sábado, septiembre 20, 2008

Estamos gordos

En Wall-E, la última película de los estudios Pixar, los seres humanos son una raza de obesos que apenas pueden levantar su propio peso. Ni siquiera caminan. Se la pasan sentadotes comiendo, viendo televisión y hablando por celular en unas sillas flotantes que los transportan a cualquier lugar. Su vida es como un eterno domingo, de esos echados en el sofá frente al televisor comiendo papitas artificiales.

En la película es el año 2815. Un futuro bastante lejano. No creo que lleguemos a ese extremo de comodidad, reemplazando nuestras piernas por una silla voladora. Pero viendo como avanzan nuestras vidas modernas hipnotizados frente a monitores y pantallas planas, como que nos acercamos bastante rápido a ese estado de inmovilidad que imaginan los creativos de Pixar.

Lo digo con conocimiento de causa. Yo, que en un pasado no muy lejano no dejaba pasar ni un día sin hacer algún deporte, hoy estoy adolorido del “ejercicio” que hice ayer. Me duelen los brazos. Me duele la espalda. Me duelen los hombros. Fue toda una jornada deportiva: tenis, box, cien metros planos, cien metros con obstáculos, y hasta una carrera en la que tenía que esquivar trampas mortales y bolas de fuego.

Sí, con mucha vergüenza, debo confesar que me duele mi cuerpo por haber jugado Wii. Mi diaria inmovilidad frente al computador ha alcanzado niveles tan tristes que mi ejercicio de esta semana se ha limitado a un duelo virtual contra mi sobrino, moviendo como idiota un control remoto frente al televisor. Sintiéndome todo un Rafa Nadal, mientras mi muñequito –que se ve igualito a mi— gana partidos con un forhand envidiable y un saque imparable. Jurándome tan atleta como Jefferson mientras corro a toda velocidad por la pista, moviendo el control con mis muñecas, arriba y abajo, arriba y abajo. Los músculos se me tensan. Creo que me viene un calambre.

Toda una tarde frente al televisor jugando Wii, ese mágico invento de Nintendo que ha hecho levantar del sofá hasta al gringuito más obeso, ha sido suficiente para entender que necesito hacer más ejercicio. Tendré que inventarme alguna historia más interesante mañana cuando en el trabajo me vean caminar encorvado agarrándome la espalda. Diré que correr esa media maratón me dejó molido. O que cuatro horas de un partido de tenis pueden ser agotadoras. ¿Pero Wii? ¡Qué decepción! Mi profesor de gimnasia del colegio estaría avergonzado de ese alumno deportista que alguna vez tuvo. De castigo me mandaría atravesar la cancha haciendo sapitos.

Veo las barrigas de mis amigos y se que no estoy solo en este mundo de inactivos. Hasta hace no mucho jugábamos fútbol, tenis, corríamos de un lado para otro. Hoy nuestras panzas delatan partidos de menos y cervezas de más. Nos miramos y nos juramos que esto es temporal. Que el lunes empezamos gimnasio. Nos citamos para jugar tenis el próximo sábado. Armamos la alineación de ese equipo que nunca más pisará la cancha. Estamos gordos. Jóvenes aun, pero gordos. Y a mi me duele el cuerpo por jugar un jueguito de videos.

Ahora el Wii ha sacado una plataforma sobre la que te paras y puedes hacer rutinas de aeróbicos y ejercicios siguiendo las instrucciones de un instructor virtual. Lo que parecía increíble está ocurriendo: videojuegos que te hacen quemar calorías en lugar de acumularlas.

Pero eso tendrá que esperar. Todavía me duelo el cuerpo. Y debo cuidar mis muñecas para la revancha.


* Publicado en revista SOHO de septiembre

jueves, septiembre 18, 2008

No callar y vencer el miedo

Este lunes Carlos Vera recibió un merecido homenaje. Más que un homenaje al periodista, fue un llamado a la defensa de esa libertad de expresión que Rafael Correa tanto aborrece.

Más allá de estilos y formas de pensar, Carlos Vera es símbolo de ese periodismo frontal, que encara sin miedo al poder. Por eso nunca ha sido el favorito de quienes hacen del poder un arma para controlar, en lugar de una herramienta para servir.

Entre ellos están Rafael Correa y muchos en su gobierno, quienes no entienden realmente lo que significa la libertad de expresión. Es verdad que aquí no hay periodistas encarcelados ni torturados. Pero Correa utiliza otros métodos para atacar e intentar limitar nuestra libertad.

Este Gobierno ataca la libertad de expresión al interrumpir descaradamente el programa de Carlos Vera, con cadenas de televisión con dedicatoria. Al presentar una denuncia penal contra el director de un diario por un editorial que no le gustó. Al insultar, desprestigiar y ridiculizar a periodistas que día a día se juegan el pellejo por mostrar la verdad. Al inundar los canales de televisión con cadenas nacionales que imponen su visión de los hechos, burlándose en la cara de la visión más imparcial que brindan los canales en sus noticieros. Y sobre todo, al promocionar un proyecto de Constitución que le permitiría agarrar a los medios por el cuello con nuevos mecanismos de censura y la amenaza de que el Estado se convierta en su dueño parcial.



Cuando uno ve el escaso entendimiento de nuestro Presidente de lo que la verdadera libertad de expresión significa, uno duda que haya vivido y estudiado en Europa y Estados Unidos. De lo contrario, sabría aceptar e ignorar, como lo hacen mandatarios de países desarrollados, las críticas frontales e incluso las burlas y parodias contra el poder de turno. La visión de Correa está muy lejos de la de esos países. Se acerca más bien a visiones dictatoriales que en lugar de encontrar en los medios de comunicación y sus periodistas a aliados de la verdad, encuentra en ellos a obstáculos y enemigos que derrotar.

Uno de los momentos más divertidos del homenaje a Carlos Vera fue cuando en un video sobre su trayectoria periodística se mostró una entrevista al candidato Rafael Correa. Ahí, el sonriente futuro presidente felicita a Carlos Vera, a su programa y a Ecuavisa por su objetividad e imparcialidad ejemplares. Todos en el público nos reímos. ¿Es ese el mismo Correa que hoy despotrica justamente contra los medios más serios y objetivos? ¿Dónde se fue ese candidato que parecía abierto, liberal y democrático?

Carlos Vera aceptó en su discurso haber pecado de ingenuidad al apoyar en su momento a Rafael Correa, ignorando a quienes le advertían el peligro que ese joven candidato representaba. No es ni será el único arrepentido y desilusionado.

Mientras existan periodistas defendiendo nuestro derecho a hablar, opinar, cuestionar, criticar, desafiar, reclamar y decir lo que tenemos en nuestras cabezas, los Correas del mundo tendrán problemas al imponer sus engaños. Carlos Vera repite todas las mañanas en su programa que no debemos callar. Que debemos vencer el miedo. Él lo hace a diario. Mientras sean más, el futuro no se ve tan mal.

jueves, septiembre 11, 2008

El gobierno HIL

Según Rafael Correa, el Ministerio de Finanzas ha estado en manos de “ortodoxos, conservadores y prudentes, a los que llamamos OCP,” que conspiran tratando de reducir el gasto público, para pagar la deuda.

Para Correa es malo ser ortodoxo, prudente y conservador al manejar el dinero de los ecuatorianos. Prefiere entonces ser un economista heterodoxo, imprudente y liberal. O sea un HIL.

Según un HIL lo importante es el gasto social. Y en eso estamos de acuerdo todos los que queremos un país con más oportunidades. El gasto social –bien invertido– permitirá a muchos ecuatorianos salir de la pobreza. Eso nadie lo discute.

El problema del HIL se basa en su imprudencia. La fórmula HIL es sencilla. Con la excusa de su preocupación social, está dispuesto a gastarse todo lo que tiene y lo que no tiene. Y si falta plata no hay problema, simplemente deja de pagar la deuda. Como dijo Rafael Correa: “no vamos a dejar de invertir en lo social… el rato que no haya recursos, suspendemos el pago de deuda”.

Llevado a un escenario doméstico, el padre de familia HIL diría: “Como para mí lo más importante es la educación de mis hijos, gasto sin miedo en libros, cursos, profesores. Eso sí, esperemos que el próximo año todo vaya bien en el trabajo para que me alcance para todos mis gastos: matrículas, pensiones, alquiler, comida, cuotas de mi carro y los intereses de la tarjeta de crédito (por esa televisión plasma en media sala). Pero si me quedo sin plata no hay problema, simplemente dejo de pagar al banco y la tarjeta”.

Al igual que el Gobierno, el padre HIL canta “Don’t worry, be happy” jugándosela al todo o nada, aunque sabe que sus hijos serán los primeros en pagar las consecuencias de su imprudencia. Si algo pasa, se acaba el crédito, se llevan el carro, y el colegio y profesores serán solo un recuerdo. Le hubiera demostrado más atención a sus hijos siendo más precavido, ahorrando para imprevistos, y viviendo acorde a sus posibilidades.

A eso juega el gobierno HIL. Se las da de muy social, pero en realidad arriesga el futuro del país y, sobre todo, el bienestar de los más pobres. Ellos son los primeros en sufrir las crisis económicas que la imprudencia ocasiona.

