La silla incómoda


Ella pregunta. Él interrumpe. Él la llama Anita. Ella lo corrige: su nombre es Ana. Él habla de “el boicot de la prensa”. Ella aclara que se trata de “la queja de la prensa”. Él es Rafael Correa, presidente de Ecuador, aunque a ratos, mientras se mece inquieto en su silla, no pareciera ocupar un cargo de esa importancia. Ella es Ana Pastor, periodista de Televisión Española, que le hizo algunas preguntas directas e incómodas. No fue otro de sus monólogos disfrazados de entrevista.

Me llamó la atención el intento de Correa de desvincularse por completo de su hermano Fabricio. Dijo que su hermano “ya muestra signos de desequilibrio”, que jamás ha compartido las prácticas empresariales de su hermano: “siempre he tenido graves cuestionamientos a su forma de hacer negocios”. ¿No importaban esas prácticas empresariales que ahora critica cuando su hermano fue parte del equipo de su campaña?

Un tema importante que trató Correa fue el de la lucha contra las drogas. Tiene razón al decir que la estrategia actual de la lucha contra las drogas es un fracaso total. Comparó acertadamente la situación actual de las drogas a la de la prohibición en Estados Unidos del alcohol, con todos los problemas y violencia que eso generó. Sin embargo, Correa se queda a medias cuando le preguntan si habría que ir hacia la legalización de las drogas. No dice que sí, tampoco que no. No sé qué lo frena a apoyar de frente la legalización. Tal vez su lado conservador o cierto cálculo político le impiden dar una respuesta firme. Esa misma energía que utiliza para criticar y atacar a los medios en cada discurso, cada entrevista y cada país que visita, podría canalizarla mejor impulsando una campaña junto a otros líderes mundiales por la regulación y legalización de las drogas , que ayude a frenar de manera efectiva tantas mafias y violencia.

Pasan a otro tema. Ana le pregunta su opinión sobre la Ley de Comunicación. Correa dice que no la conoce. Que la han cambiado tantas veces que ignora su contenido. La periodista no puede creer que un presidente conocido por sus críticas y ataques constantes al periodismo, ahora diga que no conoce esa ley. A mí más bien me suena que no quiere perder el tiempo conociéndola, si después igual podrá cambiarla como quiera.

La periodista lee sorprendida el mal llamado “Código de la Democracia”, que indica que los medios no podrán hacer reportajes o cualquier cobertura que pueda favorecer a un candidato o tesis política en las elecciones. Ana no puede creer tal barbaridad, impensable en su país o cualquier democracia.

La entrevista me recordó que lo que acá ya nos parece normal, impresiona y asusta en sociedades más civilizadas. Que ese discurso oficial que acá venden con tanta facilidad, no tendría seguidores con otras audiencias.

Al final, Rafael Correa insistió que “mucho más importante que construir escuelas, caminos y hospitales, es construir la verdad”. Creo que Ana y los televidentes españoles entendieron después de verlo y escucharlo esa mañana, como ya entendemos de sobra acá, que al decir “la verdad” se refiere únicamente a su verdad.





jueves, marzo 15, 2012

Triste oposición


Veo por la tele a Fabricio Correa presentando las firmas al Consejo Nacional Electoral para inscribir su movimiento político. Fabricio, el de los contratos, el descaro, la burla, el desprecio hacia su propio hermano, pretende dirigir este país. Nos vamos dando una idea del triste nivel de oposición que nos espera en las próximas elecciones.

Ahora veo a Andrés Roche gritando y lanzando monedas a sus opositores. La nueva generación de las guayaberas repite los gritos, los insultos, la pelea de quién es más macho aquí. Esa actitud que debería quedar enterrada en el vergonzoso pasado político de este país, junto a los cenicerazos y los puñetes en el Congreso, se repite, sigue vigente. Nebot, por su lado, continúa cayendo en el juego del que grita más fuerte, del “aquí mando yo”. Pero aquí ya no queremos competencias de quién le pega más duro a la mesa, queremos una nueva oposición.

Ahora escucho a Lourdes Tibán. Es frontal, directa y muchas veces dice las cosas como son. Pero luego la escucho mejor y me da vergüenza pensar que así, con esos términos, con esos insultos, habla un asambleísta de este país. Me entristece pensar que esa es la oposición que intenta frenar los abusos del Gobierno.

Y desfilan por las cámaras los otros. Lucio Gutiérrez habla de libertad y democracia como si pudiéramos borrar de nuestros recuerdos la actuación del dictócrata en su paso por Carondelet. Y el eterno candidato Álvaro Noboa publica cada cierto tiempo unos comunicados que producen una terrible vergüenza ajena. Y desfilan otros personajes de oposición con pasados tan oscuros que deslegitiman sus reclamos.

Esos opositores se la ponen fácil a este Gobierno. Correa continúa muy campante, acaparando todos los poderes del Estado. Las pocas voces serias y con propuestas de la oposición, se pierden entre personajes tan parecidos a los de este Gobierno.

Justo cuando encuentro a algunos opositores serios, resulta que comparten las ideas socialistas más extremas. Son los que ahora protestan contra los contratos mineros, de los pocos aciertos impulsados por este Gobierno para generar nuevos empleos, inversiones y desarrollo.

Hay quienes opinan que ante un presidente con tanto poder, que vende su imagen día a día despilfarrando nuestro dinero, que ataca sin piedad, y que domina el show de la burla y el insulto televisado, se deben utilizar las mismas armas. Pero ya vemos que no ha funcionado. Una oposición inteligente, de ideas y propuestas claras, y que convoque a la unidad antes que la pelea, puede funcionar mejor. Nos estamos hartando de tanto escándalo. A Correa se lo puede frenar con una actitud contraria a la suya, siendo respetuosos, tolerantes y conciliadores.

Como si este Gobierno no nos avergonzara lo suficiente, cierta oposición parece esforzarse por superarlo. Salvo excepciones, tenemos una oposición vacía, sin ideas, propuestas, ni ideología. Es lo que hay. Esa es la oposición de hoy. Por ahora, no nos queda otra que depender de ellos para frenar los abusos y absurdos de este Gobierno. Pero no es la oposición que podemos apoyar en las próximas elecciones.

Necesitamos urgentemente una nueva oposición. No queremos votar nuevamente por el mal menor.

jueves, marzo 08, 2012

Las rabietas del canciller


El canciller Patiño se pone bravo. Estaba furioso con los periodistas. Abandonó una entrevista. Denunció que la prensa lo perseguía. Que solo buscaban desprestigiarlo.

Patiño no quiere que se le diga narcovalija a la valija diplomática en la que las autoridades italianas encontraron 40 kilos de cocaína líquida. Ha dicho que el uso de ese término es parte de la campaña mediática montada en su contra, para desprestigiar al Gobierno y al país.

Pero todos sabemos que el problema no es la palabra que se utilice o lo que investiguen y reporten los medios sobre este escándalo. El problema es el nuevo papelón en el que nos meten funcionarios por no asumir sus responsabilidades. El problema es esta sensación de que intentan escondernos algo.

Yo creo que Patiño nada tiene que ver con esa valija. No creo que un canciller se preste para algo así. Sí creo, en cambio, que alguien o algunos en Cancillería están involucrados. Un hecho de esta magnitud difícilmente ocurre sin la ayuda y complicidad de alguien adentro.