El Gobierno ya hace planes de un enorme gasto público para el próximo año basado en imprudentes predicciones del precio y producción de petróleo. ¿Cuántos de esos más de 15 mil millones de dólares buscarán un sincero fin social y cuántos un populista fin electoral? ¿Cuánto de ese presupuesto irá directamente a los pobres y cuánto a la burocracia especialista en malgastar nuestra plata? ¿Y si ocurre algún imprevisto?

Si algo sucede y nos quedamos sin plata para pagar la deuda y la gigantesca
burocracia, no hay problema. El Gobierno simplemente resucitaría la maquinita de hacer billetes. La aspiración HIL se haría realidad por completo: chao dolarización. Dirán que para mantener los programas sociales (o sea para seguir pagando sueldos públicos) debemos regresar a una moneda local.

Y así, mientras se pueda mantener el despilfarro, el gobierno HIL celebrará su economía HIL. Hasta que inevitablemente deba intervenir uno de esos aburridos economistas ortodoxos y prudentes para solucionar todo el desastre.

jueves, septiembre 04, 2008

El hombre de la camioneta

El otro día veía tranquilamente un noticiario en la tele. Luego de ser interrumpido por otra cadena nacional –¿podremos algún día volver a ver un noticiario completo sin que este Gobierno invada nuestro tiempo?– presentaban un reportaje sobre el reciente paro de transportes en Quito. De repente, aparece un señor subiéndose al balde de una camioneta a falta de transporte público. El hombre mira la cámara y dice “por culpa de los pelucones”.

En ese hombre, esa escena, esa frase, está de alguna forma ilustrado el mal que este Gobierno y este Presidente le hacen al país contagiando su odio a la riqueza y sus resentimientos. ¿Qué tienen que ver los pelucones de Correa con este paro de transportistas? Obviamente nada. Y de eso se trata para el Gobierno. Tener siempre a quien echar la culpa.

Si antes los culpables de todos los males eran los políticos, hoy este Gobierno conduce todas las frustraciones nacionales contra los ricos. No es coincidencia que estos días Rafael Correa mencione en sus discursos a los “hijos de papá” de la Universidad Católica. En una época en la que cada quien responde por sus propios actos, no por los actos de parientes o antepasados, el Presidente descarga sus odios contra un grupo de jóvenes acusándolos no de sus actos, sino de sus apellidos y parentelas. Y claro, el país que todavía le cree a su Presidente, absorbe esos resentimientos y se contagia de esta lucha de clases, como el hombre en el balde de la camioneta.

Tan perjudicial como este discurso que confronta en vez de unir a ecuatorianos, es ese excesivo énfasis en todo lo que el Gobierno hará por solucionar los problemas de los ecuatorianos, en lugar de motivar a cada individuo a construir su propio camino. El discurso oficial se basa en los subsidios, los bonos, la condonación de deudas y todos los programas que nos harán felices. Lo importante es mantenernos pasivamente satisfechos.

Correa se convierte en la antítesis de Kennedy. Contrario al ex presidente de Estados Unidos, su discurso nos dice “no preguntes lo que puedes hacer por el país, pregunta lo que PAIS puede hacer por ti”.

El Gobierno no cree en la capacidad de cada ecuatoriano para tomar las riendas de su vida. Cree en la capacidad del Gobierno para tomar las riendas de la vida de los ecuatorianos. Y este proyecto de Constitución, con su marcada planificación estatal, centralización, concentración de poder, y pérdida de libertad individual, va perfecto con esa ideología que pone al Estado por encima del individuo.

Montecristi olvidó –o pretendió olvidar– que el papel de la Constitución es proteger al individuo de los abusos del Gobierno, no aumentar las facultades del Gobierno para controlar al individuo.

Mientras tanto, el hombre de la camioneta votará Sí, esperando que el Gobierno le subsidie el transporte público, el gas, la comida y le dé un puestito público, quitándole la plata a esos pelucones culpables de todo. Allá otros con eso del esfuerzo, el trabajo duro y la ambición personal para progresar.

Y el Gobierno ganará no solo el referéndum, una nueva Constitución y más años en Carondelet, sino, sobre todo, el poder sobre la vida de ese hombre que no sabe en lo que se metió.

miércoles, septiembre 03, 2008

¿Marchando a Carondelet?


Si alguien tenía la duda, ahora ya lo sabe. Jefferson Pérez se lanzará a la política. No hoy. No mañana. Pero pronto. Ya me las olía hace algún tiempo. Sus declaraciones en el pasado y su conservada imagen lo hacían pensar. Pero ahora está clarísimo.

Luego de ganar su medalla de plata en los juegos olímpicos de Beijing, el gran marchista ecuatoriano dijo a un canal de televisión mientras mostraba una bandera del Ecuador: “No sé si aún mi Ecuador es esta la bandera; no sé si aún Ecuador es este el escudo. Como ahora andamos con nueva Asamblea cambiando todo….Esperemos no nos cambien la cabeza y no nos confisquen la lengua”.

En un momento tan importante de su carrera y de tanta emoción para el país, Jeff sabía que tenía la atención del Ecuador entero. Pudo limitarse a agradecer o a lanzar una de sus frases medio filosóficas. Pero prefirió mandar su cuñita política. Le dijo al país, sin decirlo: “Esta Asamblea fue una burla. Esta nueva Constitución quiere quitarnos lo nuestro y lavarnos la cabeza. Voten No”.

En realidad Jefferson se equivocó al tocar el tema de los cambios en el escudo y la bandera. Más allá del ridículo público que hizo pasar a sus autores la propuesta de meter la concha spondylus, la wipala y cosas por el estilo en el escudo nacional, la Asamblea nunca trató este tema. Ni la tricolor ni el cóndor corren peligro de extinción. Le faltó precisión a lo que dijo Jefferson. El Corcho Cordero tiene razón al señalar que el atleta estaba desinformado. Pero eso no cambia la intención de Jeff. Quiso criticar el trabajo de la Asamblea. Quiso decir sin decirlo que votará No. Y logró transmitir su mensaje.

Más que esas declaraciones, me llamó la atención cuando el marchista habló sobre su futuro inmediato: “Vienen cuatro años de muchos estudios en España y EEUU y luego asumir la responsabilidad que mi país me delegará para poder contribuir a una mejor situación de toda una nación”. Traducción instantánea: “En cuatro años, cuando Correa termine su ‘primer’ período presidencial bajo la nueva Constitución y el país no lo aguante más, me lanzo a Presidente.”

No se si emocionarme o preocuparme por estas declaraciones. Me emociona porque ante el poder que Correa acumula, con una Constitución fabricada a la medida de sus ambiciones, se veía muy poco probable que alguien pudiera detenerlo. Pero Jefferson Perez sí puede hacerlo. Su popularidad y estatus de héroe nacional, más una buena asesoría y financiamiento que seguramente no le faltarán, pueden convertirlo en el candidato capaz de frenar este suicidio colectivo llamado Socialismo del Siglo XXI.

Pero al mismo tiempo me preocupa que quien pueda frenar este gobierno sea una persona cuya experiencia previa se limita a caminar a mil por hora quebrando las caderas. No dudo de su buena preparación académica, el buen manejo de sus inversiones y empresas, y su inteligencia. Pero eso no garantiza una buena presidencia.

En este pequeño país, hoy en día las carreras políticas se construyen en los estudios de televisión. No gana quien pueda mostrar el mejor currículo como líder, administrador o estratega. Gana la cara conocida. La que se ha metido en más hogares a través de ese sagrado aparato antes de la telenovela. Lastimosamente Jefferson Pérez sería uno más de esos rostros conocidos que pueden llegar al poder sin demostrar mayores aptitudes para gobernar bien.

Jefferson deberá probarnos que no solo marcha bien. Que sabe administrar, liderar, gobernar. Ya sabemos que puede motivar. Y eso es mucho.

Toca ver si en realidad estas palabras políticas que acompañaron su medalla se traducen en una futura candidatura. Queda ver si el buen marchista puede ser un buen candidato. Queda mucho por verse. Pero hoy, al menos, en las palabras de Jefferson sentimos que se prende una luz al final de este oscuro túnel en el que se sumerge Carondelet. Existe alguien que podría hacerle frente a la dictadura validada en las urnas. Y eso merece celebrarse tanto como la medalla.



* Publicado en revista Clubes de septiembre.

Revista la U. - Septiembre 2008

Ya está circulando la U. de septiembre en tu universidad!!!



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jueves, agosto 28, 2008

Envidia

Veo a Hillary Clinton dar su discurso de apoyo a Barak Obama en la Convención Demócrata. Y siento envidia. ¿Alcanzaremos algún día ese nivel de madurez política que permite a rivales ver más allá de sus narices y pensar en la unidad de su partido y del país? Hillary asume el rol que le corresponde: dejar atrás la rivalidad con Obama y apoyarlo públicamente. Entender que es más lo que los une, que lo que los separa. Que sus seguidores y el país merecen una actitud madura y conciliadora de sus líderes.

La versión ecuatoriana de Hillary Clinton al perder frente a Obama se hubiera peleado públicamente con él. Le hubiera sacado en cara todos sus defectos y errores. Hubiera formado un nuevo movimiento con sus seguidores. Se hubiera lanzado a la presidencia quitándole votos a su propio partido. Y al final, hubiera permitido que el verdadero candidato opositor gane las elecciones.

Por nuestros barrios la idea de un partido político basado en una ideología y principios compartidos está muerta. La idea de políticos uniéndose por defender tesis e ideas comunes por encima de ambiciones individuales parece inalcanzable.

Lo vemos por la izquierda y la derecha. Al partido de gobierno más que una ideología o principios comunes, lo une el poder y un líder carismático (¿lo sigue siendo?). Sus candidatos a asambleístas sabían que con Alianza PAIS aseguraban su triunfo y por eso se unieron de inmediato. Por eso vimos gente de diversas tendencias vistiendo la camiseta verde. Por eso los mejores amigos de ayer, hoy están marginados del partido. Por eso, al igual que tantos partidos basados en un líder y su capacidad de ganar, tarde o temprano Alianza PAIS desaparecerá.


Por la derecha, la misma cosa. Partido Social Cristiano, UNO, UDC, Fuerza Ecuador, Prian y alguno más comparten, en general, los mismos principios y la misma ideología. Pero cada uno va por su lado. Se unen temporalmente. Luego se dividen. Permitiendo que ideologías probadamente fracasadas como la de este Gobierno y su Constituyente, lleguen al poder, se fortalezcan y hundan más al país.

Pero la unión no se da por puro patriotismo. Se necesita un sistema que la motive. El sistema electoral gringo, en el que solo hay un ganador por distrito, obliga a formar bloques fuertes. Los partidos pequeños no tienen oportunidad de ganar y necesitan unirse. Acá, vamos contra la corriente, inventando fórmulas electorales caseras que fragmentan los votos en mil candidatos y mil tendencias. La Constituyente nada ha aportada en este terreno.

A veces se necesitan situaciones extremas para generar la unidad que el país necesita. Tal vez, solo cuando la profundización del modelo chavista se apodere progresivamente del país y nuestras vidas, quienes hoy andan divididos entiendan la importancia de unirse. Pero me late que esa unión sería pasajera para vencer a un enemigo común, para luego volver a dividirse en absurdas peleas.

¿Aprenderá nuestra clase política a mirar un poco más allá de sus intereses personales inmediatos? ¿Escucharemos algún día discursos del candidato perdedor, como el que escuchamos de Hillary Clinton, brindando todo su apoyo al ganador? ¿O estamos destinados a una eterna fragmentación donde cada uno jala para su lado, y a seguir soñando estancados mientras el mundo avanza en nuestras narices?

sábado, agosto 23, 2008

…and World Peace

No lo digo con orgullo: estoy viendo Miss Universo en la tele. Ese ritual anual en el que espectaculares mujeres de todo el mundo tratan de convencernos que ellas no están ahí por su curvas, sus largas piernas, sus estómagos planos, su gran pechonalidad, y su rostros de Barbie; sino por sus estudios universitarios, los cinco idiomas que hablan, su gusto por la literatura y su compromiso social con los más necesitados.

Ahí van las aspirantes a reinas, luciendo sus trajes de baño, sus vestidos de noche, sus trajes “¿típicos?”, sus sonrisas congeladas, sus pestañas postizas y sus escotes operados, en uno de los últimos bastiones de la cursilería mundial, gobernado por Donald Trump y su rubio tupé. Y ahora vienen las preguntas. El momento de la verdad que pone a las candidatas a temblar.

Quien redacta esas preguntas debe tener un buen sentido del humor. En este evento superficial por excelencia, todas las preguntas tienen que ver con el rol de la mujer en la sociedad actual y cosas serias por el estilo. ¿No se han dado cuenta los miembros del jurado que le están preguntando a jovencitas de diecinueve años disfrazadas con kilómetros de falsas pestañas y litros de maquillaje y lápiz de labios, cuya mayor preocupación es caminar erguidas manteniendo su sonrisa? No parecen precisamente las más indicadas para hablarnos del rol de la mujer actual.

Pero no son tontas las niñas y contestan diplomáticamente. El truco es apuntar siempre al centro. No sonar tan liberales, o asustarán al jurado de Mr. Trump con la imagen de mujeres independientes que no necesitan de un hombre para ser felices. Ni muy conservadoras, o darán la impresión de amas de casa a tiempo completo sin otras aspiraciones. Si la respuesta falla no todo está perdido. Siempre funciona el cierre de oro que toda reina que se respete debe conocer: mirar al público, poner cara de solidaridad y desear “world peace”.

Las preguntas en realidad están de más. El jurado ya ha tomado su decisión basado en aspectos más importantes como el color de los ojos y la curvatura de las caderas. Cualquier respuesta vale, salvo que metan las dos patas como la ya famosa Miss South Carolina en el último Miss Teen America. Su respuesta se convirtió en un clásico instantáneo de los concursos de belleza, inmortalizada gracias al poder viral de You Tube. La candidata llevó a extremos sorprendentes el estereotipo de las rubias tontas. Para los que no han visto el video, que cuenta ya con varios homenajes y parodias en You Tube, la pobre Miss South Carolina se enredó con una simple pregunta sobre la educación en Estados Unidos. Terminó hablando de Irak, Sudáfrica e inventando un nuevo gentilicio para los gringos: “U.S. Americans”. ¿Serán esos los “Americans” de pura sangre, a diferencia, por ejemplo, de los “Italian Americans”? Eso sí, la candidata no olvidó el cierre de oro, y después de tantas incongruencias terminó diciendo “así construiremos un mejor futuro para nuestros niños”. Bravo.



Esta vez me quedo con las ganas de reír con una de esas meteduras de pata que justifiquen mi bastante tercermundista y vergonzoso acto de ver Miss Universo una noche de domingo. Y digo tercermundista porque los concursos de belleza son patrimonio de nuestros países subdesarrollados –y de esos rednecks gringos que envían a sus hijas de seis años todas maquilladas y con permanente a concursos infantiles de belleza--. A nuestra cursi cultura le encanta jugar a reinas desde chiquitas y desfilar saludando al público. Sino que lo digan las princesitas que pueblan cada barrio de Venezuela, que a falta de buenos futbolistas han hecho esto de las reinas su deporte nacional. Y por acá no nos quedamos muy atrás.

Está de más que les cuente quien ganó este Miss Universo. Por encima de todo, ganó Donald Trump que hace plata de idiotas que, como yo, terminamos viendo el show, apostándole a nuestra favorita, y hasta creyéndoles que, tras esas curvas y escotes perfectos, solo están ahí para hacer de este un mundo mejor.


* Publicado en revista SOHO de agosto

jueves, agosto 21, 2008

50 majaderos

Hace poco más de tres años el entonces presidente Lucio Gutiérrez intentó desprestigiar y minimizar a los jóvenes que protestaban en su contra diciendo que eran solo un puñado de forajidos. Ese puñado era más grande de lo que Gutiérrez imaginó y poco tiempo después lo echaría fuera de Carondelet.

Este sábado, Rafael Correa se refirió a los estudiantes de la Universidad Católica de Guayaquil que protestaban en su contra y en contra del proyecto de Constitución, como unos pocos “majaderos”. Si sigue así, se asegurará que cada día sean más.

Al final de su cadena radial en la Universidad vino el anuncio de que afuera había estudiantes protestando en su contra. Ahí salió en escena ese lado de Correa que tanto daño le hace a este país. “Yo no voy a dejar ofender la majestad presidencial…”, dijo Correa, como advirtiendo que podría aplicar una vez más esa ley que le permite arrestar a quien lo “ofenda” en el camino. Y continuó muy al estilo Correa: “Así que chicos, ustedes resuelvan mismo el problema, ustedes son 400, los otros 50, díganle a esos majaderos que aprendan a ser democráticos...”.



Por lo visto, para Correa la democracia se basa en imponer la voluntad de la mayoría y en callarte la boca si eres minoría. Gran concepto de democracia socialista del siglo XXI. Pero no fue necesario que actúen los 400. La policía se encargó de hacerlo por ellos, abriendo espacio a golpes y patadas para que nadie pudiera ofender la majestad presidencial.

El Presidente incita a la violencia y a la vez su Ministro de Gobierno anuncia la prohibición de filmar o fotografiar muertos o heridos. ¿Coincidencia? Veamos: si un policía le parte la cara a un estudiante o hay un muerto producto de enfrentamientos, ese policía está obligado a impedir que se tomen fotos de la víctima. Porque la prohibición no va contra la publicación de las fotos que es lo que en teoría les importa. No, el Gobierno quiere asegurarse de que no existan esas fotos, no sea que acaben en internet. Aunque quién sabe, tal vez si el herido es considerado pelucón por el Gobierno, se hace la excepción para que le tomen la foto. Pues, como dijo el Ministro de Gobierno, con ese resentimiento tan correísta, existe “una especie de inequidad en la que solo los pobres salían exhibidos y no los ricos o pelucones”.