Sin embargo, Patiño de entrada intentó sacarse cualquier responsabilidad al decir en rueda de prensa que “esa valija hizo una parada intermedia en algún país, no nos explicamos más que en el camino alguien hizo una apertura de la valija y haya podido introducir la droga”. Así, el canciller liberó automáticamente de culpa a Cancillería, sin presentar más pruebas que su palabra. Y después se queja porque los medios insisten en investigar el caso, más aún cuando la empresa transportadora ha indicado que la valija pesó lo mismo al salir de Quito y al llegar a Milán.

En lugar de ver a un canciller asumiendo la situación con frontalidad, acá nos tocó aguantar sus rabietas y delirios de persecución y ataques mediáticos. No entendió Patiño que esto no tiene que ver con el Gobierno, ni con él. Tiene que ver con una noticia tan grande para estar en primera plana aquí y en cualquier país, con este o cualquier gobierno. Patiño llegó al absurdo de decir que los medios –no las cajas diplomáticas llenas de droga– están destrozando la imagen del país por investigar lo ocurrido.

Afortunadamente el canciller reaccionó. Evitó continuar con el papelón. Algo similar a lo que tuvo que hacer hace poco su jefe. Dijo que había reflexionado. Que escuchó los consejos de amigos. Que ahora, en lugar de atacar a los medios por investigar y cuestionar lo ocurrido, se calmaría y se dedicaría a ofrecer información.

Esperemos que sea cierto. Que tendremos investigaciones independientes y respuestas. Que dejarán a los medios hacer su trabajo. Que caerán los que tengan que caer. Que el canciller sabrá asumir cualquier responsabilidad como cabeza de la institución metida en el escándalo. Que esta vez no intentarán desviar la atención.

No se trata simplemente de la droga encontrada en esas cajas. Se trata de la credibilidad de nuestro país a nivel mundial, tan maltratada por este Gobierno. De la credibilidad de nuestros funcionarios públicos que parecen esforzarse por avergonzarnos. Se trata de que entiendan que los medios deben investigar y cuestionar, aunque no les guste. De que ya es tiempo de dejar el show.

jueves, marzo 01, 2012

Y el mundo habló


Todo terminó como empezó. Con Rafael Correa, el presidente, en el centro de todo. El ciudadano jamás se asomó en el juicio. Siempre fue el presidente. Y en ese último acto, con invitados, aplausos y pantallas gigantes, quedó más evidente que nunca la desinstitucionalización del Estado y la concentración del poder en una sola persona. Correa, el magnánimo, el gran benefactor, decidía el futuro de seis personas inocentes.

Sea por cálculo político, presión internacional, o por un real y sincero convencimiento, la decisión de Correa de ponerle fin a sus abusivos juicios es un triunfo para el periodismo y la libertad en este país. Correa hizo lo correcto, aunque demasiado tarde para detener el papelón a nivel mundial. Los juicios y las condenas nunca debieron ocurrir en un país que se dice democrático. Y el presidente, a su manera, aceptó su error.

En su carta, Correa omitió la intolerancia de un presidente de la República, quien por su cargo debe ser el más tolerante de todos; el absurdo de demandar a una compañía y a los directores de un diario por un artículo de opinión; el abuso de demandar como ciudadano, pero presentándose siempre como presidente, hasta con cadenas nacionales que ya el amigo fiscal dijo que nada de malo tenían; los desproporcionados montos de las demandas; la complicidad de jueces que dictaron sentencias vergonzosas; y las irregularidades y grandes cuestionamientos sobre el juicio que todavía deben aclararse.

Correa repitió que cumplió con tres objetivos: que se probó que EL UNIVERSO mintió, que se evidenció que los directivos del medio también son responsables, y que se logró que los ciudadanos superen el miedo a la prensa. Falsas conclusiones basadas en el apoyo de jueces dispuestos a darle la razón en todo.

Creo, en cambio, que todo este proceso ha dejado dos importantes lecciones. Primero, demostró que no estamos solos. Aunque el Gobierno quisiera hacer lo que le da la gana como si viviéramos aislados del mundo, este proceso demostró que las democracias, y las instituciones y medios internacionales van a reclamar y presionar a los gobiernos que abusen de su poder. El papelón de Correa tuvo una condena global. El mundo habló. Y Correa tuvo que escuchar.

Segundo, demostró que aquí hay periodistas, medios y ciudadanos dispuestos a pararse firme frente al poder. Es cierto que hoy en día muchos callan o moderan sus opiniones y reportajes ante el miedo o para mantener una buena pauta publicitaria del Gobierno. Ni hablar de los medios públicos e incautados, claramente alineados al mensaje oficial. A pesar de ello, Correa aprendió que hay periodistas que tomarán el camino difícil para defender su derecho a investigar, informar y cuestionar al poder.

Si Correa buscaba con estos juicios elevar el debate sobre el periodismo en el país, falló en grande. Logró lo contrario, obligando a los medios a concentrarse en su defensa ante el opresor, y a los periodistas y la sociedad a luchar por el elemental derecho a expresarse.

Ahora toca mirar hacia adelante. Continuar y mejorar el trabajo de los medios, reportando, investigando, opinando, cuestionando al poder, siendo críticos y autocríticos. Demostrando que aquí la prensa sigue más viva que nunca.

jueves, febrero 23, 2012

El estreno de la Mashicorte


Por un momento fui lo suficientemente optimista o ingenuo para creer que los jueces harían lo correcto. Que en este país había espacio para la justicia, la decencia, el sentido común y la independencia de poderes. Que los tres jueces le negarían al presidente de la República, de frente y sin miedo, la facultad de consumar su abuso permitido hasta ese momento por jueces de un sistema judicial criticado por el mismo presidente. Que esta nueva Corte, llamada a erradicar las viejas malas prácticas, desecharía este escandaloso juicio que implica millones de dólares de indemnización, la quiebra de un diario y prisión para cuatro personas solo porque el presidente dice sentirse ofendido por un artículo de opinión.

Llegué a imaginar un desenlace feliz para la libertad de expresión y la justicia en este país. Todos habríamos ganado si la Corte hubiese tenido la elemental coherencia e independencia para frenar este abuso. Incluso Rafael Correa habría ganado con una derrota: se hubiese demostrado que en este país sí existe independencia de poderes. Y Correa se hubiese librado del papelón mundial que le trajo la ratificación de la sentencia y de las nuevas instancias internacionales donde no tendrá el mismo poder para que se cumplan sus deseos.

Obviamente estuve equivocado. Quería creer en esos tres jueces que reaparecían en la sala de la corte luego de fingir que deliberaban durante casi dos horas. Pudieron hacer lo correcto, inaugurar la justicia en el país, pero decidieron rebajarse y avergonzarnos. Wilson Merino, Paúl Íñiguez y Jorge Blum, jueces de la Corte Nacional de Justicia, no cualquier corte de barrio, estrenaron oficialmente esa madrugada la Mashicorte, cuya existencia tanto temíamos desde que el presidente ofreció meter las manos en la justicia dizque por el bien del pueblo. El papel de estos jueces será recordado como la estocada final de este triste episodio para el país.

Veo por televisión al juez Merino ponerse de pie con gesto serio para darle mayor solemnidad a la escandalosa sentencia que está a punto de validar. Tensión. Es el momento, la oportunidad para que la nueva Corte demuestre que estamos en una nueva época, desechando por completo lo actuado por los jueces de la vieja y cuestionada corte. La oportunidad para plantarse firme frente a un abuso que ha llegado demasiado lejos, para decirle no a la concentración de poderes, para demostrar que en esa sala y en las cortes del país mandan los jueces, manda la justicia, no el presidente con su coro a sueldo. Pero con cada palabra que el juez pronuncia, nos golpea en la cara la realidad de este país donde ya nos toca hablar de democracia en tiempo pasado. Sus palabras dan paso a las sonrisas, los puños en alto, los abrazos, las celebraciones de un presidente que se sabe más poderoso que nunca, que agradece a esos jueces que tan bien le han respondido, que se ríe en la cara de la justicia de este país.

Afortunadamente, la comunidad internacional es más grande que la mentalidad aldeana que nos gobierna. Esa comunidad con sus instituciones denuncia el abuso que acá se vive. Y ante ellas, ahora sí, tendrán que responder.

jueves, febrero 16, 2012

Cómplices y lambones


¿Se puede ser parte de este Gobierno y mantenerse al margen de los abusos del presidente contra periodistas? Parecería que para formar parte de este Gobierno es requisito apoyar estos juicios escandalosos que no tuvieran lugar en un país civilizado. ¿Existe algún funcionario o asambleísta del Gobierno que diga lo que realmente piensa? ¿Miedo de opinar, lambonería, o convencimiento de que todo lo que hace el “número uno” está bien?

No me refiero solo a esos que están siempre cerca del presidente. A esos ya los conocemos. Poco esperamos de ellos. Me refiero también a los otros. A los que se unieron a este gobierno y continúan en él, no solo por un sueldo y poder, sino porque sinceramente quieren servir y tienen las credenciales para hacerlo. Esos que deberían sentirse incómodos y alarmados con los juicios abusivos y los escándalos que en Carondelet pretenden ocultar.

Los Angeles Times, The New York Times, The Miami Herald, The Washington Post, El Tiempo de Colombia, O Globo de Brasil, y más diarios han expresado su rechazo a los abusos en Ecuador. A ellos se unen organizaciones como la Asociación Mundial de Periódicos y Editores de Noticias (WAN-IFRA), la SociedadInteramericana de Prensa, Reporteros Sin Fronteras, Human Rights Watch, Pen International que rechazan y critican duramente el intento de Correa de silenciar a la prensa. ¿Cuántos más deben pronunciarse para que aquí entiendan que esto no es un complot internacional, sino un legítimo reclamo ante la terrible injusticia que viven varios periodistas?

¿Y qué hacen al respecto nuestros funcionarios? Apoyan al jefe. Unos repiten su discurso de los sábados. Otros escriben cartas a los diarios y organizaciones diciendo que aquí no pasa nada. Otros lo acompañan a las audiencias, avalando el abuso con su presencia. Otros, que incluso fueron periodistas o editorialistas, prefieren ser cómplices con su silencio. No quieren perder sus privilegios. A ellos se suman periodistas de medios del Gobierno que defienden estos abusos que antes hubiesen rechazado a toda voz. Cambian su defensa de la libertad de expresión por la defensa de sus puestos.

Rafael Correa inicia y lidera los ataques a la prensa y periodistas, pero lo hace con un coro de funcionarios, ministros y asambleístas que lo apoyan, que le dan fuerzas. Correa gana confianza y aumenta su ceguera ante sus abusos gracias a esos que no se atreven a contradecirlo. Bastarían unas pocas voces dentro de su gobierno que le digan de frente y públicamente el mal que está haciendo, que le expresen su desacuerdo, para que tal vez entienda su error. Mientras el poder camine entre lambones y cómplices, no le alcanzarán todos los espejos de Carondelet para ver el reflejo de ese monstruo que ha creado.

Afortunadamente no son todos. Ahí están los jóvenes de Ruptura que tuvieron la frontalidad para hacerse a un lado y denunciar los abusos. Seguro otros cómplices pronto se darán cuenta, aunque algo tarde, del Gobierno al que pertenecen y lo abandonarán.

Cuando este Gobierno haya pasado, que no vengan los lambones y cómplices de hoy a hablarnos de democracia, tolerancia y libertad de expresión. Son parte del abuso. Eso no lo olvidaremos.

jueves, febrero 09, 2012

La justicia al revés


Los periodistas que sacaron a la luz los contratos de empresas vinculadas al hermano del presidente deberán pagar dos millones de dólares al presidente por supuesto daño moral. Mientras tanto, los involucrados en los contratos, muy bien gracias. En Ecuador, la justicia es al revés. Aquí, Nixon hubiese terminado su periodo presidencial feliz de la vida, mientras Bernstein y Woodward, los periodistas del Washington Post, hubiesen sido demandados y condenados por revelar el escándalo de Watergate.

La justicia ecuatoriana ha hecho de la Presidencia de la República un puesto público muy rentable. A la fecha, el invaluable honor presidencial lleva acumulado 42’600.000 valiosos dólares a su favor en demandas ganadas.

En Ecuador, si usted es un funcionario público y firma contratos estatales con empresas del hermano del presidente, no tiene de qué preocuparse. Si usted es el hermano del presidente puede tener empresas que hayan firmado millonarios contratos con el Estado y seguir tranquilo.

Si usted es el presidente y se encuentra ante la denuncia de la existencia de estos contratos, no se preocupe. Solo siga estos pasos. Primero, defienda a su hermano, diga que no hay ilegalidad ni perjuicio al Estado. Segundo, ordene que se investiguen y terminen unilateralmente los contratos. Tercero, forme una veeduría ciudadana que revise los contratos. Cuarto, cuando esa veeduría concluya que el presidente sí conocía de los contratos de su hermano y que hubo favoritismo de las entidades públicas para adjudicar esos contratos, y que además se perjudicó económicamente al Estado, niéguelo todo, desprestigie a la veeduría con cadenas nacionales y amenace con demandarlos. Por último, para dejar bien claras las cosas, cárguesele al más débil, a los periodistas que publicaron el libro que revela los millonarios contratos y en donde el propio hermano del presidente dice que este sí conocía de los contratos. Y métales una demanda millonaria por daño moral para que aquí a nadie se le ocurra investigar de más. Y como usted está en Ecuador la justicia estará de su lado, lista para agacharse ante el patrón. Duerma tranquilo, muy tranquilo, que el juez se encargará de darle toda la razón en unas de esas sentencias que dan vergüenza y exigirá que le paguen dos millones de dólares por tanto sufrimiento y daño espiritual que el libro le ha causado.

Pero si usted es el periodista, entonces sí debe preocuparse. Para la justicia ecuatoriana usted es culpable de herir los nobles sentimientos presidenciales. Usted es un criminal injuriador que debe pagarle al presidente por haber tenido el descaro de realizar una investigación, recoger información de varias fuentes, y revelar hechos que incomodan al poder de turno.

Aquí huele a podrido. Pero tranquilos, que Correa está entre los mandatarios más populares del hemisferio, y ha ganado varias elecciones seguidas, y construye carreteras, muchas carreteras. Y además, tal es su magnanimidad que siempre está dispuesto a perdonar a los periodistas que se inclinen ante él y se arrepientan de haber tenido la osadía de ejercer su profesión.

Por suerte, tenemos periodistas como Juan Carlos Calderón y Christian Zurita. Que no se agachan. Que aunque pierdan ante el poder, han ganado nuestro respeto. Y eso sí, no tiene precio.

jueves, febrero 02, 2012

¿La nueva estabilidad?


El país que votaba y botaba instantáneamente a sus presidentes, ahora cumple cinco años con el mismo Gobierno. Ecuador, el país ingobernable, finalmente se dejó gobernar.

Hace no muchos años, pensar en cinco años con el mismo presidente en Carondelet sonaba casi imposible. Como sociedad empezamos a dudar de nuestra elemental capacidad para mantener a un mandatario en el poder, sin que un levantamiento popular o golpe de Estado lo mande a su casa. Desde la caída de Bucaram en 1997, hace ya catorce años, nos habíamos transformado en el país botapresidentes.