Si ser majadero es rechazar el autoritarismo, los abusos, la concentración de poder, y la imposición a como dé lugar de la ideología caduca de este Gobierno, entonces somos muchos los majaderos, y cada vez seremos más. Correa todavía tiene seducida a esa mayoría acostumbrada a votar por promesas vacías y demagogia. Esa mayoría que ayer votó por Bucaram y Gutiérrez. Pero tarde o temprano despertarán del letargo. Y cuando eso suceda ya no serán 50 ni 100 los majaderos. Serán más de los que Correa pueda contar. Salvo que cambie de actitud y entienda que su papel no es controlar y dirigir la vida de cada ecuatoriano, sino brindarle las garantías para vivir y trabajar en libertad. Pero de eso, hace tiempo que perdimos las esperanzas.

jueves, agosto 14, 2008

La chinita del vestido rojo

“Era una cuestión de interés nacional”, dijo el compositor chino Chen Qigang, para justificar el habernos hecho creer a millones de espectadores alrededor del mundo que Lin Miaoke, la linda chinita del vestido rojo, cantaba realmente la Oda a la Patria en la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos en Beijing.

Entre tantos impresionantes vestuarios, coreografías, música, bailes y escenografías, el ver y escuchar a esa niña sonriente fue uno de los momentos más emocionantes de la ceremonia. Pero ahora resulta que ella no era la que cantaba. La voz le pertenece a otra chinita, algo gordita y con los dientes chuecos, que no era lo suficientemente bonita para los organizadores. Entre tantos millones de chinos no pudieron encontrar a la persona indicada. Y recurrieron al viejo truco de Milli Vanilly.

Parece una tontería, pero al hacer esto en un evento de tanta relevancia mundial, China le está diciendo al mundo que la imagen es todo. Lo que haya detrás de esa imagen es secundario. Se lo puede esconder y maquillar. La tierra se la barre debajo de la alfombra.

Un maquillaje similar nos pone nuestro Gobierno, para amagar y esconder sus deficiencias y los oscuros tiempos que vive el país. El otro día nos lo recordaba en su divertido monólogo Francisco Pinoargotti (se los recomiendo). Pinoargotti se burlaba de esa campaña que hace unos meses sacó el Gobierno –una de las muchas–, la que decía “Sonríe Ecuador, somos gente amable”. La campaña no duró mucho. Seguramente se dieron cuenta a tiempo de la ironía. Como decía más o menos Pinoargotti: no importa que la vida esté más cara, que no haya trabajo, que encuentres a tu mujer con otro, que este Presidente nos lleve a la ruina, si tenemos un gobierno que nos dice “sonríe, eres gente amable”.

Las últimas encuestas muestran que ese optimismo inicial que suele darse con los nuevos gobiernos ya se está perdiendo. Las expectativas de que las cosas mejorarán desaparecen. La preocupación por la falta de empleo, por los altos precios y el mal manejo del Gobierno crecen. No provoca sonreír ante el panorama del país. Por mucho que las campañas a favor de la nueva Constitución nos quieran pintar un mundo color de rosa, sabemos que nos venden pura imagen vacía. ¿Lo sabrá a tiempo la mayoría del país?

Se puede vender una falsa imagen por un tiempo. Pero tarde o temprano se conoce la realidad. Se la siente en los estómagos vacíos. Se la vive en una economía que no camina. Se la percibe en el aire estancado.

En este Gobierno del show, tarde o temprano el país sabrá lo que hay detrás del telón. La niña del vestido rojo nos sonríe. Pero cada día, más gente sabe que la voz no es de ella. ¿Por cuánto tiempo le servirá al Gobierno el show que tan bien ha sabido dirigir Vinicio Alvarado? ¿Cuánto tiempo lograrán hacer sonreír a una parte del país a base de cancioncitas, bonos y promesas?

Tal vez la ceremonia de inauguración de las Olimpiadas no hubiese sido igual sin la niña del vestido rojo. Pero el papelón de los organizadores al ser descubiertos fue más grave. Al final todo se sabe y la realidad nos golpea.

viernes, agosto 08, 2008

Presidencia TV


Tarde o temprano caemos. Inocentemente cambiamos de canal en nuestro televisor. Nada interesante que ver. De repente, sin darnos cuenta nos detenemos ante un tipo musculoso que nos muestra el último aparato para sacar abdominales de acero con solo 10 minutos de ejercicio diario.

Al comienzo nos reímos de la exageración. Sabemos que esos cuerpos perfectos no se logran con diez minutos de ejercicio. Peor aun con esta extraña máquina que simula una mezcla de movimientos de patinaje, esquí y jogging. Pero por alguna razón, fuera de nuestro control, no cambiamos de canal. Seguimos viendo con atención. Escuchamos a una serie de felices usuarios que nos cuentan como sus vidas cambiaron desde que iniciaron sus ejercicios con este aparato. Y nos muestran sus fotos del antes y después. Increíble. ¿Dónde se fue toda esa grasa? El aparato nos empieza a interesar. Y cuando aparece esa famosa actriz recomendándolo, empieza a sonar aun más interesante. Si ella lo dice algo de cierto debe tener. Y lo mejor de todo, este fabuloso aparato entra convenientemente debajo de nuestra cama. Se lo dobla y listo. Y si llamamos en los próximos diez minutos, nos envían un juego de pesas gratis.

Hoy el fabuloso aparato descansa lleno de polvo en la bodega de la casa. Lo usamos durante una semana. Fue suficiente para saber que necesitaríamos bastante más de 10 minutos diarios de ese aburrido ejercicio para ver resultados.

La publicidad puede convencernos que necesitamos cosas inservibles. Sobre todo estos infomerciales que nos tienen embobados por varios minutos. Así, la gente compra desde super exprimidores de jugos y mágicos quita-manchas, hasta nuevas religiones. Los tele-predicadores brasileños de “Para de Sufrir” saben el poder que tienen estos infomerciales. Y mientras más se repitan y más los veamos, más convencidos quedaremos.

El gobierno ecuatoriano también ha sabido usar magistralmente la publicidad. Con una bien organizada y cohesionada estrategia comunicacional, nos venden promesas a toda hora del día. Todos los ministerios e instituciones gubernamentales están alineados a una misma línea y estrategia publicitaria. Hasta las empresas estatales que en teoría son independientes, como Alegro, se unen a la voz del gobierno. Así, ¿cómo no terminar comprando el mensaje presidencial?

En lo que va de este gobierno, a los ecuatorianos nos ha costado más de 14 millones de dólares las campañas oficiales donde nos repiten que la Patria ya es de todos. Más de lo que cualquiera de los últimos gobiernos ha gastado.

Según nos cuenta un reciente reportaje de diario El Universo, el gobierno hace seis horas de publicidad al día. Una reciente caricatura de Bonil en ese diario ilustra lo que vivimos a diario frente a nuestros televisores. Un niño echado en el sofá viendo tele dice quejándose: “Mamáaaa…son el colmo estos canales de televisión…a cada rato interrumpen con películas y noticieros…y no dejan ver tranquilo la propaganda del gobierno”. Nada más cierto. El gobierno se mete hasta en la sopa.

¿Hasta qué punto la popularidad del gobierno se basa en su publicidad y hasta qué punto en una real sensación de bienestar de la población? Es más, ¿hasta qué punto la sensación de bienestar de las personas se debe a una mejoría real en sus vidas, o a tener un gobierno que le dice todo el día que la vida está mejor, que el cambio y el bienestar ya están llegando?

Salvo que vivamos aislados de la realidad nacional, viendo cable el día entero y escuchando nuestro iPod en lugar de la radio, camino al trabajo, es prácticamente imposible evitar la publicidad del gobierno. Con más razón, la mayoría de familias ecuatorianas cuya principal fuente de distracción e información es la televisión nacional, no tienen escape a la publicidad oficial. El país desayuna, almuerza y cena con su Presidente Correa, con su socio País, su Sonríe Ecuador, su salud ya es de todos, su justicia ya es de todos, su Guayaquil ya es de todos, su revolución ciudadana, su ley de justicia financiera, sus bonos solidarios. ¿Cómo no terminar convencidos que la patria realmente ya es de todos? ¿Cómo no comprar esa inservible máquina de ejercicios después de tanta insistencia?

Ahora le toca su turno publicitario a la nueva Constitución. Si nos dicen todo el día que esta es la mejor constitución de la historia, que el oscuro pasado nacional quedará sepultado y que empieza una nueva era, ¿cómo no creerle? ¿Cómo no comprar este maravilloso aparato que hará nuestras vidas tan felices?

Mientras no exista un límite al gasto gubernamental en publicidad será difícil combatir este lavado colectivo de cerebros. En un país donde cada vez se leen menos diarios y pocos tienen acceso a Internet, la televisión controla los mensajes. Y este gobierno, con una campaña magistral y un gasto exagerado está controlando la televisión.

¡Llame ya! ¡Vote ya! La revolución ciudadana le garantiza felicidad instantánea con esta nueva constitución. Y no se despegue del televisor, que ya mismo viene la próxima promoción.


* Publicado en revista Clubes de agosto.

jueves, agosto 07, 2008

Extrañas compañías

A veces toca. El objetivo común exige una estrategia en común. Y exige alianzas, incluso con aquellos que jamás imaginaríamos de nuestro lado. Eso sucederá ahora con la campaña en contra de esta Constitución que apesta a centralismo, estatismo, boinas rojas, y burócratas metiéndose por todos lados. Por el No o el nulo –que no es lo mismo pero es igual– hay todo un arco iris de ideologías, acentos y visiones de país.