Por eso, creo que a pesar de los abusos contra las libertades, el exagerado estatismo y el caudillismo de este Gobierno, el simple hecho de que un presidente haya durado todo este tiempo es una buena noticia. Difícil celebrar los cinco años de Correa en el poder con el grave daño que le ha causado a la institucionalidad en nuestro país. Pero celebro el hecho de que un presidente se haya mantenido cinco años sin contratiempos (ya sabemos que la teoría de intento de golpe de Estado es puro cuento), recuperando el respeto hacia la institución de la presidencia por parte de aliados y opositores.

Quiero creer que esta estabilidad presidencial no es una excepción ligada únicamente a la figura de un líder que ha sabido llegar a la gente y ganar su apoyo. Que estos cinco años de continuidad de un Gobierno marcarán un cambio en nuestra cultura política y una nueva era de estabilidad para los que lleguen después a Carondelet. Que hemos aprendido la lección y entendemos como sociedad que los problemas no se solucionan tumbando y cambiando presidentes, sino permitiendo que el ganador de las elecciones cumpla su periodo, para bien o para mal.

Esta estabilidad del Gobierno le ha permitido tener la continuidad necesaria para sacar adelante proyectos, terminar obras, planificar y ejecutar. Poco se puede lograr con presidentes entrando y saliendo a cada rato. Correa logró lo que sus antecesores no alcanzaron ni a soñar: durar su periodo completo teniendo además el apoyo del poder Legislativo. Lástima que se le fue la mano. Hemos pasado de tener presidentes que duraban un par de años en promedio, a uno que apunta a quedarse por lo menos diez años. Y pasamos de presidentes que no podían gobernar por su eterna batalla con los diputados, a tener una Asamblea que aprueba a ojos cerrados lo que envían desde Carondelet.

Lastimosamente esa sensación de equilibrio que se logra en el país con la estabilidad presidencial, se pierde por otro lado con ese caudillismo que tanto mal le hace a las instituciones del Estado. Hoy, más que nunca, se ha perdido la línea entre Gobierno, Estado y presidente. Las instituciones y empresas públicas y los poderes del Estado dependen cada vez más de lo que les digan en Carondelet o en los discursos de los sábados.

Cinco años de un presidente ecuatoriano en el poder. Buena noticia para nuestro flojo historial en ese terreno. Lástima que ese fortalecimiento de la institución de la presidencia no se haya extendido al fortalecimiento de la institucionalidad e independencia de los otros poderes del Estado.

jueves, enero 26, 2012

PAIS imaginario


PAIS no existe. Existe Rafael Correa. Así lo dijo en una reciente entrevista un asambleísta: “PAIS es una entelequia. Realmente no existe el Movimiento PAIS. Lo que existe es Rafael Correa. Y como este Movimiento no existe, entonces se tiene que hacer lo que la voluntad presidencial dice. Han minimizado tanto a sus actores políticos que ninguno…va a tener una votación sino a través de…Rafael Correa”.

Y tiene razón. Alianza PAIS se perdió la oportunidad de ser un movimiento político democrático que reúna voces de la izquierda y centroizquierda, para convertirse en un movimiento caudillista como tantos otros que han pasado por la historia política del Ecuador.

No siempre fue así. Alianza PAIS no nació como un movimiento basado únicamente en una persona como el PRE de Abdalá Bucaram, el Prian de Álvaro Noboa o la Sociedad Patriótica de Lucio Gutiérrez. Esos partidos nacieron con dueño y sin real ideología y así han continuado elección tras elección. Alianza PAIS, en cambio, tuvo un origen basado en las ideas y planes de un grupo de personas y movimientos que impulsaban causas comunes de izquierda, más allá de candidatos o figuras políticas.

Pero falló. Hoy, varias de las personas y movimientos que formaban parte de Alianza PAIS se han separado y han pasado a ser críticos del presidente y el Gobierno. Son justamente quienes han rechazado ese carácter caudillista del Gobierno. Los que se han quedado son los que no tienen problema en callar sus opiniones para alinearse al discurso del jefe.

El asambleísta dijo también en la entrevista que existe un “concurso interno” entre los asambleístas de Alianza PAIS para ver quiénes serán considerados para las próximas elecciones. “Los perfiles que están pidiendo en Alianza PAIS en este momento son personas que no critiquen, personas que no piensen, si no personas que vayan simplemente a la nueva asamblea a recibir órdenes”. El triste récord de la Asamblea parece confirmar esta afirmación. Votación tras votación los asambleístas callan sus voces para aprobar lo que envíen desde Carondelet.

Eso de las elecciones internas y escoger a los mejores hombres y mujeres para que ocupen las candidaturas queda como una promesa vacía más. PAIS y el país se perdieron la oportunidad de generar un espacio democrático, donde sean las ideas, debates y propuestas, no el poder de un caudillo, lo que conduzca las decisiones del movimiento político.

Seguimos donde estábamos hace cinco años. En un país sin verdaderos partidos. En un país de caudillos. Si bien para las próximas elecciones se están organizando e inscribiendo nuevos movimientos, que al igual que ese Alianza PAIS en sus orígenes, se basan en ideas y proyectos, más que en personas o líderes carismáticos; el cálculo electoral parece limitarse a conseguir a esa otra figura que pueda enfrentar a Correa. La ideología, los planes políticos, la experiencia, pasan a segundo mientras exista la capacidad de ganar votos.

Y así continuamos. Rindiendo culto a líderes mesiánicos en un país donde las instituciones y los representantes de los distintos poderes del Estado se minimizan frente al poder del caudillo.

Alianza PAIS desperdició la oportunidad de ser un movimiento democrático. Queda el reto para los nuevos movimientos.

jueves, enero 19, 2012

Lo que no podremos decir


En marzo del 2009, antes de las elecciones presidenciales, escribí en un artículo, entre otras cosas, que los candidatos “Noboa y Gutiérrez representan el pasado que queremos dejar atrás. Correa es el presente del que queremos librarnos. Y Roldós es una reacción valiente al presente, pero una reacción que nos llevaría en una dirección equivocada”.

En las próximas elecciones no podré escribir algo así. Correa y su Asamblea me lo prohíben. Ahora, por orden de Correa y su –irónicamente llamado– Código de la Democracia, los medios de comunicación “se abstendrán de hacer promoción directa o indirecta, ya sea a través de reportajes, especiales o cualquier otra forma de mensaje, que tienda a incidir a favor o en contra de determinado candidato, postulado, opiniones, preferencias electorales o tesis política”. Más claro, que no se diga ni escriba nada sobre la campaña electoral y los candidatos.

Correa dice que quiere imparcialidad y objetividad en los medios. Traducción: que nadie hable mal de él, que nadie mencione abusos o escándalos de su Gobierno, que nadie hable bien de otros candidatos. Que nadie diga nada, para que la única voz que se escuche sea la suya, la de sus cadenas promoviendo las obras de su gobierno, la de su millonaria propaganda.

De Correa nada podemos esperar en lo que a libertad de expresión se refiere. Su misión es callar a los medios. Eso está claro. Pero él no puede implementar estos abusos solito. Ahí aparecen sus asambleístas, listos para hacer lo que sea necesario –incluso votar contra sus principios– con tal de agradar al jefe y así estar en las listas de Alianza País para las próximas elecciones.