Ahí está la izquierda serrana que votó por Correa confiando que sería un presidente de izquierda moderna, no un fiel seguidor del caudillo venezolano. Ahí está el oportunismo político de Lucio Gutiérrez, que ayer fue de izquierda, hoy de derecha, y mañana de lo que convenga. Ahí está la derecha costeña, liderada por Jaime Nebot, que no puede ver ni en pintura a quien desde Carondelet busca dividir la ciudad donde alguna vez nació y vivió.

Ahí están los conservadores católicos y evangelistas, soñando con alcanzar el desarrollo de Europa y Estados Unidos, pero eso sí, sin aborto, ni gays, ni pastillitas del día después. Ahí está la izquierda radical, con sus acostistas –los de verdad, no como Correa cuyo acostismo fue puro show– y sus indigenistas, esos que dicen que Correa es neoliberal y que suspiran con ese verde mundo donde todos disfrutemos del “buen vivir” conversando en quichua.

Ahí están los pocos que han leído y entendido el proyecto de Constitución, o están en proceso de hacerlo, y saben el peligro que representa para el país una herramienta tan conveniente para consolidar el poder total.

En fin, ahí estamos todos los que nos negamos a caer en las garras de un gobierno que lava cerebros por televisión, se alimenta del odio y la confrontación, y pretende que dejemos que nuestras vidas sean conducidas y regidas por lo que decida una todopoderosa autoridad central.

¿Cómo unir a gente tan distinta? ¿Cómo sentar en una misma mesa al banquero que quiere evitar que los apetitos políticos y antitécnicos del populismo controlen lo que se hace con la plata de los depositantes, junto al ecologista radical que quiere impedir que este gobierno explote a dedo recursos naturales? ¿Cómo hacer que ambos contribuyan a una misma campaña por razones tan diversas?

Ese es el gran reto. El Gobierno tendrá todo nuestro dinero y tiempo en los medios a su disposición para convencernos de lo maravilloso que será el país con la nueva Constitución. Ya lo están haciendo.

La oposición, en cambio, dispara por todos lados. Cada uno dice No por su razón particular. Sin una estrategia colectiva, que unifique tantas voces diversas, sus esfuerzos serán en vano. El No sonará débil y fragmentado.

Toca unirse entre extraños y opositores. Ese es el reto. Ya vendrán otros tiempos para pelearse nuevamente. Mientras tanto, ese gran objetivo de evitar la profundización del modelo chavista en Ecuador es más grande que cualquier diferencia.

La campaña recién empieza. Nuestros televisores no han sido todavía golpeados con toda la fuerza de Carondelet. El momento exige aceptar y promover las extrañas compañías. Exige unir fuerzas en una estrategia y campaña bien organizada que pueda competir con la maquinaria presidencial. ¿Alguien se apunta a liderarla?

miércoles, agosto 06, 2008

Revista la U. - Agosto 2008

Ya está circulando la U. de agosto en tu universidad!!!



Para pautar en revista la U. escribe a revistalau@yahoo.com. Envíanos tus artículos, fotos, ideas o comentarios a revistalau@yahoo.com.

jueves, julio 31, 2008

El voto miedoso

Está de más decir que en el próximo referéndum muy pocos ecuatorianos votaremos a favor o en contra de la nueva Constitución. En la práctica, votaremos a favor o en contra de Rafael Correa, su gobierno, y lo que representa. Para muchos la decisión del voto será más básica aun. Se limitarán a seguir lo que les digan con más insistencia en la televisión. Que con el infinito bolsillo publicitario del Gobierno ya sabemos para dónde apunta.

Analistas, periodistas y grupos políticos y ciudadanos podrán quemarse las pestañas analizando con lupa los textos del proyecto de Constitución. Discutiendo si tal palabra puesta en tal lugar significa esto o aquello. Argumentando lo que esta Constitución nos da y nos quita. Que no malgasten sus horas de sueño. Nadie está escuchando. Al final del día la gente votará en función de su simpatía o antipatía hacia Correa. Lo que diga la Constitución será secundario.

Hay otro criterio conduciendo esta votación, que he escuchado en más de una conversación. Se trata del voto miedoso. Ese que lleva a la gente a votar por el Sí para evitar un supuesto caos en el país. Existe miedo e incertidumbre ante lo que la derrota del Sí pueda significar para la actual supuesta estabilidad política del país.

¿Sería todo un relajo? ¿Colapsaríamos en una gravísima crisis existencial nacional y de incertidumbre institucional?

En realidad no hay que temer. De no ganar el Sí, tenemos ya una Constitución vigente, bastante mejor y sensata que la propuesta. De no ganar el Sí, tenemos ya un Presidente que deberá concluir su período de cuatro años. De no ganar el Sí, tenemos ya cortes, jueces, tribunales, alcaldes, prefectos, y todo lo demás en orden.

Posibles problemas? Habría un período de desorden entre voces promoviendo la elección de nuevos diputados, otros argumentando que deben volver los anteriores, y otros armando relajo sobre cuáles diputados deben volver. El otro problema se daría alrededor de los mandatos constituyentes que entraron ilegalmente en vigencia. Al no ser aprobada la Constitución se generaría un vacío. Imagino, por ejemplo, a las empresas tercerizadoras peleando su derecho por volver al haber sido eliminadas con un mandato ilegal, que además no fue aprobado por el voto popular.

La campaña por el Sí sabrá aprovechar y promover estos miedos, esperando que muchos al estar frente a la papeleta terminen moviendo su mano y su pluma, por si las moscas, hacia la izquierda. Las campañas por el No o el Nulo tendrán un gran reto en convencer al país que su postura no es volver a un pasado oscuro, sino salvarnos de este presente y futuro aun más oscuros que propone este Gobierno y su Constitución.

Entre tantas cosas que debemos considerar al votar, lo que suceda en el plazo inmediato es lo que menos nos debe preocupar. El Gobierno acaparará cada centímetro de los medios para hacernos temer sobre este supuesto caos si no apoyamos su propuesta. Pero es en los peligros de esta nueva Constitución, que consolida un poder excesivo en los salones de Carondelet, nos enreda con una falsa participación ciudadana y echa a la basura nuestros sueños de un país más libre, emprendedor y con autonomías, donde debería estar nuestro verdadero miedo.

martes, julio 29, 2008

Gané el Premio SIP!!!

La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) me ha escogido como ganador de su Premio Excelencia Periodística 2008 en la categoría Opinión por mi artículo "El Ofendido" publicado en mayo del año pasado.







Aquí está el anuncio:

La SIP anuncia los ganadores de los premios Excelencia Periodística 2008

MIAMI, Florida (21 de julio del 2008) - La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) anunció hoy a los ganadores de los premios que la institución otorga cada año tanto para destacar a periodistas y periódicos de todo el continente en sus aportes a la excelencia del periodismo y la defensa de la libertad de expresión. La información la proporcionó Gustavo Mohme, de La República, Perú, presidente de la Comisión de Premios.

La Comisión seleccionó a los ganadores en once categorías, cuyos premios serán entregados en el marco de la 64ª Asamblea General de la SIP en Madrid, España, que se realizará del 3 al 7 de octubre en el Hotel Meliá Castilla. Los premios consisten en $2.000 en efectivo, además de placas y diplomas.

"Este año la participación rebasó nuestras expectativas y la calidad de los trabajos fue verdaderamente impresionante. Como siempre, las propuestas fueron muy debatidas", comentó Gustavo Mohme. "El prestigio del premio despierta cada vez más entusiasmo entre los profesionales del periodismo en el continente".

A continuación las categorías y nombres de los concursantes que obtuvieron premios y menciones:

1. Premio SIP Categoría Relaciones Interamericanas Pedro Joaquín Chamorro. Auspicia La Prensa, Managua, Nicaragua.

João Antonio Barros, João Antonio Barros, Maria Mazzei, Nilton Claudino
O Día, Río de Janeiro, Brasil, por la serie de reportajes “Da folha ao pó: conexão Bolívia-Brasil”, que muestra las rutas de la droga transportada desde su cultivo en Bolivia hasta los puntos de venta en Brasil y en los cuales se detallan casos humanos y un problema social: el narcotráfico.

2. Premio SIP Categoría Derechos Humanos y Servicio a la Comunidad. Auspician Panamá-América, Panamá; El Comercio, Lima, Perú; Organización Publicitaria, S.A., San Pedro Sula, Honduras, y La Nación, Buenos Aires, Argentina

Alejandro Santos Rubino, Marta Ruiz Naranjo, José Fernando Hoyos Estrada, José Monsalve Gómez, Semana, Bogotá, Colombia, por la serie “La barbarie que no vimos”, que refleja con profundidad la crueldad sin límite, los atroces crímenes y la barbarie cometida por los paramilitares y guerrilleros. Un testimonio del horror que vivieron los habitantes del campo y las víctimas de los asesinatos cometidos en la década del 90.