Sería bueno que Correa vea los canales de TV gringos o lea sus diarios. Se encontrará con una serie de reportajes en los que se investiga con detalles lo bueno y malo de los actuales candidatos republicanos. Así, los votantes pueden conocer más de cerca a quienes pretenden gobernarlos. Acá eso estará prohibido. Con esta absurda ley, hasta se podría sancionar un reportaje sobre algún escándalo o caso de corrupción del Gobierno, pues se interpretaría como un reportaje en contra del candidato Correa. Cualquier información negativa o positiva que se tenga sobre un candidato tendrán que callarla los medios. Si algún candidato estuvo involucrado en algún caso de corrupción, los votantes no se enterarán. Si algún candidato explotaba a sus empleados, silencio total. Nada que pueda interpretarse como un apoyo o ataque al candidato.

¿Olvida el presidente Correa al candidato Correa que salió del anonimato gracias a la cobertura que le dieron los medios? ¿O será que lo recuerda bien y ahora quiere evitar que aparezcan nuevas voces? El candidato Correa logró vencer la poderosa billetera del candidato Noboa. Ahora, el presidente Correa, con su poderosísima maquinaria estatal y su control de las instituciones, busca aniquilar cualquier posibilidad de una contienda electoral. La voz que él tuvo en los medios ya no estará permitida. Las opiniones favorables que él recibió de periodistas y comentaristas ahora serán sancionadas.

Ecuador hace el ridículo ante el mundo aprobando una ley impensable en cualquier sociedad democrática. El fraude electoral se ha adelantado un año.

jueves, enero 12, 2012

El legado


¿Qué sería de este Gobierno si hubiera respetado la libertad de expresión y a los medios de comunicación? ¿Si en lugar de meter juicios abusivos para callar a periodistas y quebrar medios, hubiese mantenido un elemental respeto hacia las opiniones de la prensa? ¿Si el presidente hubiese actuado como un líder respetando el papel de los medios y las opiniones ajenas?

Si el Gobierno hubiese actuado así, la oposición no tendría mayores argumentos en su contra. La comunidad internacional no tendría mayor cosa que reprocharle. Quedarían su Congreso de los manteles, sus eternos decretos de emergencia y otros abusos a las leyes. Pero incluso eso pasaría más desapercibido con un gobierno tolerante. Este sería uno de los gobiernos y presidentes más respetados de la región. Lo que no es igual a ser popular. Si bien hoy una mayoría apoya a Correa, él sabe que los líderes de la región y aquellas personas cuya aprobación él quisiera tener, critican sus abusos y se burlan de su inmadurez.

Un Correa respetuoso ante los medios, permitiría que los debates políticos en el país se centren en temas más de fondo como en cualquier sociedad civilizada. No como acá, que ante la primitiva postura del Gobierno frente a la prensa, toca defender derechos elementales.

A Correa le ha ido muy bien, a pesar de su vocación ultraestatista. Ha tenido suficiente dinero como para derrochar sin miedo. Tiene una gran obra vial que mostrar. Tiene logros sociales y administrativos que la gente disfruta y reconoce.

Pero esos logros se opacan frente a sus vergonzosos juicios contra periodistas. Pasan a segundo plano cuando el mundo condena sus abusos. Correa y su equipo lo saben. Saben que en los foros internacionales los señalan y los critican. Saben que no importa cuántas carreteras y hospitales construyan, ni cuántas campañas sociales implementen, ni cuánta plata inviertan, ante la historia y el mundo quedará esa gran mancha de su intolerancia y abusos.

Pocos se atreven a enfrentar lo que está sucediendo. La mayoría prefiere mirar para otro lado. Por suerte, hay personas como el asambleísta César Montúfar quien contestó la irrespetuosa carta que le envió Correa, diciéndole entre otras cosas que “jamás un presidente de la República demandó a un editorialista y a un periódico por un delito de opinión; jamás exigió una indemnización millonaria para enriquecerse; jamás protegió a su abogado para que fraguara un fallo judicial, en una grosera intervención en el sistema de justicia, con el fin de obtener una sentencia favorable. Esa es la verdad que usted no quiere enfrentar... Usted será responsable ante la historia de este ignominioso acto de abuso de poder… y esa realidad lo acompañará todos los días de su vida”.

Pero hay una salida que no borrará todo lo actuado hasta ahora, pero limpiará en algo la imagen de este Gobierno. Montúfar la propone: “La única manera que usted tendría de lavar su nombre es desistir de esta vergonzosa demanda”.

De lo contrario, quedará para siempre el legado de intolerancia y abuso del Gobierno. El resto será secundario. Ellos lo saben. Todavía pueden cambiar la situación si solo dieran el paso correcto.

jueves, enero 05, 2012

Un enemigo menos


Con cada año nuevo nacen miles de propósitos. Ir al gimnasio, iniciar una dieta, empezar ese proyecto postergado, leer más, ver menos televisión, dejar de fumar. Pero la rutina, la pereza y la velocidad de la vida suelen dejar a medias la mayoría de esas promesas y regresarnos a lo mismo del año anterior.

Entre mensajes de amor y paz y resoluciones para el nuevo año, me llegó una idea que bien vale la pena adoptarla para este año que empieza y cumplirla. Su impacto sería enorme en las vidas de las personas y sociedades. La idea es tan sencilla como complicada. Se trata de empezar el año con un enemigo menos.

Hacer las paces con ese amigo que alguna discusión o algún asunto sin mayor importancia convirtió en examigo. Reconciliarse entre hermanos que crecieron juntos y felices y ahora ni se saludan por problemas que nunca debieron darse. Retomar contacto entre primos, compañeras, compadres que han pasado demasiados años sin hablarse por ese orgullo que impide dar el primer paso aunque ya ni se acuerdan por qué siguen resentidos. Empezar el año con un abrazo, una visita, una llamada o al menos un mail que acerque y cure heridas.

La idea viene de una agencia de publicidad española que para ayudar a dar ese paso hacia la reconciliación como propósito de año nuevo ha creado la iniciativa “Un enemigo menos, un amigo más”. A través de www.unenemigomenos.com se puede enviar una bandera blanca a las personas con las que uno quiera hacer las paces. La idea es generar la reconciliación entre individuos. Pero va más allá, al ser una vía para fomentar la paz, la solidaridad y el entendimiento entre las personas y pueblos a una escala mundial.

Suena bien. Convertir el 2012 en el año de menos enemigos. Suena mejor todavía cuando lo llevamos a nuestra arena política e imaginamos la posibilidad de que en lugar de insultos, ataques personales y tanto odio, nuestros políticos se entreguen banderas blancas. Como el poderoso mensaje que envió la última campaña de Benetton, sería mejor que en lugar de tanta división y tanto lodo echado con ventilador, nuestros líderes locales y mundiales se den un buen beso que selle el compromiso de avanzar juntos.

El ejemplo lo podrían poner en Carondelet. No con esos falsos perdones otorgados a quienes solo han ejercido su derecho a expresarse. Sino pidiendo perdón a todos los que han agredido, a todos aquellos cuya libertad han coartado, a los que hoy en día deben defenderse ante juicios abusivos y absurdos, en cortes intimidadas frente al poder.

Yo por mi lado intentaré ver más seguido el lado positivo del Gobierno. Está ahí, en las obras de infraestructura y las mejoras en la atención de instituciones públicas. En las inversiones sociales que mejoran la vida de muchas personas. Y esperaré que el Gobierno envíe varias banderas blancas a los medios y tome la decisión firme de abandonar su papel de enemigo y acosador de la prensa. El primer paso debe darlo el presidente desechando sus juicios a medios y periodistas.