3. Premio SIP Diario en la Educación. Auspicia Diario Hoy, Quito, Ecuador, y Novedades de Quintana Roo, México.

Deyse Sandoval Burrows y colectivo Icarito, La Tercera, Santiago, Chile, por la Enciclopedia Icarito, creada en 1968, la cual ha sido de extraordinaria utilidad en las escuelas públicas y una gran ayuda para niños entre 9 y 13 años. Cuenta con una enciclopedia virtual donde pueden encontrarse respuestas a tareas y trabajos escolares en todas las asignaturas. También dispone de especiales para fechas importantes, multimedia, buscador, servicio de preguntas y respuestas así como una serie de actividades y concursos.

4. Premio SIP Opinión. Auspicia El Mercurio, Santiago, Chile

Manuel Ignacio Gómez Lecaro, El Universo, Guayaquil, Ecuador, por su comentario “El ofendido”. El trabajo –sensato, coherente y equilibrado– da respuesta al presidente ecuatoriano Rafael Correa, quien amenazó al director del diario La Hora por haber ejercido su más elemental derecho: la libre opinión.


Mención Honrosa:
Sergio Muñoz Bata, El Nuevo Día, San Juan, Puerto Rico, por su erudito y convincente artículo “La Historia como farsa” referido al plebiscito para la aprobación de reformas a la constitución impulsadas por el mandatario Hugo Chávez, en el que se utiliza un paralelismo histórico con Luis Napoleón Bonaparte.

5. Premio SIP Cobertura Noticiosa. Auspician El Nacional, Caracas, Venezuela, y O Estado de S. Paulo, Sao Paulo, Brasil

Alan Gripp, Roberto Stuckert Filho y Francisco Leali, O Globo, Río de Janeiro, Brasil, por la serie “Mensaleiros no Tribunal” en la que se revela la participación de miembros del gobierno brasileño es un esquema criminal de corrupción, peculado y lavado de dinero, y se denuncia la colusión entre integrantes del Tribunal Supremo cuya intención, frustrada gracias al trabajo periodístico, era descalificar la acusación fiscal.

Mención Honrosa:
John Yearwood y Juan Tamayo, The Miami Herald, Miami, Florida, por la completa y detallada cobertura que ofreció el diario durante meses acerca de la tensa situación en Venezuela.

6. Premio SIP Periodismo en Profundidad. Auspicia The Miami Herald, Miami, Florida

Todd Bensman, San Antonio Express-News, San Antonio, Texas, por la serie investigativa “BREACHING AMERICA: War refugees or threats?”, que devela de manera convincente –mediante información, análisis, entrevistas y revisión de material confidencial– el modus operandi de los traficantes de ilegales desde países musulmanes a Estados Unidos. La investigación llevó al reportero Bensman y al fotógrafo Jerry Lara a Siria, Jordania, Guatemala, México, Texas y Michigan.

Mención Honrosa:
Luz María Sierra Lopera, El Tiempo, Bogotá, Colombia, por su informe “Colombia busca a sus muertos”, dedicado al fenómeno de las fosas comunes. El trabajo es una escalofriante narración de la matanza y desaparición de los cuerpos, y el drama de los familiares por encontrar los restos de sus seres queridos.

7. Premio SIP Crónica. Auspician El Comercio, Quito, Ecuador, y McClatchy Newspapers, Sacramento, California

Diana Pachón, revista Don Juan, Colombia, por su trabajo “Embrujo Verde”, que narra, con un lenguaje directo y convincente, la miserable vida de los mineros y sus patrones.

8. Premio SIP Fotografía. Auspician The Washington Post Company, Washington, DC, y ABC Color, Asunción, Paraguay

Anni Wells, Los Angeles Times, Los Angeles, California, por su reportaje fotográfico “Pesticides and People” con el que se denuncian los efectos del uso de pesticidas en plantaciones de bananas en Nicaragua. La depurada técnica narrativa de la autora, que se escucha en audio, complementa las fotografías de alto contenido humano.

9. Premio SIP Caricaturas. Auspicia El Tiempo, Bogotá, Colombia

Filmar Fraga, Jornal Zero Hora, Porto Alegre, Brasil, el ingenio y originalidad con el que presenta a importantes personalidades internacionales de la literatura y la política.

Mención Honrosa:
Alonso Núñez Rebaza, El Comercio, Lima, Perú, por su galería de personajes políticos —selección de sus caricaturas semanales— vistos a través de la noticia de actualidad.

10. Premio SIP Infografía. Auspicia Clarín, Buenos Aires, Argentina

Beiman Pinilla, Juan Pablo Noriega Hederich, Carlos Morales, Alejandro Rojas Cardozo, Luis Alejandro Urueña Castro, Adrián Espinosa, El Tiempo, Bogotá, Colombia, por su trabajo “23 años buscando justicia”. La acertada combinación de fotografía, diseño y dibujo describe, con rigor de reconstrucción histórica, un hecho que aún guarda actualidad en Colombia: el asalto del grupo guerrillero M19 al Palacio de Justicia; y Alfredo Oshiro Fukuhara, Carlos Ramírez y Sergio Fernández, El Comercio, Lima, Perú, por su por su trabajo “Un paseo por la ciudadela sagrada de los Incas”, detallada y precisa infografía multimedia sobre Machu Picchu, en la que se puede realizar un recorrido virtual por los principales atractivos de esta ciudadela en 3D, que incluye fotos panorámicas, diseños e ilustraciones.

11. Premio SIP Cobertura de Noticias por Internet. Auspicia The Wall Street Journal.

Renata Cabrales, Ana María Saavedra, Carlos García, Natalia Vivas, Luis Alejandro Amaya, Javier Escobar, Felipe Castro, Diego Arias, Nataly Neira, El País, Cali, Colombia, por el especial multimedia “El Caso Jamundi, un año después”. El atinado uso de recursos digitales –videos, fotografías, infografías y foro de opiniones–da seguimiento a una masacre ocurrida el 23 de mayo del 2006, donde murieron diez policías y un informante en las inmediaciones de Jamundi, municipio del Valle del Cauca. Al final se aclaró que fueron asesinados por miembros del ejército.

jueves, julio 24, 2008

Primeras lecturas

Entré a la página web de la Asamblea Constituyente y ahí estaba. El último borrador del proyecto de Constitución que tantas discusiones ha generado en los recientes meses.

En cuanto a la forma, lo primero que llama la atención al revisar las 152 páginas es esta ridiculez de utilizar términos masculinos y femeninos para todo –la Presidenta o el Presidente; las ecuatorianas y los ecuatorianos; las niñas y los niños; las hijas e hijos–.

Suficientemente aburrido es leerse una Constitución, como para tener que aguantarse esta redundancia de términos. Como reclamaba recientemente en su columna el escritor español Javier Marías sobre este tema: ‘Desean hacer de la lengua algo odioso, inservible y soporífero’. Las asambleístas y los asambleístos parecen no tener problema en aburrirnos.

Pero bueno, lo de la forma no le hace daño a nadie. Es secundario. En lo de fondo, hay mucho que comentar. Por ahora me limito a un punto en el que este proyecto de Constitución no solo que perdió una oportunidad de avanzar, sino que da un gran paso para atrás en relación a la actual Constitución. Tiene que ver con los derechos de participación y los requisitos para ser candidatos.

Si la idea era ir hacia un cambio, era básico que pasemos de un voto obligatorio a un voto voluntario. Así, avanzaríamos hacia una real democracia en donde vote quien quiera votar. Iríamos hacia elecciones donde los candidatos deban realmente ganarse nuestro voto.

El voto voluntario acaba con esta imposición que hace que acudan a votar obligados y desinformados quienes marcan la papeleta por la primera foto que les guiña el ojo, o por el nombre que más escucharon en la radio. Para el populismo siempre es mejor que voten no solo los ciudadanos informados que lo hacen porque quieren, sino, sobre todo, los desinformados que lo hacen porque deben. Y este gobierno, que alimenta su popularidad de elecciones periódicas, necesita esos votos desinformados.
En la sección de las Fuerzas Armadas se dio un cambio lógico y positivo al hacer el servicio militar algo voluntario. Lástima que no hicieron lo mismo con el voto.

Algunos artículos más adelante se profundiza este retroceso electoral al detallarnos los requisitos para lograr un puesto en el nuevo Congreso, bautizado muy venezolanamente como Asamblea Nacional. Como si nuestros congresos anteriores no han sido lo suficientemente malos, ahora se da otro paso para impedir un cambio positivo. Se ha bajado el requisito de edad para ser diputado, de 25 a 18 años. En otras palabras, nos están diciendo que ser diputado es algo de tan poca importancia para el país que no se necesita educación universitaria. Si bien un título no garantiza a un buen político –y en la administración actual sobran casos para demostrarlo– al menos indica un mínimo de educación y experiencia, necesarias para ejercer cualquier cargo público o privado.

Nos quedamos con las ganas del voto voluntario. Un cambio puntual con el potencial de producir grandes mejoras en la calidad de candidatos que el país escogería. Y para rematar, no solo que seguiremos votando obligados. Sino que nos encontraremos en la papeleta con más improvisados.

Una primera lectura del proyecto de Constitución que en lo electoral deja mucho que desear.

miércoles, julio 23, 2008

WEBeando

Te sientas frente a tu computadora decidido a terminar ese trabajo postergado. Tienes tiempo. Tienes ganas. Estás motivado. Pero antes de iniciar te desvías inevitablemente a revisar tu mail, ver qué fotos nuevas han puestos tus amigos en el Facebook --ese mágico mundo donde todos vivimos siempre felices de farra en farra y con un trago en mano--, leer las últimas noticias y bajarte esa canción que escuchaste camino al trabajo. Y hasta logras colar por ahí una partidita de Solitario, que claro, nunca es una sola. Te has vuelto un maestro en el fácil arte de perder el tiempo. Eres todo un procrastinador.

Aprendí esa palabra, procrastination, cuando llegué a la universidad en Estados Unidos a mis 18 años. Hasta ese entonces nunca la había escuchado. La palabrita aparecía por todos lados en el campus. Había cursos, charlas y seminarios para ayudarnos a los estudiantes a evitar procrastinar y darnos las estrategias para aprovechar nuestro tiempo sin botarlo a la basura entre televisión, Playstation y computadoras. Y eso que en esa época el Internet era relativamente joven. No había Facebook. Google recién estaba por nacer. Y el iPod era una idea lejana, así que uno no sentía esa frenética necesidad de bajarse todas las canciones que alguna vez pasaron por nuestros oídos para llenar ochenta gigas de capacidad que jamás lograremos escuchar. Pero igual, cada época encuentra sus maneras de malgastarse, y uno se las arreglaba para perder el tiempo en lugar de estudiar.

Volví hace poco a esa palabra de mi época universitaria mientras leía un reportaje que decía que, en promedio, los empleados gringos pierden dos horas diarias de su trabajo navegando en Internet. Y luego encontré otro artículo que iba más lejos, diciendo que, en realidad, los empleados en Estados Unidos y en los países desarrollados solo trabajan ¡dos horas diarias! El resto del tiempo, es decir seis horas al día, se van entre conversaciones con vecinos de oficina y cubículo, visitas al baño y a tomar agua, navegar en Internet, chatear, revisar y contestar e-mails sin importancia, seguir navegando en Internet, pagar cuentas online, comentar en algún blog, realizar proyectos personales y por supuesto jugar algún jueguito online. La serie de televisión The Office resulta, después de todo, bastante real.

¿Qué hacía la gente en sus oficinas antes del Internet y las computadoras? ¿Cómo perdían su tiempo nuestros antecesores de cubículo? ¿Trabajan de verdad las ocho horas diarias? Difícil imaginarlo. En esas épocas no podían simplemente sacar un juego de naipes y jugar descaradamente Solitario sobre su escritorio. Ni creo que resultara muy práctico chatear con sus amigos por fax. Ni los imagino llevando su álbum de fotos –versión ochentera del Facebook— para que la oficina entera pudiera ver a la hijita recién nacida o la última farra entre amigos. Ni siquiera los fumadores tenían excusa para salir de la oficina a quemar tiempo pegándose unas pitadas. En aquellos prehistóricos tiempos los edificios tenían unas extrañas ventanas que sí podían abrirse y se podía fumar tranquilamente en el escritorio. ¿Qué hacían entonces? Entre memos escritos a máquina, cálculos con papel y lápiz, y dictados a la secretaria ya no quedaba mucho tiempo para perder. ¡De lo que nos salvamos!

Sólo llegando a este párrafo ya he revisado mi mail seis veces, he chateado tres, he visto unas cincuenta fotos en Facebook, he chequeado mi cuenta en el banco y he pagado la luz del mes. Y revisando en Wikipedia la palabra procrastinación terminé en un link que me llevó a un blog titulado “Como disminuir la procrastinación (o como trabajar más y WEBear menos)”, que la verdad no me sirvió de nada. ¿Quién dijo que en estos tiempos es más fácil escribir?

El otro día se cayó el Internet en mi oficina durante tres horas. Fueron las tres horas más productivas del mes.



* Publicado en revista SOHO de julio

jueves, julio 17, 2008

A Mariaca le cortan su salsa

“Pueden acercarse al departamento de personal si lo desean y presentar su renuncia”, terminó diciendo Enrique Arosemena, actual administrador de los canales en manos de la AGD, a los empleados de TC. Su mensaje quedó claro. Aquí no se critica al Gobierno.

A Enrique Arosemena no le gustó que Mariaca comentara en su programa de cocina ‘Mariaca en su salsa’ sobre el alza en los precios de la canasta familiar. No quiere que se hable de temas que puedan afectar la imagen de Rafael Correa entre las amas de casa.

Tampoco le gusta que los entrevistadores opinen sobre temas que no estudiaron en la universidad. En la televisión socialista del siglo XXI, un entrevistador debe limitarse a hacer preguntas, nunca a opinar. Salvo que en la pared del set de televisión cuelgue un título universitario que lo certifique como experto en el tema.

Resulta que Bruno Faidutti, conductor de un programa económico en CN3, opinó sobre temas legales en una entrevista a Jaime Damerval. La nueva dirección del canal no podía aceptar este atrevimiento del conductor. Enrique Arosemena lo explica así a los empleados de TC: “…Vi que Bruno como conductor económico estaba dando opiniones legales sobre el tema. Entonces lo llamé inmediatamente y le dije ‘Bruno, por favor, tú puedes opinar en economía lo que tú pienses… pero lo que no puedo permitir es que tú opines de temas legales, porque tu opinión legal es tan válida… como la mía, y en ese sentido pues, la de todos’…”.

Imaginemos por un momento a un ejecutivo de Ecuavisa pidiendo a Carlos Vera que no opine de temas legales porque no es abogado. Ridículo, ¿no? O que los articulistas podamos opinar solo sobre nuestra área específica de estudios. Justamente, por ser nuestra opinión, y la de Carlos Vera, Bruno Faidutti y Mariaca tan válida como la de cualquier persona, tenemos el derecho a expresarla.

Este episodio en TC sirve de botón para revelar un problema de fondo. Aunque nos juren lo contrario, el Gobierno va moldeando la línea editorial del canal en beneficio propio. Por suerte, hoy en día las pequeñas cámaras digitales son armas poderosas para descubrir la verdad. Todos podemos ver a Enrique Arosemena hablando a los empleados de TC en You Tube y sacar nuestras propias conclusiones sobre la libertad de expresión que este Gobierno dice respetar.



La libertad de expresión, sobre todo en un medio público, no admite “observaciones” de los directivos sobre lo que un periodista puede o no decir. Ahí se rompe la verdadera libertad. El mensaje queda clarísimo: o lo hacen a la manera del Gobierno, o ya saben dónde está la puerta.

Si el Gobierno quiere demostrar un manejo independiente de los medios incautados, ¿qué tal permitir a los empleados de cada canal nombrar su administrador temporal? Hasta eso, que Mariaca nos hable de su salsa, de precios y lo que pase por su cabeza. En libertad. Que los periodistas pregunten y opinen. En libertad. Su opinión es tan válida como cualquiera. Por eso tienen el derecho a darla y nosotros a escucharla. Los que no entienden esto, que se acerquen al departamento de personal.

jueves, julio 10, 2008

Vender o vender

¿Podemos confiar cuando el presidente Correa dice que venderá los canales de televisión hoy en manos de la AGD? Veamos…

Cuando la AGD tomó posesión del diario El Telégrafo nos dijeron que lo venderían a un dueño privado para compensar a los perjudicados por el desaparecido banco del Progreso. Pero El Telégrafo nunca se vendió, o se “vendió” al Estado que es lo mismo a no venderlo. Pasó a ser un diario público. Un diario del Gobierno. No solo que no se recuperó plata de los depositantes al no vender el diario, sino que mantenerlo y modernizarlo le cuesta plata al Estado; es decir, a nosotros los ecuatorianos. Todo para que unos pocos ojeen rápidamente sus páginas. ¿Llega siquiera a los mil suscriptores El Telégrafo? ¿Cuánto se gasta en mantener el diario por cada lector? Hasta ayer que lo revisé solo había publicidad estatal, que es lo mismo a cero publicidad. Linda venta la de El Telégrafo. Linda recuperación de fondos.

Por eso, aunque quiero creer al Presidente, dudo cuando dice que al Gobierno no le interesa administrar los bienes incautados a los Isaías y que “mientras más rápido podamos subastar, rematar esos bienes, entre ellos los medios de comunicación y con ese dinero pagar a los depositantes y resarcirse de todo el dinero que se puso en Filanbanco, dinero público; enhorabuena, tanto mejor”.

Mis dudas aumentan al recordar las declaraciones de Mónica Chuji, cuando era Secretaria de Comunicación, en relación al nuevo canal estatal. Chuji se lamentaba que el canal público debiera ocupar una frecuencia tan lejana en nuestro control remoto en el 48 de UHF. “Espero que algún momento haya compasión de quienes tienen uno, dos y tres canales de televisión y puedan darle al pueblo ecuatoriano la posibilidad de acceder”, dijo Chuji en esa época. Nostradámica ironía la de Mónica.

Si a esto le añadimos la “coincidencia” de que el nuevo administrador designado para manejar los canales de televisión incautados es justamente el presidente del canal del Gobierno, la aspiración de Mónica Chuji se hace más clara y real. Y las últimas declaraciones de Ricardo Patiño nos dejan menos dudas aún. “A lo mejor en el remate gana alguna entidad del Estado…”, dijo el reciclado funcionario. Linda venta. Linda recuperación de fondos.