Un propósito. Una acción. Empezar el año con un enemigo menos. ¿Se puede?

jueves, diciembre 22, 2011

Un casi cuento de Navidad


Una voz lo despertó. “¿Quién eres?”, preguntó alterado. “Soy el fantasma de tu pasado”, le contestó. Él rio. “Ese cuento ya me lo sé compañerito. ¿Quién te envió acá? ¿Mi ñaño? ¿La prensa corrupta? ¿La CIDH?”, reclamó. “No perdamos tiempo, tenemos mucho por recorrer”, dijo el espectro.

Lo llevó a su escuela. “¿Te acuerdas de este lugar? Ahí estás estudiando, siempre tan aplicado”. Luego se vio con su uniforme y pañuelo anudado al cuello liderando un grupo de boy scouts. “Esos chicos sí te admiraban, te respetaban”.

Viajaron a través de tiempos y espacios. Universidades, clases de economía, pequeños pueblos y grandes ciudades. Y se vio a sí mismo hablando de desarrollo, justicia, respeto a los derechos humanos y democracia. “Mírate protestando junto a los forajidos. ¿Imaginas cómo reaccionarías hoy ante protestas similares?”, lo increpó el fantasma. “Era otra situación. Teníamos derecho a reclamar contra quien controlaba a los jueces y pretendía controlar todos los poderes”, se defendió. “Parece que hablaras de ti mismo”, ironizó el fantasma. Entraron a un estudio de televisión. “Mírate sonriendo. ¿Recuerdas esa entrevista al día siguiente de ganar las elecciones? Escúchate refiriéndote al entrevistador como una buena persona de manos limpias. ¿En qué momento cambiaste? ¿Acaso los periodistas solo eran buenos mientras te apoyaban?”.

De repente todo oscureció. “¿Quién eres tú? ¿Quién te envía? ¿La izquierda infantil, los banqueros?” preguntó alterado al verse nuevamente en su cama frente al segundo fantasma. “Vengo a mostrarte tu presente”, le contestó. Aparecieron en una habitación con miles de televisores y radios, con su imagen y su voz repitiéndose al infinito frente a millones de espectadores obligados a verlo y escucharlo atados a sus sillas. Y aparecieron abogados y jueces callando a quienes interrumpían. Luego entraron a una casa vacía. “Es la casa de tu primer perseguido. Pasará esta Navidad lejos de su familia y amigos”, le dijo el fantasma.

Cuando llegó el tercer fantasma a su habitación, pidió a su guardia que lo arrestara. Pero fue imposible colocarle las esposas. “No pierdas el tiempo. Conmigo tu poder no funciona”, le dijo mientras tomaba su mano para llevarlo al futuro. “Seguro te ha enviado la oposición”, le gritó furioso. Pero su malestar se detuvo de inmediato. Llegaron a un lugar donde se respiraba un ambiente de libertad, progreso y bienestar, con gente feliz y niños disfrutando la Navidad. “Gracias por traerme aquí, compañero fantasma. Este sí es el país del futuro por el que estoy trabajando. Con esta evidencia de mi éxito le tapo la boca a la oposición y a la prensa”, dijo orgulloso. El fantasma rio. “Se nota que no has aprendido nada”, le dijo. “Este no es el futuro de tu país. Esto es Bélgica, donde vives ahora. En tu país no quieren saber de ti”.

Despertó enfurecido. Pidió a sus abogados que enjuicien a esos fantasmas por injurias. Y ordenó transmitir cadenas nacionales que prueben la incuestionable relación de la prensa con estas visitas fantasmales. Sus órdenes se ejecutaron de inmediato. Sonrió sabiendo que su poder seguía intacto. Que solo en los cuentos la gente reflexiona y cambia. Que aquí él manda y no tiene por qué escuchar a nadie.

jueves, diciembre 15, 2011

Prohibido olvidar ®


Antes de que el Gobierno se apropie de la frase “prohibido olvidar”, me adelanto y la utilizo aquí como título para que no olvidemos lo que estamos viviendo. No pasa de ser otra anécdota absurda esto de querer registrar la frase “prohibido olvidar” y términos como “30S”, como quien registra el nombre de su restaurante o un eslogan publicitario. Cosas que solo se dan en este gobierno de la propaganda en el que la imagen manda.

Pero esta anécdota que ha dejado en ridículo a los funcionarios de la propaganda, es un paso más en la construcción de un Gobierno producido para la televisión. Y preocupa el legado que deja para futuros gobiernos y políticos.

El enorme gasto en publicidad, cadenas y campaña permanente le ha servido al Gobierno para callar y desprestigiar a opositores y mantener su popularidad. Ha marcado lo que muchos ven como un nuevo estándar en la comunicación política si se pretende conservar altos índices de popularidad. Y ahí está el problema: que futuros políticos recurran a la misma medida de propaganda abusiva y despilfarradora como herramienta para conservar su poder. Es cierto que este Gobierno ha hecho un buen trabajo en la comunicación al unificar mensajes e imagen de ministerios e instituciones públicas, presentándonos una sola voz. Pero este acierto se pierde frente al ruido de ataques y gritos pautados en horario estelar.

Parece que existe una relación directa entre la presencia de propaganda de un Gobierno y el control (abusivo muchas veces) que este ejerce sobre la sociedad. Basta darse una vuelta por países civilizados. Difícil imaginar una valla junto a una carretera que diga que esta fue construida por Obama o Sarkozy. O encender la televisión en Inglaterra y encontrarnos con publicidad que nos repita mil veces las obras del Gobierno, o lo maravilloso que es su primer ministro, o lo malvada que es la oposición. Simplemente no sucede. El gobierno respeta los espacios privados de los ciudadanos.

Pero acá, en estos y otros barrios caudillistas, no pasan unos minutos sin que uno se cruce con algún mensaje oficial. Hemos pasado del letrero que nos decía que esta es otra obra de tal político, a la saturación de cada espacio en nuestras vidas con campañas publicitarias del Gobierno, que en muchos casos manipulan la verdad o se dedican a atacar a quien piensa distinto.

Los próximos gobiernos tendrán que luchar contra la tentación de repetir esta mala práctica instalada por el actual Gobierno. Ese éxito en comunicación del que tanto se habla, ha tenido un costo demasiado alto para nuestra libertad y nuestro elemental derecho a vivir sin que el Gobierno invada nuestro tiempo y nuestro espacio.

La manipulación mediática del 30 de septiembre, esa fecha de violencia y muerte que han querido transformar en una falsa gesta heroica del presidente, y cuyo nombre hasta pretenden registrar, es uno de los ejemplos más claros de lo bajo que se puede caer por producir y vender una historia oficial que les haga ganar puntos de popularidad.

El legado de abuso mediático que deja el correísmo es todo menos un ejemplo a imitar por futuros gobiernos.

jueves, diciembre 08, 2011

Cacerolazos en Caracas



Estuve en Caracas mientras los presidentes del continente, excepto gringos y canadienses, se reunían llenos de propuestas y promesas, en la primera cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).

Al bajarme del avión, me recibe en el aeropuerto un afiche que dice: “Nuestras aduanas garantizan el desarrollo Económico, Soberano y Socialista”, con el cierre “Patria, Socialismo o Muerte”. Frases patrioteras que acá el Gobierno imita, aunque por ahora evitan sonar tan socialistas.

Al salir del aeropuerto, un tipo ofrece cambiarme dinero como quien vende droga. Yo iba bien advertido de no cambiar plata en bancos, ni usar cajeros automáticos o la tarjeta de crédito, donde aplican el ficticio cambio oficial impuesto por Chávez. En el mercado negro se consigue, al verdadero tipo de cambio, el doble de bolívares por cada dólar.

Me puse a pensar en la suerte que tenemos los ecuatorianos de tener al dólar como moneda. ¿Imaginan a Correa con moneda propia? ¿Lo imaginan controlando la maquinita para imprimir billetes? Al despilfarro que vivimos se añadiría una terrible devaluación o controles absurdos como los de su maestro venezolano.

La carretera que lleva del aeropuerto a Caracas recibe a los visitantes presidenciales con vallas publicitarias llenas de alegres mensajes revolucionarios, muy al estilo de los nuestros. La imagen de Chávez se repetía en vallas, paredes y grafitis. Cualquier turista que ignore la actualidad política de Venezuela descubre de inmediato que está en tierras donde un caudillo lo decide todo. Algo similar sucede acá. Basta recorrer nuestras carreteras para encontrarse en la entrada de cada pueblo la imagen de Correa. El caudillo por encima de las instituciones.

Caracas parece una típica capital latinoamericana. Los carros avanzan entre el terrible tráfico (eso sí, avanzan casi gratis. Con una gasolina ultrasubsidiada, más barata que el agua, los venezolanos llenan su tanques con apenas un par de dólares). Está siempre presente la amenaza de robos y violencia. Y en los restaurantes no falta dinero para buen vino y platos caros. Pero si vemos más de cerca, descubrimos que en tiendas y supermercados faltan artículos tan básicos y necesarios como leche o carne, cortesía de los controles chavistas.

La noche del viernes, mientras se instalaba la cumbre de la Celac, la ciudad se llenó del ruido de ollas y cacerolas sonando desde balcones y ventanas de casas y edificios, acompañadas por los pitos de los carros en las calles. Era el sonido de la esperanza y la demostración pública, frente a los presidentes de la región, del descontento y la desesperación de un país que se ahoga entre abusos y corrupción, en un mar de dinero malgastado.

Los discursos de los presidentes en la cumbre poco lograrán para traer el cambio en la región. Son muchos de ellos, empezando por el anfitrión y sus amigos anticorbatas, los que nos tienen en el atraso. La posibilidad del cambio no está en estos caudillos con aires de grandeza. Está en las calles, en la gente, en los cacerolazos. Después de tantos años, la gente en Caracas vuelve a creer que ese cambio es posible. Que los días de los caudillos están contados.

jueves, diciembre 01, 2011

La juma del poder


Si quieres ganar un juicio en este país, no gastes en abogados caros. Mejor pídele a Rafael Correa que te acompañe a la corte y listo. Triunfo asegurado.

Su récord perfecto lo garantiza. Sus visitas a la corte para clavarle su poderosa mirada al juez en tres juicios distintos han terminado en tres triunfos y más de 40 millones de dólares en indemnizaciones: seiscientos mil contra el Banco Pichincha, 40 millones contra EL UNIVERSO, y ahora 100 mil en el juicio de Vinicio Alvarado contra Mónica Chuji. Los supuestos juicios privados vienen acompañados de una poderosa comitiva presidencial que siempre se da un tiempito para intimidar al juez con su presencia.

La demanda contra Mónica Chuji es otro vergonzoso capítulo en los abusos contra nuestra libertad para expresarnos. La intención es clara: crear un clima de miedo y autocensura para que nadie se atreva a criticar a los funcionarios del Gobierno. Correa lo acaba de decir clarito: “De hoy en adelante persona que nos calumnie tendrá su respuesta legal”. Pero ya sabemos que en estos tiempos la definición de “calumnia” la decide el ánimo del Gobierno. Y la palabra “legal” significa lo que ellos quieran que signifique. Eso de legal, en un régimen que tiene a la justicia rendida a sus pies, es un decir.

Están borrachos de poder. En lugar de haber madurado y entendido que su posición pública les exige ser más tolerantes y civilizados, los funcionarios de este Gobierno, liderados por el mal ejemplo de Correa, están obsesionados con controlar las críticas. Disfrutan su estatus todopoderoso. Saben que basta presentar una demanda, por absurda, abusiva o disparatada que sea, para que el juez de turno tiemble ante su presencia y les dé la razón. No importa que el fallo contradiga la ley, la justicia o el más elemental sentido común; ellos se convencen y tratan de convencernos de que aquí no hay abuso ni atropello del Gobierno, sino una simple defensa de sus derechos.

Quieren que la gente se arrodille ante ellos. Que les pidan perdón. Si se disculpan les quito el juicio y se acaba todo, les dice Correa a los autores del libro El Gran Hermano, demandados por revelar aquello que el mismo hermano del presidente y una veeduría formada por el mismo Gobierno han afirmado. ¡Cuánta magnanimidad! Les da la oportunidad de continuar libres y sin más gastos legales si solo se agachan y dicen pegue patrón.

¿Y ellos, cuándo nos piden perdón? ¿Cuándo piden disculpas por la manipulación, las mentiras y los ataques con los que inundan los canales de televisión malgastando nuestra plata? ¿Cuándo nos piden perdón por utilizar sus puestos y sueldos públicos para intimidar y dividir, en lugar de gobernar? ¿Cuándo se disculpan por enlodar la reputación de ciudadanos con millonarias cadenas y propaganda que todos pagamos? ¿Cuándo muestran un mínimo remordimiento, un gesto o deseo de cambiar?

No, ellos no se disculpan. No entienden de democracia o libertad. Aquí la ley no protege a los individuos del poder del Estado, sino lo contrario. La juma del poder los hace creerse invencibles, infalibles, dueños de la verdad. Ni imaginan el chuchaqui que les espera.

jueves, noviembre 24, 2011

Hacer algo


“Hay que hacer algo por este país, no podemos quedarnos cruzados de brazos”, dice con un vaso de whisky en la mano. “Sí, no podemos seguir así”, aprueban todos. Luego termina la reunión, cada uno vuelve a su casa, a su trabajo, a su familia, a sus preocupaciones y proyectos cotidianos, a vivir y disfrutar la vida como mejor se pueda a pesar de la situación política que pide a gritos que se haga algo. Ese “hay que hacer algo” ha quedado tantas veces en el aire, entre el humo de cigarrillo y los vasos vacíos de otro encuentro en el que sobran buenas ideas e intenciones, pero siempre faltan tiempo, dinero y acciones.

Pero algo está cambiando. El abuso y atentado contra nuestras libertades elementales de este Gobierno ha servido para despertar a algunas personas. Esas promesas de hacer algo, que tantas veces habían quedado abandonadas, se vuelven más ciertas, más concretas.

Desde que escribo en este Diario, me han invitado los últimos años a varias reuniones en las que siempre se planean los grandes cambios del país a través de algún nuevo partido o movimiento político. He perdido la cuenta de todas esas ocasiones en las que se planean mil acciones y al final nada sucede. Cada quien regresa a casa y a su vida, para volver meses más tarde a una nueva reunión con nuevos planes y promesas.

Pero ahora es diferente. La amenaza se volvió demasiado grande. Los planes empiezan a concretarse. Las ideas y promesas se escriben sobre papel, se vuelven tangibles. Las billeteras se abren para financiar esas acciones necesarias para avanzar y lograr ese cambio postergado en el país.

No es fácil. Conocemos bien los fraudes electorales y abusos sufridos tantas veces, sabemos de lo que los políticos en el poder son capaces de hacer por mantener ese poder. Basta encender la televisión para ver el descarado despilfarro de nuestro dinero en propaganda manipuladora. Basta abrir el diario y leer que el Gobierno planea gastar cinco veces más en publicidad en el 2012, pasando de los 54 millones de dólares asignados este año en el presupuesto, a casi 300 millones de dólares presupuestados para el próximo. Basta conocer las limitaciones que pone el Consejo Nacional Electoral, tan afín a Carondelet, al gasto en las campañas (menos las del Gobierno con nuestra plata), para entender cómo se complicará el panorama de aquellos grupos que entrarán en la contienda electoral.