Más allá de la legalidad o ilegalidad de lo que se hizo este martes, el fin por el cual se incautan todos esos bienes, incluyendo los canales de televisión, es para recuperar el dinero de los depositantes. Punto. Eso implica que deben venderse todos esos bienes, sin excepciones. Que no nos vengan con el cuento de que los están “vendiendo” a alguna institución del Estado. O que ahora esos canales ya son de “todos los ecuatorianos”. Eso no es vender. Eso no es recuperar fondos. Eso es engañarnos y pretender controlar medios de información que no le pertenecen al Estado.

Si el Gobierno es serio en lo que ha hecho, se asegurará de que los canales incautados pasen a manos privadas e independientes de Carondelet de inmediato. Si en cambio, se demora convenientemente esta venta en plena época electoral, o peor aún, el canal estatal pasa a una de estas frecuencias incautadas, sabremos de qué se trataba todo este show.

sábado, julio 05, 2008

A.C./D.C.

Cuando estaba en el colegio fue a hablarnos un supuesto experto en música satánica. De esos que encontraban mensajes ocultos al escuchar canciones de rock al revés. Ahí aparecían todos nuestros grupos favoritos. Ni siquiera se salvaba el cura jesuita argentino que nos daba clases de teología. Entre las canciones que nos tocaba en su guitarra, estaban algunas de Sui Generis –el grupo donde cantaba el legendario y siempre tostado Charly García— que según el conferencista también contenían mensajes con dos cachos y cola roja.

Una banda que no podía faltar en esta macabra lista de rockeros diabólicos, era por supuesto, el grupo AC/DC. Con mis amigos debatíamos el significado de esas siglas. Unos decían que AC/DC representaba la diabólica frase “After Christ/Devil comes”, otros que “Anti-Christ/Devil’s Child”, o “Anti-Christ/Death to Christ”. En fin, cada uno salía con su teoría que mostraba que esta banda había hecho un pacto con el mismísimo demonio. Ahora, años mas tarde, investigando en Internet, me entero que le pusieron AC/DC porque eso era lo que decía en la parte de atrás de la máquina de coser de la hermana de los fundadores de la banda, en referencia a la abreviación de “alternating current (AC) / direct current (DC)”. Sintieron que este nombre simbolizaba la energía de la banda. Tan inocente como eso.

Más allá de la banda de rock, la definición que todos conocemos para AC/DC se refiere por su puesto a “antes de Cristo” y “después de Cristo”. Pero yo aquí en realidad quería hablar de otro AC/DC más importante para nosotros los ecuatorianos. El “antes de Correa” y “después de Correa”.

Nos guste o no nuestro Presidente, cada día se vuelve más evidente que este gobierno marcará un antes y un después para el país. Desde el comienzo hemos tenido la percepción de que el Ecuador dejó de ser el mismo el día que Rafael Correa asumió el poder. Con los Abdalás, los Lucios, los Palacios, más allá de las preocupaciones que sus presidencias despertaban, siempre tuvimos la sensación de que eran aves de paso. En poco tiempo estarían afuera. “Este no termina su período”, decíamos desde el comienzo.

Con Correa es distinto. Desde el primer día, la pregunta dejó de ser “¿cuándo lo botarán?” para convertirse en “¿cuántas veces lo reelegirán?”. Pasamos repentinamente de quejarnos por nuestra inestabilidad política que impedía que nuestros presidentes terminen su período, a preocuparnos de que este presidente dure demasiados períodos. Su fortaleza era evidente. Distinta a la de sus antecesores.

El Ecuador AC era un país con un poder ejecutivo débil, siempre colgando de un hilo; un Congreso experto en bloquear iniciativas, amarrar leyes y comprar votos; unos partidos políticos con poco de ideología y mucho de oportunismo controlando al poder de turno; un poder judicial a las órdenes de esos partidos; y una sensación general de que no íbamos a ninguna parte. Era el país de la partidocracia, y según nos dice el gobierno hoy, de la larga noche neoliberal.

En el Ecuador DC, en cambio, el poder ejecutivo se volvió fuerte, muy fuerte, demasiado fuerte. Todo pasa por el ejecutivo. Carondelet hace y deshace a su gusto. Los partidos políticos prácticamente dejaron de existir. Ahora en realidad solo hay un partido que cuenta, el partido de Gobierno. El Congreso opositor desapareció, para dar paso a una Asamblea complaciente y obediente del poder ejecutivo. El usual bloqueo del Congreso a las iniciativas de gobierno cambió automáticamente por una luz verde a todo lo que diga y quiera el Presidente. Desapareció esa idea de que no íbamos a ningún lado. Ahora sabemos que vamos en un camino, pero el equivocado.

Pasamos de un país sin definición ni norte que cojeaba enredado entre trabas políticas, inestabilidad y malos gobiernos, a un país con un norte claro pero nefasto, con vía libre hacia los cambios que menos necesitamos.

El Ecuador AC era un país que daba vergüenza. El Ecuador DC es un país que preocupa más de la cuenta.

A Correa le gusta decir que no vivimos una época de cambio sino un cambio de época. Talvez esté en lo correcto, pero no por las razones apropiadas. Hablar de un cambio de época no será necesariamente positivo mientras esta nueva época la controle un modelo político que cree en la fuerza del estado por encima del emprendimiento y libertad individual.

La era AC va quedando atrás. Esa cojera y caminar sin dirección es cosa del pasado. La época DC comienza, corriendo rápidamente y con los pies firmes hacia el gran salto al vacío. Solo lo que marquemos en las próximas papeletas electorales podrá frenar esa carrera y evitar el mortal salto.



* Publicado en revista Clubes de julio.

jueves, julio 03, 2008

¡Dale duro!


Me sucede a menudo cuando me encuentro con algún amigo. Siempre asoma el tema político. Que en estas épocas altivas y soberanas significa terminar hablando de Correa y esta confundida Asamblea. Pasadas las críticas y quejas de rigor nos despedimos y me dice “¡dale duro en tu próximo artículo!”.

Quieren pelea, golpes, sangre. Están sedientos por leer y escuchar las críticas más fuertes contra el Gobierno. Lo disfrutan. Lo disfrutamos. Nos hemos contagiado de ese espíritu cargado de conflictos y rencores salido de Carondelet.

Nos hemos metido en el juego presidencial. En su forma de hacer política atacando y dividiendo. Buscamos lo mismo. Al igual que el Gobierno, nos preocupamos más de hacer caer al opositor, antes que buscar el bien del país. El aire político se carga de odio, rabia y conflictos.

Ese es el ambiente político actual. Correa nos ha metido en él. Se tropieza con su personalidad y sus rencores. Se olvida que es Presidente. Que le toca actuar como tal. Y ahí es cuando utiliza micrófonos y cámaras para dividir en lugar de unir, para escupir todo lo peor contra sus opositores en lugar de buscar puntos en común, para despreciar al que piensa distinto a él.

En estos días lo hemos vuelto a escuchar en lo mismo. Mete en el saco de la partidocracia a cualquier opositor. Invade nuestro tiempo con costosas cadenas nacionales que solo buscan más pelea con el Municipio de Guayaquil. Ridiculiza a quienes decidan votar por el No. Hasta que recapacita, o algún asesor lo hace recapacitar, y llama a reuniones y entrevistas conciliatorias para tratar de cerrar con una curita esas heridas profundas que requieren de un cirujano.

Es una lástima la oportunidad perdida. Un Presidente tan popular podía unir al país fácilmente. Pero nos divide. En Montecristi, igual. Cada día se respiran y escuchan posiciones más radicales del bloque oficial. Y sus opositores reaccionan igual. No ceden. Basta escuchar al rubio trío Queirolo-Acosta-Reyes. Posiciones cerradas. O conmigo o contra mí. Nosotros, los buenos; ustedes, los malos.

¿Podremos salir adelante en un país en el que solo buscamos lastimarnos y darnos duro? Nos metemos tanto en esta batalla política que olvidamos lo importante: buscar los acuerdos que logren el bienestar de cada uno de nosotros. Para eso las partes deben ceder, sentarse a conversar y pensar en el país y en la libertad de cada persona, en lugar de solo buscar hundir a la oposición e imponer a como dé lugar una ideología política. Con el referéndum que se acerca solo nos radicalizaremos. No habrá punto intermedio. Pelearemos al grito del Sí o del No.

Todos participamos de esta batalla. Es más fácil criticarnos. Es más fácil darnos duro. A mí me pasa a cada rato. Empiezo a escribir con las ganas más positivas y constructivas. Pero de repente me cruzo con alguna de esas declaraciones salidas de Montecristi con terrible olor a Unión Soviética, o con el último ataque o rabieta salida de Carondelet, y se me mete el bicho nacional de dar duro.

Correa trajo y alimentó a ese bicho. Le toca dar el ejemplo y matarlo. De lo contrario tenemos boxeo para largo. Y el país seguirá quedando para después.

miércoles, julio 02, 2008

Revista la U. - Julio 2008

Ya está circulando la U. de julio en tu universidad!!!





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