Pero a pesar de tantas dificultades a la vista, existe optimismo de que se puede frenar en las urnas a este Gobierno y sus abusos. Que todo el dinero que despilfarren en campañas, ataques y populismo de tarima no les alcanzaría para ganar los votos que necesitan para dominar todas las instituciones del Estado como lo hacen hoy. Que una segunda vuelta en las próximas elecciones es posible. Que en la próxima Asamblea el Gobierno perdería la mayoría, para dar paso a un nuevo y mejor escenario político.

Falta todavía mucho más por hacer. Falta más gente que se involucre. Faltan más recursos que apoyen. Pero esta vez, ante el escenario extremo que vivimos, el “hay que hacer algo” está cambiando por “esto estamos haciendo”.

jueves, noviembre 17, 2011

Chavidad ecuatoriana



Mientras la burocracia venezolana celebra su “chavidad” gracias a la bonificación navideña que Hugo Chávez repartirá a sus funcionarios con plata de todos los venezolanos, por acá no nos quedamos atrás. Nuestro director del SRI se ha disfrazado de Papá Noel con gorrito de Robin Hood para tomar nuestro dinero con nuevos impuestos y meterlo en el saco sin fondo de este pobre Gobierno. Así, Correa y compañía podrán crear más puestos públicos, realizar más obras que ganen votos y seguir derrochando nuestra plata; por ejemplo, engañando y atacando en infinitas cadenas nacionales.

Este Gobierno es muy exitoso en su política de desempleo cero para los amigos del poder. Si es necesario, hasta se inventan el cargo y el Ministerio. Nuestro exministro de Economía y Finanzas, exministro del fugaz Ministerio del Litoral, exministro de Coordinación Política y futuro exministro de Relaciones Exteriores sirve de ejemplo.

La posesión de los “nuevos” y reciclados ministros de Correa nos recordó la cantidad de redundantes ministerios y oficinas en los que se derrocha nuestra plata. Ministerios Coordinadores, Secretarías como las del Agua y el Migrante, y una cuyo nombre hubiera envidiado el mismísimo Cantinflas, la Comisión Técnica Presidencial de la Nueva Arquitectura Financiera Internacional. No sabemos con qué se come eso. Lo que sí sabemos es que cada día nuestra burocracia come más y mejor, y con esa barriga llena y satisfecha ¡cómo no votar por la continuidad de esta falsa revolución!

Pero si uno va a ocupar un puesto por encargo del Gobierno, lo mejor es estar en una de las empresas incautadas o “empresas privadas comerciales en manos del Estado”. Ahí sí los sueldos y bonificaciones se ponen buenos.

Para el 2012, el Gobierno planea gastar más de 7.500 millones de dólares en los sueldos de nuestros cerca de 500 mil funcionarios públicos; o sea, mil millones más que lo presupuestado este año. Según diario Hoy, solo en viáticos se han presupuestado más de 126 millones para el 2012, más del triple que los 40 millones del 2011.

Necesitamos empleados públicos. Necesitamos invertir en ellos. De hecho, este Gobierno ha generado un cambio positivo en la atención al usuario en varias instituciones públicas. El perfil del funcionario público ha cambiado positivamente con la contratación de jóvenes profesionales. Pero estos cambios no justifican el desproporcionado gasto público y aumento de funcionarios e instituciones que hoy soportamos.

Carlos Marx dijo en una reciente entrevista que deberíamos comparar nuestra carga tributaria en Ecuador “con la presión fiscal de los países de Europa del norte que llegan al 40%”. Pero Marx sabe que antes deberíamos comparar las abismales diferencias en calidad y eficiencia del gasto público y los servicios en salud, educación, seguridad y más entre esos países y el nuestro.

Se trata de ser eficientes. No de llenarnos de instituciones y cargos que no necesitamos. El éxito del Estado no se mide por su presencia en cada espacio de nuestras vidas o por las campañas publicitarias de sus ministerios y secretarías. Todo lo contrario. Mientras menos tengamos que lidiar con trámites y oficinas públicas, mejor.

La chavidad no se quedó en Venezuela. Llegó a Ecuador con otro empaque.

jueves, noviembre 10, 2011

Candidatos invisibles


Nos gustan las caras nuevas. El factor sorpresa. Una y otra vez el país pide un cambio, para luego pasar al cambio del cambio.

En los últimos años hemos sufrido de esa fiebre por lo nuevo y lo distinto a la hora de escoger candidatos. Por eso tenemos a Rafael Correa. Por eso, antes de él, Lucio Gutiérrez también ocupó Carondelet. Voces nuevas. Apostarle a ese cambio imaginado.

Veo CNN o leo el New York Times y me encuentro con la campaña presidencial de Estados Unidos a toda máquina. Las elecciones en ese país serán a fines del próximo año, casi al mismo tiempo que las nuestras. Mientras acá solo hay sospechas, especulaciones y chismes sobre quiénes podrían ser los candidatos, allá ya hay diez candidatos republicanos recorriendo el país, debatiendo, dando discursos y haciendo campaña por las primarias de su partido. Aunque no se puede comparar una democracia madura como la gringa con una que no llega ni a la adolescencia como la nuestra, el contraste del proceso electoral y sus consecuencias deberían servirnos de alerta. Mientras un proceso electoral como el gringo implica iniciar temprano las campañas y conocer a fondo a los candidatos y sus planes de gobierno, acá vamos al otro extremo. Todo está diseñado para que los candidatos tengan que aparecer a último momento. Solo así pueden aspirar a patear el tablero y ganarse nuestro voto, aunque nunca lleguemos a conocerlos a fondo.

Los candidatos republicanos habrán pasado por un largo y minucioso escrutinio público antes de aspirar a la candidatura de su partido. Medios y opositores los analizan y revisan con lupa. Uno de los candidatos ya enfrenta un escándalo al haber sido públicamente acusado de abuso sexual. Sus vidas públicas y privadas son parte de la discusión. Se trata de llegar hasta el fondo de las ideas, conductas y personalidades de quienes pretender liderar un país.

Esto no quiere decir que las caras nuevas no puedan ser buenos gobernantes. Tampoco quiere decir que una larga campaña presidencial como la de Estados Unidos garantice la llegada de los más brillantes. George Bush Jr. es prueba de ello. Pero poco podemos esperar de un sistema electoral que impide que conozcamos a los candidatos. Las posibilidades de equivocarnos en las urnas son mayores si no conocemos al candidato en la foto.

Nuestro sistema está diseñado para que los candidatos en campaña no puedan hacer campaña. Está armado para favorecer al presidente y autoridades en el poder e impedir que los candidatos se den a conocer. Hará que otra vez nos enteremos a última hora de quiénes aspirarán a ocupar cargos públicos. Obligará a que muchos de ellos sean famosos, periodistas y deportistas con la ventaja de ser más conocidos que el resto.

Nuevamente el país requiere un cambio de este mal cambio en el que nos hemos metido. No podemos caer nuevamente en candidaturas de última hora y discursos bonitos de candidatos sin experiencia. Debemos conocer con suficiente tiempo las credenciales, carácter, e ideas de quienes aspiren al poder.

Hoy vivimos las consecuencias de haber elegido a un improvisado que supo ganar votos desesperados. ¿Conoceremos con tiempo a los próximos candidatos?